martes, 12 de noviembre de 2019

SANTORAL DE LA TRADICION: SAN MARTIN, PAPA Y SAN CUNIBERTO, OBISPO


San Martín, Papa

San Martín fue el último Papa martirizado. Nació en Todi, Italia, y se distinguió entre los sacerdotes de Roma por su santidad y su sabiduría. Fue elegido Papa el año 649 y poco después convocó a un Concilio o reunión de todos los obispos, para condenar la herejía de los que decían que Jesucristo no había tenido voluntad humana, sino solamente voluntad divina.

Como el emperador de Constantinopla Constante II era un hereje monotelista, envió a un batallón militar para darle muerte. Sin embargo, el agravio contra el Pontífice fue infructuoso provocando la cólera del emperador. Éste mandó otro batallón, y aprovechando la enfermedad del Papa, los militares lo hicieron prisionero y lo trasladaron a Constantinopla, en un tormentoso viaje, en el cual el Papa soportó pacientemente durante 14 meses los abusos y malos tratos de sus captores.

Al llegar a Constantinopla, el Emperador lo expuso en público para que el pueblo lo humillara y lo insultara. Un tribunal de herejes lo condenó sin permitirle que dijera una palabra en su defensa, encerrándolo en el calabozo por tres meses. Por petición del Patriarca de Constantinopla, el Papa logró ser desterrado en el desierto donde pasó mas tormentos y sufrimientos, que no le impidieron continuar rezando a Dios por sus feligreses y enemigos.

Martín fue escribiendo en sus cartas lo que le iba sucediendo en aquellos prolongados martirios. En uno de esos escritos cuenta cómo lo llevaron sin las más mínimas muestras de consideración o respeto a Crimea (en el sur de Rusia, junto al Mar Negro) donde estuvo por meses y meses abandonado de todos, sufriendo hambre y desprecios, pero enriqueciéndose para el cielo en el ofrecimiento diario de sus padecimientos a Dios.

Sus sufrimientos eran tan grandes que cuando alguien lo amenazó con que le iban a dar muerte, exclamó: "Sea cual fuere la muerte que me den, seguramente no va a ser más cruel que esta vida que me están haciendo pasar". Lo amenazaron con dejar su cuerpo expuesto a que lo devoraran los cuervos y respondió: "En cuánto a mi cuerpo, Dios se encargará de cuidarlo. Dios está conmigo. ¿Por qué me voy a preocupar?"

En su última carta, dice así San Martín: 

"Estoy sorprendido de la indiferencia de quienes, habiéndome conocido antes, me han olvidado tan totalmente, que ni siquiera parecen saber que todavía existo. Más me sorprende todavía la indiferencia con que los miembros de la iglesia de San Pedro consideran la suerte de uno de sus hermanos. Si dicha iglesia no tiene dinero, no carece ciertamente de grano, aceite y otras provisiones, de las que podría enviarnos una pequeña cantidad. ¿Cómo es posible que el miedo impida a tantas gentes cumplir el mandato del Señor de socorrer a los necesitados? ¿Acaso he dado muestras de ser un enemigo de la Iglesia universal o de ellos en particular? Como quiera que sea, ruego a Dios, por la intercesión de San Pedro, que los conserve firmes e inconmovibles en la verdadera fe. En cuanto a mi pobre cuerpo, Dios se encargará de cuidarlo. Dios está conmigo, ¿por qué voy a preocuparme? Espero en su misericordia que no prolongará mucho tiempo mi vida."
De veras que sus sufrimientos debieron ser muy grandes para desear más bien morir que seguir viviendo.

Murió más de padecimientos y de falta de lo necesario que de enfermedad o vejez, en el año 656. En Constantinopla donde había sido tan humillado, fue declarado santo y empezaron a honrarlo como a un mártir de la religión. Y en la Iglesia de Roma se le ha venido honrando entre el número de los santos mártires.

El deseo de San Martín se cumplió, ya que murió unos dos años después. Fue el último Pontífice mártir. Su fiesta se celebra en el occidente el 12 de noviembre. En el oriente se celebra en diferentes fechas. La liturgia bizantina le llama "glorioso defensor de la verdadera fe" y "ornato de la divina cátedra de Pedro". 

Un contemporáneo de San Martín I le describió como hombre de gran inteligencia, saber y caridad.

Falleció en el año 656, siendo declarado santo en Constantinopla.


Patronazgo

En Perú, es patrón de la ciudad ancashina de San Martín de Chacas, desde su fundación en la década de 1570


San Cuniberto de Colonia


Cuniberto (c. 600 - 12 de noviembre de 663) fue el noveno obispo de Colonia desde 627 hasta su muerte. Los documentos contemporáneos solo hacen mención de él desde 627 hasta 643.

Cuniberto nació en algún lugar de Mosela en el seno de una familia aristócrata. Entró en la Iglesia y se convirtió en archidiácono de Tréveris. Fue elegido obispo de Colonia en 627. Según la leyenda, fue llevado por una paloma a la tumba de Santa Úrsula.

San Cuniberto fue consejero del rey y asistió a varios sínodos de importancia. Cuando Dagoberto I coronó rey de Austracia a su hijo Sigeberto, que tenía entonces cuatro años, nombró a Cuniberto entre los tutores del monarca. Por una carta de san Bonifacio, sabemos que san Cuniberto intervino en la evangelización de los frisios. Algunos años más tarde, el santo abandonó la corte para consagrarse enteramente a sus deberes pastorales. No sabemos a qué edad murió, pero lo cierto es que dejó tras de sí gran fama de santidad.

A lo largo de su episcopado, el monaquismo floreció y restauró o construyó numerosas iglesias. Se le considera hoy como santo por la Iglesia católica y su fiesta se celebra el día de su muerte: 12 de noviembre. Está enterrado en un iglesia que lleva su nombre en Colonia, ciudad donde vivió y murió.


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