sábado, 5 de abril de 2025

EL SAGRADO CORAZON DE JESUS (25)

Que el Espíritu Santo une íntimamente nuestro corazón al Corazón de Jesús

Por Monseñor de Segur (1888)


En el misterio de la gracia, Jesucristo, Rey de la Gloria, se digna unirse interior y espiritualmente a nosotros para comunicarnos su vida divina, sus virtudes y su santidad. La gracia es un misterio todo de amor; y como el amor tiende siempre a unir, es un misterio de unión.

Jesús, que nos ama, nos une a sí, no con unión material, grosera e imperfecta, sino toda celestial, espiritual y divina; y esta unión la verifica por el Espíritu Santo y en el Espíritu Santo. Por parte de su divino Padre, nos da por pura gracia, por pura bondad, ese Espíritu adorable que es el Amor y la Unión en persona. Es muy natural que la unión junte: de manera que la primera cosa que hace en nosotros el Espíritu Santo, cuando se nos da en el Bautismo, es unirnos a Jesús, y por Jesús a Dios Padre. Esta unión de la gracia es una unión toda de amor, pues nace del amor de Dios y de Jesús; la verifica el amor mismo, que es el Espíritu Santo, y tiende soberanamente a hacernos amar con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas a Aquel que se digna amarnos tanto.

Esta unión es espiritual, interior, santificante, sobrenatural, celestial, deificante; es la vida de nuestra alma, el germen del cielo y el principio de la vida eterna.

Nuestro corazón se encuentra así unido por el Espíritu Santo, Espíritu de amor, al Sagrado Corazón de Jesús, que desea verle semejante a sí, es decir, todo celestial, todo divino. ¡Misterio de hermosura! ¡Mi corazón se ve unido al corazón de su Dios; desde este mundo se ve atraído, arraigado, fijo en el cielo en el Sagrado Corazón de Jesús, que le comunicará amorosamente la vida de la gracia, como prenda de la vida gloriosa que le prepara en el Paraíso! ¡Qué perpetuas adoraciones no debo yo a este divino Corazón que vive y palpita en el mío! ¡con qué amor no debo agradecer este tesoro de amor!

Mi corazón está unido al Corazón de Jesús como los sarmientos de la viña están unidos a la vid. Gracias a esta unión, la savia de la vid pasa a los sarmientos, les vivifica y comunica sus propiedades.

Separado de la vid, el sarmiento muere, no puede dar fruto. Unido a la vid, florece, se cubre de espeso follaje, y produce bellos y deliciosos racimos que el sol dora y hace madurar. El Corazón de Jesús es la vid, y mi pobre corazón el sarmiento. La savia del Corazón de Jesús es el Espíritu Santo, el Espíritu de gracia y de amor. Del Corazón de Jesús pasa este divino Espíritu a mi corazón, y difunde en todas las potencias de mi alma las mismas disposiciones, los mismos sentimientos que llenan el Corazón de mi divino Maestro. Me comunica su luz, su fuerza, su bondad, su humildad, su dulzura, su paciencia, su pureza, su caridad adorable, su desprendimiento, su amor al sufrimiento, su perfecta santidad. Fecundiza mi corazón; le hace producir mil odorantes flores de buenos pensamientos, de piadosos afectos, de santos deseos; le hace producir frutos abundantes, es decir, toda suerte de buenas obras, de preciosos sacrificios, que el Sol de la Iglesia, el Santísimo Sacramento del altar, dora y hace madurar maravillosamente. El misterio de la gracia es, en efecto, inseparable del misterio de la Eucaristía; la vida es inseparable del Pan de vida; el amor llama al Pan de amor. La Comunión hace madurar y consuma los frutos de gracia.

En el fondo de mi corazón debo, pues, buscar el vuestro adorable para unirme a él en el amor, ¡oh mi Salvador Jesucristo! Allí encuentro el reino de Dios, vuestro reino, y a Vos mismo, que reináis en mí en vuestro Espíritu. ¡Oh! ¡qué tesoro! Este es el tesoro de la parábola del Evangelio. Para adquirirlo, para conservarlo venderé todo cuanto poseo, y compraré el campo en que está oculto. Este campo es vuestra gracia; es vuestro dulce y santo amor.

¡Oh Corazón de Jesús! Corazón adorable y adorado, quiero permanecer en Vos todos los días de mi vida y hasta en la vida eterna, en donde me hará entrar vuestra misericordia, no obstante mi indignidad.

¡Bendito sea Jesús de mi corazón! 

¡Bendito sea el Corazón de mi Jesús!

5 DE ABRIL: SAN VICENTE FERRER


5 de Abril: San Vicente Ferrer

(🕆 1419)

El gloriosísimo y apostólico varón San Vicente Ferrer, nació en la ciudad de Valencia, de la noble familia de los Ferrer, y fue hermano de Bonifacio Ferrer, gran jurista y después Prior General de la Cartuja.

Desde su niñez juntaba el santo a otros muchachos y les decía:

- Oídme, niños, y juzgad si soy buen predicador

Y haciendo la señal de la cruz, refería algunas razones de las que había oído a los Predicadores en Valencia, imitando la voz y los movimientos de ellos tan vivamente, que dejaba admirados a los que le oían.

Llegando a la edad de dieciocho años tomó el hábito del glorioso Santo Domingo, y llegó a ser un perfecto retrato de la vida religiosa.

Hizo sus estudios en los conventos de Barcelona y Lérida, y en esta universidad le graduaron como Maestro en Teología, para dar principio a su carrera apostólica.

Era muy agraciado y de gentil disposición, y habiéndosele aficionado y queriendo traerle a mal algunas mujeres, él las ganaba para Cristo.

En el espacio de dieciocho años solo dejó de predicar quince días, y siempre fue estupendo el fruto de sus sermones, no solo en España, sino también en Francia, Inglaterra, Escocia, Irlanda, Piamonte, Lombardía y buena parte de Italia; y predicando en su lengua valenciana en estas naciones le entendían como si predicara en la lengua de aquellos países, algo que es un don raro y apostólico.

Solamente en España, convirtió más de veinticinco mil judíos y dieciocho mil moros.

Muchos pecadores convertidos y otra gente sin número le seguían de pueblo en pueblo, y eran tantos, que hubo una vez que se hallaban ochenta mil, y hacían procesiones muy devotas y solemnes, disciplinándose terriblemente y derramando mucha sangre en memoria de la Pasión del Señor y en satisfacción de sus pecados, y eran tantos los disciplinantes, que había tiendas de disciplinas como si fuera feria de azotes.

Los milagros que obró el Señor a través de San Vicente fueron tantos, que solo de los cuatro procesos que se hicieron en Aviñón, Tolosa, Nantes y Nápoles, se obtuvieron, sin los demás, ochocientos sesenta.

En España hasta los mismos reyes de Aragón salían a recibirle, lo llamó el emperador Sigismundo, rey de Inglaterra, y hasta el rey de Granada, siendo moro, y todos le miraban como hombre más divino que humano.

A la muerte de Martín de Aragón fue elegido para las Cortes de Aragón, Valencia y Cataluña, y declaró por Rey al infante de Castilla Don Juan el primero.

Finalmente, habiendo este predicador divino abierto el cielo a innumerables almas, dio su espíritu al que para tanta gloria suya le había criado.

Murió a la edad de setenta y cinco años en la ciudad de Nantes, acudiendo tanta gente a reverenciarlo, que por espacio de tres días no se pudo sepultar.



viernes, 4 de abril de 2025

¿SIGUE SIENDO FUNDAMENTAL LA FAMILIA?

Al parecer, el pensamiento público y la vida social cotidiana han tomado un rumbo equivocado. Por el bien común, deberíamos hacer lo posible por encontrar una dirección mejor.

Por James Kalb


La subsidiariedad proviene de la idea de que el orden social comienza con la familia, y de ahí procede a comunidades cada vez más amplias y, en última instancia, al mundo entero.

Este punto de vista hace de la familia la institución social fundamental. Eso significa que no es sólo un contrato privado o una cuestión de prescripción legal o social. Es algo más profundamente arraigado en la naturaleza humana: una unión duradera de hombre y mujer que es complementaria y está orientada a traer nueva vida al mundo.

La familia es una institución natural y necesaria. Ello se debe a que el hombre y la mujer se atraen mutuamente, y su unión crea bebés. Padres e hijos se sienten unidos, y los niños necesitan muchos años para crecer. Tiene que haber alguna forma de cuidar de ellos de manera cooperativa, y la familia formada por la madre, el padre y sus hijos lo proporciona de una manera que prácticamente crece por sí misma.

