Lo reproducimos a continuación.
Charo se ha bautizado ya más de mil veces. Tantas que no lleva la cuenta. Para dar un número exacto tendría que recurrir a su árbol genealógico, que se remonta a 1680 “y pico”. Tal vez a usted que lee estas líneas le resulte algo increíble, pero para Charo y su grupo de amigos es algo de lo más natural del mundo. La razón: son fieles de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IJSUD), los mormones, y su doctrina les manda ordenar el bautismo por aquellos familiares que ya fallecieron. Aunque primero deben encontrarlos, motivo por el han desarrollado una herramienta con la que ya han construido un gigantesco árbol genealógico mundial: Family Search.
La búsqueda mormona de antepasados
“La gente se preguntará que qué interés puedo tener yo en bautizar a mis familiares ya fallecidos —explica Charo—, para nosotros la familia es muy importante, yo claro que de la misma forma que quiero a aquellos que conozco, también puedo querer a los antepasados que no conocí; precisamente en eso consiste Family Search, en buscar sus nombres, en saber de ellos, dónde vivían, de qué murieron, cuándo y con quién se casaron… y eso te hace quererlos”.
Charo, de apellido Ruiz, es sevillana, tiene 71 años y es miembro de la IJSUD desde hace 32 años. Su marido, Diego, también lo es. Actualmente, ella ayuda a quienes acuden a su iglesia —o barrio, según la nomenclatura de los mormones— para indagar sobre sus orígenes. Es una misión. Hasta 2017 tuvo otra, recibir llamadas, responder consultas por email o mensajería instantánea procedentes de cualquier parte del mundo y aconsejarles acerca del complicado mundo de la genealogía.
Calcula Charo que su árbol genealógico tiene ya más de tres mil nombres. El de su marido, unos siete mil. “Es uno de los más antiguos que conozco, se remonta hasta el año 1420”, presume la sevillana septuagenaria. “Él ha podido bautizarse por unas 3.500 personas —calcula—, porque las mujeres podemos ordenar bautizos por las mujeres y los hombres por los hombres”.
He aquí la razón por la que los mormones están hurgando en sus orígenes. “Nosotros creemos que la base de la sociedad es la familia, todo cuanto se hace aquí es para que esté lo más unida posible; la Iglesia subvenciona Family Search para multiplicar exponencialmente ese objetivo y no solo unirnos a los miembros actuales, también a los familiares que ya nos han dejado”, razona Marcos Moreno, primer consejero de la Presidencia de la Estaca de Sevilla, lo que vendría a ser un consejero del líder espiritual de la zona de Sevilla, Córdoba y Huelva de la IJSUD.
Objetivo: el bautismo “por los muertos”
Aunque hay otra razón más, mucho más doctrinal, más profunda que tiene que ver con los ritos que los miembros de esta iglesia realizan en torno a sus seres fallecidos. “Creemos que hay una serie de ordenanzas que doctrinalmente nos acercan a Dios y son enseñanzas que Jesucristo nos dejó: bautismo, confirmaciones, etcétera. Nosotros intentamos proporcionar esas ordenanzas salvadoras por esas personas que ya han fallecido”, resume Marcos, un joven de 30 años, casado y con dos niños, de dos años y ocho meses.
¿Qué significa ordenar un bautizo? “El bautismo de una persona fallecida tiene el mismo significado que en una persona viva. Nosotros hacemos en nombre de quienes ya no están una ordenanza salvadora, que los limpia de pecado y los prepara para la vida eterna, a vivir con Dios. Es lógico creer que muchas personas que han muerto a lo largo de la historia sin la oportunidad de haber podido recibir el bautismo. A ellos les proporcionamos los medios para que puedan recibirlo; y ellos deciden si deciden recibirlo. Nuestra tarea es dejar hecha la orden”.
El nombre que dan a esa orden es “obra vicaria”, dado que las personas fallecidas ya no pueden hacerlo por sí mismas. “Nosotros lo hacemos en su nombre; hacemos con nuestro cuerpo lo que quienes ya no están ya no pueden”, detalla Jordi Rodríguez Campano, director de Asuntos Públicos de la Estaca de Sevilla.
