martes, 28 de abril de 2009

EL TERCER FEMINISMO


La sexualidad cristiana “dopo Lugo.
Se trata de encontrarnos en un “entre nosotros que siga siendo fascinante el relacionarmos, como el poliorgásmico acto de la creación que nos constituyó.
(**)


Por el P. Leonardo Belderrain

Dos cartas -a mi entender- plantean la diferencia entre el primer feminismo del mayo francés y el segundo feminismo de los años noventa. Pienso que el primero es un poco resentido; coincide con un estilo como el de la primera carta a Lugo que me llegó por prensa ecuménica, un poco peleado con lo masculino, con cosas serias que pasaron y pasan. Aquel feminismo ve en Lugo un victimizador de niños y mujeres pobres.

El segundo, tal vez esté menos resentido con los “padres”. Pone su beligerancia en nuestras instituciones como la iglesia católica, pero es más consciente de que convocamos la energía que tenemos y que las mujeres relacionadas con el padre obispo son como el, de poco el perfil bajo y con algo de interés por la adrenalina mediática. Para este feminismo, el único pecado del obispo es haber sido muy ortodoxo con su iglesia no usando preservativos. Las instituciones serias deberían ayudar a las personas a afrontar sus pulsiones responsablemente y no lo hacen. A mi entender esta naciendo un tercer feminismo.

Como el de Borges y Maria Kodama, donde ninguno busca reivindicar su género pero curiosamente se confirman ambos en una relación donde ya no se disputa poder y se siente el gusto por pertenecer al otro.

Este tercer feminismo, se mimetiza menos con los que dicen que tienen mucho protagonismo. A nadie le importa mucho si el Papa actual no es un buen showman o es poco diplomático, porque no son del interés de estas nuevas culturas los caudillos, los paternalismos, los centralismos y sobre todo el romano

Para este estilo, es muy importante tener aquí en la tierra con la pareja o con la comunidad “la vida trinitaria”, que es donación absoluta y entrega a lo distinto. Este feminismo no condena a Lugo ni a las mujeres que lo festejan; piensa que en materia de sexualidad estamos todos buscando maestros y que se debe condenar sólo lo abominable: el abuso la pedofilia etc. Ojalá Lugo, usted, yo y tantos otros, nos encontremos en este estilo de donación sin “boletas” al otro género. Ojalá que ayudemos a las instituciones y que estas ayuden a salir del desuetudo y la anomia a las nuevas generaciones. Se trata de encontrarnos en un “entre nosotros” que sigua siendo fascinante el relacionarmos, como el poliorgásmico acto de la creación que nos constituyó. (**)


Carta Abierta al Presidente Fernando Lugo

De Claudia Florentín. (*) Buenos Aires.