Resulta especialmente adecuado porque el hombre es a la vez individual y social. Necesita vínculos personales estrechos con otras personas que le proporcionen cariño y seguridad. También necesita un entorno que conozca entre personas a las que afecte y que quieran contar con él. Así aprende a actuar social y eficazmente. La familia le da todo eso y así le educa en humanidad.

La vida familiar tradicional es, pues, el marco normal para padres e hijos. Hay, por supuesto, casos excepcionales. A veces se rompe el vínculo entre padres e hijos y, por lo general, los niños crecen de alguna manera, pero corren el riesgo de sufrir daños psicológicos y sociales. Normalmente, esa situación tampoco es buena para los padres. Por lo tanto, las situaciones excepcionales -independientemente de los devotos esfuerzos que hagan algunas personas para suavizar sus efectos- no cambian la regla.

Esta visión de la familia y la sociedad parece de sentido común, y es históricamente dominante, pero la mayoría de la gente hoy en día no cree en ella. Al menos no explícitamente. Las personas educadas y con éxito son especialmente propensas a rechazarla en teoría. Aun así, suelen vivir de acuerdo con ella en la práctica: no llegan a tener éxito por ser estúpidos en sus propios asuntos.

Por el contrario, la tendencia entre estas personas es considerar al Estado como la institución social fundamental. Aquí utilizo “el Estado” en un sentido amplio para referirme a la organización formal general de la sociedad, supervisada por la autoridad pública para promover objetivos como la seguridad, la equidad, etcétera. Por lo tanto, incluiría a las empresas privadas y a las organizaciones sin ánimo de lucro en la medida en que se integren en la red reguladora y se conviertan así en organismos estatales.

Se considera racional confiar en esa estructura, porque se piensa que está supervisada, guiada y, en gran medida, prescrita por la autoridad pública de acuerdo con el interés público y la mejor experiencia. Las estructuras como la familia y las comunidades locales, culturales y religiosas no están reguladas ni supervisadas, por lo que se consideran actividades privadas en las que la gente hace lo que quiere.

La mayoría de la gente está apegada a estos últimos sistemas, por lo que se aceptan hasta cierto punto. Pero la tendencia oficial es marginarlos todo lo posible. Al fin y al cabo, en la medida en que afectan a algo, es probable que se cuelen tendencias no supervisadas y probablemente perjudiciales y discriminatorias.

Las autoridades intentan así “deconstruirlos”. Se les tolera, mientras no estén bien definidos -mientras no “pongan barreras”-, pero no se confía en ellos. Con la familia, por ejemplo, lo vemos de mil maneras. Oímos, por ejemplo, que “hemos llegado a reconocer que hay muchas formas diferentes de familia”, es decir, que la familia no debe entenderse como algo muy definido.

Pero si no es nada definido, ¿por qué alguien confiaría en ella o la consideraría una parte importante del orden social?

Por eso, por ejemplo, una ama de casa no se considera alguien responsable de aspectos básicos de una institución social fundamental, que, como tal, recibe autoridad dentro de la institución, apoyo y respeto en todas partes. Por el contrario, se la considera una “desertora social”, una “pérdida para la economía productiva” y alguien que presta servicios personales, domésticos y de cuidado de niños no remunerados, muy probablemente “por servilismo”.

Los ejemplos podrían multiplicarse, en la educación, el periodismo, la cultura, la religión, la política de bienestar, la ley antidiscriminación y todos los aspectos de la vida pública. Sea cual sea la palabrería, las voces autorizadas rechazan un papel social serio para cualquier cosa que no sea lo que he llamado el “Estado”.

Muchos católicos siguen su ejemplo: El catolicismo de la “justicia social” es el catolicismo que acepta al Estado como la institución social fundamental y ajusta los principios morales católicos en consecuencia. Así, las “cuestiones pélvicas” se convierten en asuntos privados sin interés social, y Musk y Trump irán al infierno por desfinanciar las obras corporales de misericordia, que ahora se consideran básicamente una función estatal.

Esta “nueva visión”, a pesar de su aceptación en el debate público y la política, tiene consecuencias sorprendentemente malas.

Debilita y desacredita los lazos familiares y otros vínculos tradicionales informales, de modo que todos los aspectos de la vida de las personas dependen de las posibilidades del mercado, junto con burócratas sin rostro y un complejo incomprensible de normas a menudo intrusivas.

Como resultado, se sienten inseguros, aislados, impotentes y resentidos, propensos en la vida privada a diversas adicciones y en la vida pública a la desconfianza, los odios irracionales y el pensamiento conspirativo. Se vuelven susceptibles a la manipulación y son presa fácil de demagogos y tiranos.

Vemos estas cosas a nuestro alrededor, y el ideal de la sociedad administrada contribuye a ellas.

Pero si “justicia social” significa eso, ¿cómo es la justicia social? ¿Y por qué esperar que las relaciones sociales administradas funcionen mejor que la vida económica administrada?

Al parecer, el pensamiento público y la vida social cotidiana han tomado un rumbo equivocado. Por el bien común, deberíamos hacer lo posible por encontrar una dirección mejor.

Pero, ¿cuál camino tomar?

El liberalismo, el progresismo y el libertarismo están agotados. Sean cuales sean los problemas que pretendían solucionar en un principio, se han convertido en el problema, porque se niegan por principio a reconocer las instituciones tradicionales, naturales e informales como la familia, la religión y la comunidad cultural como instituciones reales con su propio estatus y autoridad.

Entonces, ¿qué hacer?

Los conservadores dicen: “Estabilicemos lo que tenemos”. La estabilidad es buena, y esos esfuerzos merecen la pena. Pero lo que tenemos está completamente radicalizado, así que es una lucha perdida.

Otros, que podrían llamarse reconstruccionistas, quieren construir un orden que encarne los bienes del pasado, pero sin prestar especial atención a cómo se hizo entonces.

Sin embargo, ¿es eso posible? La experiencia no lo sugiere: no se puede construir un orden social.

Por eso muchos conservadores jóvenes dicen: “Insistamos en lo que tuvimos”. Es un buen grito de guerra. Pero lo que necesitamos -el reconocimiento de lo trascendente y la aceptación de los efectos omnipresentes de la naturaleza y la historia- no puede forzarse.

No se puede planificar ni imponer un futuro mejor. Joseph de Maistre, aunque a menudo considerado un reaccionario violento, resumió la cuestión: “lo que se necesita no es una revolución en sentido contrario, sino lo contrario de una revolución”. Y Cristo lo expresó al nivel más profundo posible: “El reino de Dios no viene con observación”.

Lo que se necesita es una reorientación fundamental: un mundo más impregnado de humildad y amor a lo más elevado. No hay una receta específica para llegar a ello, pero parece que el amor a la tradición tendrá que desempeñar un papel. Ayuda a la gente a recuperar los bienes perdidos mediante la reorientación de la atención y el resurgimiento de formas antiguas que otros han encontrado práctica y simbólicamente sostenibles.

Y encarna el reconocimiento de que la religión está en el centro de nuestros problemas sociales y políticos.

Ese enfoque no cambiará el mundo mañana. Los métodos antiguos decayeron no sólo por una mala forma de pensar, sino también por los cambios en la vida práctica, principalmente la industrialización y la creciente dependencia de la tecnología. No es probable que estas cosas desaparezcan.

Aun así, un giro hacia la tradición puede proporcionar un punto de enfoque concreto para los intentos de pasar de las ortodoxias actuales a algo mejor. Y puede ayudar a construir y amueblar un bote salvavidas para muchas personas. En la medida en que la vida secular siga declinando, ese bote salvavidas se verá cada vez mejor, y empezará a influir en la vida en otros lugares.

¿No es así, después de todo, como creció originalmente la Barca de Pedro?

7 ARGUMENTOS PROABORTO QUE TAMBIÉN FUNCIONAN PARA EL DIVORCIO

Tanto el aborto como el divorcio son contrarios a la ley de vida y el amor establecida por Cristo, y sus justificaciones son inquietantemente similares.

Por Leila Miller


Cuando comencé a escribir sobre el tema del divorcio hace unos años, y específicamente sobre sus efectos traumáticos en los niños, me di cuenta de algo que no esperaba: los argumentos a favor del divorcio son los mismos que los argumentos a favor del aborto.

Ahora bien, no estoy equiparando la destrucción y muerte de un bebé (aborto) con la destrucción y muerte de una familia (divorcio), pero ambos son males morales que trastocan los cimientos más básicos de la sociedad humana, creados por Dios en el Jardín del Edén: la vida y el matrimonio. Tanto el aborto como el divorcio son contrarios a la ley de vida y el amor establecida por Cristo, y sus justificaciones son inquietantemente similares.

