martes, 21 de abril de 2009

LA CASTIDAD DEL EX OBISPO LUGO


Prepararnos para ser laicos.
El presidente y ex obispo Lugo probablemente no se ha podido sustraerse al contexto cultural en el que nació y creció. Las circunstancias personales del ex obispo Lugo nadie las conoce y será Dios quien lo juzgue si su obrar no ha sido del todo correcto.


Por el P. Leonardo Belderrain

En países como Paraguay, diezmado por una guerra injusta entre hermanos, las familias quedaron desmembradas y la población masculina reducida y falta de expectativas. En este contexto, el sexo probablemente es visto como una fuente de esperanza. Esperanza de dar nueva vida capaz de sobreponerse a la pobreza estructural y la falta de educación, al desamparo y la indiferencia de los gobernantes, a una de las dictaduras más largas y atroces de América Latina.

La vida sexual, como parte de la cultura de un pueblo como el de Paraguay, puede haber contribuido a restañar las heridas de la guerra y la opresión sufrida durante tantos años. Aunque parezca contradictorio, son muchos los ejemplos de países en guerra donde las ansias de procrear no han mermado, probablemente debido a que el impulso vital del sexo, con la posibilidad de dar vida, se contrapone a la cultura de la muerte que entrañan las guerras.

El presidente y ex obispo Lugo probablemente no se ha podido sustraerse al contexto cultural en el que nació y creció. Las circunstancias personales del ex obispo Lugo nadie las conoce y será Dios quien lo juzgue si su obrar no ha sido del todo correcto. Por lo pronto ha reconocido a su hijo, lo cual es meritorio, sabiendo que ello le ocasionaría críticas tanto desde dentro, como desde fuera de la Iglesia.

Su compromiso con los más necesitados, su solidaridad y entrega a una causa política cuyo objetivo es elevar a ese pueblo oprimido, lo muestran con un ser humano lleno de buenas intenciones. Con la fortaleza de construir y soñar con un Paraguay más próspero y solidario y la debilidad de no haber puesto freno a sus pulsiones vitales. La Iglesia Católica no se ha caracterizado por sus enseñanzas sobre el ejercicio de una sexualidad sana y responsable, que no niega y censura las pulsiones sino que enseña a encauzarlas para el bien del cuerpo y del espíritu. Muy por el contrario, en muchos casos ha contribuido a que hombres educados en una moral extremadamente estricta, que niega las pulsiones, actúen de forma completamente opuesta a lo que enseña el Magisterio Eclesiástico.

Con sus luces y sus sombras, el ex obispo Lugo transmite la imagen de un hombre de Dios, espiritual y carnal, político y social, sincero y contradictorio, como todos los humanos. Para formar laicos comprometidos hace falta en nuestras culturas como dice el papa Benedicto XVI- que Eros vaya acompañado de un gran amor de ágape con derivaciones políticas y económicas.

En países como el Paraguay –como señale marcados por la guerra, con poblaciones que se quedaron sin hombres- el amor ecológico puede buscar preservar la especie desde un erotismo donde las mujeres y los varones adopten conductas para otras culturas inusuales. Pensar a Lugo en aquel contexto como un play boy podría ser tan ridículo como imaginarlo un ser lascivo adicto al sexo ocasional. Creo que ha sido y es un hombre de Dios que desde su compromiso místico espiritual fue descubriendo el amor político y el erótico en un mundo de injusticias y de falta de solidaridad, de doble moral en el cual muchos podemos tener una sexualidad que mostramos y otra que escondemos; por eso creo que es muy abierta la iglesia que lo acompañó como a un adolescente y le permite ahora por fin, desarrollar su vocación laica. Pienso que también es sano que algún obispo pida perdón por los pecados de Lugo, sobre todo si sientiera envidia. Ojalá que Lugo, desde su nuevo status político y clerical, pueda superar la sexualidad anacrónica de los que viven a veces un despertar fuera de época y pueda vivir un amor “cinco estrellas”. Que como decía el Papa en su primera encíclica, su amor no sea caricaturesco en razón de tener poco amor por quien elija como pareja o poco eros. Ojalá sus hijos espirituales y biológicos tengan la misma admiración que tuvieron por aquel otro político histórico y místico que fue Gandhi.

Ayer le pregunte a una señorita paraguaya –empleada doméstica que vino a casarse con un albañil también paraguayo- qué pensaba del caso Lugo: me dijo que el pueblo lo quiere, más allá de los escándalos de la prensa; y que ella pensaba que con el tiempo, la gente iría eligiendo obispos y presidentes que testimoniasen ser buenos padres. Pensé para mis adentros “ojalá que Dios la escuche.”

Capilla Santa Elena, Parque Pereyra Iraola.

leonardobelderrain@ciudad.com.ar

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1 comentario:

Anónimo dijo...

¿OTRO "CURA" APOSTATA PARA LA NUEVA "IGLESIA" DE LOS LUGO, MORALES, CHAVEZ,LULAS Y DEMAS?

¡ATORRANTES! y HEREJES.