[50] “Triunfo de la Cruz”, El Ermitaño, núm. 125, 30/03/1871.
[51] “Adentros del catolicismo”, El Ermitaño, núm. 21, 25/03/1869.
[52] Los autores ultramontanos del siglo XIX definieron la Revolución como un movimiento para la destrucción total del orden social cristiano mediante el derrocamiento del altar y el trono y la construcción de la Sinagoga de Satán en su lugar. El beato Palau desarrolló este concepto, enfatizando la dimensión preternatural del movimiento.
La definición más completa de la Revolución y su opuesto, la Contrarrevolución, se encuentra en el ensayo del profesor Plinio Corrêa de Oliveira, Revolución y Contrarrevolución. Esta obra incluye una carta de elogio del arzobispo Romolo Carboni, nuncio apostólico en Perú y posteriormente cardenal, y fue calificada de “magistral” y “profética” por el padre Anastasio Gutiérrez, CMF, decano emérito de la Facultad de Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Lateranense.
El profesor Corrêa de Oliveira caracteriza la Revolución como un “inmenso proceso de tendencias, doctrinas y cambios políticos, sociales y económicos derivados, en última instancia, de un deterioro moral nacido de dos vicios fundamentales que despiertan en el hombre una profunda incompatibilidad con la doctrina católica: el orgullo y la impureza”.
La utopía de la Revolución es “un mundo donde los países, unidos en una república universal, no sean más que designaciones geográficas; un mundo sin desigualdades sociales ni económicas, regido por la ciencia y la técnica, por la propaganda y la psicología, para alcanzar, sin lo sobrenatural, la felicidad definitiva del hombre” (Revolución y Contra-Revolución, 3ª ed . [Buenos Aires: Ediciones Tradición Familia Propiedad, 1992], introducción, p. 22).
En un mundo así, la Redención de Nuestro Señor Jesucristo no tiene cabida, pues el hombre habrá vencido al mal con la ciencia y habrá hecho de la Tierra un paraíso tecnológicamente maravilloso. Y esperará vencer a la muerte algún día mediante la prolongación indefinida de la vida (Revolución y Contrarrevolución, 3.ª ed . [York, Pensilvania: Sociedad Americana para la Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiedad, 1993], págs. 67-68).
[53] “Catástrofe social”, El Ermitaño, núm. 40, 5/8/1869.
[54] “El reino de Satán sobre la tierra”, El Ermitaño, núm. 32, 10/06/1869.
[55] Ibid.
[56] “España: la esperanza de los católicos”, El Ermitaño, núm. 10, 7/1/1869.
[57] “Una ilusión funesta”, El Ermitaño, núm. 156, 2/11/1871.
[58] “La Revolución en París”, El Ermitaño, núm. 135, 8/6/1871.
[59] “La causa de la religión: defensa”, El Ermitaño, núm. 126, 6/4/1871.
[60] “Relaciones entre los espíritus y el hombre”, El Ermitaño, núm. 117, 2/2/1871.
[61] “Adviento de 1871”, El Ermitaño, núm. 161, 7/12/1871.
[62] “Cuento de mi sombra”, El Ermitaño, núm. 28, 13/05/1869.
[63] “El reino de las tinieblas”, El Ermitaño, núm. 122, 9/3/1870.
[64] “La causa de Don Carlos”, El Ermitaño, núm. 78, 5/5/1870.
[65] “Programa del Ermitaño”, El Ermitaño, núm. 33, 17/06/1869.
[66] “El maleficio”, El Ermitaño, núm. 103, 27/10/1870.
[67] Cfr. Rituale Romanum, título X, cap. I, De exorcizandis obsessis a daemonio, no. 20 (Tournai: Desclée et soc., 1926), pág. 446.
[68] “El dogma católico con referencia a la redención de la sociedad actual”, El Ermitaño, núm. 170, 8/2/1872.
[69] “Relaciones entre los espíritus y el hombre”, El Ermitaño, núm. 119, 16/02/1871.
[70] Ibid.
[71] “Crónica del teatro de la guerra”, El Ermitaño, núm. 85, 23/6/1870.
[72] “Roma vista desde la cima del monte”, El Ermitaño, núm. 58, 9/12/1869.
[73] “El maleficio”, El Ermitaño, núm. 103, 27/10/1870.
[74] “Campamento de epidemia en Vallcarca”, El Ermitaño, núm. 99, 29/9/1870.
[76] 2:18-19.
[77] 4:3.
[78] Cf. Hch 8,9-24.
[79] “El suicidio”, El Ermitaño, núm. 87, 7/7/1870.
