Por Aldo Maria Valli
Queridos amigos de Duc in altum, tras el anuncio de Francisco de un consistorio previsto para el 30 de septiembre para el nombramiento de veintiún nuevos cardenales de la Santa Iglesia Romana, entrevisté al arzobispo Carlo Maria Viganò al respecto.
***
Excelencia, aquí algunos dicen que entre estos últimos cardenales podría estar el sucesor de Francisco. ¿Tu compartes ese pensamiento?
Dudo que el Colegio Cardenalicio -una vez el "Sagrado Colegio"- quiera elegir un papa conservador o incluso moderadamente progresista; de hecho, es evidente que el próximo Cónclave constituirá una provocación. Casi todos los cardenales fueron creados "a imagen y semejanza de Bergoglio" y serán ellos quienes elijan a su sucesor -quizás esté vivo, dada la nueva tendencia de la Renuncia. Si los votantes tuvieran un mínimo de amor por la Iglesia, tendrían que hacerse dóciles a la acción del Espíritu Santo; pero sabemos que este conglomerado de herejes e inmorales -con raras excepciones- no tiene intención de dejar que el Señor lo haga, porque si lo hicieran, sellarían su propia condenación. Pero el buen Dios a veces reserva sorpresas inesperadas.
¿Cuál es la lógica seguida por Bergoglio en los nombramientos?
La lógica de Bergoglio es muy evidente: quiere crear las premisas de un cisma, que él niega y deplora con palabras, pero que viene preparando desde hace tiempo. Bergoglio quiere separar, de un modo u otro, a la buena parte de los fieles y clérigos de la Iglesia oficial; y para lograrlo, para asegurarse de que se distancian del Sanedrín modernista, ha colocado en puestos clave de la Curia romana a aquellos personajes que garanticen la peor gestión posible de los dicasterios que se les encomiendan, con el peor resultado posible y el mayor perjuicio para el cuerpo eclesial.
Las progresivas restricciones a la celebración de la liturgia antigua sirven para confinar los conservatorios a cotos de caza, para luego encauzarlos hacia la Fraternidad San Pío X, en cuanto el Sínodo lleve a sus trágicas consecuencias los cambios doctrinales, morales y disciplinarios que se avecinan y provocarán un éxodo de católicos en lo que, tras la supresión o normalización de los Institutos Ecclesia Dei, se convertirá en el "monopolio" de la Tradición. Pero en ese momento, es decir, cuando los católicos tradicionales hayan emigrado a la Fraternidad y sus líderes crean que han obtenido una victoria sobre la competencia del suprimido Summorum Pontificum– una nueva provocación intolerable obligará al menos a un desfile de la Fraternidad San Pío X a distanciarse de la Roma bergogliana, sancionando la "excomunión" del tradicionalismo, ya no representado dentro de la Iglesia oficial, si es que alguna vez lo estuvo. Por eso, en mi opinión, es importante mantener una cierta fragmentación, para hacerles más compleja la maniobra maliciosa de expulsar a los católicos tradicionales del cuerpo eclesial.
Diaconisas, abolición del celibato eclesiástico, bendición de las parejas homosexuales, tolerancia a la poligamia, teoría de género, ideología lgbt, panteísmo ecológico a lo Teilhard de Chardin: estos son los puntos de confrontación que Bergoglio abre deliberadamente entre el ala conservadora (pero no tradicional, ya distante o fuera de juego) y la ultraprogresista. Su propósito es crear confrontación, hacerla crecer, animar a los defensores de las exigencias más extremas con nombramientos y promociones, para luego presenciar la previsible reacción de condena de los pocos buenos Obispos, sacerdotes y religiosos que aún quedan, quienes, ante el escollo de Bergoglio, tendrán dos opciones: volver a someterse al silencio o levantarse, denunciar la traición de la Verdad Católica y verse obligados a dejar sus cargos y ejercer su ministerio en la clandestinidad o al menos en aparente irregularidad canónica.