1. Casos difíciles. Siempre que se presentan argumentos contra el aborto o el divorcio, se apela inmediatamente a los “casos difíciles”. En el caso del aborto, la respuesta reflexiva es: “¿Qué pasa con la violación, el incesto o la vida de la madre?”. La contraparte para el divorcio es: “¿Qué pasa con el abuso?”. La Iglesia, y la razón por sí sola, ofrecen excelentes respuestas; sin embargo, quienes plantean la pregunta generalmente intentan silenciar el debate sobre estos temas para promover el statu quo.

2. Libertad. Una vez escuché a una abortista explicar que sentía que les estaba “devolviendo la libertad” a las mujeres al matar a sus hijos no nacidos. “Les devuelvo la vida” -dijo sin ironía. El divorcio también se presenta como “libertad” para el cónyuge que sufre, quien también se describe como “la recuperación de su vida”.

3. Una experiencia única. Abortar a tu propio hijo es naturalmente repulsivo, pero puede hacerse más llevadero si se presenta como “algo único”. El aborto es duro, según la teoría, “pero una vez superado, estarás bien. Simplemente supéralo y saldrás del otro lado, aliviada y feliz. El dolor será un recuerdo lejano y no habrá efectos adversos a largo plazo”. El mismo argumento engañoso se utiliza para el divorcio.

4. Seguir adelante, volver a intentarlo, segundas oportunidades. Ya lo has oído: “este bebé no estaba destinado a ser. Este bebé tenía demasiados problemas. Este bebé llegó en el momento equivocado. Eras demasiado joven, inmadura, estabas mal informada, enferma, pobre o ignorante cuando comenzó este embarazo, y, por desgracia, tiene que terminar. ¡Pero hay una próxima vez! Puedes seguir adelante, volver a intentarlo, tener una segunda oportunidad cuando seas mayor, madura, sabia, sana, estable o con más conocimiento”. Lo mismo con este matrimonio: “termina este que tiene tantos problemas. Sigue adelante e inténtalo de nuevo con esa próxima oportunidad para que todo salga bien”.

5. Mereces ser feliz. Dios no querría que sufrieras. Cuando un embarazo no es deseado o un matrimonio es miserable, el sufrimiento es intenso. La perspectiva de muchos años oscuros por delante parece una cruz demasiado difícil de soportar, especialmente en una cultura donde el sufrimiento debe evitarse a toda costa. “Está bien abortar (o divorciarse) porque mereces ser feliz. Dios no querría que sufrieras”. La tentación de despojarnos de nuestras cruces y buscar la felicidad temporal en lugar de la santidad es una trampa tan antigua como el primer susurro de la serpiente a Eva.

6. Todos estarán mejor. “El aborto será lo mejor para ti -dicen- mejor para tu pareja, tus padres, los hijos que ya tienes, e incluso mejor para el bebé fallecido” (¡ahorrándole a ese niño una vida de sufrimiento y angustia!). “El divorcio -nos dicen- también es lo mejor para ti, tu familia y amigos, y especialmente para los niños. Los hijos de hogares desestructurados están mucho mejor y les va de maravilla”, a pesar de la evidencia empírica y las ciencias sociales que demuestran lo contrario.

7. De todas formas, no es un bebé (ni un matrimonio válido). Así como quienes promueven el aborto suelen afirmar que el bebé no es realmente un bebé, los católicos que justifican el divorcio suelen afirmar que el matrimonio no es realmente un matrimonio. “No es un bebé”. “No es un matrimonio válido”. Psicológicamente, estas palabras allanan el camino (y la conciencia) para que el aborto o el divorcio sigan adelante. Después de todo, ¿cuál es el problema moral si no se destruye nada real ni valioso?

¿Por qué es importante entender que los argumentos a favor del aborto y del divorcio son esencialmente idénticos? Porque los católicos —y en realidad todos los demás— necesitan una llamada de atención. Suelo decir que los católicos están en contra del divorcio en teoría, pero no en la práctica, y eso es inaceptable. Debemos comprometernos plenamente con la ley moral de Dios y luchar por la verdad en todo momento. Espero que cuando nos encontremos, o que otros usen estos argumentos seductores y peligrosos para justificar el divorcio, nos demos cuenta, tomemos nota de la mentira y cambiemos de rumbo. De hecho, busquemos nuevas frases y palabras para contrarrestar las falsas narrativas mencionadas.

Porque, al fin y al cabo, no podemos afirmar que los “casos difíciles” justifiquen matar a un bebé o arruinar un matrimonio. No podemos pretender que la “libertad” personal prevalezca sobre el servicio y el deber. No podemos engañarnos pensando que el pecado grave es algo que se hace una sola vez, sin consecuencias ni efectos temporales. No podemos despreciar la primera oportunidad de Dios porque creemos que la “segunda oportunidad” será más de nuestro agrado. No podemos afirmar que nos deshacemos de nuestras cruces porque Cristo no podría estar pidiéndonos que lo sigamos en el sufrimiento. No podemos engañarnos pensando que nuestros actos no dejarán generaciones de personas destrozadas a su paso. Y no podemos negar con indiferencia la humanidad biológica de los no nacidos, ni podemos rechazar nuestra obligación católica de presuponer la validez de todo matrimonio.

Debemos oponernos a la muerte del matrimonio con la misma firmeza con la que nos oponemos a la muerte de los no nacidos. Que nuestras palabras sean de ayuda, sanación y verdad, ya sea que nos encontremos con una mujer que esté considerando un aborto o con una pareja que esté considerando el divorcio. La Iglesia es nuestra madre y puede guiarnos con gracia en nuestras difíciles dificultades. Los cristianos somos receptores y heraldos de la redención, no excusas para la destrucción.

LA EXTREMAUNCIÓN DEVALUADA COMO UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

Como siempre, en la reforma litúrgica, el aspecto del “regreso a las fuentes” de los ritos se combinó con la devaluación de su significado. 

Por al Abad Claude Barthe


La profunda transformación del significado del Sacramento de la Extremaunción, extrema unctio en el ritual tridentino, que pasó a ser el Sacramento de la Unción de los Enfermos, unctio infirmorum en el novus ordo de 1972, debido a la reforma litúrgica del Vaticano II, no provocó grandes discusiones ni polémicas. Por otra parte, ha interesado mucho a los historiadores/sociólogos, o al menos a dos de ellos: François-André Isambert [1] , que habló de la “muerte de la extremaunción”, y Guillaume Cuchet [2]. Este último señaló: “Entre los siete Sacramentos católicos, la Extremaunción es un Sacramento 'pequeño' debido a su lugar en la teología sacramental y la enseñanza de los seminarios, donde generalmente aparecía como apéndice del curso sobre la Penitencia. […] Es sin duda el que, con el Vaticano II, ha experimentado la reforma más radical: ha cambiado su 'nombre', su 'materia', su 'forma', su 'sujeto' (para usar el vocabulario técnico de la teología sacramental), pero también su lugar en la serie de 'últimos Sacramentos' y, finalmente, en gran medida, su significado. Puede decirse que fue reinventado adecuadamente por la reforma conciliar sin que (hecho que vale la pena destacar) esta reinvención diera lugar a controversias comparables a las generadas por la reforma de la Misa, de la Comunión solemne, o incluso del Bautismo y el Matrimonio, que ya eran menos controvertidas” [3].

Extremaunción

Los manuales de teología tradicional y los catecismos explicaban que este Sacramento es “la última unción realizada al enfermo en peligro y en los últimos momentos de su vida”, que “borra los últimos restos del pecado perdonado por la penitencia” [4].

Este Sacramento está vinculado al pasaje de la Epístola de Santiago 5, 14-15: “¿Está enfermo alguno de vosotros? Que llame a los presbíteros de la Iglesia, y que oren por él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo restaurará, y si ha cometido pecados, le serán perdonados”. Texto que el Concilio de Trento comentó diciendo que el efecto del sacramento “es, por lo tanto, la gracia del Espíritu Santo, cuya unción borra los pecados si aún quedan por expiar, y también los restos del pecado; Alivia el alma del enfermo y la fortalece, suscitando en él una gran confianza en la misericordia divina. Por ella, el enfermo, aliviado, soporta más fácilmente los sufrimientos y dolores de la enfermedad, resiste más fácilmente a las tentaciones traicioneras del demonio que quiere morderle el talón, y a veces, si conviene a la salvación del alma, incluso recobra la salud del cuerpo” ( Dz 1696).

Se trata en principio de un Sacramento “de vivos”, en el sentido de que debe recibirse en estado de gracia y ser precedido, cuando es posible, por la confesión. Se pretende pues borrar las penas debidas a los pecados ya perdonados, o incluso a los mismos pecados mortales cuando el moribundo ya no tiene fuerza para confesarlos pero está animado por una contrición al menos imperfecta. Los predicadores y catequistas insistían también en que las familias y el entorno de los enfermos debían llamar al sacerdote con suficiente antelación, sin esperar a que perdieran el conocimiento al final.


