jueves, 27 de junio de 2024

EL EFECTO MOZART

La música clásica puede ser el mejor bálsamo para el cerebro, el cuerpo y el alma.

Por Edwin Benson


“La música tiene encantos para calmar un pecho salvaje, para ablandar las rocas o doblar un roble nudoso”.

Esta cita se atribuye al dramaturgo británico William Congreve (1670-1729). Generalmente se parafrasea como “La música calma a la bestia salvaje”.

Esta máxima es universalmente aceptada. Por esta razón, en todas partes suena algún tipo de música. Ya sea en lugares públicos o en coches privados, las personas sienten la necesidad de la música para su bienestar.

Sin embargo, no toda la música es igual. Hay abundante evidencia que indica que la música clásica es muy beneficiosa. De hecho, puede calmar los corazones de quienes se encuentran en las circunstancias más difíciles.

La ciencia detrás del dicho

La Facultad de Medicina Johns Hopkins explica que existe ciencia real detrás de la idea de que la música tiene muchos efectos beneficiosos.

“Hay pocas cosas que estimulan el cerebro como lo hace la música. Si desea mantener su cerebro activo durante todo el proceso de envejecimiento, escuchar o reproducir música es una gran herramienta. Proporciona un entrenamiento cerebral total…. La música es estructural, matemática y arquitectónica. Se basa en las relaciones entre una nota y la siguiente. Puede que no te des cuenta, pero tu cerebro tiene que realizar muchos cálculos para darle sentido”.

Sin embargo, el tipo de música también es fundamental. Existe abundante evidencia de que los beneficios de escuchar música clásica superan con creces los de otros géneros.

El efecto Mozart

Algunos científicos se refieren al fenómeno como “El efecto Mozart”. El nombre proviene de un innovador estudio realizado en 1993 dirigido por FH Rauscher. Él afirmó que los participantes que escucharon una sonata de Mozart durante diez minutos mostraron habilidades de razonamiento significativamente mejores que aquellos que pasaron la misma cantidad de tiempo escuchando “música relajante” o sentados en silencio.

Esta conclusión fue controvertida, e incluso el Dr. Rauscher subrayó que “el efecto Mozart se limita al razonamiento espacio temporal y que no se produce una mejora de la inteligencia general”. Sin embargo, incluso estos efectos limitados demuestran que escuchar música clásica produce numerosos beneficios.

En los años transcurridos desde que los científicos descubrieron “el efecto Mozart”, muchos han intentado determinar cómo actúa en el cuerpo humano. Los beneficios incluyen aumento de la respiración, disminución de la tensión muscular, estrechamiento y expansión de los vasos sanguíneos, liberación de endorfinas y aumento de la frecuencia cardíaca. Sin embargo, todos esos factores están controlados en última instancia por alguna parte del cerebro.

Una “puesta a punto” para el cerebro

Quizás la explicación sea tan simple como “la música clásica hace que tu cerebro funcione mejor”.

El sitio web de noticias sobre salud The Healthy enumeró “10 cosas maravillosas que le suceden a tu cuerpo cuando escuchas música clásica”. Parafraseando su lista, los efectos fueron:

Disminución de la presión arterial

Equilibrio emocional

Sueño mejorado

Reducción del dolor

Mayor capacidad intelectual

Mejor memoria

Ansiedad en declive

Relaciones sociales más cómodas

Mayor productividad

Relajación

Siendo realistas, la música clásica no es una “panacea” mental. Sin embargo, ligeras mejoras incluso en dos o tres de estas áreas mejorarían muchas vidas.

Recientemente, The Epoch Times entrevistó al Dr. Kiminobu Sugaya, jefe de la División de Neurociencia de la Universidad de Florida Central en Orlando. Él dijo que “el efecto Mozart realmente existe” y que en “experimentos con residentes de la comunidad local, descubrió que cuando se tocaba este tipo de música clásica, 'vimos un aumento del 50 por ciento en la función cerebral'”.

El Times también citó al Dr. Michael Trimble, profesor emérito de neurología y neuropsiquiatría del Instituto de Neurología del University College London, quien afirmó: “El efecto Mozart es una evidencia clara de que se pueden alterar la función cerebral y las anomalías con la música”.

Innumerables beneficios

Muchos estudios afirman que gran parte del beneficio proviene de que la música clásica es más compleja que los géneros de “música popular” del siglo pasado. Hay menos repetición y más variación. Existe una mayor variedad de instrumentos y, por lo tanto, una mayor variedad de tonos musicales, que, a su vez, pueden emplearse en diversas combinaciones. En términos simples, estos factores le dan al cerebro más con qué trabajar.

Otro factor es que la mayoría de las piezas clásicas son significativamente más largas (veinte minutos o más) que las canciones populares, que suelen durar de tres a cinco minutos. Nuevamente, esto proporciona al cerebro más “ejercicio”.

Una analogía imperfecta sería comparar la actividad cerebral con dar un paseo. Un paseo tranquilo hasta la esquina que dura sólo unos minutos puede ser delicioso y contribuir en pequeña medida al bienestar físico y emocional. Sin embargo, una caminata de media hora a paso rápido es mucho más beneficiosa.

Un artículo de octubre de 2023 en Psychology Today resume el argumento de que la música puede ayudar a retrasar el proceso de deterioro mental que conlleva la edad.

“En resumen, la música es una herramienta poderosa para luchar contra los deterioros emocionales y cognitivos relacionados con el envejecimiento. La música constituye una actividad social y placentera accesible a cualquier persona independientemente de su origen (por ejemplo, nivel educativo, experiencia musical previa). Por lo tanto, esta intervención accesible debería convertirse en una importante prioridad para un envejecimiento saludable”.

Un regalo de gracia

Dicho artículo no distingue entre los distintos tipos de música clásica. Algunas músicas clásicas son más efectivas y beneficiosas que otras.

Además, la música también debe verse desde una perspectiva espiritual y sobrenatural. La música puede ayudar en la adoración de Dios y la práctica de la virtud. Puede ser ocasión para la acción de la Gracia de Dios, especialmente en su desarrollo a través de la Santa Madre Iglesia.




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