Como nuncio apostólico en París, el francmasón Roncalli nombró al francmasón Marsaudon jefe de la división francesa de los Caballeros de Malta [1]. Roncalli aconsejó a Marsaudon que siguiera siendo masón.
Carl J. Burckardt, como embajador suizo en París, conoció a Angelo Roncalli, el nuncio apostólico en París. Cuando se convirtió en el antipapa Juan XXIII, Burckardt escribió a su amigo Max Rychner sobre Juan XXIII:
“Tengo un gran interés por el Papa. Durante mi estancia en París, tuve muchos contactos personales con él, me gustaba mucho. Iba y venía como un joven empleado de embajada, me encontraba con él en todas partes, empezando por la sala M.R.P.* de la sorprendente Madame Abrami (...). Tiene una vasta experiencia del mundo, podría haberse convertido en un excelente capitán de industria, es de pies a cabeza ese campesino bergamasco bienintencionado pero inteligente. Su devoción es sólida pero concisa, acorde con su estilo. Sin embargo, me parece que su sentido común -preciso a corto plazo, pero bastante vago a largo plazo- le impide reconocer el valor de ciertos misterios que trascienden el tiempo y son específicamente católicos. La actitud de creer en los milagros, el respeto de lo sagrado, no le conciernen. Es deísta y racionalista, con la mejor tendencia a ponerse al servicio de la justicia social. A esto se añade una tendencia a tender la mano a todos aquellos que, viniendo de campos totalmente opuestos, se sienten animados por tales esfuerzos (...). Es bueno, abierto, lleno de humor, alejado de la Edad Media Cristiana; de paso entre los ‘philosophes’ franceses, llegó a las mismas conclusiones que los reformadores, con menos pasión metafísica. Muchas cosas cambiarán; después de él, la Iglesia ya no será la misma” [2].
Desde sus puestos, los guardias franceses observaban al francmasón Roncalli vestido de civil, saliendo de su residencia para asistir a las reuniones nocturnas de los jueves del Gran Oriente de Francia [3].
El Gran Maestro Masón del Gran Oriente de Italia declaró en una entrevista a la revista 30 Giorni: “Por lo que a esto se refiere, parece que Juan XXIII fue iniciado (en una logia masónica) en París, y participó en los trabajos de las logias de Estambul” [4].
Notas:
[1] Paul I. Murphy y R. Rene Arlington, La Popessa, 1983, pp. 332-333.
[2] BURCKARDT, Carl Jacob; RYCHNER, Max. Briefe: 1926-1965. Frankfurt: S. Fischer, 1970. Apud “Einsicht”, abr. 1981, p. 303.
[3] Mary Ball Martinez, The Undermining of the Catholic Church (El socavamiento de la Iglesia católica), Hillmac, México, 1999, pág. 117.
[4] Giovanni Cubeddu, 30 Giorni, No. 2-1994., pág. 25.
“Tengo un gran interés por el Papa. Durante mi estancia en París, tuve muchos contactos personales con él, me gustaba mucho. Iba y venía como un joven empleado de embajada, me encontraba con él en todas partes, empezando por la sala M.R.P.* de la sorprendente Madame Abrami (...). Tiene una vasta experiencia del mundo, podría haberse convertido en un excelente capitán de industria, es de pies a cabeza ese campesino bergamasco bienintencionado pero inteligente. Su devoción es sólida pero concisa, acorde con su estilo. Sin embargo, me parece que su sentido común -preciso a corto plazo, pero bastante vago a largo plazo- le impide reconocer el valor de ciertos misterios que trascienden el tiempo y son específicamente católicos. La actitud de creer en los milagros, el respeto de lo sagrado, no le conciernen. Es deísta y racionalista, con la mejor tendencia a ponerse al servicio de la justicia social. A esto se añade una tendencia a tender la mano a todos aquellos que, viniendo de campos totalmente opuestos, se sienten animados por tales esfuerzos (...). Es bueno, abierto, lleno de humor, alejado de la Edad Media Cristiana; de paso entre los ‘philosophes’ franceses, llegó a las mismas conclusiones que los reformadores, con menos pasión metafísica. Muchas cosas cambiarán; después de él, la Iglesia ya no será la misma” [2].
Desde sus puestos, los guardias franceses observaban al francmasón Roncalli vestido de civil, saliendo de su residencia para asistir a las reuniones nocturnas de los jueves del Gran Oriente de Francia [3].
El Gran Maestro Masón del Gran Oriente de Italia declaró en una entrevista a la revista 30 Giorni: “Por lo que a esto se refiere, parece que Juan XXIII fue iniciado (en una logia masónica) en París, y participó en los trabajos de las logias de Estambul” [4].
Notas:
[1] Paul I. Murphy y R. Rene Arlington, La Popessa, 1983, pp. 332-333.
[2] BURCKARDT, Carl Jacob; RYCHNER, Max. Briefe: 1926-1965. Frankfurt: S. Fischer, 1970. Apud “Einsicht”, abr. 1981, p. 303.
[3] Mary Ball Martinez, The Undermining of the Catholic Church (El socavamiento de la Iglesia católica), Hillmac, México, 1999, pág. 117.
[4] Giovanni Cubeddu, 30 Giorni, No. 2-1994., pág. 25.
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