La materia del Sacramento Tradicional es una serie de unciones realizadas con aceite de oliva bendecido por el obispo (si es necesario por el sacerdote), llamado Oleo de los Enfermos, uno de los tres Santos Oleos bendecidos el Jueves Santo (Santo Crisma, Oleo de los Catecúmenos y Oleo de los Enfermos). 

La forma, en la Iglesia latina, es la oración que el sacerdote hace al aplicar las unciones: “Por esta Santa Unción, que el Señor, en su gran bondad, te perdone todo el mal que has cometido a través de la vista [oído, olfato, gusto, habla, tacto, andar]. Amén”.

El sujeto del Sacramento es todo bautizado adulto, normalmente en estado de gracia, que se encuentra gravemente enfermo hasta el punto de parecer haber llegado al final de su vida, por lo que este Sacramento “es llamado también Sacramento de los Moribundos, Sacramentum Exeutium”, dice el Concilio de Trento ( Dz 1698).

El Concilio de Trento especificó que el Sacramento se aplicaba præsertim, especialmente a los moribundos. La doctrina teológica concluía que la enfermedad debía ser, en cualquier caso, muy grave hasta el punto de poner en peligro la vida, lo cual fue sancionado por el Código de Derecho Canónico de 1917 en su canon 940 § 1: “La Extremaunción solo puede administrarse a los fieles que, después de haber tenido uso de razón, se encuentran en peligro de muerte por enfermedad o vejez”. Lo cual explicaba que la Extremaunción no podía repetirse durante la misma enfermedad (§ 2). En caso de duda, debía administrarse condicionalmente (canon 941).

El ritual romano preveía que se administrara en orden el Sacramento de la Confesión, el de la Comunión con la fórmula del viático (“Recibe, hermano - hermana -, el viático del Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, que te guarda del mal enemigo y te conduce a la vida eterna. Amén”), y finalmente el Sacramento de la Extremaunción. Después de lo cual, la magnífica ceremonia de la recomendación del alma podría comenzar: “Deja este mundo, alma cristiana; en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que te creó; en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que sufrió por ti; en el nombre del Espíritu Santo que se ha entregado a ti; en el nombre de los Ángeles y Arcángeles; etc.” Y luego: “Te encomiendo a Dios Todopoderoso, mi querido hermano, y te pongo en las manos de Aquel de quien eres criatura, para que cuando hayas sufrido la sentencia de muerte pronunciada contra todos los hombres, puedas regresar a tu Creador que te formó de la tierra. Así pues, cuando tu alma parta de este mundo, que los gloriosos coros de ángeles vengan a tu encuentro”. Y de nuevo: “Recibe, Señor, a tu siervo —tu sierva— en el lugar de salvación que espera de tu misericordia. Amén”.

La reforma conciliar

Una tesis del abad Antoine Chavasse, defendida en 1938, cuyo primer volumen se publicó en 1942 (el segundo, que contiene las notas, no se publicó), Étude sur l’onction des infirmes dans l’Église latine du IIIe au XIe siècle: Du IIIe siècle à la réforme carolingienne (Estudio sobre la unción de los enfermos en la Iglesia latina del siglo III al XI : Del siglo III a la reforma carolingia) [5], explicaba sabiamente que fue en la época carolingia cuando el Sacramento, de rito de curación de los enfermos que era ante todo, como atestiguan las oraciones conservadas en el ritual tridentino [6], se convirtió en un sustituto o un complemento de la penitencia aplicada a los moribundos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en aquella época cualquier enfermedad grave podía fácilmente resultar mortal.

Bernard Botte

Una de las intervenciones importantes para incidir en el sentido de este Sacramento a modo de retorno a las fuentes a partir de las tesis de Antoine Chavasse fue la del benedictino belga Bernard Botte, una de las grandes figuras del Movimiento Litúrgico, en un artículo en La Maison-Dieu sobre “La Unción de los Enfermos” [7]. Pidió que se abandone el nombre de “Extremaunción” en favor de “Unción de los Enfermos”, que se confiera a los enfermos y no a los moribundos, citando el ejemplo de las Iglesias orientales. Pidió cambiar el orden en que se administran los Sacramentos: Confesión, Unción de los Enfermos y Comunión, en forma de viático si se consideraba que sería el último. El viático es, según él, el verdadero Sacramento del camino hacia la eternidad.

La constitución conciliar sobre la liturgia, Sacrosanctum Concilium, promulgada en 1963, en sus núms. 73-75, consagró la inflexión pedida por Bernard Botte. Indicó que el término “Unción de los Enfermos” era preferible al de “Extremaunción”, que el Sacramento no era sólo el de los que habían llegado al final de su vida sino que se refería a los fieles “que comienzan, incipit, a estar en peligro de muerte”; que la Unción se colocaba ahora entre la confesión y la recepción del viático.

El Ordo Sacram Unctionis Infirmorum “Sobre el Sacramento de la Unción de los Enfermos” fue promulgado el 7 de diciembre de 1972. En cuanto a los sujetos del Sacramento, Pablo VI, en la constitución apostólica de promulgación, especificó, refiriéndose al Sacrosanctum Concilium, que se trataba de “personas peligrosamente enfermas”. El ritual mismo modificó, según las indicaciones del concilio, el orden de los Sacramentos administrados, el viático, cuando se administra, después de la Unción.

Además, Pablo VI decidió modificar la materia y la forma del Sacramento:
● La materia fue modificada con el tiempo por el hecho de que se podía bendecir un aceite vegetal distinto del de oliva (normalmente bendecido por el sacerdote antes de aplicarlo). Lo mismo podía decirse de los demás óleos sagrados, en particular del santo crisma, material de la confirmación, que no podía ser aceite de oliva. La razón aducida fue que, en algunas regiones o a veces, el aceite de oliva era difícil de encontrar. Esto contradecía una costumbre inmemorial y las razones expuestas en la Suma Teológica, IIIa q 72, a 2, ad 3, sobre el santo crisma de la confirmación: “Las propiedades del aceite con el que se designa al Espíritu Santo se encuentran más en el aceite de oliva que en cualquier otro; así, la aceituna, siempre con hojas verdes, simboliza mejor el vigor y la misericordia del Espíritu Santo. Este aceite se llama propiamente óleum [de olivo] y se usa principalmente dondequiera que se pueda obtener. Cualquier otro líquido se llama aceite solo por analogía; generalmente solo se usa para reemplazar al aceite de oliva en países donde no está disponible. Por eso es el único aceite usado para este propósito y en los demás sacramentos”. Además, solo se realizaban unciones en la cabeza y las manos, lo que eliminaba el simbolismo de recordar los pecados cometidos por los sentidos y la actividad corporal.

● La forma se volvió única, a pesar de haber dos unciones: “Por esta santa unción, que el Señor, en su gran bondad, te consuele con la gracia del Espíritu Santo. Amén. Así, habiéndote librado de todos tus pecados, te salve y te levante. Amén”. En lugar de: “Por esta santa unción, que el Señor, en su gran bondad, te perdone todo el mal que has cometido a través de la vista [oído, olfato, gusto, habla, tacto, andar]. Amén”. El motivo del cambio fue una mejor adecuación a las palabras de Santiago. La modificación esencial es que se solicita (más bien se anota: habiéndote liberado) que el sujeto sea liberado (liberatum) del pecado en lugar de ser absuelto (indulgencia o indulgeo, remitir los pecados en latín cristiano), sin duda para marcar mejor la diferencia con la Penitencia, pero con este cambio de la ofensa del pecado a Dios a la alienación de la libertad humana por el pecado.
En cuanto a las oraciones de recomendación del alma, si bien en algunos casos se inspiraban en las oraciones tradicionales, ya no contenían las alusiones al diablo y al infierno“Que no sepas nada del horror de la oscuridad, del crepitar de las llamas, de la atrocidad de la tortura. ¡Que el vil Satanás y su escolta huyan ante ti! Al acercarte en compañía de ángeles, que el miedo lo invada y desaparezca en el terrible abismo de la noche eterna. Que Dios se levante y sus enemigos se dispersen; que los que lo odian huyan de su presencia. Como el humo se disipa, así ellos se disipan; como la cera se derrite ante el fuego, que los pecadores perezcan ante el rostro de Dios, y que los justos festejen y se regocijen en la presencia de Dios. Que el desorden y la vergüenza arrasen con todas las legiones del infierno, y que los siervos de Satanás no tengan la audacia de bloquear tu camino”.

Satanás, señala Guillaume Cuchet, es “el gran reprimido de la reforma conciliar”, desaparecido del Bautismo con los Exorcismos, “como si el diablo, al mismo tiempo que le retiraban discretamente su reino (el infierno), hubiera sido así víctima de una operación de desmitologización progresiva que no decía su nombre” [8].