Eso sí, la orden no implica que la persona fallecida acepte el bautismo. “Existe el libre albedrío”, matiza Charo. “Hace años, un miembro hizo una ordenanza por su abuelo y me confesó que sintió perfectamente que él no la estaba aceptando. Se siente, no sé explicarlo —revela Charo—; cuando lo hice por mi madre no sentí nada, no sé si lo aceptó o no, hecho está; sin embargo, cuando lo he hecho por otras personas que no eran tan cercanas he sentido una emoción especial”.
Sólo puede realizarse en el templo
En Madrid se sitúa el único templo de la IJSUD en España, fue el número 56 construido por la organización a nivel mundial, data del año 1999 y es el único espacio en el que se pueden realizar los bautismos. El concepto de templo va más allá del asociado al término en la Iglesia Católica, en el caso de los mormones, el templo es la sede estatal; luego están los barrios, o capillas, repartidas por todo el país.
Hasta allí acude Charo, o cualquier miembro de la IJSUD, para ordenar los bautismos después de identificar nuevos nombres en su árbol genealógico. Una vez en el templo, y vestida de blanco como mandan las reglas —todos somos iguales ante Jesucristo—, los ordenantes reciben tantas veces el bautismo como nombres aportan. Por inmersión y uno a uno. “Yo me he llegado a bautizar quince veces seguidas”, apunta Charo.
En España la comunidad de la IJSUD ronda los 60.000 fieles; cifra que se dispara a nivel mundial hasta los 19 millones repartidos principalmente en Méjico, Estados Unidos, Brasil, Canadá o Argentina.
Curiosidades de la búsqueda genealógica
Son tantos los bautizos y tales las dificultades para detectar nuevos nombres en el árbol genealógico que las nuevas generaciones ya apenas pueden ordenar bautizos por sus antepasados. Por eso, los nuevos hallazgos se pasan a los menores de las familias.
A sus 30 años, Marcos viene padeciendo la escasez de nombres sin bautizar en su parentela. Pero no arroja la toalla. “Siempre se puede encontrar más —confirma—; hace poco descubrí una rama lejana de la familia de mi padre y hallé unos 40 nombres más en apenas una hora; y me bauticé por ellos”.
En sus investigaciones, los fieles de la IJSUD se convierten en testigos de epidemias, guerras y catástrofes, visibles en los legajos y en la antiquísima documentación en la que basan sus búsquedas. También se topan con tragedias concretas a las que ponen nombres y apellidos.
Charo no olvida el día en el que, ayudando a una amiga a hacer el árbol genealógico de su marido, ya difunto, se topó con la historia de un niño pequeño, de unos dos años, que falleció allá por el 1700 de viruela. “Una peste”, apunta. “Leí el nombre de la madre y me apené por ella, por su pérdida —recuerda la sevillana—; pasé dos páginas y volví a encontrarme el nombre de la mujer, había perdido un segundo hijo, también de la misma enfermedad. Pasé de nuevo la página y ahí estaba su nombre otra vez, aunque en esta ocasión la fallecida era ella. No puede contener las lágrimas, y eso que no la conocía de nada”.
En Portugal, otro de los países en los que se trabaja, se tienen registros de las entregas de los niños huérfanos. Cuando dejaban a un menor, partían un papel en dos; una parte se la llevaban los padres y la otra se quedaba en el archivo. Si por cualquier motivo los padres se arrepentían y querían recuperar al niño los trozos debían encajar. “Esas historias te tocan mucho”, explica Jesús Sánchez, responsable de historia familiar para España, Portugal, Cabo Verde y Marruecos.
Una empresa centenaria
Jesús es miembro de la IJSUD y trabaja con sueldo para Family Search. Su quehacer diario consiste en negociar las colaboraciones con los archivos en los países que tiene asignados. Está casado y tiene cuatro hijos y dos nietas.
