martes, 11 de octubre de 2022

LA CRUZ DE COLÓN EN HISPANIOLA TRAE MILAGROS

El Conde de Lorgues, en su "Christophe Colomb", da cuenta de varios milagros atribuibles indirectamente al descubridor de América. El siguiente relato se refiere a una cruz que erigió en La Española, en el Fuerte de la Concepción.


“A principios de abril de 1495, Colón visitó por segunda vez el Llano Real, donde el año anterior se había detenido con admiración, bendiciendo a Dios en voz alta en presencia de sus soldados, y agradeciéndole por dar a conocer una tierra tan hermosa. Después de la sumisión de Guarionex, el jefe de esa parte del país, el Almirante había recibido, en los términos del tratado, la autoridad para construir un fuerte a la entrada de esta magnífica región. Deseando rendir honor al signo de la salvación en este encantador lugar, ordenó al oficial Alonzo de Valencia que tomara una tropa de veinte hombres, y con esta escolta, formada principalmente por marineros y carpinteros, cortara un buen árbol que había marcado para hacer una Cruz. El tronco, cortado a escuadra, formaba el fuste, y la mayor de las ramas se colocaba transversalmente para los brazos. Podía tener dieciocho o veinte palmos de altura. Esta gran cruz, de gran altura, fue erigida por el Almirante en una colina al pie de las montañas, desde la cual se podía ver, sobre una inmensa extensión, la más magnífica vista de esta soberbia llanura...


Durante la realización de las obras, al no tener sacerdote ni iglesia a mano, hacía su oración diaria ante esta Cruz. Allí reunía, mañana y tarde, a los obreros y soldados. Hacía su oficio regularmente junto al símbolo sagrado.... El Fuerte de la Concepción es el lugar de La Española donde pasó más tiempo.... Además, quiso santificar este lugar privilegiado construyendo una iglesia para la celebración diaria de tres misas....


Cuando en recompensa de sus descubrimientos, fue arrancado de su gobierno, cargado de cadenas, enviado a España, los españoles, siguiendo su ejemplo, continuaron reuniéndose allí para rezar sus oraciones de pie. Un día la Cruz, invocada con fe sincera, obró un milagro. Algunas personas se curaron de la fiebre al tocarla. Otros enfermos se sintieron atraídos por ella y se encomendaron a Dios. Muchos de ellos se curaron. La Cruz fue llamada la Verdadera Cruz, porque se distinguía por obrar milagros.

El nombre y los prodigios de la Vera Cruz se difundieron. Los indios, oprimidos por los españoles después de la toma de posesión de Bobadilla, habiendo observado el respeto que sus amos rendían al símbolo sagrado, determinaron destruirlo. Acudieron en masa al asalto, y sujetando fuertes cuerdas de fibra retorcida al asta de la Cruz, trataron de derribarla; pero a pesar de su número todos sus esfuerzos fueron inútiles. La Cruz desafió su fuerza y se mantuvo inamovible. Descontentos por su mal éxito, intentaron reducirla a cenizas. Reuniendo grandes montones de matorrales secos, los rodearon por la noche con marañas de material inflamable hasta una gran altura y les prendieron fuego. Las llamas estallaron con violencia. La cruz pronto desapareció entre el fuego y el humo. Los idólatras con sus sacerdotes, los Bohutis, se retiraron bien contentos. Pero a la mañana siguiente vieron la cruz en perfecto estado de conservación en medio de los montones de humo. Ni siquiera el color de la madera había cambiado, salvo que en el pie estaba ligeramente ennegrecido, como si le hubieran aplicado una vela encendida.


Disuadidos y consternados por esta milagrosa manifestación, huyeron temblando, y temiendo haber incurrido en el resentimiento de la Cruz, que estaban persuadidos que venía del Cielo. Sin embargo, la violencia vengativa de sus bohutis les hizo volver al ataque, para intentar cortarla con sus hachas de piedra afilada y los cuchillos que se habían procurado a cambio de los españoles. La madera ofrecía una resistencia inusual, y observaron que en el momento en que habían astillado un fragmento, la cavidad se rellenaba inmediatamente, y tenían que volver a empezar su trabajo. Su frenética obstinación cedió ante esta nueva maravilla. Pensando que su fuerza unida no sólo había sido incapaz de derribar la Cruz, sino incluso de moverla, y viendo que los cristianos la reverenciaban, se postraron desde entonces ante ella.

A estos prodigios se añadía otro, permanente y visto por todos, que se convertía cada año en un mayor motivo de asombro, a saber, la completa conservación de la madera, que, sin capa de alquitrán ni aplicación química de ningún tipo, desafiaba la humedad y el calor, que en aquel clima producen una rápida descomposición. La Cruz no estaba fisurada ni deformada ni agusanada. Parecía estar recién colocada. Cincuenta y ocho años después de haber sido erigida estaba tan perfecta como el primer día. Otro efecto maravilloso causó una profunda impresión en la gente de aquella parte, y fue ver la Cruz en pie y segura, intacta por los huracanes y los torbellinos, que habían arrancado de su sitio y arrojado a la tierra árboles y casas por todas partes.

Los milagros aumentaron en número y notoriedad. Oviedo, que era Gobernador de San Domingo, aunque hostil, como hemos visto, a Colón, atestigua que la Cruz milagrosa, que en la época en que escribió, 1535, estaba en pie dentro de la Catedral, había sido erigida por el propio Colón en el Fuerte de la Concepción.


En 1553, un huracán derribó la catedral y sólo se salvó la capilla de la Vera Cruz. Toda la ciudad fue un montón de ruinas, excepto el convento de los franciscanos; pero muchos de los habitantes tenían en sus casas o sobre sus personas una reliquia de la Vera Cruz, y de ellos ninguno resultó herido. La población tuvo que buscar otro hogar, y no se volvió a oír hablar de la Cruz. Roma nunca sancionó públicamente la devoción a esta Vera Cruz, pero una razón suficiente parece ser el deseo de evitar todo choque con las reivindicaciones más antiguas de una VERDADERA CRUZ mucho más santa. Las curaciones milagrosas parecen bien certificadas”.




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