Una de las características más notables y grotescas de las reformas de 1960 es la forma en que fiestas que tenían una larga y universal aceptación en la Iglesia de repente se convirtieron en objeto de una fuerte desaprobación entre los miembros de la Comisión Litúrgica.
Este fue, como hemos visto, el caso de varias fiestas que fueron eliminadas después de haber estado en el Calendario Universal durante siglos.
Lo que una mano da la otra lo quita
Las Rúbricas de 1960 permitieron que estas fiestas se celebraran “en algunos lugares” (1). Tan pronto como las Rúbricas del papa Juan XXIII entraron en vigor en enero de 1961, la Congregación de Ritos emitió una Instrucción el 14 de febrero para garantizar que su celebración no se adoptaría generalmente en sus fechas tradicionalmente observadas. Precisó que esto sólo podía tener lugar si se daban “razones absolutamente excepcionales” (rationes omnino singulares) para justificarlo (2).
Eso aumentó las exigencias, haciendo poco probable que se cumplieran los criterios “correctos” en la mayoría de los casos, desalentando así las solicitudes a la Santa Sede de los obispos que deseaban conservar las fechas tradicionales para sus diócesis.
Este fue solo el comienzo de una serie de medidas cada vez más duras y restrictivas diseñadas para reducir la mayoría de las fiestas en el Calendario Universal.
Fiestas locales suprimidas
De acuerdo con la Instrucción de febrero de 1961 (§§ 32, 33), las siguientes 14 fiestas observadas en los calendarios locales fueron suprimidas a menos que “razones verdaderamente especiales” requirieran su observancia continua.
♦ La Traslación de la Casa de la Santísima Virgen María (10 de diciembre)
♦ La Expectación de la Santísima Virgen María (18 de diciembre)
♦ Los Desposorios de la Santísima Virgen María con San José (23 de enero)
♦ La Huida de Nuestro Señor a Egipto (17 de febrero)
♦ La Conmemoración de la Pasión de Nuestro Señor (martes después del domingo de Sexagésima)
♦ La Santa Corona de Espinas (Viernes después del Miércoles de Ceniza)
♦ La Lanza y los Clavos Santos (viernes siguiente al I Domingo de Cuaresma)
♦ La Sábana Santa (viernes después del II Domingo de Cuaresma)
♦ Las Cinco Llagas (viernes posterior al III Domingo de Cuaresma)
♦ La Preciosísima Sangre (Viernes después del IV Domingo de Cuaresma)
♦ El Corazón Eucarístico de Jesús (Jueves después de la Octava del Corpus Christi) (3)
♦ La Humildad de la Santísima Virgen María (17 de julio)
♦ La Pureza de la Santísima Virgen María (16 de octubre).
Primero, como estas fiestas conmemoraban eventos en la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora, llevaron a los fieles a una contemplación y unión cada vez más profunda con Cristo y Su Santísima Madre. Pero tal Devoción Católica fue percibida por el Movimiento Litúrgico en general y los miembros de la Comisión Litúrgica en particular como contraria al verdadero sentido de la liturgia.
12ª Parte: Los obispos alemanes atacan, Pío XII capitula
13ª Parte: El proceso de apaciguamiento: Alimentar al cocodrilo alemán
14ª Parte: 1951-1955: El Vaticano inicia la reforma litúrgica50ª Parte: Cómo se saboteó el Servicio de Tenebrae 56ª Parte: La mafia germano-francesa detrás de la reforma litúrgica
57ª Parte: Reorquestación de la Vigilia Pascual
69ª Parte: La acusación de 'clericalismo'73ª Parte: Destruyendo la Octava de Pentecostés
74ª Parte: Revisión de la 'participación activa'
75ª Parte: Abusos interminables de la “participación activa”
76ª Parte: Participación activa = abuso litúrgico81ª Parte: El cambio en el Canon de 1962 presagiaba la misa novus ordo85ª Parte: Cuando los Santos se marchan
86ª Parte: El hallazgo de la Santa Cruz
87ª Parte: Abolida para complacer a los protestantes: La Fiesta del Hallazgo de la Santa Cruz
♦ La Expectación de la Santísima Virgen María (18 de diciembre)
♦ Los Desposorios de la Santísima Virgen María con San José (23 de enero)
♦ La Huida de Nuestro Señor a Egipto (17 de febrero)
La Huida a Egipto eliminada sin razón
♦ La Conmemoración de la Pasión de Nuestro Señor (martes después del domingo de Sexagésima)
♦ La Santa Corona de Espinas (Viernes después del Miércoles de Ceniza)
♦ La Lanza y los Clavos Santos (viernes siguiente al I Domingo de Cuaresma)
♦ La Sábana Santa (viernes después del II Domingo de Cuaresma)
♦ Las Cinco Llagas (viernes posterior al III Domingo de Cuaresma)
♦ La Preciosísima Sangre (Viernes después del IV Domingo de Cuaresma)
♦ El Corazón Eucarístico de Jesús (Jueves después de la Octava del Corpus Christi) (3)
♦ La Humildad de la Santísima Virgen María (17 de julio)
♦ La Pureza de la Santísima Virgen María (16 de octubre).