Él mejor que nadie cuenta como antes de que Family Search existiera, poco antes del año 2000, ya existía la Sociedad Genealógica de Utah, una organización que se remonta a 1894. “No existían los ordenadores, pero se hacía microfilmación”, explica con una cinta en la mano y delante de una de las pocas máquinas que todavía se usan en el departamento de historia familiar de Sevilla.
Hubo que esperar a la muerte de Franco para que España pudiera sumarse a las investigaciones de la Sociedad Genealógica de Utah. La primera puerta que se abrió fue la del Ministerio de Cultura, con la firma de un convenio que todavía a día de hoy está vigente; después llegaron los archivos del Ministerio de Defensa, otros tantos municipales, los de las diputaciones y de unas 21 diócesis de la Iglesia Católica.
Del trabajo de Jesús y de la Sociedad Genealógica de Utah no sólo se benefician los miembros de la IJSUD. “También hay genealogistas interesados y otras asociaciones que colaboran en la indexación; o cualquier persona que quiera elaborar su árbol genealógico”, apunta Jordi, el responsable de asuntos públicos. Al margen de esto, también hay un beneficio existente para los archivos, que se encuentran con una exhausta digitalización y catalogación.
“Al principio fue difícil, pero ahora ya esos prejuicios se han acabado. Los archiveros ya nos conocen, hemos hecho más de 200 archivos en España e incluso el propio boca a boca nos precede”, apunta Jesús. La digitalización no tiene coste para el archivo y a cambio se les facilita una copia de todo lo que se haga. “Siempre digo que nada es gratis —apunta este empleado de Family Search—; aquí hay una cooperación, el archivo tiene algo de mucho valor que a nosotros nos interesa y nosotros tenemos los recursos para poder digitalizar y preservar”.
Millones de euros para la digitalización
Una vez que se firma el convenio, empieza la digitalización. Foto a foto y página a página. Una tarea hercúlea en la que participan desde voluntarios de la IJSUD a empresas privadas a las que se contratan para poder ejecutar los trabajos. La organización estima que cada imagen que obtienen tiene un coste de entre 80 y 85 céntimos. Sólo el archivo general de la Administración tiene miles de millones de imágenes. En Portugal, los registros parroquiales fueron propiedad del Estado hasta 1911, lo que supone unos veinte millones de imágenes. Family Search está digitalizando en 133 países en el mundo.
Esto es un dineral… “Sí, Family Search es una organización independiente, pero está subvencionada por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Desligada jurídicamente, pero se nutre de las donaciones de los miembros. También hacemos ayuda humanitaria”.
La Sociedad Genealógica de Utah conserva en una pirámide de granito situada en Salt Lake City todo el archivo mundial, la base genealógica más grande del mundo. Quienes han ido se quedan impactados por el volumen de las instalaciones y del mimo con el que guardan los microfilms y el resto de documentación bajo una mole de 200 metros de piedra. En la actualidad la organización trabaja para hacer copias de seguridad en dos nuevos archivos más, ambos en Estados Unidos.
Especial interés en España
España es un país interesante para Family Search y por eso es uno en donde más se invierte: alrededor de 40.000 euros anuales. “Nuestro país es una prioridad, primero por la apertura y el buen entendimiento que está habiendo con los archivos; segundo, porque España tiene muchísima documentación; y, tercero, porque es muy importante para los países latinos, que tienen muchos ancestros en España. Para ellos es una prioridad que tengan acceso a esos registros y encontrar a sus antepasados”.
La ley española prohíbe la divulgación de aquellos nombres antes de cien años del nacimiento, 75 del matrimonio, 25 de las defunciones. Aunque la Ley de Patrimonio Documental especifica que pueden ser 50 si se desconoce la fecha del óbito. También hay excepciones ya que hay documentación que no contiene información que pueda dañar el honor de las personas. Esta parafernalia legal impide a quienes hagan uso de la herramienta Family Search encontrar a sus antepasados más recientes.
Y Jesús puntualiza: “Nosotros hacemos ordenanzas salvadoras por nuestros antepasados, y sólo por nuestros antepasados; muchos de los registros que se digitalizan no se tocan porque no son familia nuestra. Que nadie piense que bautizamos a todos los nombres que digitalizamos”. Tampoco se pueden ordenar bautizos por aquellos que estuvieron en el holocausto según un convenio firmado con el Gobierno de Israel.
