lunes, 11 de noviembre de 2019

LA CASULLA: ¿SÍ? ¿NO? ¿DEPENDE?

Realmente la confusión es grande, los conceptos no están claros en las cabezas y así está la liturgia, como resultado de todo ello.

Por el padre Javier Sanchez Martínez

No hace mucho, un joven sacerdote de una diócesis cercana (al que aprecio muchísimo), en su primera parroquia como párroco, recibía una crítica de una feligresa: “Usted es muy poco humilde porque se pone la casulla todos los días”. ¿La casulla es un signo de orgullo? ¿Desde cuándo? ¿Y es más humilde el que sólo se pone una estola sobre el alba, estola llena de colorines varios, que no se sabe si es blanca, verde, roja o morada, dorada o negra?

Realmente la confusión es grande, los conceptos no están claros en las cabezas y así está la liturgia, como resultado de todo ello.

La casulla, ¿hay que ponérsela para celebrar la Misa? ¿Sí o no? El sacerdote que oficia la santa Misa debe ir siempre revestido con casulla. ¿Y si hace calor? También. Ninguna rúbrica en ningún lado autoriza a omitir la casulla si hace calor. Ese día que emplee una casulla de tejido más ligero y sin forro, pero la casulla hay que revestirla.

Vayamos a la Ordenación General del Misal romano, que es documento obligatorio y regulador. En la sacristía hay que preparar para el sacerdote alba, cíngulo, estola y casulla (IGMR 119). Y también:

“La vestidura propia del sacerdote celebrante, en la Misa y en otras acciones sagradas que se relacionan directamente con la Misa, es la casulla o planeta, a no ser que se determinara otra cosa, vestida sobre el alba y la estola” (IGMR 337).

Más aún, en una concelebración, todos los sacerdotes deben ir con casulla, como si fueran ellos solos a oficiar la santa Misa; todos con casulla, a no ser que no haya número suficiente de casullas para todos:

“Los concelebrantes, en la sacristía o en otro lugar apropiado, se revisten con las vestiduras sagradas que suelen utilizar cuando celebran la Misa individualmente. Pero si hay una justa causa, por ejemplo, un gran número de concelebrantes o falta de ornamentos, los concelebrantes, con excepción siempre del celebrante principal, pueden omitir la casulla o planeta, poniendo la estola sobre el alba” (IGMR 209).

Todos con casulla, todos igualmente sacerdotes. Aquí hay algo que añadir, aunque es predicar en el desierto. En una concelebración, por ejemplo, en la Catedral, la casulla del que preside será de mejor calidad y factura. Pero los demás concelebrantes deben usar todos las casullas iguales: ¡un solo presbiterio en torno a su Obispo! Queda horrible, desde el punto de vista sacramental y litúrgico, la variedad de casullas en los concelebrantes: al grueso del presbiterio, casullas sencillitas; luego otras casullas mejores para los canónigos y los vicarios episcopales. ¡Pero si todos poseen el mismo grado en el Orden! Es una anomalía litúrgica y sacramental para distinguir un cierto “alto” clero de los demás sacerdotes. Vanitas vanitatum!

Omitir la casulla para presidir la Misa es un abuso -¡uno más!-, una práctica poco concorde con la pedagogía de la Iglesia. La casulla es signo de la presidencia y del oficio eucarístico. El sacerdote desaparece, en cierto sentido, al emplearla. Ya no es él, su personalidad para ser showman, sino que es Cristo en el sacerdote, alter Christus. La casulla “despersonaliza” para que brille el ministerio sacerdotal, no la persona particular.

Emplear la casulla es resaltar la importancia de la santa Eucaristía. Las demás celebraciones litúrgicas y sacramentales no la requieren, basta el alba y la estola (y capa pluvial), pero sí el sacrificio del altar. Y con su color nos sitúa a todos ante el tiempo y la fiesta. Y con su factura, tejido, bordados, etc., en la mayor o menor solemnidad de lo que se celebra.

Esto es lo que hay en la normativa litúrgica vigente: Casulla sí o sí para quien preside la Eucaristía; no depende de nada: ni del calor ni de las nieves ni del número de fieles asistentes. La casulla es obligatoria para celebrar la santa Misa. Los concelebrantes también deben revestirse con ella, salvo las excepciones previstas por la norma.

Y esto es de ser humildes de verdad: obedecer lo que dice la Iglesia, y no ser orgulloso de saltarse las cosas y hacerlas a la manera de cada cual. Así que más humilde quien se reviste con casulla que quien celebra de cualquier manera, sólo con estola.


Liturgia, Fuente y Culmen


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