La Instrucción daba los siguientes pretextos para abolir estas fiestas:
a. Habían nacido de la devoción de los fieles (“e privata devotione”), se habían multiplicado sobremanera (“nimis multiplicata sunt”) e invadido el dominio público de la liturgia (“in publicum Ecclesiae cultum inducta”);
b. Solo surgieron a partir de la Edad Media (“inde a Media Aetate”);
c. Duplicaron temas que se celebraban en otras épocas del año (in aliis festis aut anni temporibus);
d. Tenían relevancia solo para un lugar en particular (cum aliquo tantum loco particulari).
Sería bueno notar que estos pretextos se basaban en suposiciones erróneas sobre la naturaleza y relevancia de las fiestas listadas para ser expulsadas de los calendarios locales. Veamos cada punto por separado.
Pretextos basados en suposiciones erróneas
Primero, como estas fiestas conmemoraban eventos en la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora, llevaron a los fieles a una contemplación y unión cada vez más profunda con Cristo y Su Santísima Madre. Pero tal Devoción Católica fue percibida por el Movimiento Litúrgico en general y los miembros de la Comisión Litúrgica en particular como contraria al verdadero sentido de la liturgia.
Las Cinco Llagas ilustran un manuscrito medieval
Las fiestas fueron tratadas incorrectamente como meros subproductos del llamado “devocionalismo”, como si fueran ejercicios paralitúrgicos, que durante la Edad Media se habían insertado erróneamente en la Liturgia oficial de la Iglesia. Muchos de los fieles, sin duda, eran devotos de ellas, pero las fiestas en sí mismas eran, y habían sido durante siglos, una parte aprobada de la liturgia, con su propia Misa y Propios únicos en la sección Pro aliquibus locis del Misal anterior a 1962.
La innecesaria supresión de estas fiestas, que siendo facultativas no suponían ningún impedimento para el Calendario General, es un ejemplo de “clericalismo”, la injustificada afirmación del dominio de los líderes de la Iglesia sobre los derechos de la Tradición. Era el equivalente metafórico de una manta mojada para apagar el fuego de la devoción entre los fieles.
Segundo, no tiene sentido sugerir que un origen relativamente tardío de una fiesta (la Edad Media) constituye un motivo para su supresión. A ese ritmo, muchas fiestas, tanto locales como universales, añadidas después de ese período quedarían condenadas. Sin embargo, cuando convenía a los propósitos de los reformadores, también abolieron las fiestas que se habían celebrado en los primeros siglos de la existencia de la Iglesia porque eran “demasiado antiguas” para satisfacer las expectativas modernas.
Las fiestas de la lista anterior pueden haber entrado en los calendarios oficiales en la Edad Media, pero los misterios que consagraban habían sido objeto de contemplación por parte de los fieles desde los primeros días del cristianismo. Por poner un ejemplo, la Santa Casa de Nazaret donde Nuestra Señora recibió la Anunciación y donde vivió la Sagrada Familia, fue venerada por los cristianos incluso en vida de los Apóstoles; y cuando Santa Elena visitó Tierra Santa alrededor del año 330, hizo construir una iglesia alrededor de la Casa Santa para protegerla (4).
La innecesaria supresión de estas fiestas, que siendo facultativas no suponían ningún impedimento para el Calendario General, es un ejemplo de “clericalismo”, la injustificada afirmación del dominio de los líderes de la Iglesia sobre los derechos de la Tradición. Era el equivalente metafórico de una manta mojada para apagar el fuego de la devoción entre los fieles.