“Yo encontré entre mis familiares, a un tal Jesús Antonio Ortiz —sigue Jesús—, un rebelde en la dictadura de Franco que murió en Mauthausen”, uno de los campos de concentración nazis situados en torno a esta población austríaca. Jesús enseña la foto, colgada en una de las aplicaciones de Family Search, a los reporteros.
La herramienta ya poco tiene que ver con esas máquinas de microfilm, ahora se adapta a los nuevos tiempos y usos. Existe una versión para teléfonos inteligentes y también unas galerías con fotografías en las que etiquetar a los familiares ya fallecidos o entablar conversaciones con aquellos que están vivos y repartidos por todo el mundo. Y día a día sigue engordando. Con cada nuevo hallazgo la base de datos genealógica más grande del mundo se va haciendo mayor.
Para saber más
Todo este procedimiento de investigación genealógica (y su uso para la buena imagen pública y proselitismo de la secta), y el “bautismo por los muertos” efectuado en los templos mormones, están explicados con detalle en el libro Los mormones. ¿De verdad sabes quiénes son?, escrito por Vicente Jara, de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) y Jorge Núñez.
Recordamos también que, a pesar de lo indicado en el reportaje –el permiso que se ha dado desde algunos archivos diocesanos y parroquiales en muchos países, que es una realidad–, la Iglesia católica no permite esta práctica. Hace más de una década, la Congregación para el Clero recordó el deseo de la Santa Sede de que las parroquias católicas se abstengan de poner sus registros parroquiales a disposición de los mormones, que suelen solicitarlos a través de la Sociedad Genealógica de Utah.
En concreto, se indicaba a los obispos de todo el mundo la orden de “no consentir, en su respectivo territorio, la susodicha práctica por ser lesiva a la privacidad de las personas y, además, si así fuera se cooperaría con las prácticas erróneas de la Church of Jesus Christ of Later-day Saints (iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días; denominación oficial de los mormones)”.
InfoRies
Charo se ha bautizado ya más de mil veces. Tantas que no lleva la cuenta. Para dar un número exacto tendría que recurrir a su árbol genealógico, que se remonta a 1680 “y pico”. Tal vez a usted que lee estas líneas le resulte algo increíble, pero para Charo y su grupo de amigos es algo de lo más natural del mundo. La razón: son fieles de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IJSUD), los mormones, y su doctrina les manda ordenar el bautismo por aquellos familiares que ya fallecieron. Aunque primero deben encontrarlos, motivo por el han desarrollado una herramienta con la que ya han construido un gigantesco árbol genealógico mundial: Family Search.
La búsqueda mormona de antepasados
“La gente se preguntará que qué interés puedo tener yo en bautizar a mis familiares ya fallecidos —explica Charo—, para nosotros la familia es muy importante, yo claro que de la misma forma que quiero a aquellos que conozco, también puedo querer a los antepasados que no conocí; precisamente en eso consiste Family Search, en buscar sus nombres, en saber de ellos, dónde vivían, de qué murieron, cuándo y con quién se casaron… y eso te hace quererlos”.
Charo, de apellido Ruiz, es sevillana, tiene 71 años y es miembro de la IJSUD desde hace 32 años. Su marido, Diego, también lo es. Actualmente, ella ayuda a quienes acuden a su iglesia —o barrio, según la nomenclatura de los mormones— para indagar sobre sus orígenes. Es una misión. Hasta 2017 tuvo otra, recibir llamadas, responder consultas por email o mensajería instantánea procedentes de cualquier parte del mundo y aconsejarles acerca del complicado mundo de la genealogía.
Calcula Charo que su árbol genealógico tiene ya más de tres mil nombres. El de su marido, unos siete mil. “Es uno de los más antiguos que conozco, se remonta hasta el año 1420”, presume la sevillana septuagenaria. “Él ha podido bautizarse por unas 3.500 personas —calcula—, porque las mujeres podemos ordenar bautizos por las mujeres y los hombres por los hombres”.
