sábado, 11 de abril de 2009

BENEDICTO XVI: LA FUERZA DEL AMOR ES MÁS FUERTE QUE LA DEL ODIO


Después de bendecir el fuego y de encender el cirio pascual en el atrio de la basílica, Benedicto XVI celebró la misa de la vigilia de Pascua en el altar de San Pedro, donde bautizó a cinco adultos, dos hombres y tres mujeres, incluida una mujer china de 56 años. El Papa celebrará hoy la misa de la Pascua, impartirá la bendición «Urbi et Orbi» a mediodía, y se trasladará por la tarde a Castelgandolfo para descansar.

Por Juan Vicente Boo


La vigilia de la Resurrección tiene una brillantez única en la basílica de San Pedro, que pasa de la oscuridad total a convertirse en un ascua de luz como ningún otro templo cuando se anuncia la Resurrección de Jesucristo, «luz del mundo». Como profesor que fue durante veinticinco años en universidades alemanas, Benedicto XVI siempre incluye elementos didácticos en su homilía, y anoche comentó que «la Iglesia antigua calificaba el Bautismo como Sacramento de la Iluminación, como una comunicación de la luz, relacionada inseparablemente con la Resurrección de Cristo».

En los primeros siglos del cristianismo las ceremonias se celebraban durante la noche pues al día siguiente todo el mundo tenía que trabajar. Tan sólo a partir del siglo IV empezó a ser festivo el domingo, pero se conservó la tradición de la vigilia nocturna y de celebrar los bautismos de adultos en la madrugada de la Resurrección, la fiesta más importante del año.

Comentando el símbolo del agua, el Papa señaló que «ríos de agua viva» mencionados en el evangelio de Juan están formados por la multitud de los santos entre los que citó a «Teresa de Ávila, la Madre Teresa de Calcuta y tantos otras personas a través de las cuales las fuentes de agua viva se hacen presentes en la historia». Junto a las grandes santas y santos hay también muchas otras personas desconocidas «que encontramos en nuestra vida cotidiana y que son también una fuente de agua viva» por su relación personal con Cristo.

Toda persona a lo largo de su vida, lo mismo que la Humanidad a lo largo de su historia, vive bajo dos fuerzas de atracción contrapuestas: la del bien y la del mal. Según Benedicto XVI, «desde que Jesucristo ha resucitado, la fuerza de atracción del amor es más fuerte que la del odio, la fuerza de gravedad de la vida es mayor que la de la muerte». Esa es también «la situación de la Iglesia a lo largo de todos los tiempos: siempre da la impresión de que se va a hundir y siempre está ya salvada. La mano salvadora del Señor nos sostiene».

A diferencia de los años anteriores, la misa de este Domingo de Resurrección incluirá una breve homilía pues el Papa desea hacer unas consideraciones a los cristianos antes de dar la bendición «Urbi et Orbi» desde el balcón de la basílica de San Pedro, donde le acompañarán el cardenal español Julián Herranz y el cardenal protodiácono, Agostino Cacciavillan.


Mártires intemporales

Como cada Semana Santa en Roma, la ceremonia del Vía Crucis en el Coliseo la noche del Viernes Santo resultó la más emotiva, pues enlaza no sólo con la Pasión de Jesús sino también con la de los mártires de los primeros siglos del cristianismo. El Papa encargó la preparación de los textos al cardenal de Hong Kong, Zen Ze Kiun, para recordar a la Iglesia perseguida en China. Las meditaciones de este año han corrido a cargo de Thomas Menamparampil, arzobispo de Guwahati, una de las diócesis de la India donde se han registrado persecuciones contra los cristianos a manos de fundamentalistas.


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