lunes, 19 de agosto de 2019

MONSEÑOR HECTOR AGUER: LAS FAMILIAS DEBEN ESTAR ATENTAS A LOS PELIGROS DE LAS REDES






Monseñor Aguer aclaró que no pretendía ni “alarmar” ni “asustar a nadie”, pero consideró que los padres tienen que acercarse afectuosamente para enterarse que hacen los chicos y con quienes se vinculan a través de las redes… 



Hoy día el mundo de la informática parece invadirlo todo. Uno está tentado de pensar que el mundo real se ha pasado al orden virtual y a mí lo que me maravilla sobre todo es la facilidad con la cual los chicos manejan la informática. Pareciera que es una cosa genética, como que nacieron hoy y entonces vienen ya preparados para eso. Es admirable su capacidad con el telefonito o las tablets o la computadora con los juegos en los cuales se solazan horas, etc.”.

A veces veo también que una cierta ingenuidad por parte de los chicos hace que se internen en un mundo que es en cierto modo peligroso. Quiero decir esto: hay degenerados que usan las redes y que se aprovechan de esa ingenuidad de los chicos. Hoy existe una conducta viciosa, horrenda, que se llama grooming. Es este hecho: un degenerado a través de las redes entabla conversación con un chico o con una chica, puede ser un niño o puede ser un adolescente, se hace pasar por otro cambiando de identidad como si fuera él un par de aquel con el cual se relaciona y comienza poco a poco, a medida que toma confianza, a pedirle cosas y sobre todo le pide cosas de orden sexual como que le de fotos con desnudos u otras cosas. Es decir que se trata de un sistema de corrupción de menores y todavía no hay una legislación clara sobre esto pero existe una conciencia extendida de que algo hay que hacer.

Los chicos han nacido así y van a seguir usando esos instrumentos y es bueno que lo hagan pero esta historia del grooming me parece que supone también que los padres no pueden desentenderse de eso, no pueden darle simplemente ese juguetito para que el chico haga lo que quiera si saber quién está introduciéndose allí.

Esto tiene que ver con la confianza que hay entre hijos y padres, entre padre e hijos, pero también deberíamos no digo una vigilancia morbosa pero sí afectuosamente saber con quién se comunican estos chicos. Una cosa es que se comuniquen con sus amiguitos o sus amigas y otra cosa es que atiendan a esta gente que pide cosas que, poco a poco, van convirtiéndose en delito. Este es, además, otro instrumento usado por los grupos que se dedican a la trata de personas.

Lamentablemente estas cosas ocurren en el mundo y ocurre también en la Argentina. Cada tanto uno ve un título en los medios acerca de un caso de grumming. Esto tiene que servirnos también de advertencia para que los papás que están tranquilos porque el chico aprende mucho a manejar estos medios, y es muy bueno que lo haga, y se divierten con ellos, etc., pero no pueden desentenderse de con quién entra en contacto ese chico sobre todo si son muy pequeños porque hay gente muy malvada, muy depravada y usan esto.

Uno puede decirse: “Caramba, ¿cómo es posible?” Y sí es posible, así como antes se hacía por otros medios hoy se hace por estos. Como dije ocurre en cualquier lugar del mundo y ocurre en nuestra Argentina pero es también una advertencia para que las familias cumplan su verdadero papel de familias. Si los padres se desentienden de la vida de los chicos y los dejan allí librados a su suerte o a sus inquietudes eso puede ser muy peligroso. Uno no deja salir solos a los chicos a las calles pero los deja salir solos al mundo desde una pantalla informática.

Entonces, sin alarmar, sin asustar a nadie, los padres tienen que acercarse afectuosamente para enterarse que hacen los chicos y con quienes se vinculan a través de las redes. Tampoco yo quiero alarmar a nadie pero me parece que esto es una realidad y no podemos desentendernos de las cosas que existen porque esto existe desgraciadamente así como hay otros delitos. Hay que cuidar mucho a los chicos, hay que cuidar mucho a los niños y a los adolescentes porque ellos son el futuro y tenemos que ayudarlos a que se formen bien, que se formen de un modo plenamente humano y también cristiano en el caso de que sean familias cristianas.

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