He aquí la razón por la que los mormones están hurgando en sus orígenes. “Nosotros creemos que la base de la sociedad es la familia, todo cuanto se hace aquí es para que esté lo más unida posible; la Iglesia subvenciona Family Search para multiplicar exponencialmente ese objetivo y no solo unirnos a los miembros actuales, también a los familiares que ya nos han dejado”, razona Marcos Moreno, primer consejero de la Presidencia de la Estaca de Sevilla, lo que vendría a ser un consejero del líder espiritual de la zona de Sevilla, Córdoba y Huelva de la IJSUD.
Objetivo: el bautismo “por los muertos”
Aunque hay otra razón más, mucho más doctrinal, más profunda que tiene que ver con los ritos que los miembros de esta iglesia realizan en torno a sus seres fallecidos. “Creemos que hay una serie de ordenanzas que doctrinalmente nos acercan a Dios y son enseñanzas que Jesucristo nos dejó: bautismo, confirmaciones, etcétera. Nosotros intentamos proporcionar esas ordenanzas salvadoras por esas personas que ya han fallecido”, resume Marcos, un joven de 30 años, casado y con dos niños, de dos años y ocho meses.
¿Qué significa ordenar un bautizo? “El bautismo de una persona fallecida tiene el mismo significado que en una persona viva. Nosotros hacemos en nombre de quienes ya no están una ordenanza salvadora, que los limpia de pecado y los prepara para la vida eterna, a vivir con Dios. Es lógico creer que muchas personas que han muerto a lo largo de la historia sin la oportunidad de haber podido recibir el bautismo. A ellos les proporcionamos los medios para que puedan recibirlo; y ellos deciden si deciden recibirlo. Nuestra tarea es dejar hecha la orden”.
El nombre que dan a esa orden es “obra vicaria”, dado que las personas fallecidas ya no pueden hacerlo por sí mismas. “Nosotros lo hacemos en su nombre; hacemos con nuestro cuerpo lo que quienes ya no están ya no pueden”, detalla Jordi Rodríguez Campano, director de Asuntos Públicos de la Estaca de Sevilla.
Eso sí, la orden no implica que la persona fallecida acepte el bautismo. “Existe el libre albedrío”, matiza Charo. “Hace años, un miembro hizo una ordenanza por su abuelo y me confesó que sintió perfectamente que él no la estaba aceptando. Se siente, no sé explicarlo —revela Charo—; cuando lo hice por mi madre no sentí nada, no sé si lo aceptó o no, hecho está; sin embargo, cuando lo he hecho por otras personas que no eran tan cercanas he sentido una emoción especial”.
Sólo puede realizarse en el templo
En Madrid se sitúa el único templo de la IJSUD en España, fue el número 56 construido por la organización a nivel mundial, data del año 1999 y es el único espacio en el que se pueden realizar los bautismos. El concepto de templo va más allá del asociado al término en la Iglesia Católica, en el caso de los mormones, el templo es la sede estatal; luego están los barrios, o capillas, repartidas por todo el país.
Hasta allí acude Charo, o cualquier miembro de la IJSUD, para ordenar los bautismos después de identificar nuevos nombres en su árbol genealógico. Una vez en el templo, y vestida de blanco como mandan las reglas —todos somos iguales ante Jesucristo—, los ordenantes reciben tantas veces el bautismo como nombres aportan. Por inmersión y uno a uno. “Yo me he llegado a bautizar quince veces seguidas”, apunta Charo.
En España la comunidad de la IJSUD ronda los 60.000 fieles; cifra que se dispara a nivel mundial hasta los 19 millones repartidos principalmente en Méjico, Estados Unidos, Brasil, Canadá o Argentina.
Curiosidades de la búsqueda genealógica
Son tantos los bautizos y tales las dificultades para detectar nuevos nombres en el árbol genealógico que las nuevas generaciones ya apenas pueden ordenar bautizos por sus antepasados. Por eso, los nuevos hallazgos se pasan a los menores de las familias.