Una vez condenados al ostracismo los pastores inconvenientes y destituidos los fieles conservadores, la jerarquía bergogliana podrá ejercer pleno control sobre el clero y el pueblo, segura de la obediencia de los que queden. Y esta secta, que sólo tendrá el nombre de "católica" (y quizás ya ni eso), eclipsará totalmente a la Esposa del Cordero, en la paradoja de una Jerarquía traidora y corrupta que abusa de la autoridad de Cristo para destruir Su Iglesia.
Así querrían Bergoglio y sus secuaces, pero el sensus fidei del Santo Pueblo de Dios podría llevar a muchos a rechazar este fraude y a participar en una acción de firme resistencia y decidida denuncia. El Señor permitirá que la Iglesia parezca muerta, que las fuerzas del infierno crean haberla vencido, porque quiere que el Cuerpo Místico siga el camino de la Cruz y de la Sepultura, como Su divina Cabeza, si quiere llegar hasta Él en la gloria de la Resurrección.
Se dice que el Colegio cardenalicio, como quería Francisco, representa a la Iglesia universal, ¿en serio?
Si enviáramos un cuestionario anónimo a los muy eminentes miembros del Colegio cardenalicio, en el que deben responder "verdadero" o "falso" a una serie de proposiciones sobre las que el Magisterio ya se ha expresado infaliblemente, descubriríamos con horror que la mayoría absoluta, si no la casi totalidad de los cardenales, no son católicos. Pero creo que también encontraríamos algunos conservadores. La conocida herejía de muchos prelados es confirmada por sus propias declaraciones, ante las cuales Bergoglio se cuida de no abrir la boca, pues en cambio sabe prescindir de demasiados escrúpulos respecto a los pocos prelados que le permanecieron fieles. El actual Colegio Cardenalicio es la quintaesencia de la iglesia bergogliana: sus miembros representan la difusión del modernismo y el progresismo conciliar en el mundo. Ciertamente, sin embargo, no son expresión de la Iglesia universal: en primer lugar porque no forman parte de ella sino sólo en apariencia, siendo precisamente herejes; y en segundo lugar porque por la gracia de Dios los fieles y el clero están aprendiendo -después de sesenta años de horrores, de diez aún más evidentes- a no tomar al pie de la letra todo lo que sale de la boca del papa, del obispo o del párroco. Así éstos, después de haber predicado la desobediencia al verdadero Magisterio, se encuentran sufriendo las consecuencias de una buena y debida desobediencia esta vez, porque los fieles están en obediencia a Cristo.
Asistimos a la cancelación sistemática de toda una parte de la Iglesia -identificable geográficamente, pero también ideológicamente- que sigue siendo católica: algunos obispos americanos, con sus diócesis; muchos obispos africanos, fieles sobre todo en cuestiones morales; y un número cada vez mayor de párrocos, sacerdotes, religiosos y religiosas que se están dando cuenta de que son las próximas víctimas de las purgas de Santa Marta –el caso de los monasterios de Pienza y Marradi no ha pasado desapercibido– y se preparan para formas alternativas de ministerio, uniéndose, discutiendo y organizándose. Este es el propósito de la asociación Exsurge Domine ( www.exsurgedomine.org) que fue establecida bajo mi patrocinio y que se encarga de ayudar y organizar la resistencia de los clérigos y religiosos perseguidos por la junta del argentino.
¿Por qué Francesco sigue ignorando lugares como Milán, Turín, Venecia, Génova, Nápoles?
Lo hace porque quiere restar prestigio moral a ciertas sedes episcopales, tradicionalmente cardenalicias, en beneficio de una gestión de los nombramientos a la púrpura marcados por un descarado nepotismo ideológico. A todos los amigos de Bergoglio, y a los amigos de sus amigos, les allana la carrera, aun a costa de negar obstinadamente sus escándalos, sus errores doctrinales, su indignidad o su incompetencia manifiestas. Le gustan "los pastores que huelen a oveja", aunque sean mercenarios y las ovejas no deseen ser guiadas por ellos. Lo que revela una falta de virtudes humanas aún más descorazonadora que la ausencia total de virtudes teologales. Debo decir que no nombrar cardenal al arzobispo de Milán no termina de ser una desgracia; pero es una lástima que al patriarca de Venecia, precisamente por su moderado conservadurismo, no se le conceda la púrpura que fue de sus predecesores. El mensaje para los aspirantes al cursus honorum vaticano es complacer al poder con cortés servilismo, so pena de comisariato, visita apostólica, traslado o incluso destitución sin nuevos nombramientos (véanse Burke y Gaenswein, entre otros).
