El arzobispo Giacomo Morandi, de 58 años, fue destituido por el falso papa poco después de que la entonces llamada Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF; ahora DDF), en la que Morandi se desempeñaba como secretario, fallara en 2021 contra de las bendiciones litúrgicas para parejas homosexuales.
Pero el pasado 15 de enero, Morandi fue elegido nuevo líder de la Conferencia Episcopal de Emilia-Romaña, una región clave del norte de Italia centrada en la ciudad de Bolonia.
Según informó el Catholic Herald, el arzobispo Morandi fue visto como la fuerza impulsora detrás del rechazo del Vaticano a las bendiciones entre personas del mismo sexo cuando la CDF publicó el 15 de marzo de 2021 una respuesta ad dubium a una pregunta sobre la legitimidad de las bendiciones litúrgicas para parejas del mismo sexo.
El arzobispo Morandi, abogado canónico, se unió a la CDF como subsecretario en 2015 y fue ascendido a secretario (el segundo puesto más alto) apenas dos años después.
En respuesta a la pregunta: “¿La Iglesia dispone del poder para impartir la bendición a uniones de personas del mismo sexo?”, la CDF, bajo su dirección, respondió: “Negativamente”.
En una explicación adjunta, la CDF dijo: “Dios no bendice ni puede bendecir el pecado”.
El arzobispo Morandi a finales de año fue degradado a obispo diocesano de Reggio Emilia-Guastalla, Italia. Se le permitió conservar su rango arzobispal “ad personam”, en la práctica sólo de nombre.
El elegido por Bergoglio como nuevo prefecto de la DDF fue el “cardenal” argentino “Tucho” Fernández, autor de libros escabrosos y altamente controvertidos sobre “besos” y “orgasmos”, que en diciembre de 2023 emitió el también escandaloso documento Fiducia supplicans, destinado a permitir bendiciones a parejas del mismo sexo y otras personas en relaciones irregulares.
El documento, firmado conjuntamente con Bergoglio, ha sido rechazado por obispos de todo el mundo, creando una de las divisiones más graves en la Iglesia Católica en siglos.
Algunos observadores creen que la elección del arzobispo Morandi como presidente regional, es una señal de la menguante popularidad general de Bergoglio tras sus “reformas” que han conmocionado a gran parte del mundo católico, y de la tensión que existe entre él y los obispos italianos.
Durante la asamblea plenaria de los obispos en mayo de 2019, Bergoglio reprendió a los prelados por no implementar plenamente un procedimiento revisado de anulación matrimonial que él ordenó en 2015, pidiendo su implementación “plena e inmediata” en todas las diócesis.
En 2021, los obispos italianos lanzaron un proceso de sínodo nacional de varios años después de que Bergoglio los presionara repetidamente durante seis años para que realizaran un “sínodo de la Iglesia italiana” y que tuvo muy poco interés.
Durante un discurso ante los obispos italianos en Florencia en 2015, el falso papa les dijo que fueran “pastores en lugar de predicadores de doctrinas complejas”, insistiendo en la importancia de la inclusión social de los pobres.
En ese momento, Bergoglio les dijo que “Italia no es un museo”, sino un lugar vivo que requiere “trabajo y actualización constante”. Hizo hincapié en la necesidad de ser “más inclusivos y acogedores” en una cultura conocida por sus valores familiares y morales tradicionales, y donde los asistentes regulares a las misas, a menudo están contra la inmigración ilegal y descontrolada que defiende el jesuita.
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