Segundo, no tiene sentido sugerir que un origen relativamente tardío de una fiesta (la Edad Media) constituye un motivo para su supresión. A ese ritmo, muchas fiestas, tanto locales como universales, añadidas después de ese período quedarían condenadas. Sin embargo, cuando convenía a los propósitos de los reformadores, también abolieron las fiestas que se habían celebrado en los primeros siglos de la existencia de la Iglesia porque eran “demasiado antiguas” para satisfacer las expectativas modernas.
Las fiestas de la lista anterior pueden haber entrado en los calendarios oficiales en la Edad Media, pero los misterios que consagraban habían sido objeto de contemplación por parte de los fieles desde los primeros días del cristianismo. Por poner un ejemplo, la Santa Casa de Nazaret donde Nuestra Señora recibió la Anunciación y donde vivió la Sagrada Familia, fue venerada por los cristianos incluso en vida de los Apóstoles; y cuando Santa Elena visitó Tierra Santa alrededor del año 330, hizo construir una iglesia alrededor de la Casa Santa para protegerla (4).
Traslación de la Santa Casa de Nazaret a Loreto, celebrada en numerosos cuadros
Tercero, nunca ha sido una costumbre aceptada en la Iglesia abolir una fiesta porque su tema es similar o idéntico al de otras fiestas en el Calendario. De hecho, tales “emparejamientos” siempre habían sido una característica del Misal Romano, por ejemplo, el Jueves Santo y el Corpus Christi, el Viernes Santo y la Preciosa Sangre, el Hallazgo y la Exaltación de la Santa Cruz, dos fiestas para un Santo individual, etc. Todo formaba parte de la riqueza del Misal anterior a 1962, una forma de “recapitulación” que ayudaba a los fieles a contemplar diferentes aspectos de cada misterio.
Cuarto, no se sigue que debido a que una fiesta tiene una conexión especial con un lugar particular, ya sea Loreto o Fátima, etc., no puede participar de la universalidad de la fe y ser de valor espiritual para todos los católicos alrededor del mundo. ¿Quién pensaría en abolir la Navidad porque comenzó en Belén, o el Viernes Santo porque la Crucifixión tuvo lugar en un lugar particular, el Monte Calvario? ¿Por qué, entonces, suprimir la Traslación de la Santa Casa (10 de diciembre), que tuvo su origen en Nazaret antes de su milagroso traslado a Loreto?
Sin embargo, la Instrucción ordenó la supresión de esta fiesta por considerar que su relevancia se limitaba únicamente a un área local (tantum loco particulari), a pesar de que, en 1960, se veneraba en todos los continentes (5) y era uno de los destinos de peregrinación mariana más populares del mundo.
Además, con un Decreto del 24 de marzo de 1920 (6), el Papa Benedicto XV, inspirado por el vuelo aéreo de la Santa Casa de Nazaret a Loreto, había nombrado a la Virgen de Loreto Patrona de los aviadores y auxiliares de vuelo. Incluso alcanzó un estatus icónico en el espacio: durante la misión Apolo 9 en 1969, el astronauta estadounidense, James McDivitt, usó una medalla de Nuestra Señora de Loreto con la leyenda “Protege mi vuelo” (7).
Lo llamativo de la Instrucción de 1961 es que las reglas y los requisitos de la reforma del Calendario siguieron cambiando de esta manera y eso era para asegurar el resultado deseado por los reformadores progresistas, mientras hacía imposible que el “otro lado” anotara un punto. Mover los postes del arco se consideraría, desde cualquier punto de vista, una ventaja injusta, una forma de hacer trampa, un punto de especial relevancia para la reforma del Calendario de 1960, pues el resultado ya había sido decidido por los conspiradores de la Comisión Litúrgica de Pío XII más de una década antes.
Cuarto, no se sigue que debido a que una fiesta tiene una conexión especial con un lugar particular, ya sea Loreto o Fátima, etc., no puede participar de la universalidad de la fe y ser de valor espiritual para todos los católicos alrededor del mundo. ¿Quién pensaría en abolir la Navidad porque comenzó en Belén, o el Viernes Santo porque la Crucifixión tuvo lugar en un lugar particular, el Monte Calvario? ¿Por qué, entonces, suprimir la Traslación de la Santa Casa (10 de diciembre), que tuvo su origen en Nazaret antes de su milagroso traslado a Loreto?