Estimado Presidente: me he quedado pensando en su confesión. Toda confesión es bienvenida. Pastoralmente hablando, libera, usted lo sabe. Nos alegramos con toda confesión y me alegra escuchar que ahora se hará cargo de lo que confesar conlleva. Imagino que su corazón y su espíritu estarán más livianos… pequeña carga llevaba. Que Dios le ayude a vivir como padre, de verdad, y no solo para que lo reproduzcan los medios. Lo deseo por Guillermo, sobre todo. Pero soy mujer, sabe, y no puedo dejar de pensar en Bibiana.
A ella sí que su confesión le resultará tardía. Porque usted pudo ocultar durante dos años su paternidad, su “pecado”, pero ella no. ¿Cómo oculta una mujer el fruto de su “pecado”? a ella le toca, siempre, cargar con la responsabilidad de dos. Y para más peso, asumir la responsabilidad que el hombre no asume, aunque sea obispo.
Y si, me dice un amigo, no debe haber sido fácil para él: obispo, candidato a la presidencia… ¡Más vale tarde que nunca!, dicen otros.
Yo no coincido. Discúlpeme usted, pero no puedo pensar que se calló por falta de coraje nada más. Creo que los que callan su responsabilidad lo hacen con conciencia, y en estos casos más, sabiendo que exponen a la mujer a la marginación, a la vergüenza (en pueblo chico, todo se sabe), a la soledad de una maternidad casi inconfesable.
Creo que usted se dejó impregnar por el machismo, ese mal que se pasea impunemente por este mundo.
El machismo se nutre de poder, un poder basado en esquemas desiguales. Y en su historia, esos esquemas están bien presentes. Es más, hasta diría que, en otros casos, estaríamos sospechando un acto en las márgenes de la ley. Bibiana confiesa una relación que comenzó cuando ella tenía 16 años. Y usted, 47, si no me equivoco. ¿Relación mutuamente consentida? Imposible, aunque la chiquilla haya dicho que sí. Porque a los 16 años una mujer es apenas una niña, pero básicamente porque la diferencia de lugar, de jerarquía, puso a esta niña en situación de clara desigualdad.
El sacerdote, el obispo, el pastor de las ovejas, el hombre, sí, establece su poder de dominación, de seducción, de poder, frente a la mujer apenas en ciernes; frente a la “ovejita” que debe ser cuidada.
La estructura de poder está bien definida. La niña- ya con una primer carencia afectiva viviendo de prestado en casa de una pariente o una empleadora-, enfrentada al macho fuerte, inteligente, protector, al hombre adulto, maduro, poderoso, ¿Por qué quien niega que un obispo tiene su cuota de poder y sabe usarla?
Me dicen, ¿por qué ella habla ahora? ¿Qué quiere? ¿Qué le dieron? No sé, no la conozco, ¡pero conozco tantas miles de realidades iguales! Mujeres, niñas, adolescentes, que un buen día se hartan de tanto dejarlas bajo el felpudo! “Le querrá hacer daño ahora que es presidente”, oigo por ahí. La verdad, si así fuera, creo que lo mejor hubiera sido declararlo hace dos años ¿se imagina?
Ahora se arregla rápido, el apellido y ya. ¡El apellido! Todo un tema, como que eso fuera a pagar las noches de insomnio, los dolores de parto, las angustias a fin de mes, los momentos de fiebre y nanas frente a la cama del niño amado. Nada lo retribuye, y las mujeres, ¿sabe? también sabemos de hartazgos, cansancios y aburrimientos. El mito de la madre abnegada que todo es capaz de soportarlo por amor, es también un mito sostenido por el sistema de poder patriarcal. No somos madres, somos mujeres, ante todo, con vida, derechos, sueños, proyectos y afectos; los hijos, son parte de esos enormes afectos.
Le confieso que cuando asumió me encantó el gesto de donar su sueldo al Instituto Paraguayo del Indígena. Ahora que me entero que sabía de la existencia de un niño que era su responsabilidad, me parece un acto demagógico, más allá de lo pertinente de su gesto. Millones de padres se pasan la vida siendo generosos con el mundo, pero sin destinar nada a la atención de sus hijos/as o dejando su cuota como que fuera una dádiva que la madre de los niños, sabrá Dios cómo gastará. Usted dijo hoy que los niños y niñas de su país deben tener sus derechos garantizados; esos derechos empiezan con la madre que los llevará en su vientre, a veces con ganas, a veces a la fuerza, fruto de abusos y violaciones, y miles de veces, desamparada.
Le pido a Dios, estimado Presidente, estimado hermano, que usted pueda ver esta historia, su historia, no como un acto cerrado por haber hecho lo “legalmente correcto”, sino como una realidad que, comenzando por su casa, afecta a miles de mujeres paraguayas, sus conciudadanas, y sepa actuar diferente, como hombre, como cristiano, y como jefe de estado.+ (PE/ALC)

(*) ALC publicó esta Carta Abierta de Claudia Florentín el 16 de abril de 2009.
Nota de Redacción. La carta fue escrita y publicada luego del primer anuncio sobre la paternidad de Fernando Lugo por lo que no toma en cuenta las versiones periodísticas dadas a conocer posteriormente. Sobre la carta abierta al Presidente Fernando Lugo.


Por M.I.

