miércoles, 3 de abril de 2024

3 DE ABRIL: SAN BENITO DE PALERMO


3 de Abril: San Benito de Palermo

(✞ 1589)

El glorioso San Benito de Palermo, que se llama comúnmente “el Santo Negro”, porque era de ese color a semejanza de los etíopes, nació en la aldea llamada San Filadelfo del obispado de Messana, de padres moros de linaje, pero que profesaban la Fe Cristiana.

Mozo era todavía cuando para seguir el llamamiento del Señor vendió su hacienda, repartió el dinero obtenido gracias a esa venta entre los pobres y se retiró a la soledad, juntándose con unos varones piadosos que por concesión apostólica vivían allí bajo de la Regla de San Francisco de Asís.

Perseveró en esta vida santa y penitente por espacio de cuarenta años, hasta que el Papa Pío VI, ordenó que aquellos solitarios se agregasen a una de las Órdenes Religiosas aprobadas por Decretos Pontificios.

Entonces se retiró San Benito a Palermo, en el convento de los Menores Observantes de Santa María de Jesús, y así resplandeció a los ojos de sus Hermanos Religiosos como un acabado ejemplar de todas las virtudes.

Se ejercitaba con singular gozo en los oficios más bajos y humildes, ayunaba constantemente las siete cuaresmas anuales prescritas por el patriarca San Francisco, su cama era la tierra desnuda, su sueño breve, su hábito el más raído y desechado, extremado su amor por la pobreza, angelical su castidad y recato, su oración continua, porque en todas las cosas no buscaba sino a Dios, ni deseaba más que a Dios, a quien hablaba con dulces lágrimas y amorosos suspiros del alma.

Le hicieron prelado del mismo convento de Santa María de Jesús, y aunque era lego y hombre sin letras, gobernó con tanta prudencia, caridad y gracia del Señor aquella comunidad, que llevó adelante con gran conformidad de todos la reforma y estrictísima observancia de su Regla.

A todos sus Religiosos animaba el santo con sus heroicas virtudes, y con la suavidad de su gobierno, de manera que aquel convento no parecía sino una morada de santos que hacían en ella vida de ángeles.

Finalmente, habiendo profetizado el día y la hora en que el Señor quería llevarle para sí, recibió con gran fervor los Sacramentos de la Iglesia y entregó su purísima alma al Creador, a la edad de sesenta y tres años.

Su sagrado cuerpo, se conserva entero y despidiendo suave olor, en la ciudad de Palermo, donde empezó a hacer solemnemente venerado.

Su culto se extendió después no solo por toda Sicilia sino también por España, Portugal, Brasil, México y Perú hasta que en 1807 el Papa Pío VII le puso en el catálogo de los santos.



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