Una “celebración comunitaria” para personas mayores


Pastoralmente, la Unción individual de los Enfermos, al estilo antiguo, se ha vuelto poco común, ya sea porque las familias ya no llaman al sacerdote a la cabecera del moribundo o porque el mismo sacerdote se niega a administrar el Sacramento a personas en coma.

Pero es sobre todo la multiplicación de las “ceremonias comunitarias” de Unción de los Enfermos, en los lugares de peregrinación, en Lourdes sobre todo, a veces anualmente en las parroquias, en las casas de ancianos, lo que ha marcado la desaparición de lo que representaba en el pasado la extremaunción. La Unción de los Enfermos se ha convertido en una fiesta para los ancianos. De ser un rito que acompañaba a los moribundos para ayudarlos a salvarse, el Sacramento se ha convertido en gran medida en un medio de consuelo espiritual.

Como siempre, en la reforma litúrgica, el aspecto del “regreso a las fuentes” de los ritos se combinó con la devaluación de su significado. Porque la transformación de este Sacramento ha acompañado una desdramatización general de la muerte, medicalizada, localizada en el hospital. “El nuevo ritual de la Unción de los Enfermos se inscribe en el movimiento que tiende a desritualizar, incluso a desacralizar la muerte como cambio esencial, escribe François-André Isambert [9]. La muerte  se ha convertido en un tabú en las sociedades occidentales. Podríamos decir, citando por última vez a Guillaume Cuchet, que la minimización de la muerte cristiana y el silencio sobre sus últimos fines son la versión católica de este nuevo tabú, pues la Iglesia ha roto con su antiguo discurso sobre la muerte porque sus contemporáneos ya no lo soportaban, o porque hacía tiempo que había dejado de tener sentido para ellos” [10].

¿No fue, sin embargo, una última caridad la que se hizo al moribundo al oír pronunciar estas palabras de recomendación de su alma: “Deja este mundo, alma cristiana; en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que te creó; en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que sufrió por ti; en el nombre del Espíritu Santo que se te ha dado”?

Abad Claude Barthe

Notas:

[1] François-André Isambert, “Les transformations du rituel catholique des mourants”, dans Archives de sciences sociales des religions, dossier 'La sociologie de la mort” (Transformaciones del ritual católico de los moribundos, en Archivos de ciencias sociales de las religiones, expediente 'La sociología de la muerte'), vol. 39, 1975, págs. 89-100.

[2] Guillaume Cuchet, De l’’extrême-onction’ au ‘sacrement des malades: fin de vie, réforme liturgique conciliaire et transformations rituelles dans la seconde moitié du XXe siècle (De la “extremaunción” al “sacramento de los enfermos”: fin de la vida, reforma litúrgica conciliar y transformaciones rituales en la segunda mitad del siglo XX) , Revue d'histoire de l'Église de France, enero-junio de 2020, pp. 117-139.

[3] De l’’extrême-onction’ au ‘sacrement des malades’  (De la ‘extremaunción’ al ‘sacramento de los enfermos’), loc. cit., pág. 118.

[4] Auguste-Alexis Goupil, Les Sacrements (Los Sacramentos), Librairie Goupil, t. 3, 1937, pág. 78.

[5]  Librairie du Sacré-Cœur (Librería Sagrado Corazón), Lyon.

[6] Traducidos en el Rituale parvum ad usum diœcesium gallicæ linguæ (Tours, 1956), tuvieron y tienen la inmensa ventaja pastoral de hacer comprender a los enfermos graves que la extremaunción es lo opuesto a la condena a muerte.

[7] Octubre de 1948, págs. 91-107.

[8] De l’’extrême-onction’ au ‘sacrement des malades’ (De la ‘extremaunción’ al ‘sacramento de los enfermos’), loc. cit., pág. 132.

[9] Les transformations du rituel catholique des mourants (Las transformaciones del ritual católico de los moribundos), loc. cit. , pag. 100.

[10] De l’’extrême-onction’ au ‘sacrement des malades’ (De la ‘extremaunción’ al ‘sacramento de los enfermos’), loc. cit., pág. 138.


4 DE ABRIL: SAN ISIDORO, ARZOBISPO DE SEVILLA, DOCTOR


4 de Abril: San Isidoro, Arzobispo de Sevilla y Doctor

(✞ 636)

El esclarecido doctor de la Iglesia de Cristo San Isidoro, fue de muy ilustre linaje, hizo de Severiano, capitán de la milicia de Cartagena, y hermano menor de San Leandro, de San Fulgencio y de Santa Florentina.

Se dice de él que cuando estaba decidiendo dejar los estudios, desconfiado de su aprovechamiento, se llegó hasta un pozo y vio que en el brocal había surco que con el uso habían hecho las sogas, y dijo para sí:

- Puede la soga cavar la piedra; y ¿No podrá el continuo estudio imprimir en mí la ciencia?

Y con esto se entregó muy de veras al estudio, y fue en las ciencias y las lenguas tan consumado, que no hubo en su tiempo quien le igualase.

Estando sus santos hermanos desterrados por Leovigildo, se opuso a los herejes arrianos con tanto fervor y elocuencia que no pudiendo resistirle, trataron de matarle.

A la muerte de San Leandro, le nombraron por aclamación universal, sucesor de su hermano en la iglesia de Sevilla, y arrebatándole el pueblo, con grandes aplausos le sentaron por la fuerza en la Silla Episcopal, donde luego comenzó a resplandecer como sol y alumbrar al mundo.

Lo llamó el Pontífice San Gregorio Magno, otro Salomón y le envió el palio con la jurisdicción vicaria de la Santa Sede en toda la Iglesia de España.

Escribió Regla para los monjes, ablandando el rigor de la antigua, hizo Misal y Breviario que por su nombre se llamó Gótico Isidoriano, y por haberlo usado los cristianos que vivían entre los moros se llamó Mozárabe.

Presidió el cuarto Concilio Toledano y en el segundo Hispalense, y fue muy venerado de los reyes y prelados, y considerado universalmente como oráculo de la cristiandad.

Él solo nos conservó en sus libros numerosísimos, muchos tesoros de la antigua sabiduría, y edificó en Sevilla algunos colegios, donde se criase en virtud y letras la juventud más escogida de toda España; y de su escuela salieron varones muy insignes, y entre ellos San Ildefonso y San Braulio.

Finalmente, después de haber gobernado santísimamente su Iglesia Por espacio de cuarenta años, tomó seis meses para entregarse completamente a la oración y prepararse para la muerte; y al cabo se hizo llevar a la Iglesia de San Vicente, y cubiertas sus carnes con cilicios y ceniza, entregó su alma purísima a Dios, que para tanto bien le había criado.


jueves, 3 de abril de 2025

AQUÍ UN PSEUDO BLOGUERO EN UN PSEUDO MEDIO

¿Así que en la información religiosa existen los medios y los pseudo medios? Caramba, caramba¿Y quiénes reparten el carnet? 

Por el padre Jorge González Guadalix


Si es que no falla y mira que nos cuesta darnos cuenta. Años y años llevamos aguantando a los autoproclamados “poseedores de la verdad conciliar”, los intérpretes infalibles del más puro “espíritu del Vaticano II” sin que se pueda llevarles la contraria en lo que sostienen doctrinalmente, o ponerles ante sus ojos las flagrantes contradicciones de sus vidas. Ya saben: ‘vivan los pobres’ y vivir como señores, ‘viva la Iglesia humilde, sencilla y en salida’, pero nosotros nos situamos en los lugares de decisión y manipulación del resto. Es que es así.

El argumento es viejo de pura repetición: que quiénes somos nosotros para llevarles la contraria y que no hay que juzgar a los demás. Añadimos a esto ese grito de libertad que pide acabar con las normas -especialmente si no les convienen-, y ese otro mantra de no discriminar a nadie por raza, religión, nacionalidad o preferencias sexuales. Genial. Hasta que les aplicas su propia medicina.

Estos días lo de la resignificación del Valle de los Caídos está trayendo cola. Desde la libertad de los hijos de Dios, esa que tantas veces se ha arrojado a la cara de los que califican de intolerantes, hay católicos que no están de acuerdo con lo que se está haciendo y que, aprendiendo de las más viejas tácticas de la izquierda eclesial, miren por dónde, han decidido protestar, y aprendiendo de aquellos cuatro que se manifestaban contra la vivienda de Rouco o que clamaban por una mayor presencia de la mujer gritando a las puertas de cualquier catedral, cuatro manifestantes y siempre algún medio de información dispuesto a cacarearlo, han pensado que si unos lo hacen y sus medios de información lo legitiman, aprueban y difunden, por qué no hacer lo mismo.