Sin embargo, la Instrucción ordenó la supresión de esta fiesta por considerar que su relevancia se limitaba únicamente a un área local (tantum loco particulari), a pesar de que, en 1960, se veneraba en todos los continentes (5) y era uno de los destinos de peregrinación mariana más populares del mundo.
Además, con un Decreto del 24 de marzo de 1920 (6), el Papa Benedicto XV, inspirado por el vuelo aéreo de la Santa Casa de Nazaret a Loreto, había nombrado a la Virgen de Loreto Patrona de los aviadores y auxiliares de vuelo. Incluso alcanzó un estatus icónico en el espacio: durante la misión Apolo 9 en 1969, el astronauta estadounidense, James McDivitt, usó una medalla de Nuestra Señora de Loreto con la leyenda “Protege mi vuelo” (7).
Arco sobre ruedas
Lo llamativo de la Instrucción de 1961 es que las reglas y los requisitos de la reforma del Calendario siguieron cambiando de esta manera y eso era para asegurar el resultado deseado por los reformadores progresistas, mientras hacía imposible que el “otro lado” anotara un punto. Mover los postes del arco se consideraría, desde cualquier punto de vista, una ventaja injusta, una forma de hacer trampa, un punto de especial relevancia para la reforma del Calendario de 1960, pues el resultado ya había sido decidido por los conspiradores de la Comisión Litúrgica de Pío XII más de una década antes.
La antigua fiesta de Nuestra Señora de la Expectación, o La Señora de la O
Las deliberaciones secretas de la Comisión Litúrgica de Pío XII fueron puestas a disposición del público por primera vez por el padre Carlo Braga en 2003. En el Capítulo 3 de su Memoria sulla Riforma Liturgica, (1948, nn. 134-176), hay referencias a los planes de la Comisión para eliminar las fiestas “menores” de Nuestro Señor y Nuestra Señora, y las fiestas “de devoción” en general, especialmente las de origen más reciente.
Pero la fiesta de la Expectación de Nuestra Señora (18 de diciembre) no era menor ni reciente, se originaba en el siglo VII y se celebraba con una octava solemne (8). Su abolición desalentó la Tradición Litúrgica practicada durante mucho tiempo por los fieles, especialmente las madres embarazadas (9), para hacer una semana de preparación espiritual para la venida de Cristo en unión con los pensamientos de Nuestra Señora mientras esperaba el nacimiento de su Hijo.
En el siglo XIX, el padre Frederick Faber (1814-1863), el célebre escritor de himnos (10) y fundador del Oratorio de Londres, compuso un villancico de Adviento, que canta el gozo que sintió Nuestra Señora cuando se acercaba el momento de su parto. Le dio el título de “La expectativa de Nuestra Señora”, aunque era conocida popularmente por sus palabras de apertura: Como el amanecer de la mañana, y todavía se recuerda que se cantaba en las escuelas católicas en la asamblea matutina.
Pero tan grande fue la animosidad de los reformadores hacia esta devoción, y la fiesta que la celebra, que el himno fue eliminado del Westminster Hymnal y nunca vio la luz del día en los libros de himnos publicados después de 1960.
Los reformadores no fueron movidos por consideraciones del bien de la Iglesia, sino por el deseo de cumplir objetivos “ecuménicos”, que no eran apropiados para el culto católico. ¡Qué traición de su parte ignorar a los fieles, pisotear sus queridas tradiciones y despojarlos de su patrimonio litúrgico! El desprecio con el que lo hicieron recuerda, en el lenguaje informático moderno, el método de “arrastrar y soltar” para desechar el material no deseado en el lugar marcado como “papelera”.
Pero la fiesta de la Expectación de Nuestra Señora (18 de diciembre) no era menor ni reciente, se originaba en el siglo VII y se celebraba con una octava solemne (8). Su abolición desalentó la Tradición Litúrgica practicada durante mucho tiempo por los fieles, especialmente las madres embarazadas (9), para hacer una semana de preparación espiritual para la venida de Cristo en unión con los pensamientos de Nuestra Señora mientras esperaba el nacimiento de su Hijo.
En el siglo XIX, el padre Frederick Faber (1814-1863), el célebre escritor de himnos (10) y fundador del Oratorio de Londres, compuso un villancico de Adviento, que canta el gozo que sintió Nuestra Señora cuando se acercaba el momento de su parto. Le dio el título de “La expectativa de Nuestra Señora”, aunque era conocida popularmente por sus palabras de apertura: Como el amanecer de la mañana, y todavía se recuerda que se cantaba en las escuelas católicas en la asamblea matutina.
