Como la Santa Casa es una de las reliquias más famosas y eficaces del mundo, se convirtió en el blanco principal de los ataques modernistas desde el interior de la Iglesia, perpetrados por “sacerdotes católicos” a principios del siglo XX.
Por la Dra. Carol Byrne
“Para nosotros, Nazaret y su Santa Casa, exiliados, errantes, llevados por los ángeles, sirios, dálmatas, italianos, todos por turnos, son lugares consagrados, doblemente consagrados por sus viejos recuerdos, y también por su extraña vida continuada de gracias locales, y el bálsamo eficaz de una Presencia Divina, espantosa y no descompuesta...” (1).
La Santa Casa cubierta por una pantalla de mármol y consagrada en la Basílica de Loreto; abajo, su interior
Para los no iniciados, es decir, aquellos que no están familiarizados con la historia de la Santa Casa, estas palabras deben parecerles un enigma que necesita una explicación. Fueron escritas en 1860 por el sacerdote oratoriano, el padre Frederick Faber, quien se había consagrado a Nuestra Señora durante una peregrinación a Loreto en 1846 (2).
En esta encantadora viñeta escrita en su estilo poético habitual, resume toda la historia de la Traslación de la Santa Casa de Nazaret y la trayectoria que siguió hasta su actual lugar de descanso en Italia, al mismo tiempo que transmite un sentido más allá de lo literal.
Todos lo esencial se resume perfectamente en la historia que conserva el padre Faber de la Santa Casa:
♦ Su “exilio” en 1291 cuando fue removida milagrosamente por la intervención angelical para evitar su destrucción por los merodeadores sarracenos que habían invadido Tierra Santa
♦ Su breve estancia en Dalmacia y diversas localidades de Italia antes de llegar a su destino final en Loreto
♦ Su condición de reliquia consagrada de la Sagrada Familia que una vez habitó en ella
♦ Su llamado a los peregrinos a unirse con Jesús, María y José de manera personal
♦ Su flujo continuo de milagros y gracias para muchos que invocan el nombre de Nuestra Señora en su Santuario
♦ Su capacidad para inspirar asombro y fervor religioso en el corazón del peregrino devoto.
Rechazo de la Tradición de Loreto
Es un hecho notable que, después de 7 siglos de creer en la milagrosa traslación de la Santa Casa de Loreto, la mayoría de los católicos de hoy han vuelto a la tradición protestante de considerar tales milagros como “fábulas supersticiosas”. Ahora descartan lo que en broma llaman “la casa voladora de Loreto” como material de cuentos de hadas.
Tal escepticismo nunca fue endémico de la Iglesia Católica hasta la infiltración del Movimiento Modernista a fines del siglo XIX. Sus defensores, que negaban la realidad de lo sobrenatural, engañaron a muchos de los fieles haciéndoles creer que Dios no puede intervenir en nuestro mundo y producir milagros. Por lo tanto, impugnaron la autenticidad de las reliquias o cualquier manifestación física de la intervención divina.
Como la Santa Casa es una de las reliquias más famosas y eficaces del mundo, se convirtió en el blanco principal de los ataques modernistas desde el interior de la Iglesia, perpetrados por “sacerdotes católicos” a principios del siglo XX. Más adelante se darán más detalles de este fenómeno pero, por el momento, es suficiente señalar su relevancia para la reforma del Calendario de 1960 que suprimió la fiesta de la Traslación de la Santa Casa.
La 'desmitificación' de los eventos milagrosos
No es sorprendente que, cuando el Modernismo llegó a su plena madurez a mediados del siglo XX, el creciente Movimiento Litúrgico estuvo profundamente influenciado por la presuposición de sus defensores de que todo lo que sucede en este mundo debe tener una explicación. Después de todo, era un objetivo declarado por la Comisión de expertos nombrada por Pío XII el “armonizar las tradiciones probadas con las nuevas exigencias de los tiempos” (3) y establecer esta reevaluación “sobre bases histórico-críticas” (4).
Al admitir esto, la Comisión reveló su aceptación del llamado método “histórico-crítico” de los modernistas, que actuaba como una tapadera conveniente para quienes negaban, o al menos cuestionaban, la verdad de los milagros. Para ellos, los milagros no eran más que productos de la imaginación humana y tenían que ser “desmitificados” o eliminados. En consecuencia, el Calendario debía ser “depurado” tanto como sea posible de fiestas que celebraban eventos milagrosos.
La influencia modernista
Un excelente ejemplo de una figura influyente que adoptó el método “histórico-crítico” fue el padre Hartmann Grisar (1845-1932), jesuita alemán, arqueólogo y profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad de Innsbruck.
