jueves, 28 de marzo de 2019

MARCEL LEFEBVRE, OBISPO Y DELEGADO APOSTÓLICO

Durante dos años, Marcel Lefebvre dirigió el seminario de filosofía de Mortain, en Normandía (1945-1947).

La ciudad estaba en ruinas y había que reconstruirlo todo. Asimismo, a fin de poder alimentar a sus seminaristas, Lefebvre recorría cada mañana los campos para mendigar de los campesinos leche, harina, legumbres, eventualmente algo de carne, etc.


Director en Mortain

«Lo queríamos, recuerdan sus alumnos, sentíamos que se encargaba de nosotros y que nos quería». Les inculcó principios sólidos, los puso en guardia contra las tendencias deletéreas que se difundían en la Iglesia de la postguerra. Combatió especialmente el evolucionismo de Teilhard de Chardin, la idea de impregnar y rebautizar el comunismo y el optimismo del Padre de Lubac respecto de la salvación de los infieles.


Delegado apostólico

Pero en ese entonces el papa Pío XII lo volvió a enviar al África. El 22 de junio de 1947 lo nombró vicario apostólico de Dakar, en Senegal. Antes de su partida, el cardenal Liénart lo consagró obispo en Tourcoing. Ya en su puesto, su primera preocupación fue la formación de los sacerdotes, razón por la cual el seminario fue la pupila de sus ojos. A este efecto, instaló en sus proximidades un convento de Carmelitas, para atraer más seguramente la gracia divina. Por lo que mira a la obra misionera, un tanto moribunda, volvió a ser relanzada de tal modo que no tardó en ponerle un dique al Islam.


¡Más y más misioneros!

Como Delegado apostólico, creó diócesis, hizo designar obispos, varios de ellos indígenas, y trajo desde Europa, e incluso desde Canadá, gran número de sacerdotes, hermanos docentes y religiosas. Cada año el papa lo recibía. A Pío XII, que se admiró de esta multiplicación de obreros evangélicos, le dijo: «Santísimo Padre, aunque el clero indígena crece regularmente, África seguirá teniendo necesidad de misioneros».


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