Al mismo tiempo, algunas personas que seguían el encuentro desde la grada sacaron carteles con el mismo tipo de mensajes.
El equipo del Vaticano, que no se esperaba este ataque en un partido que se había planteado como una fiesta del deporte con motivo del 20 aniversario del equipo austríaco, se vio sorprendido por la agresividad de sus rivales. Nada hacía presagiar algo así, ya que en todo momento la dirección del equipo austríaco se había mostrado con buenas formas ante sus rivales del Vaticano. Incluso estaba presente el nuncio apostólico monseñor Pedro López Quintana, como invitado de honor.
Ante esta situación, un partido que debía ser un acto en favor de los valores deportivos, de la concordia y del encuentro, se convirtió en un acto de manipulación política por parte de activistas pro LGTB y pro aborto.
Por ello, las jugadoras y la dirección deportiva del equipo del Vaticano tomaron una decisión dolorosa pero inevitable: retirarse del campo y no disputar el partido para evitar su instrumentalización.
Sin dudarlo, y haciendo gala de una gran dignidad, las futbolistas vaticanas regresaron a los vestuarios, con tristeza, pero satisfechas de haber defendido la camiseta del equipo que representan.
Posteriormente, algunas de las jugadoras austríacas que participaron en la protesta mostraron su arrepentimiento por los hechos ante la reacción del equipo del Vaticano.
En declaraciones a la emisora austríaca ORF, una jugadora del F.C. Mariahilf señaló que “las activistas no eran conscientes de las consecuencias de la acción, nos hubiera gustado jugar el partido de fútbol”.
“No sabían que la protesta durante la interpretación del himno del Vaticano, y en presencia del Nuncio Apostólico, pudiera ser perjudicial para el deporte y arruinar muchas semanas de preparación”.
Aica
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