Según el padre Martín García, Superior General de la Orden de los Jesuitas de 1892 a 1906, el padre Grisar “hablaba con frecuencia en contra de muchas tradiciones romanas sobre santos y reliquias, llamándolas... leyendas de sacristanes ignorantes y fábulas infundadas inventadas en la Edad Media y transmitidas por gente crédula y luego por escritores piadosos sin sentido de la historia” (5).
En 1900, el padre Grisar dio una charla en el 5º Congreso Internacional de Estudiosos Católicos en Munich. En su discurso, que fue ampliamente difundido entre los lectores en general, hizo un llamado a los “escritores católicos eminentes por su erudición e investigación crítica” para librar a la Iglesia de algunas tradiciones sobre eventos milagrosos, mencionando específicamente la traslación de la Casa de la Sagrada Familia de Nazaret a Loreto (6).
La implicación tácita fue que la Iglesia, al recomendar lugares y eventos sagrados para la veneración de los fieles, lo hizo sin emplear la erudición o la investigación crítica para verificar la autenticidad de su naturaleza milagrosa.
La acusación velada de que los fieles han sido engañados por la mentira y el fraude (postura típicamente protestante) no sólo es calumniosa, sino que es fácilmente refutada por la evidencia de la Historia, y nunca más, como veremos más adelante, que en el caso de la Santa Casa de Loreto.
Un compañero historiador jesuita que estuvo presente en el Congreso informó que “la presentación se llevó a cabo con cierto sarcasmo y frivolidad” ridiculizando la veneración de las reliquias, “para gran alegría de los protestantes, que ya comienzan a cantar en sus periódicos” (7).
El Papa Pío X expuso tales tácticas como típicas de los modernistas:
“Si escriben historia, es para buscar con curiosidad y publicar abiertamente, con el pretexto de decir toda la verdad y con una especie de satisfacción mal disimulada, todo lo que les parece una mancha en la historia de la Iglesia. Bajo el imperio de ciertas reglas a priori, destruyen todo lo que pueden las piadosas tradiciones del pueblo y ridiculizan ciertas reliquias, muy venerables, de la antigüedad” (8).Desgraciadamente, estas ideas anticatólicas fueron ganando aceptación entre el clero y la jerarquía, que consideraban la creencia en lo milagroso como un mito piadoso, insostenible en la era moderna.
Las raíces modernistas de la reforma de 1960
Esto explica por qué los fanáticos de la Comisión Litúrgica de 1960, infectados por el mismo espíritu despectivo de los primeros modernistas, eliminaron tantos días festivos que celebraban lo milagroso como “no histórico”. Así, podemos ver el motivo de la supresión de la fiesta de la Traslación de la Santa Casa por los reformadores que la consideraban esencial para atender las necesidades del “hombre moderno” (quien, en su opinión, no podía esperarse que creyera en los milagros).
Sin embargo, como tal escepticismo no era, en ese momento, representativo de los fieles católicos en su conjunto, solo podía imponerse por la fuerza de arriba hacia abajo, de ahí la naturaleza totalitaria de las reformas litúrgicas que siguieron.
Continúa...
Notas:
1) Frederick Faber, Belén, Londres, Burns: Oates and Washbourne, 1860, pág. 66.
2) John Edward Bowden, The Life and Letters of Frederick William Faber (La vida y las cartas de Frederick William Faber), DD, Baltimore: John Murphy & Co., 1869, p. 277. El padre Bowden recoge las palabras del padre Faber: “A decir verdad, es extraño que yo haya ido a Loreto para pedir devoción a nuestra querida Señora, y que después, en dos comuniones solemnes, haya jurado mi vida, salud, fuerza, intelecto y sentidos para ser su esclavo y difundir su devoción, en gran medida porque temía que los conversos recayeran por falta de ese gran signo de predestinación; y luego que se pensara que yo era como alguien que nunca se 'calentó', como me dijo un obispo, con María...” ( Ibíd. , 293).
3) Sagrada Congregación de Ritos, Memoria sulla riforma liturgica, 1948, n. 14
4) Ibídem, n. 16.
5) Apud David G. Schultenover, “Luis Martín García, the Jesuit General of the Modernist Crisis (1892-1906): On Historic Criticism” (Luis Martín García, el general jesuita de la crisis modernista (1892-1906): sobre la crítica histórica”, Catholic Historical Review 89, n. 3, 2003, págs. 445-446.
6) Alexander MacDonald, The Holy House of Loreto: a Critical Study of Documents and Traditions, Nueva York: Christian Press Association, 1912, p. 324. El Rvdo. Alexander MacDonald DD fue obispo de Victoria, BC, Canadá.
7) Schultenover, “Luis Martín García”, pp. 453-454.
8) Pascendi, 1907, § 43.
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