miércoles, 13 de noviembre de 2019

¿SON IGUALES TODAS LAS RELIGIONES?


No. Solo hay una religión verdadera porque solo hay un Salvador: Jesucristo. 

Por Pedro L. Llera

No hay salvación fuera de la Iglesia. Confesamos un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo.

Quienes predican la teoría perversa de que todas las religiones son iguales son unos impíos.

Los católicos creemos en la Santísima Trinidad y creemos que Jesús es el Verbo Encarnado, el Hijo de Dios, el Mesías. Musulmanes y judíos no creen en Jesucristo ni en la Santísima Trinidad. Luego, ¿creemos en el mismo Dios?

Este párrafo del Documento de Abu Dabi, ¿es aceptable?:

“La libertad es un derecho de toda persona: todos disfrutan de la libertad de credo, de pensamiento, de expresión y de acción. El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos”.

Esta afirmación atenta contra el primer mandamiento de la ley de Dios.

¿Y este otro párrafo del documento final del Sínodo de la Amazonia?:

14. La vida de las comunidades amazónicas aún no afectadas por el influjo de la civilización occidental se refleja en la creencia y los ritos sobre el actuar de los espíritus de la divinidad, llamados de innumerables maneras, con y en el territorio, con y en relación con la naturaleza (LS 16, 91, 117, 138, 240). Reconozcamos que desde hace miles de años han cuidado su tierra, sus aguas y sus bosques, y han logrado preservarlos hasta hoy para que la humanidad pueda beneficiarse del goce de los dones gratuitos de la creación de Dios. Los nuevos caminos de la evangelización deben construirse en diálogo con estos conocimientos fundamentales en los que se manifiestan como semillas de la Palabra.

¡¿Cómo que los espíritus relacionados con la naturaleza (¿la Pachamama?) han cuidado desde hace miles de años su tierra, sus aguas y sus bosques?! Esto es una especia de aceptación de un cierto animismo pagano. Dice la Declaración de las verdades relacionadas con algunos de los errores más comunes en la vida de la Iglesia de nuestro tiempo:

6. Las religiones y formas de espiritualidad que promueven alguna forma de idolatría o panteísmo no pueden considerarse semillas ni frutos del Verbo puesto que son imposturas que impiden la evangelización y la eterna salvación de sus seguidores, como enseñan las Sagradas Escrituras: «El dios de este siglo ha cegado los entendimientos a fin de que no resplandezca para ellos la luz del Evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2Cor 4,4).
7. El verdadero ecumenismo tiene por objetivo que los no católicos se integren a la unidad que la Iglesia Católica posee de modo inquebrantable en virtud de la oración de Cristo, siempre escuchada por el Padre: «para que sean uno» (Jn 17,11), la unidad, la cual profesa la Iglesia en el Símbolo de la Fe: «Creo en la Iglesia una». Por consiguiente, el ecumenismo no puede tener como finalidad legítima la fundación de una Iglesia que aún no existe.
9. La religión nacida de la fe en Jesucristo, Hijo encarnado de Dios y único Salvador de la humanidad, es la única religión positivamente querida por Dios. Por tanto, es errónea la opinión según la cual del mismo modo que Dios ha querido que haya diversidad de sexos y de naciones, quiere también que haya diversidad de religiones.

Encíclica Ubi Primum de León XII (1824)

14. Es imposible que el Dios verdadero, que es la Verdad misma, el mejor, el más sabio proveedor y el premiador de los buenos, apruebe todas las sectas que profesan enseñanzas falsas que a menudo son inconsistentes y contradictorias entre sí, y otorgue premios eternos a sus miembros […] porque por la fe divina confesamos un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. […] Por eso confesamos que no hay salvación fuera de la Iglesia.


Encíclica Mirari Vos de Gregorio XVI (1832)

9. Otra causa que ha producido muchos de los males que afligen a la iglesia es el indiferentismo, o sea, aquella perversa teoría extendida por doquier, merced a los engaños de los impíos, y que enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. Fácilmente en materia tan clara como evidente, podéis extirpar de vuestra grey error tan execrable. Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha; oigan a San Jerónimo que nos cuenta cómo, estando la Iglesia dividida en tres partes por el cisma, cuando alguno intentaba atraerle a su causa, decía siempre con entereza: Si alguno está unido con la Cátedra de Pedro, yo estoy con él. No se hagan ilusiones porque están bautizados; a esto les responde San Agustín que no pierde su forma el sarmiento cuando está separado de la vid; pero ¿de qué le sirve tal forma, si ya no vive de la raíz?


