Hagan el esfuerzo de comprobarlo. No hay nada que más guste a la izquierda autoproclamada ‘progresista’, y me da igual por lo civil o por lo eclesiástico, que prohibir. Tienen auténtico terror a la libertad a la vez que acusan de ‘liberticidas’ al resto.
Por el padre Jorge González Guadalix
Me van a permitir tres cosas. Una de siempre y dos de hace nada y menos.
La de siempre. ¿Se han fijado la manía que tienen todos los progres amantes de la libertad de cargarse los reclinatorios de los bancos de sus parroquias o de imponer la comunión en la mano? Para cualquiera que de verdad entienda y defienda la libertad, no hay nada más libre que un reclinatorio en la iglesia. Al que se quiere quedar de pie en la consagración, por ejemplo, a pesar de que lo mandado es arrodillarse salvo dificultad física, o no puede arrodillarse, un reclinatorio no le estorba. Sin embargo, al que desea arrodillarse cumpliendo las normas, se le facilita el poder hacerlo.
Pues bien, te llega un ‘amante de la libertad’ y quita los reclinatorios. Por tanto, si usted desea arrodillarse, lo hace en el duro suelo y después se levanta como buenamente pueda apoyándose en el banco. Lo de comulgar es más complicado. Si hay reclinatorio, cada cual elija. Si no lo hay… arrodíllese en el duro suelo y levántese como pueda.
Y las de ahora.
Hace unos días leí la noticia de que el jesuita estadounidense Thomas Reese ha pedido que se prohíba a niños y jóvenes, al menos, la asistencia a Misas según la llamada ‘forma extraordinaria’. Normal. La gente es libre. La “forma extraordinaria” es plenamente vigente en la Iglesia católica y cada uno va donde quiere. Por cierto, cada vez hay más niños y jóvenes en esas misas. Perfecto. Que vayan a misa por el rito aprobado que más les satisfaga, sea el celebrado según el misal de Pablo VI, el modo extraordinario, el malabar o el mozárabe. Pues no. A prohibir.
Y ayer los curas del autoproclamado “foro de curas de Madrid” también con la pretensión de prohibir que se vote a los partidos que no son de su agrado.
Lo divertido y a la vez trágico del asunto es que todos aquellos que se llenan la boca de libertades y se rasgan las vestiduras ante todo aquello que su especial olfato considera impositivo, lo primero que hacen, dicen que para defender la libertad, es prohibir. Por ahí no.
Dejen a la gente ser libre. Dejen que cada cual haga lo que le venga en gana sin más límites que la legislación en lo civil y la doctrina de la Iglesia en lo eclesiástico. Punto. Se pasan el día reivindicando su derecho a obrar según su conciencia para, a continuación, no respetar la del prójimo prohibiendo lo que está permitido.
Lo interesante del asunto es que estos amigos y hermanos de la prohibición, luego en su vida, su trabajo, sus vacaciones y su hacer pastoral no permiten ningún tipo de injerencia porque hay que respetar la libertad y la conciencia. Pero prohibido votar a VOX y al PP.
De profesion, cura
Me van a permitir tres cosas. Una de siempre y dos de hace nada y menos.
La de siempre. ¿Se han fijado la manía que tienen todos los progres amantes de la libertad de cargarse los reclinatorios de los bancos de sus parroquias o de imponer la comunión en la mano? Para cualquiera que de verdad entienda y defienda la libertad, no hay nada más libre que un reclinatorio en la iglesia. Al que se quiere quedar de pie en la consagración, por ejemplo, a pesar de que lo mandado es arrodillarse salvo dificultad física, o no puede arrodillarse, un reclinatorio no le estorba. Sin embargo, al que desea arrodillarse cumpliendo las normas, se le facilita el poder hacerlo.
Pues bien, te llega un ‘amante de la libertad’ y quita los reclinatorios. Por tanto, si usted desea arrodillarse, lo hace en el duro suelo y después se levanta como buenamente pueda apoyándose en el banco. Lo de comulgar es más complicado. Si hay reclinatorio, cada cual elija. Si no lo hay… arrodíllese en el duro suelo y levántese como pueda.
Y las de ahora.
Hace unos días leí la noticia de que el jesuita estadounidense Thomas Reese ha pedido que se prohíba a niños y jóvenes, al menos, la asistencia a Misas según la llamada ‘forma extraordinaria’. Normal. La gente es libre. La “forma extraordinaria” es plenamente vigente en la Iglesia católica y cada uno va donde quiere. Por cierto, cada vez hay más niños y jóvenes en esas misas. Perfecto. Que vayan a misa por el rito aprobado que más les satisfaga, sea el celebrado según el misal de Pablo VI, el modo extraordinario, el malabar o el mozárabe. Pues no. A prohibir.
Y ayer los curas del autoproclamado “foro de curas de Madrid” también con la pretensión de prohibir que se vote a los partidos que no son de su agrado.
Lo divertido y a la vez trágico del asunto es que todos aquellos que se llenan la boca de libertades y se rasgan las vestiduras ante todo aquello que su especial olfato considera impositivo, lo primero que hacen, dicen que para defender la libertad, es prohibir. Por ahí no.
Dejen a la gente ser libre. Dejen que cada cual haga lo que le venga en gana sin más límites que la legislación en lo civil y la doctrina de la Iglesia en lo eclesiástico. Punto. Se pasan el día reivindicando su derecho a obrar según su conciencia para, a continuación, no respetar la del prójimo prohibiendo lo que está permitido.
Lo interesante del asunto es que estos amigos y hermanos de la prohibición, luego en su vida, su trabajo, sus vacaciones y su hacer pastoral no permiten ningún tipo de injerencia porque hay que respetar la libertad y la conciencia. Pero prohibido votar a VOX y al PP.
De profesion, cura
No hay comentarios:
Publicar un comentario