Total que han querido convocar lo que les ha dado la gana y donde les ha apetecido, para protestar por algo con lo que no están de acuerdo: la resignificación del Valle de los Caídos. ¿Dónde? A la puerta de la conferencia episcopal. ¿Cuándo? Pues cuando estén los obispos, evidentemente. ¿Y tendrán el apoyo de algún medio de información eclesial? Pues claro, como los otros. ¿O es que lo de manifestarse por una cuestión eclesial y con apoyo mediático es privilegio exclusivo solo de unos pocos? ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Intolerable para los nuevos gurús de hoy. Se acabaron la libertad, el respeto y el no juzgar, porque para algún medio especialmente defensor de manifestaciones, reivindicaciones y movidas eclesiales siempre y cuando sean rabiosamente progresistas, el que unos católicos decidan manifestarse reivindicando que el Valle no se toque, lo que es en realidad es “un escrache convocado por ultras” y “alentado por medios de ultraderecha y pseudomedios eclesiales”.

Cojona, que diría mi abuela. Así que en la información religiosa existen los medios y los pseudo medios. Caramba, caramba. ¿Y quiénes reparten el carnet? Porque si en Religión Digital afirman que hay medios y pseudo medios, quiero deducir que ellos son “el medio” y los que están apoyando lo del Valle, sería “el pseudomedio”. Servidor, las cosas claras, en esta división, yo creo que ando más bien por bloguero en pseudomedio o pseudobloguero, o semi bloguero, o bloguero iuxta modum o bloguero ma non troppo. Vaya usted a saber.

Acabo este pseudo post con unos datos que pueden resultar interesantes sobre lectores de medios y pseudomedios de información eclesial.

Julio - diciembre de 2024. Media de visitas mensuales:

Infocatólica: 1.250.000

Religión en Libertad: 1.150.000

Infovaticana: 1.140.000

Religión Digital: 520.000

Los pseudomedios estamos que nos salimos.

Feliz mañana.

¿PUEDO ASISTIR A MATRIMONIOS NO CATÓLICOS?

Publicamos una consulta de un lector católico preguntando si es correcto asistir a un matrimonio no católico.



Consulta:

¡Salve María!

El padre Mike Schmitz, de Ascension Presents, publicó un video en el que explica a los católicos que está bien asistir a bodas no católicas. Esta es la misma lección que escuché en Santa Ana en San Diego hace unos meses.

Tengo curiosidad por saber si Tradition in Action escribiría un artículo sobre este tema. 

Me gustaría saber si existe alguna enseñanza oficial de la Iglesia que respalde las palabras de estos sacerdotes modernistas. También dicen que uno puede recibir una dispensa si su obispo la solicita, pero ¿sería válida dicha dispensa? ¿Asumiría un obispo moderno que eres un idiota por siquiera preguntar? ¿Estaría bien que un obispo de la FSSPX preguntara? No planeo asistir a ninguna, pero agradecería alguna evidencia sólida por si surgen preguntas.

     In Jesu et Maria,

     NB
______________________


Estimado NB:

Usted solicitó la doctrina católica que respalda la prohibición de asistir a ceremonias matrimoniales no católicas o mixtas. En respuesta a su solicitud, podemos proporcionar el texto de dos cánones del Código de Derecho Canónico de 1917, que tratan sobre la asistencia a ceremonias no católicas y establecen lo siguiente:

Canon 2316

Quien, de cualquier manera, voluntaria y conscientemente, ayude a la promulgación de la herejía, o comulgue en cosas divinas con herejes contrariamente a lo prescrito por el Canon 1258, es sospechoso de herejía. “Comulgar en cosas divinas” incluye asistir a sus ceremonias. Asimismo, con respecto a los matrimonios mixtos, la postura de la Iglesia se expresa debidamente en el siguiente texto: Canon 2319 § 1. Los católicos que:
1. Contraigan matrimonio en presencia de un ministro no católico contra lo prescrito por el canon 1063, § 1

2. Contraigan matrimonio con el acuerdo explícito o implícito de que todos o cualquiera de los hijos serán educados fuera de la Iglesia Católica;

3. Presuman a sabiendas de ofrecer a sus hijos a ministros no católicos para el bautismo;

4. Siendo padres o haciendo el lugar de padres, entreguen conscientemente sus hijos a una educación o formación no católica.
§ 2. Los mencionados en el § 1, nn. 2-4, también son sospechosos de herejía.

Estos cánones reflejan bien el dogma perenne de que fuera de la Iglesia Católica no hay salvación. Ahora bien, el Vaticano II, en su Declaración Unitatis redintegratio sobre el “ecumenismo”, suavizó todas las condenas del protestantismo y los cismáticos. En consecuencia, el Nuevo Código de Derecho Canónico de 1983 también abolió esos castigos.

Hoy sabemos que el Vaticano II marcó un hito en la usurpación de la Iglesia Católica por parte del modernismo. Sabemos que el objetivo de dicha usurpación es destruir la fe y la moral católicas.

Los sacerdotes que usted citó se preocupan por mantener una buena reputación en la Iglesia Conciliar y, por lo tanto, se preocupan más por sus carreras que por la fe y la moral católicas. Por lo tanto, recomiendan a la gente que asista a esos matrimonios no católicos o mixtos.

Nosotros, laicos católicos contrarrevolucionarios, nos preocupamos por mantener una fe y una moral puras y por destruir el modernismo en la Iglesia. Por consiguiente, aconsejamos a quienes, como usted, comparten nuestra opinión y nos piden nuestra opinión sobre la participación en matrimonios no católicos o mixtos, que sean fieles a la doctrina perenne de la Iglesia Católica enseñada durante casi dos milenios y rechacen los cambios modernistas.


LA INNOVACIÓN DEL “DIRECTOR VOCACIONAL”

Nótese que el “director de vocaciones” modernista enseña a los jóvenes de hoy lo contrario que los Padres del Desierto, es decir, que el celibato es una responsabilidad y la ordenación es una ventaja

Por el padre David Nix


Fui a un seminario convencional que se autoproclamaba conservador pero no tradicional. Allí teníamos a un monseñor de Sudamérica que nos enseñaba derecho canónico y que, hay que reconocerlo, era bastante tradicional. Un día nos contó en clase que en Perú no había directores de vocaciones. Monseñor nos explicó que los buenos sacerdotes inspiraban espiritualmente a los jóvenes para que se hicieran sacerdotes. Si un párroco perezoso no conseguía vocaciones en su parroquia, lo enviaban al interior. Me gustó este plan, pero incluso en el seminario reconocí que esto sonaba a lo contrario de Norteamérica, es decir, donde los buenos sacerdotes son enviados al interior.

En cualquier caso, nuestro profesor de derecho canónico en el seminario insinuó que la noción de un “director de vocaciones” era una idea nueva y fallida. Básicamente, el “director de vocaciones” se inventó en los últimos años en los países occidentales para tapar la hemorragia de la necesidad sacramental de las parroquias sin sacerdotes. Ciertamente, parece coincidir con el hecho de que nunca he visto la palabra “director vocacional” en los libros de la vieja escuela que leo, desde los tiempos de los Padres del Desierto hasta los primeros franciscanos, pasando por San Alfonso y el comienzo de los Redentoristas.

El año pasado en Boston (la ciudad de mi alma) vi este cartel para reclutar jóvenes en los franciscanos. ¿Te imaginas que el Padre Pío viera este cartel y se apuntara?


Hace unos 22 años, cuando era misionero de FOCUS en el Sur, vi el cartel de arriba en una diócesis de Alabama.  (Es una foto granulada porque es la única similar que he podido encontrar en Internet). En cualquier caso, es obvio que trata de hacer que el sacerdocio (y la sotana) luzcan atractivos.  A diferencia de la foto de Boston, aprecio este intento de atraer al sacerdocio a hombres normales y ortodoxos que rezan el Rosario... pero ¿funciona eso?

Tenemos que remontarnos en la historia para ver la relación entre el celibato y el sacerdocio. No, no voy a entrar en el hecho de que los Ritos Orientales permiten sacerdotes casados. Creo firmemente en los orígenes apostólicos del celibato sacerdotal.  San Pedro (mucho después de estar casado) le dijo a Cristo: “Mira, lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Por lo tanto, no voy a entrar en ese trillado debate. Soy plenamente occidental y plenamente romano en mis convicciones al respecto.

Más bien quiero señalar que para los Padres del Desierto, el celibato era la ventaja y el sacerdocio la desventaja.  Permítanme repetirlo: El celibato es la ventaja y el sacerdocio la desventaja. Lo que esto significa es que los primeros cristianos tuvieron experiencias tan profundas de oración y unión con Cristo, que muchos hombres y mujeres querían huir al desierto para orar, ayunar y velar por la Iglesia en crecimiento el resto de sus vidas. Amaban el celibato como un aspecto importante para seguir a Cristo más de cerca.