Tucho Fernández será cardenal. Hasta hace poco parecía una broma. En cambio, no lo es...
Sigue siendo una broma, porque lo que ocurre desde hace diez años se parece más a una farsa que a una tragedia. Todo lo que alumbra la secta de Santa Marta es un fraude: la supuesta "democratización" del sínodo sobre la sinodalidad, en el que las preguntas sometidas a las comunidades locales se formulan de tal modo que se obtienen las respuestas deseadas, siempre según un preciso designio subversivo que parte del propio Bergoglio. La participación de las mujeres en el gobierno de la Iglesia es una mentira: esto es contrario a la voluntad de Nuestro Señor y ningún poder, por tiránico y autoritario que sea, puede cambiar el tema del Sacramento del Orden. Los escandalosos guiños de prelados y clérigos a los vicios y estilos de vida de la llamada "comunidad lgbt" son un engaño: están utilizando las debilidades de los laicos descarriados por la ideología woke para legitimar sus pecados personales, que tarde o temprano afloran en su vergonzoso prosaísmo. El propio Fernández, que desde hace años corteja a Bergoglio con declaraciones públicas de estima, de confianza en su "capacidad reformadora", de certeza de la inexorabilidad de su acción "profética" (en la neolengua conciliar, sinónimo de "herética") como "pastor supremo de la Iglesia", es también un personaje construido.
Fernández está a la altura de Bergoglio como Zelenskyj a la altura de Biden: son marionetas en manos de marionetas. Los hilos siempre los mueve esa misma élite subversiva que vincula la Casa Blanca con el Vaticano, los correos electrónicos de Podesta con la abdicación de Ratzinger, el Estado profundo con la Iglesia profunda, Nancy Pelosi con el "padre" James Martin sj.
Seguramente Fernández fue puesto al frente del antiguo Santo Oficio para no hacer nada de lo que debería hacer el Prefecto de este importantísimo Dicasterio, ahora degradado. Hará exactamente lo contrario: alentará las herejías y desviaciones morales de los teólogos hoy en boga, de los obispos deseosos de mudarse al hotel Santa Marta, de los partidarios del “genero”; y en cambio actuará con implacable firmeza con el sacerdote que critique una declaración herética de Bergoglio o de alguno de sus protegidos, con el obispo que denuncie las desviaciones del Sínodo, con el profesor de seminario que aún enseñe las actas magisteriales anteriores al Vaticano II. Veremos hasta dónde llega el celo de este Fernández por complacer a su padrino, y cuánto tiempo aguantarán estos ataques los señalados por los talibanes de la Pachamama sin replicar o incluso simplemente ignorándolos.
¿Los cardenales buscados por Francisco son todos "hombres de confianza" o hay alguien capaz de un juicio independiente?
Para ser cardenal hoy hay que tener lo que nuestros mayores llamaban "pelos en el estómago": durante sesenta años las purgas han continuado sin tregua, e incluso algunos de los Eminentísimos creados por Benedicto XVI han demostrado estar completamente por debajo de las expectativas de los fieles conservadores, y no pocas veces ser oportunistas o cobardes. De los valientes -digamos- Dubia, no quedan muchos supervivientes, que presenciaron cosas en el último Cónclave y que no las denuncian públicamente. Así que, sí: todos son "si,señor"; lo cual, para quienes deberían defender a la Santa Iglesia usque ad effusionem sanguinis, es cuanto menos incoherente.
La crisis actual es el castigo con que el Señor castiga a la Iglesia y al mundo por la infidelidad de sus ministros y de los gobernantes de las naciones. Consideramos este azote como el gesto severo de un Padre ofendido desde hace demasiado tiempo, pero que todavía quiere salvarnos. La conversión es el único camino posible: volvamos a Dios, antes de que la Misericordia ceda ante la Justicia.
Aldo Maria Valli.
No hay comentarios:
Publicar un comentario