Soy católico y no estoy confundido, papa Francisco. No me considero un confundido por defender lo que Jesús nos mandó a hacer, lo que más de doscientos sesenta Papas y tres Concilios afirmaron y evangelizaron.
Confundidos y herejes, son los que adoran a la Pachamama, los que se apegan a cábalas, los que celebran el carnaval y halloween o unen a personas del mismo sexo llamándolos “matrimonios”.
Confundidos son los que rezan con herejes, los que permiten que la mentira esté a la misma altura de la verdad, los que promueven inyecciones experimentales que pueden costarles la vida.
Su santidad, me desorientan los que permanecen callados ante todas las blasfemias contra Dios y la siempre Virgen María que vomitan los separatistas.
Estoy harto de las Iglesias cerradas, de los sacerdotes que no están nunca en el confesionario y de los que abandonaron la sotana por vestimentas mundanas para no “incomodar” a los renegados de Dios.
Estoy harto de los que hacen de la Misa un circo adornado con banderas del “orgullo” (orgullo que ha hecho caer ángeles del cielo como rayos hacia la Tierra).
Me confunden las misas que son copias protestantes o anglicanas con aplausos, bombos, guitarras y cantos con melodías de degeneraciones de moda.
Estoy confundido por todo lo que le quitaron a la Misa Tradicional, hasta el punto de cambiarle el verdadero sentido.
Me confunde que hoy nadie sepa ni se acuerde que es la repetición incruenta del Santo Sacrificio de la Cruz (incluidos muchos sacerdotes que hablan de “recuerdo” o “cena del Señor”) y que se reciba al cuerpo de Cristo en la mano, sin creer que Él, verdaderamente está allí en cada partícula.
Me confunde la reverencia y sumisión que Ud. y altos miembros del Vaticano demuestran para con la judeomasonería que quiere imponer un nuevo orden mundial y que, de la mano del comunismo, también remontados a algunas décadas antes del Concilio Vaticano II, quieren destruir la Iglesia de Cristo desde adentro.
Confundido estoy por la hipocresía de muchos en Roma, como así también de todos aquellos que al igual que Ud., siguen algunas herejías impuestas desde 1970 (rechazadas por gran mayoría en los 60's); confundido me dejan los que quieren darme lecciones de moral, y pontifican todas las 'renovaciones' que fueron, son y serán colosales destrucciones de la Tradición y de la Liturgia.
Me confunde vivir en la exclusión como tradicionalista y
ver que Uds. se permiten practicar atrocidades junto a falsas religiones en rituales paganos.
ver que Uds. se permiten practicar atrocidades junto a falsas religiones en rituales paganos.
Me confunde que muchos que se dicen católicos ¡ni se den cuenta de estos cambios mortales en la Iglesia de Cristo!
Me confunden las modificaciones en las oraciones, o supresiones de algunas de ellas en la Misa actual.
Me confunden las falsas devociones, las permisiones sacrílegas, los laicos dando la Comunión sin tener consagradas sus manos, o las “celebraciones” sin sacerdotes, y también me confunde que me llamen “cismático” por seguir dos mil años de Tradición y no aceptar un concilio sacerdotal, donde convirtieron en dogmas a las opiniones personales, pisoteando y tirando por la borda verdaderos Concilios Dogmáticos anteriores.
Me confunde el hecho de que hayan cambiado peligrosamente la Liturgia, propiciando así la crisis de la Iglesia de Cristo con el abandono de millones de fieles y la renuncia de cientos de Sacerdotes.
Por el rechazo que Uds. muestran por lo Divino, amo aún más a esa Tradición, Francisco. A muchos ya no nos engañan más con palabritas engalanadas y actitudes luciferinas con máscaras de “caridad”.
Estoy harto de la bandera del satanismo disfrazada con el lema de libertad, igualdad y fraternidad, lema que la revolución francesa utilizó para eliminar a una sociedad Católica que molestaba a la masonería, que quería contaminar Francia y el resto del mundo.
Me confunde que se prohíba lo verdaderamente sagrado. Pero permítame concluir, su Santidad, diciéndole que a pesar de estar harto, voy a seguir rezando por Ud.
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