En el caso de los Padres del Desierto, muchos de ellos fueron llevados pataleando y gritando a las ciudades para ser ordenados, ¡casi contra su voluntad! ¿Por qué un célibe no querría ordenarse? Porque un monje del desierto veía la continencia como la clave para salvar su propia alma, mientras que las Ordenes Sagradas reducían sus posibilidades de salvación. Sí, has leído bien. Los primeros cristianos pensaban que ya era bastante difícil salvar un alma en el desierto (la suya propia). Por lo tanto, ser llevado a una ciudad y ordenado sacerdote significaba que tendría que responder por 10.000 almas.  Aún más riguroso, si se le hacía obispo, un hombre podría tener que responder por 100.000 almas.  (Incluso el nuevo código de derecho canónico dice que un obispo es responsable de la salvación de todos en su diócesis, no sólo de los católicos de allí).

Así también en la Edad Media, un hombre se unía a los franciscanos o a los dominicos con el compromiso de servir a Dios en esa comunidad en particular. Sin embargo, no podía insistir en si iba a ser sacerdote o hermano. No se salía con un “director de vocaciones” a tomar café para decir “me gustaría mucho ser sacerdote franciscano”. No. Te comprometías con la Orden (no con el sacerdocio) e intentabas la durísima vida ascética de los franciscanos. Tus superiores no te harían saber durante un par de años si la congregación te consideraba más apto para la vía de la hermandad o para la del sacerdocio.  Fíjate de nuevo, una verdadera vocación al celibato lanzaba a una persona a una comunidad, no al sacerdocio.  Este fue el caso desde la Iglesia primitiva hasta la Iglesia medieval.

Por supuesto, para aquellos llamados al celibato, la Iglesia Católica ha producido decenas de miles de sacerdotes y obispos que fueron martirizados o canonizados.  Entre ellos están todos los Apóstoles, San Policarpo, San Juan Crisóstomo, San Máximo el Confesor, San Bernardo, San Isaac Jogues, el Beato Junípero Serra, San Ignacio y San Maximiliano Kolbe.  Así pues, hay una hermosa coincidencia entre celibato y sacerdocio. No digo que sean opuestos. Sólo digo que el orden de operaciones del discernimiento está hoy al revés.

Algunas personas creen que San Juan Crisóstomo dijo: “El camino al infierno está pavimentado con los cráneos de los sacerdotes errantes, con los obispos como sus postes indicadores”.  San Juan puede haber dicho eso, pero lo que es más definitivo es esta cita suya: “No creo que se salven muchos sacerdotes, sino que los que perecen son mucho más numerosos. La razón es que el oficio requiere un alma grande”-San Juan Crisóstomo, Tercera Homilía sobre los Hechos de los Apóstoles. Nótese que el santo y Doctor de la Iglesia cree que la mayoría de los sacerdotes van al infierno porque no son grandes almas. (¡Y esto fue en el siglo V, antes de todos los escándalos de sacerdotes con niños y de todos los escándalos homosexuales!) Sólo habla de la tremenda virtud necesaria para acercarse al altar.

Nótese que el “director de vocaciones” modernista enseña a los jóvenes de hoy lo contrario que los Padres del Desierto, es decir, que el celibato es una responsabilidad y la ordenación es una ventaja

El orden tradicional del discernimiento es: 1) continencia vs. matrimonio y luego 2) una congregación vs. otra congregación y finalmente 3) hermandad vs. sacerdocio.  Y el último de los tres lo hacía sobre todo la congregación del hombre.  Ese orden de discernimiento no es mi opinión. Así es como funcionó desde el 33 DC hasta la década de 1970. Luego, en los últimos 50-70 años, todo cambió.  Las vocaciones se hundieron y tenemos “directores de vocaciones” que reclutan en su mayoría a personas débiles. Si los jóvenes supieran lo difícil que es para los sacerdotes llegar al cielo, tendríamos muchos más célibes solteros.

En cuanto a la vida religiosa, tenemos que volver a inspirar a los jóvenes a la santidad a través de la vida ascética, no a través de concursos de talentos y haciendo que los chicos se rían mientras toman café con el relevante o encantador “director de vocaciones”. Más bien, cuando los hombres dan un paso adelante hacia el ayuno heroico y la vigilia, seguirán a Cristo en cualquier parte. Un ejemplo de esto es la nueva pequeña puesta en marcha de los tradicionales Ermitaños Descalzos del Monte Carmelo. Este grupo de hombres jóvenes está consiguiendo ahora hasta 15 vocaciones al año. ¿Por qué?  Porque están intentando seguir a San Juan de la Cruz en el seguimiento de Jesucristo viviendo sin calefacción central y sin electricidad. 

3 DE ABRIL: SAN BENITO DE PALERMO


3 de Abril: San Benito de Palermo

(✞ 1589)

El glorioso San Benito de Palermo, que se llama comúnmente “el Santo Negro”, porque era de ese color a semejanza de los etíopes, nació en la aldea llamada San Filadelfo del obispado de Messana, de padres moros de linaje, pero que profesaban la Fe Cristiana.

Mozo era todavía cuando para seguir el llamamiento del Señor vendió su hacienda, repartió el dinero obtenido gracias a esa venta entre los pobres y se retiró a la soledad, juntándose con unos varones piadosos que por concesión apostólica vivían allí bajo de la Regla de San Francisco de Asís.

Perseveró en esta vida santa y penitente por espacio de cuarenta años, hasta que el Papa Pío VI, ordenó que aquellos solitarios se agregasen a una de las Órdenes Religiosas aprobadas por Decretos Pontificios.

Entonces se retiró San Benito a Palermo, en el convento de los Menores Observantes de Santa María de Jesús, y así resplandeció a los ojos de sus Hermanos Religiosos como un acabado ejemplar de todas las virtudes.

Se ejercitaba con singular gozo en los oficios más bajos y humildes, ayunaba constantemente las siete cuaresmas anuales prescritas por el patriarca San Francisco, su cama era la tierra desnuda, su sueño breve, su hábito el más raído y desechado, extremado su amor por la pobreza, angelical su castidad y recato, su oración continua, porque en todas las cosas no buscaba sino a Dios, ni deseaba más que a Dios, a quien hablaba con dulces lágrimas y amorosos suspiros del alma.

Le hicieron prelado del mismo convento de Santa María de Jesús, y aunque era lego y hombre sin letras, gobernó con tanta prudencia, caridad y gracia del Señor aquella comunidad, que llevó adelante con gran conformidad de todos la reforma y estrictísima observancia de su Regla.

A todos sus Religiosos animaba el santo con sus heroicas virtudes, y con la suavidad de su gobierno, de manera que aquel convento no parecía sino una morada de santos que hacían en ella vida de ángeles.

Finalmente, habiendo profetizado el día y la hora en que el Señor quería llevarle para sí, recibió con gran fervor los Sacramentos de la Iglesia y entregó su purísima alma al Creador, a la edad de sesenta y tres años.

Su sagrado cuerpo, se conserva entero y despidiendo suave olor, en la ciudad de Palermo, donde empezó a hacer solemnemente venerado.

Su culto se extendió después no solo por toda Sicilia sino también por España, Portugal, Brasil, México y Perú hasta que en 1807 el Papa Pío VII le puso en el catálogo de los santos.



miércoles, 2 de abril de 2025

LA EUTANASIA POR ENFERMEDADES MENTALES SE DISPARA EN HOLANDA

Un nuevo informe indica un asombroso aumento del 60 % en los casos de eutanasia en los Países Bajos por “sufrimiento psicológico” (enfermedad mental).

Por Jonathan Van Maren


El informe (en inglés aquí) indica un aumento general del 10 % en la tasa de eutanasia entre 2023 y 2024, con casi 10.000 neerlandeses que murieron por eutanasia el año pasado.

Como señaló Yuan Yi Zhu en Unherd, en 2024, los Países Bajos reportaron 219 casos de eutanasia por “sufrimiento psicológico”, a diferencia de solo dos casos en 2010. “De los 219 casos, 30 correspondieron a pacientes de entre 18 y 39 años”, señaló Zhu. “Un número indeterminado de menores también fueron sometidos a eutanasia”.

No se especificó el número, pero hay algunos detalles. Un niño de entre 16 y 18 años fue sometido a eutanasia por autismo. “Los psiquiatras decidieron que su condición era intratable, a pesar de no haber probado todos los modelos terapéuticos disponibles, y pensaron que podría intentar suicidarse de nuevo si no se aprobaba su solicitud de eutanasia”, escribe Zhu . “Un médico también concluyó que su deseo de ser sometido a eutanasia no se debía a su autismo, sino al sufrimiento causado por las consecuencias del autismo, que algunos podrían considerar una distinción sin diferencia”.