A sus 30 años, Marcos viene padeciendo la escasez de nombres sin bautizar en su parentela. Pero no arroja la toalla. “Siempre se puede encontrar más —confirma—; hace poco descubrí una rama lejana de la familia de mi padre y hallé unos 40 nombres más en apenas una hora; y me bauticé por ellos”.
En sus investigaciones, los fieles de la IJSUD se convierten en testigos de epidemias, guerras y catástrofes, visibles en los legajos y en la antiquísima documentación en la que basan sus búsquedas. También se topan con tragedias concretas a las que ponen nombres y apellidos.
Charo no olvida el día en el que, ayudando a una amiga a hacer el árbol genealógico de su marido, ya difunto, se topó con la historia de un niño pequeño, de unos dos años, que falleció allá por el 1700 de viruela. “Una peste”, apunta. “Leí el nombre de la madre y me apené por ella, por su pérdida —recuerda la sevillana—; pasé dos páginas y volví a encontrarme el nombre de la mujer, había perdido un segundo hijo, también de la misma enfermedad. Pasé de nuevo la página y ahí estaba su nombre otra vez, aunque en esta ocasión la fallecida era ella. No puede contener las lágrimas, y eso que no la conocía de nada”.
En Portugal, otro de los países en los que se trabaja, se tienen registros de las entregas de los niños huérfanos. Cuando dejaban a un menor, partían un papel en dos; una parte se la llevaban los padres y la otra se quedaba en el archivo. Si por cualquier motivo los padres se arrepentían y querían recuperar al niño los trozos debían encajar. “Esas historias te tocan mucho”, explica Jesús Sánchez, responsable de historia familiar para España, Portugal, Cabo Verde y Marruecos.
Una empresa centenaria
Jesús es miembro de la IJSUD y trabaja con sueldo para Family Search. Su quehacer diario consiste en negociar las colaboraciones con los archivos en los países que tiene asignados. Está casado y tiene cuatro hijos y dos nietas.
Él mejor que nadie cuenta como antes de que Family Search existiera, poco antes del año 2000, ya existía la Sociedad Genealógica de Utah, una organización que se remonta a 1894. “No existían los ordenadores, pero se hacía microfilmación”, explica con una cinta en la mano y delante de una de las pocas máquinas que todavía se usan en el departamento de historia familiar de Sevilla.
Hubo que esperar a la muerte de Franco para que España pudiera sumarse a las investigaciones de la Sociedad Genealógica de Utah. La primera puerta que se abrió fue la del Ministerio de Cultura, con la firma de un convenio que todavía a día de hoy está vigente; después llegaron los archivos del Ministerio de Defensa, otros tantos municipales, los de las diputaciones y de unas 21 diócesis de la Iglesia Católica.
Del trabajo de Jesús y de la Sociedad Genealógica de Utah no sólo se benefician los miembros de la IJSUD. “También hay genealogistas interesados y otras asociaciones que colaboran en la indexación; o cualquier persona que quiera elaborar su árbol genealógico”, apunta Jordi, el responsable de asuntos públicos. Al margen de esto, también hay un beneficio existente para los archivos, que se encuentran con una exhausta digitalización y catalogación.
“Al principio fue difícil, pero ahora ya esos prejuicios se han acabado. Los archiveros ya nos conocen, hemos hecho más de 200 archivos en España e incluso el propio boca a boca nos precede”, apunta Jesús. La digitalización no tiene coste para el archivo y a cambio se les facilita una copia de todo lo que se haga. “Siempre digo que nada es gratis —apunta este empleado de Family Search—; aquí hay una cooperación, el archivo tiene algo de mucho valor que a nosotros nos interesa y nosotros tenemos los recursos para poder digitalizar y preservar”.
Millones de euros para la digitalización
Una vez que se firma el convenio, empieza la digitalización. Foto a foto y página a página. Una tarea hercúlea en la que participan desde voluntarios de la IJSUD a empresas privadas a las que se contratan para poder ejecutar los trabajos. La organización estima que cada imagen que obtienen tiene un coste de entre 80 y 85 céntimos. Sólo el archivo general de la Administración tiene miles de millones de imágenes. En Portugal, los registros parroquiales fueron propiedad del Estado hasta 1911, lo que supone unos veinte millones de imágenes. Family Search está digitalizando en 133 países en el mundo.
