domingo, 26 de abril de 2009

TRAFICANTES VERSUS CURAS


Me acabo de enterar: traficantes de droga amenazaron de muerte a un hermano sacerdote. En noviembre del año pasado lo hicieron también conmigo, por salir a buscar pibes que se estuvieran drogando por la calle los viernes por la noche.


Por el P. Pablo A. Osow

Con el comentario de Eduardo Palacios Molina


Los traficantes son miles y miles. Nosotros los curas somos pocos, y cada vez menos. La lucha parece desigual: millones de pesos mueve el negocio de la muerte. Coimas, silencios, inoperancia… parece no importarle mucho al Estado que el tráfico de drogas se multiplique. En cambio, miles de tratamientos gratuitos contra las adicciones florecen desde las iglesias. También espacios sanos de contención que previenen la caída de niños, jóvenes y adultos.

Los curas estamos continuamente expuestos, en cualquier momento nos podrían asesinar. Los traficantes se esconden como ratas para hacer lo suyo: matar lentamente a sus clientes, vendiéndoles el maldito veneno. Los sacerdotes nos equivocamos muchas veces, porque somos humanos. Los traficantes parecen no ser humanos, sino vampiros que viven de la sangre de quienes han tomado el camino equivocado.

A los traficantes les parece que van a ganar seguro. Que nos van a dar miedo. Que nos van a hacer callar. Que nos encerraremos como ellos, cobardemente, detrás de la protección de algún matón. Que nos dedicaremos a otra cosa, que bajaremos los brazos. Pero se equivocan.

Porque ellos no saben algo: que si nos matan, nosotros ganamos. Y si no nos matan, también. En ambos casos, el amor más grande pasa por nuestro corazón... ¿Puede haber mayor victoria que esa? En ambos casos, ellos pierden. Pierden la poca dignidad que les quedaba, manchándose la boca con amenazas y las manos con crímenes. Pierden la posibilidad de reconciliarse con la vida, y de vivirla intensamente. Atacan a quienes también podrían y querrían ayudarlos a ellos. Hermano traficante: yo te daría una mano a vos también, si en vez de amenazarnos te dejaras ayudar.

P. Pablo A. Osow
Parroquia San Pedro Armengol

http://www.psanpedroarmengol.com.ar/

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Las amenazas que narcotraficantes a los equipos de fieles que la Iglesia Católica crea para el rescate de los jóvenes y niños que caen en la droga es una constante, que mantiene la atención de los medios en este momento.

Este medio parroquial pertenece a la ciudad de Gerli, Municipio de Lanús, sur del Gran Buenos Aires, a quince minutos de Plaza de Mayo. La desidia del Estado laico y los miles de millones de pesos destinados a la lucha contra el narcotráfico, el pueblo no los ve en obras, los resultados.

Solo curitas y laicos, con una pobreza que asusta, logran con su solo esfuerzo paliar este mal que es el avance de la droga en las zonas mas carenciadas. Pero asustan los sueldos de los servicios sociales estatales que están para asistir a quienes caen en la droga y su total ausencia de los lugares en donde deben enfrentar esa lucha, para rescatar de este flagelo a la población afectada.

Eduardo Palacios Molina


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