Otra mujer con TOC fue eutanasiada porque una lesión le impedía limpiar.

Los Países Bajos, que legalizaron la eutanasia en 2002, llevan tiempo encaminándose en esta dirección. El 7 de octubre de 2013, el  Daily Mail informó que una mujer neerlandesa había sido asesinada por médicos mediante inyección letal porque temía no poder afrontar la ceguera. Uno de los especialistas en salud que analizó su caso insistió en que se trataba de una excepción porque, por ejemplo, “estaba obsesionada con la limpieza y no soportaba no ver manchas en su ropa”.

En 2014, Euthanasia Prevention Coalition (Coalición para la Prevención de la Eutanasia) describió cómo los medios holandeses habían informado de otra muerte:
Un hombre de 63 años, físicamente sano, que trabajaba para una institución gubernamental, murió por eutanasia. Este hombre había recibido tratamiento para la depresión durante mucho tiempo, pero el tratamiento no dio resultado. Según la psiquiatra Gerty Casteelen, este hombre decidió que quería morir. La noche anterior a su muerte, ofreció una fiesta de despedida a sus colegas. Al día siguiente, Casteelen fue a su casa y le administró una inyección letal.
En 2015, una mujer de 80 años fue sometida a eutanasia contra la voluntad de sus cuidadores en la residencia de ancianos Ter Reede, donde residía. Su familia había solicitado a un tribunal neerlandés que aprobara su muerte, a la que ella no pudo dar su consentimiento debido a que supuestamente padecía algún tipo de demencia. Su familia alegó que ella habría deseado la muerte y, a pesar de la firme oposición de la dirección de la residencia, los profesionales médicos y el médico personal de la mujer, un juez de Utrecht le dio la razón.

En 2015, una clínica de eutanasia holandesa fue reprendida por practicarle eutanasia a una mujer sana de 47 años que dijo que un zumbido en sus oídos, una condición conocida como tinnitus, era insoportable.

A pesar de este historial, el último informe ha generado cierta preocupación, y el Comité Regional de Revisión de la Eutanasia (RTE) declaró que los médicos deben ser muy cautelosos con las afecciones psiquiátricas. De hecho, The Guardian informó que “seis muertes por eutanasia en 2024 fueron consideradas por el RTE como carentes de la debida atención”, incluyendo la de una mujer a la que se le practicó la eutanasia por el sufrimiento causado por su TOC, y señaló que “algunos expertos están preocupados, especialmente en lo que respecta a los jóvenes”.

“Aunque las cifras absolutas aún son bajas, hay un aumento reciente y enorme en las solicitudes y eutanasias realizadas en pacientes con problemas psicológicos, especialmente en jóvenes menores de 30 años”, dijo Damiaan Denys, profesor de psiquiatría en el Centro Médico de la Universidad de Ámsterdam.

Esto es controvertido porque no está claro si los jóvenes de esa edad pueden cumplir con los criterios de diligencia debida. ¿Cómo se puede, a esa edad, determinar con certeza que un joven con un cerebro aún en desarrollo definitivamente quiere morir, que su vida se experimenta como desesperanzada y sin perspectivas, y que ya se han realizado todos los tratamientos?

El hecho de que Denys crea que las cifras de eutanasia en Holanda son bajas es un indicio de lo acostumbrado que está a esta práctica.

Quienes cuidan de personas vulnerables deben hacer todo lo posible para mantenerse alejados del borde de esta pendiente resbaladiza.
 

POR QUÉ LA GENTE FELIZ NO SE SUICIDA

¿Cuántas frustraciones, sufrimientos y suicidios podrían evitarse si las almas llevaran una vida ordenada y virtuosa?

Por John Horvat II


Cuando en un país se proclama la Declaración de Independencia, se consagra el derecho inalienable a la búsqueda de la felicidad. Por este derecho, creemos que podemos vivir libremente la vida que nos hace felices, siempre que no sea ilegal ni viole los derechos de los demás.

Muchos tienen la ilusión de que podemos alcanzar la felicidad perfecta en la Tierra. También creen que el gobierno nos garantiza el derecho a ella. Buscan la tecnología que nos brinda cada vez más comodidades y placeres. Nuestra cultura nos entretiene y nos hace sentir bien. Deberíamos ser felices. Y, sin embargo, la gente no lo es.

La gente feliz no se suicida

De hecho, los suicidios están aumentando a un ritmo alarmante. Más de la mitad de quienes se suicidaron no tenían ningún problema de salud mental conocido.

En general, son muchas las causas que contribuyen al suicidio. No se puede identificar un solo factor como la causa. Sin embargo, existe un factor común: la infelicidad. Ya sea provocada por problemas de salud mental, relaciones fallidas, mala salud física, pérdida de empleo, problemas económicos o abuso de sustancias, quienes se suicidan no son felices.

Mirando en los lugares equivocados

Quizás la razón por la que la gente es infeliz es porque busca su felicidad en los lugares equivocados.

El mundo moderno propone métricas erróneas para la felicidad. La nuestra no puede ser una felicidad sensacionalista basada en el estilo de vida de las celebridades de la alta sociedad. La felicidad no se puede medir por nuestro disfrute de la cultura popular, las redes sociales y Hollywood, ya que a menudo nos colocan en la posición de vivir indirectamente la vida de otros.

Otra forma errónea de medir la felicidad es la satisfacción que obtenemos al compararnos con los demás. Hacer estas comparaciones con respecto a la riqueza, la apariencia, el prestigio u otras cualidades es un grave error. Cada persona es un individuo con necesidades únicas. No se gana nada comparando nuestros logros o deficiencias personales con los de los demás.

Contrariamente a la creencia popular, la riqueza no siempre da felicidad. Tener riqueza para comprar cosas demuestra que los objetos adquiridos con ella son más deseables que la riqueza misma. Cualquiera con riqueza siempre se enfrentará al reto de otros que tendrán más.

El placer tampoco da felicidad, ya que depende de nuestros sentidos finitos, y lo que estos nos brindan no es absoluto ni eterno. La misma conclusión puede aplicarse al prestigio y la seguridad, ya que son temporales y fugaces. La felicidad temporal no puede colmarnos, ya que nuestros apetitos anhelan y solo pueden ser plenamente satisfechos por lo absoluto y lo eterno.

Felicidad perfecta e imperfecta

Las personas no solo buscan el camino equivocado, sino que no son felices porque no comprenden la naturaleza de la felicidad. Creen que toda felicidad debe ser perfecta. Esta lógica lleva a la conclusión de que buscar la felicidad de forma equivocada resulta en frustración e infelicidad. Entonces, la pregunta es: ¿qué es la felicidad perfecta y cómo la alcanzamos?

En la Suma Teológica, Santo Tomás de Aquino explica que existen dos tipos de felicidad: la perfecta y la imperfecta

La felicidad perfecta es la visión beatífica, la visión de Dios, que no depende del cuerpo. La felicidad perfecta basta por sí sola; no se desea nada más.

La felicidad imperfecta se obtiene en esta vida al profundizar en el conocimiento de Dios mediante el intelecto. Trabajamos hacia la felicidad perfecta regulando todas nuestras acciones para alcanzar la perfección individual. Dado que la felicidad es nuestro bien supremo, excluye todo pecado y presupone la dura vida de la virtud.

Solo Dios puede darnos la felicidad perfecta. Solo podemos disfrutar de una felicidad imperfecta durante nuestra vida terrenal. Esto se logra si buscamos a Dios, su gracia y contemplamos su reflejo en la creación. Cualquier otra cosa es un trastorno que resulta en frustración e infelicidad.

En este sentido, la felicidad consiste en el orden. El orden es ese estado de cosas donde todo funciona según su naturaleza y fin. Cuando todo hace lo que debe hacer, hay orden: “La naturaleza es la causa del orden; todo lo que no posee orden no es conforme a la naturaleza” (Santo Tomás de Aquino, In Physic., lib. 8, lect. 3, n. 3)

El caos del mundo moderno solo frustra nuestro anhelo por el orden que Dios creó. Entonces, ¿cuál es ese orden? Es la gloria de Dios. Donde Dios es glorificado, todo está en orden. Un orden en el que Dios no es glorificado es fraudulento e inútil.

La conclusión es simple: una vida pecaminosa es una vida desordenada y, en última instancia, infeliz. ¿Cuántas frustraciones, sufrimientos y suicidios podrían evitarse si las almas llevaran una vida ordenada y virtuosa? La vida que Dios quiso para nosotros al crearnos es la única vida verdaderamente feliz.