domingo, 26 de abril de 2009

DESDE EL EVANGELIO: FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE


Vivimos en Guadalupe, les decía, un momento de encuentro, porque esta Fiesta recrea en nosotros un sentido de pertenencia. Sólo se encuentran quienes tienen algo en común, reconocemos en este Santuario una referencia que nos une y convoca.
Por Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Cada año la Iglesia en Santa Fe tiene en Guadalupe un momento de encuentro y de renovación espiritual. Ello se vive y crece de modo providencial en torno a la histórica y venerada imagen de Nuestra Madre. Venimos a Ella con la confianza de hijos. Este mensaje lo recibimos de labios del mismo Jesús cuando le dijo a Ella, al pie de la cruz: “Mujer ahí tienes a tu hijo”, a estas palabras las conservamos como parte de nuestra herencia cristiana. Hoy venimos con gozo y gratitud a testimoniar su presencia de Madre en este lugar, donde nuestros mayores la percibieron, la veneraron y nos trasmitieron esta devoción que hace a la historia y a la riqueza de la Iglesia santafesina.

Vivimos en Guadalupe, les decía, un momento de encuentro, porque esta Fiesta recrea en nosotros un sentido de pertenencia. Sólo se encuentran quienes tienen algo en común, reconocemos en este Santuario una referencia que nos une y convoca. Como en toda familia humana, nos dice Aparecida: “la Iglesia-familia se genera en trono a una madre, quién confiere “alma” y ternura a la convivencia familiar. María, Madre de la Iglesia, además de modelo y paradigma de humanidad, es artífice de comunión. Ella atrae multitudes a la comunión con Jesús y la Iglesia, como experimentamos a menudo en los santuarios marianos” (Ap. 268).

Pero también este día debe ser para los peregrinos un día de profunda renovación espiritual, esto significa e implica un volver a encontrarnos con Jesucristo. No se comienza a ser cristiano: “por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizontes a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. No hay vida cristiana posible sin la presencia y el encuentro con Jesucristo. A Guadalupe venimos, movidos por el amor a nuestra Madre, a encontrarnos con Jesucristo. Este es el comienzo de una renovación espiritual, y este es el signo de una auténtica devoción a la Virgen.

Toda Santa Fe se prepara este fin de semana para recibir a los muchos peregrinos que vienen a saludar y agradecer a su Madre. Tratemos de ser un peregrino más que se acerca con la confianza de un hijo. La celebración mayor se realizará mañana, el domingo 26, a las 15:00s., en la que participaremos de la procesión y la Santa Misa. Como Obispo los espero para juntos testimoniar nuestra devoción y gratitud. Reciban mi bendición en el Señor Jesús y María, Nuestra Madre de Guadalupe.


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