Encíclica Qui Pluribus de Pío IX (1846)

Igualmente decimos de ese sistema que es repugnante a la misma luz que la razón natural, que es la indiferencia de la Religión, con la cual, eliminaron toda distinción entre virtud y vicio, entre verdad y error, entre honestidad y bajeza, enseñan que cualquier religión es igualmente buena para lograr la salvación eterna, como si entre la justicia y las pasiones, entre la luz y la oscuridad, entre Cristo y Belial pudiera existir un acuerdo o algo en común. Apunta con el mismo propósito a la vil conspiración contra el sagrado celibato de los clérigos, fomentado, ¡oh, qué pena, incluso por algunos hombres de la Iglesia! Olvidando miserablemente su dignidad y cediendo a las tentaciones de la voluptuosidad. La perversa institución de la enseñanza en las disciplinas filosóficas también tiende a esto.


Encíclica Quanta Cura de Pío IX (1864)

Pues sabéis muy bien, Venerables Hermanos, se hallan no pocos que aplicando a la sociedad civil el impío y absurdo principio que llaman del naturalismo, se atreven a enseñar «que el mejor orden de la sociedad pública, y el progreso civil exigen absolutamente, que la sociedad humana se constituya y gobierne sin relación alguna a la Religión, como si ella no existiese o al menos sin hacer alguna diferencia entre la Religión verdadera y las falsas.» 


Encíclica Humanum Genus de León XIII (1884)


[…] el propósito de los Masones es perseguir cuanto puedan a los católicos con una enemistad implacable, y no descansar hasta lograr que sea destruido todo cuanto los Sumos Pontífices han establecido en materia de religión o por causa de ella.

Y si no se obliga a los adeptos a abjurar expresamente la fe católica, tan lejos está esto de oponerse a los intentos masónicos, que antes bien sirve a ellos. Primero, porque éste es el camino de engañar fácilmente a los sencillos e incautos y de atraer a muchos más; y después, porque, abriendo los brazos a cualesquiera y de cualquier religión, consiguen persuadir de hecho el grande error de estos tiempos, a saber, el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos; conducta muy a propósito para arruinar toda religión, singularmente la católica, a la que, por ser la única verdadera, no sin suma injuria se la iguala con las demás.


Encíclica Inmortale Dei, León XIII (1885)

14. En materia religiosa, pensar que las formas de culto, distintas y aun contrarias, son todas iguales, equivale a confesar que no se quiere aprobar ni practicar ninguna de ellas. Esta actitud, si nominalmente difiere del ateísmo, en realidad se identifica con él. Los que creen en la existencia de Dios, si quieren ser consecuentes consigo mismos y no caer en un absurdo, han de comprender necesariamente que las formas usuales de culto divino, cuya diferencia, disparidad y contradicción aun en cosas de suma importancia son tan grandes, no pueden ser todas igualmente aceptables ni igualmente buenas o agradables a Dios.


Catecismo Mayor de San Pío X (1905)

225.- ¿Quiénes son los que no pertenecen a la comunión de los Santos? 
- No pertenecen a la comunión de los santos en la otra vida los condenados, y en ésta, los que están fuera de la verdadera Iglesia.

226.- ¿Quiénes están fuera de la verdadera Iglesia? 
- Están fuera de la verdadera Iglesia los infieles, los judíos, los herejes, los apóstatas, los cismáticos y los excomulgados.

227.- ¿Quiénes son los infieles? 
- Infieles son los que no tienen el Bautismo ni creen en Jesucristo, o porque creen y adoran falsas divinidades, cómo los idólatras, o porque, aun admitiendo al único verdadero Dios, no creen en Cristo Mesías, ni como venido ya en la persona de Jesucristo ni como que ha de venir: tales son los mahometanos y otros semejantes.

228.- ¿Quiénes son los judíos? 
- Judíos son los que profesan la ley de Moisés, no han recibido el Bautismo y no creen en Jesucristo.

229.- ¿Quiénes son los herejes? 
- Herejes son los bautizados que rehúsan con pertinacia creer alguna verdad revelada por Dios y enseñada como de fe por la Iglesia Católica; por ejemplo, los arrianos, los nestorianos y las varias sectas de los protestantes.

230.- ¿Quiénes son los apóstatas? 
- Apóstatas son los que abjuran, esto es, niegan con acto externo la fe católica que antes profesaban.

231.- ¿Quiénes son los cismáticos? 
- Cismáticos son los cristianos que, sin negar explícitamente ningún dogma, se separan voluntariamente de la Iglesia de Jesucristo, esto es, de sus legítimos Pastores.

232.- ¿Quiénes son los excomulgados? 
- Los excomulgados son aquellos que por faltas gravísimas son castigados por el Papa o por el Obispo con la pena de excomunión, en cuya virtud son, como indignos, separados del cuerpo de la Iglesia, que espera y desea su conversión.