Esto es un dineral… “Sí, Family Search es una organización independiente, pero está subvencionada por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Desligada jurídicamente, pero se nutre de las donaciones de los miembros. También hacemos ayuda humanitaria”.
La Sociedad Genealógica de Utah conserva en una pirámide de granito situada en Salt Lake City todo el archivo mundial, la base genealógica más grande del mundo. Quienes han ido se quedan impactados por el volumen de las instalaciones y del mimo con el que guardan los microfilms y el resto de documentación bajo una mole de 200 metros de piedra. En la actualidad la organización trabaja para hacer copias de seguridad en dos nuevos archivos más, ambos en Estados Unidos.
Especial interés en España
España es un país interesante para Family Search y por eso es uno en donde más se invierte: alrededor de 40.000 euros anuales. “Nuestro país es una prioridad, primero por la apertura y el buen entendimiento que está habiendo con los archivos; segundo, porque España tiene muchísima documentación; y, tercero, porque es muy importante para los países latinos, que tienen muchos ancestros en España. Para ellos es una prioridad que tengan acceso a esos registros y encontrar a sus antepasados”.
La ley española prohíbe la divulgación de aquellos nombres antes de cien años del nacimiento, 75 del matrimonio, 25 de las defunciones. Aunque la Ley de Patrimonio Documental especifica que pueden ser 50 si se desconoce la fecha del óbito. También hay excepciones ya que hay documentación que no contiene información que pueda dañar el honor de las personas. Esta parafernalia legal impide a quienes hagan uso de la herramienta Family Search encontrar a sus antepasados más recientes.
Y Jesús puntualiza: “Nosotros hacemos ordenanzas salvadoras por nuestros antepasados, y sólo por nuestros antepasados; muchos de los registros que se digitalizan no se tocan porque no son familia nuestra. Que nadie piense que bautizamos a todos los nombres que digitalizamos”. Tampoco se pueden ordenar bautizos por aquellos que estuvieron en el holocausto según un convenio firmado con el Gobierno de Israel.
“Yo encontré entre mis familiares, a un tal Jesús Antonio Ortiz —sigue Jesús—, un rebelde en la dictadura de Franco que murió en Mauthausen”, uno de los campos de concentración nazis situados en torno a esta población austríaca. Jesús enseña la foto, colgada en una de las aplicaciones de Family Search, a los reporteros.
La herramienta ya poco tiene que ver con esas máquinas de microfilm, ahora se adapta a los nuevos tiempos y usos. Existe una versión para teléfonos inteligentes y también unas galerías con fotografías en las que etiquetar a los familiares ya fallecidos o entablar conversaciones con aquellos que están vivos y repartidos por todo el mundo. Y día a día sigue engordando. Con cada nuevo hallazgo la base de datos genealógica más grande del mundo se va haciendo mayor.
Para saber más
Todo este procedimiento de investigación genealógica (y su uso para la buena imagen pública y proselitismo de la secta), y el “bautismo por los muertos” efectuado en los templos mormones, están explicados con detalle en el libro Los mormones. ¿De verdad sabes quiénes son?, escrito por Vicente Jara, de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) y Jorge Núñez.
Recordamos también que, a pesar de lo indicado en el reportaje –el permiso que se ha dado desde algunos archivos diocesanos y parroquiales en muchos países, que es una realidad–, la Iglesia católica no permite esta práctica. Hace más de una década, la Congregación para el Clero recordó el deseo de la Santa Sede de que las parroquias católicas se abstengan de poner sus registros parroquiales a disposición de los mormones, que suelen solicitarlos a través de la Sociedad Genealógica de Utah.
En concreto, se indicaba a los obispos de todo el mundo la orden de “no consentir, en su respectivo territorio, la susodicha práctica por ser lesiva a la privacidad de las personas y, además, si así fuera se cooperaría con las prácticas erróneas de la Church of Jesus Christ of Later-day Saints (iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días; denominación oficial de los mormones)”.
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