Pero tan grande fue la animosidad de los reformadores hacia esta devoción, y la fiesta que la celebra, que el himno fue eliminado del Westminster Hymnal y nunca vio la luz del día en los libros de himnos publicados después de 1960.
¡A la basura!
Los reformadores no fueron movidos por consideraciones del bien de la Iglesia, sino por el deseo de cumplir objetivos “ecuménicos”, que no eran apropiados para el culto católico. ¡Qué traición de su parte ignorar a los fieles, pisotear sus queridas tradiciones y despojarlos de su patrimonio litúrgico! El desprecio con el que lo hicieron recuerda, en el lenguaje informático moderno, el método de “arrastrar y soltar” para desechar el material no deseado en el lugar marcado como “papelera”.
El himno del padre Faber celebrando a Nuestra Señora de la Expectación, también eliminado de Hymnals
Continúa...
Notas:
Notas:
1) Novum Rubricarum, 25 de julio de 1960, § 305a permitió elegir una Misa de la sección Pro aliquibus locis del Misal Romano en lugar de una Misa de los Comunes.
2) De calendariis particularibus, AAS 53, 1961, § 34, p. 175. (Énfasis en el original)
3) La Octava de esta fiesta mayor ya había sido abolida en las reformas de Pío XII.
4) San Paulino, en la Carta 31 a Severo, menciona que Santa Elena hizo construir iglesias en todos los lugares que visitó en relación con los principales acontecimientos de la vida de Nuestro Señor; entre ellos incluyó específicamente el lugar de la Encarnación, que la Tradición ha identificado como la Santa Casa de Nazaret. (Ver Paulino de Nola, Epistolae, Epist. XXXI en Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum, vol. 29, p. 271)
5) Esto es evidente por la proliferación de iglesias, capillas, escuelas, colegios e institutos religiosos dedicados a la Virgen de Loreto en todo el mundo, y por la popularidad de las Letanías de Loreto entre los fieles.
6) B. Maria Virgo Lauretana Aëreonautarum Patrona Declaratur, AAS 12, 24 de marzo de 1920, p. 175.
7) La subasta de autógrafos estadounidense, RR Auctions, tiene un registro autenticado de esta medalla. El reverso muestra un avión rodeado por un texto que dice “Patroness of Aviators & Air Travellers” (Patrona de los aviadores y viajeros aéreos). La medalla va acompañada de una carta de procedencia firmada por James McDivitt que dice: “I certify that this Our Lady of Loretto [sic] medallion was flown on board Apollo 9 on her flight in March, 1969. It is from my personal collection” (Certifico que este medallón de Nuestra Señora de Loretto [sic] voló a bordo del Apolo 9 en su vuelo en marzo de 1969. Es de mi colección personal).
8) Tiene su origen en España en el X Concilio de Toledo (656) y se fue concediendo paulatinamente a otros países. La octava fue desde el 17 de diciembre con las grandes Antífonas en 'O' para el Magníficat en Vísperas hasta el 24 de diciembre.
9) Dom Guéranger afirmó: “Se cantaba una Misa Mayor a una hora muy temprana cada mañana durante la octava, en la cual todas las que estaban embarazadas, fueran ricas o pobres, consideraban un deber asistir, para honrar así la Maternidad de Nuestra Señora y suplicar Su bendición sobre ellas mismas. No es de extrañar que la Santa Sede aprobara que esta práctica piadosa se introdujera en casi todos los demás países” (The Liturgical Year, Dublin, 1870. vol. 1, p. 514)
Esta fiesta habría tenido especial relevancia en el mundo moderno para reforzar el respeto a la maternidad y al niño por nacer en el combate contra el flagelo del aborto.
Esta fiesta habría tenido especial relevancia en el mundo moderno para reforzar el respeto a la maternidad y al niño por nacer en el combate contra el flagelo del aborto.
10) Entre sus himnos más amados se encuentran: La fe de nuestros padres, Jesús el Salvador más dulce, Jesús mi Señor, mi Dios, mi todo, Oh la más pura de las criaturas, Dulce madre, Dulce doncella, y Oh, ven y llora conmigo un rato.
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