He leído la carta dirigida a Fernando Lugo, defendiendo a la joven madre de su ahora "reconocido hijo" y no me he sentido identificada con ella, aún cuando fui madre soltera a los 17 años de una hija discapacitada. El padre de mi hija de 42 años, y como exige lo políticamente correcto, le dio su apellido. Un representante de la aristocracia no puede dejar de cumplir con los mandatos morales patriarcales. Había que "reconocerla".Jamás imaginé cuánta calamidad me costaría que este señor la declarara, confidencialmente como hija suya. Nunca quiso permitirme sacarla de mi país. Hube de usar diferentes estrategias para poder salir de mis pagos, viajar a la Argentina y casarme con un ciudadano argentino, que fue víctima de la tortura y de la cárcel durante la dictadura militar más sangrienta que hubo en la Argentina. Este individuo miserable, el "padre de mi hija", al enterarse que me casé con un hombre de bien, se negó a que mi marido la adoptara como hija a fin de que ella se beneficiara, igual que sus hermanos, (no puedo decir hermanastros, suena tan injusto) en caso de ausencia suya, de parte de sus bienes. Mi marido era de séptima generación argentina. Descendía de caudillos federales.

El aristócrata padre de mi hija mayor "la hija de la fortuna" como la llamo", nunca le mando un peso para su sustento. Un hombre rico. Tampoco se lo pedí. Crecí en el seno de una familia que vivía en la más dura pobreza, sin embargo me las arreglé sola y en ningún momento y en ninguna circunstancia me sentí pecadora. A los 17 años, embarazada, participé de todas las movilizaciones acompañando a los trabajadores en la defensa de sus derechos. Me quedé sola, mi familia me echó. Sola. Trabajé, crié a mi hija y estudié de noche para conseguir lo que hoy tengo. Soy comunicadora visual y me quedé viuda hace 16 años. Tuve tres hijos varones más, hoy uno graduado en la universidad de Buenos Aires y trabajando en su especialidad. Otro estudiando profesorado en la UBA y trabajando como guía en un museo y mi hijo menor de 19 años está en 2do año en la Facultad de Bioquímica de la UBA y trabaja como cadete en Cascos Blancos.
A mi marido lo asesinaron hace 18 años. Menem lo mandó matar a balazos. El sabía que el gobierno menemista era el gobierno de la entrega y la traición. Y sola me quedé en este país que no es el mío, soy una mujer del campo, y sin hermanas, hermanos, madre o padre a punta de coraje formé mis cuatro hijos y se los entrego a está patria que es la de mis hijos, todos, sin exclusión y también porque no, también la mía. El padre de mi hija fue ministro hace un par de años en mi país. No me gusta que me digan pobrecita. No se me pasó ni por un momento llevarle a mi hija de trofeo para que públicamente haga su mea culpa. No, me respeto demasiado para mezclar las aguas y ser funcional a este sistema tan injusto y desigual. Todos, el Arzobispo, hoy Presidente, Fernando Lugo, los que condenan su pecado, los que tienen razón y no la tienen, su confesión , su arrepentimiento, su culpa, su culpa, su grandísima culpa. Debemos flagelarnos. Debemos arrastrarnos ensangrentarnos para pagar nuestros pecados. Debemos dormir sobre clavos. Tener los estigmas del Nazareno. Vivir en olor de santidad. !!Basta de patrañas!! !!Basta de hipocresía!! No se puede bastardear un vínculo y exponer a esa criatura como el hijo del cura desgraciado y de la madre vilmente engañada. Salgamos todos del infierno. De ese infierno que nuestra cultura judeo cristiana construyó para señalar nuestras ruindades, nuestras miserias y otras calumnias que la Iglesia Católica Apostólica y Romana infiere a nuestra condición humana. Tiren abajo ese muro bestial del celibato. Y dejen de insultar nuestra fe y nuestra inteligencia corriéndonos con el pecado. Tengamos en Francisco de Asís claro ejemplo de la humildad, de la sabiduría. Y respecto al reconocimiento o no del hijo por parte de su padre, y la perorata que en pueblo chico hay que sobrevivir a la vergüenza de ser madre soltera. No me pasó. Y no fue por mi suerte. Fue por mi coraje y por mi fe. Jamás, aún cuando lo hubieran coronado Rey de Inglaterra al padre de mi hija, la hubiera expuesto a ese circo mediático tan perverso. Sería una falta de respeto a mi hija, a mi familia y a mí.

Pbro. Leonardo Belderrain, bioeticista
Capilla Santa Elena, Parque Pereyra Iraola. Argentina
leonardobelderrain@ciudad.com.ar
Te 0221-4731674

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