358.- ¿Qué nos prohíbe el primer mandamiento? 
- El primer mandamiento nos prohíbe la idolatría, la superstición, el sacrilegio, la herejía y cualquier otro pecado contra la religión.

359.- ¿Qué es idolatría? 
- Llámase idolatría dar a una criatura cualquiera; por ejemplo, a una estatua, a una imagen, a un hombre, el culto supremo de adoración debido sólo a Dios.

360.- ¿Cómo se halla expresada esta prohibición en la Sagrada Escritura? 
- En la Sagrada Escritura se halla expresada esta prohibición con las palabras: No harás para ti escultura ni figura alguna de los que está arriba en el cielo o abajo en la tierra. Y no adorarás tales cosas ni les darás culto.

361.- ¿Prohíben estas palabras toda suerte de imágenes? 
- No, por cierto, sino sólo las imágenes de las falsas divinidades hechas con fin de ser adoradas, como hacían los idólatras. Es esto tanta verdad, que el mismo Dios mandó a Moisés que hiciera algunas, como las dos estatuas de querubines sobre el arca y la serpiente de metal en le desierto.

362.- ¿Qué es superstición? 
- Se llama superstición a cualquier devoción contraria a la doctrina y uso de la Iglesia, como también atribuir a alguna acción u objeto cualquiera una virtud sobrenatural que no tiene.

363.- ¿Qué es sacrilegio? 
- Sacrilegio es la profanación de un lugar, de una persona o de una cosa consagrada a Dios y destinada a su culto.

364.- ¿Qué es herejía? 
- Herejía es un error culpable del entendimiento por el que se niega con pertinacia alguna verdad de fe.

365.- ¿Qué otras cosas prohíbe el primer mandamiento? 
- El primer mandamiento prohíbe, además, todo linaje de comercio con el demonio y el asociarse a las sectas anticristianas.


Encíclica Pascendi de San Pío X (1907)

Cómo franquean la puerta del ateísmo, una vez admitidas juntamente con los otros errores mencionados, lo diremos más adelante. Desde luego, es bueno advertir que de esta doctrina de la experiencia, unida a la otra del simbolismo, se infiere la verdad de toda religión, sin exceptuar el paganismo. Pues qué, ¿no se encuentran en todas las religiones experiencias de este género? Muchos lo afirman. Luego ¿con qué derecho los modernistas negarán la verdad de la experiencia que afirma el turco, y atribuirán sólo a los católicos las experiencias verdaderas? Aunque, cierto, no las niegan; más aún, los unos veladamente y los otros sin rebozo, tienen por verdaderas todas las religiones. Y es manifiesto que no pueden opinar de otra suerte, pues establecidos sus principios, ¿por qué causa argüirían de falsedad a una religión cualquiera? No por otra, ciertamente, que por la falsedad del sentimiento religioso o de la fórmula brotada del entendimiento. Mas el sentimiento religioso es siempre y en todas partes el mismo, aunque en ocasiones tal vez menos perfecto; en cuanto a la fórmula del entendimiento, lo único que se exige para su verdad es que responda al sentimiento religioso y al hombre creyente, cualquiera que sea la capacidad de su ingenio. Todo lo más que en esta oposición de religiones podrían acaso defender los modernistas es que la católica, por tener más vida, posee más verdad, y que es más digna del nombre cristiano porque responde con mayor plenitud a los orígenes del cristianismo.


Lumen fiedei del Papa Francisco (2013)

1. La luz de la fe: la tradición de la Iglesia ha indicado con esta expresión el gran don traído por Jesucristo, que en el Evangelio de san Juan se presenta con estas palabras: «Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas» (Jn 12,46). También san Pablo se expresa en los mismos términos: «Pues el Dios que dijo: “Brille la luz del seno de las tinieblas”, ha brillado en nuestros corazones » (2 Co 4,6). En el mundo pagano, hambriento de luz, se había desarrollado el culto al Sol, al Sol invictus, invocado a su salida. Pero, aunque renacía cada día, resultaba claro que no podía irradiar su luz sobre toda la existencia del hombre. Pues el sol no ilumina toda la realidad; sus rayos no pueden llegar hasta las sombras de la muerte, allí donde los ojos humanos se cierran a su luz. «No se ve que nadie estuviera dispuesto a morir por su fe en el sol», decía san Justino mártir. Conscientes del vasto horizonte que la fe les abría, los cristianos llamaron a Cristo el verdadero sol, «cuyos rayos dan la vida». A Marta, que llora la muerte de su hermano Lázaro, le dice Jesús: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» (Jn 11,40). Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso.

Por la Pachamama tampoco veo a nadie que esté dispuesto a morir.


Gobiendes



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