[80] “Un misterio de iniquidad”, El Ermitaño, núm. 111, 22/12/1870.
[81] “Adentros del catolicismo”, El Ermitaño, núm. 21, 25/03/1869.
[83] “Faraón y el Anticristo”, El Ermitaño, núm. 77, 28/4/1870.
[84] “¡Horrorosa Catástrofe!”, El Ermitaño, núm. 40, 5/8/1869.
[85] “La cuestión del Oriente: Un imperio universal”, El Ermitaño, núm. 11, 14/01/1869.
[86] “Incendio de barracas en Barcelona”, El Ermitaño, núm. 170, 8/2/1872.
[87] Ibid.
[88] “Plan del espiritismo”, El Ermitaño, núm. 29, 20/05/1869.
[89] “Monarquía democrática”, El Ermitaño, núm. 32, 10/06/1869.
[90] “El Istmo de Suez”, El Ermitaño, núm. 58, 9/12/1869.
[91] Sobre cómo el “ecumenismo” y otros términos han sido completamente distorsionados, véase Unperceived Ideological Transshipment and Dialogue del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, publicado en la revista Crusade (n° 4, 1982) por la Fundación para una Civilización Cristiana.
La palabra “ecumenismo” posee claramente un significado excelente (cf. capítulo 4, 2, D). Sin embargo, también es susceptible de un significado irénico. Una vez que todas las religiones son admitidas como “verdades” relativas en un diálogo hegeliano, el ecumenismo asume el aspecto de su marcha dialéctica hacia una religión única y universal, sintéticamente fabricada a partir de los fragmentos de verdad de cada una y despojada de la escoria de las contradicciones actuales. Visto desde esta perspectiva, el ecumenismo es una inmensa preparación de todas las religiones, mediante el diálogo hegeliano, para participar, una vez unidas, en un diálogo posterior con la antítesis comunista (p. 38).
[92] “Antonia”, El Ermitaño, núm. 81, 26/05/1870.
[93] 2:2-4. Sobre este punto, el Papa San Pío X afirma en su encíclica
E Supremi Apostolatus, del 4 de octubre de 1903:
“Hay buenas razones para temer que esta gran perversidad sea el anticipo y quizás el comienzo de aquellos males reservados para los últimos días, y que el 'hijo de perdición', del que habla el Apóstol (2 Tes. 2:3),
ya esté en el mundo”.
“Además, y según el mismo Apóstol esta es la marca distintiva del Anticristo: con ilimitada audacia el hombre se ha puesto en el lugar de Dios, exaltándose por encima de todo lo que se llama Dios.
Lo ha hecho de tal manera que, aunque no puede extinguir por completo en sí mismo todo conocimiento de Dios, ha despreciado la majestad de Dios y ha hecho del universo un templo donde él mismo debe ser adorado. 'Se sienta en el templo de Dios y se presenta como si fuera Dios'” (2 Tes. 2:4).
[94] “Roma”, El Ermitaño, núm. 12, 21/01/1869.
[95] “El Anticristo”, El Ermitaño, núm. 16, 18/02/1869.
[96] “Señales y prodigios falsos” (2 Tes. 2:9).
[97] “El dragón”, El Ermitaño, núm. 46, 16/9/1869.
[98] “El dogma católico con referencia a la redención de la sociedad actual”, El Ermitaño, núm. 170, 8/2/1872.
[99] San Juan Damasceno afirma que “el Anticristo no será el diablo encarnado, sino un hijo de la fornicación que, formado en secreto, establecerá su reino de repente. Al principio dará una apariencia de santidad, pero pronto se quitará la máscara y perseguirá a la Iglesia de Dios” (“La foi orthodoxe”, IV, 26, Raymond Le Coz, ed., Saint Jean Damascène - Ecrits sur l'islam [París: Editions du Cerf, 1992], p. 90).
[100] “Milagros del espiritismo”, El Ermitaño, núm. 138, 29/6/1871.
[101] “Cosas de mi pueblo”, El Ermitaño, núm. 139, 6/7/1871.
[102] “Crímenes y atrocidades de la magia maléfica”, El Ermitaño, núm. 33, 17/06/1869.
[103] “Fin del mundo: aparición de Elías Tesbites”, El Ermitaño, núm. 120, 23/02/1871.
[104] Cf. Antonio Augusto Borelli Machado, Nuestra Señora de Fátima: ¿Profecías de tragedia o esperanza para América y el mundo? (York, Pensilvania: Sociedad Americana para la Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiedad, 1998).
Aparicao de la Salette