lunes, 31 de marzo de 2014

FRANCISCO: ¿ERES UN “TURISTA EXISTENCIAL” QUE NO DA UN PASO ADELANTE?

El papa invita a seguir las promesas de Dios, en la homilía de este lunes en Santa Marta

“No vagar por la vida, entendiendo también la espiritual, sino ir derechos a la meta que para un cristiano significa seguir las promesas de Dios, que nunca decepcionan”. Ha dicho el papa Francisco tras las lecturas de este lunes, en la homilía de la misa presidida en la Casa Santa Marta.

“Hay cristianos que se fían de las promesas de Dios y le siguen a lo largo de su vida. Después los hay cuya vida de fe se estanca, y hay otros convencidos de progresar y que, sin embargo, hacen sólo turismo existencial. El papa Francisco distingue tres categorías de creyentes, unidos en la conciencia de que la vida cristiana es un itinerario pero separados en el modo de recorrerlo o en el hecho de no recorrerlo.

Retomando la cita de Isaías de la primera lectura: “Dios siempre, antes de pedirnos algo, hace un promesa. Su promesa es la de una vida nueva y de una vida de alegría”. Aquí, afirma, está “el fundamento principal de la virtud de la esperanza: fiarse de las promesas de Dios, sabiendo que Él nunca decepciona, y la esencia de la vida cristiana, es decir caminar hacia las promesas. Después, hay otros cristianos que tienen la tentación de detenerse”.

“¡Hay muchos cristianos quietos! Tenemos a muchos detrás que tienen una débil esperanza. Sí, creen que hay cielo y que todo irá bien. Está bien que lo crean ¡pero no lo buscan! Cumplen los mandamientos, los preceptos: todo, todos… Pero están quietos”.

Y ha continuado en su homilía: “El Señor no pude hacer de ellos levadura en su pueblo, porque no caminan. Y esto es un problema: los que están quietos. Después hay otros entre ellos y nosotros, que se equivocan de camino, eso lo sabemos. El problema no es equivocarse de camino, el problema es no volver cuando uno se da cuenta de que se ha equivocado”.

El modelo de quien cree y sigue lo que la fe le indica es el funcionario del rey descrito en el Evangelio, que pide a Jesús la curación para su hijo enfermo y que no duda un instante en ponerse en camino hacia casa cuando el Maestro le asegura que la ha obtenido, ha explicado.

“En la parte opuesta de este hombre”- dijo Bergoglio -“hay otro grupo más peligroso, en el que están los que se engañan a sí mismos: los que caminan pero no hacen camino”.

“Son cristianos errantes: dan vueltas, dan vueltas como si la vida fuese un turismo existencial, sin meta, sin tomar en serio las promesas. Los que dan vueltas y se engañan porque dicen: ‘¡Yo camino!’. No, tú no caminas, tú das vueltas….”.

“Sin embargo el Señor nos pide que no nos detengamos, que no nos equivoquemos de camino y que no demos vueltas por la vida. Dar vueltas por la vida… nos pide que miremos las promesas, que vayamos adelante con las promesas, como este hombre, como este hombre que cree en la palabra de Jesús. La fe nos pone en marcha hacia las promesas, la fe en las promesas de Dios”.

“Nuestra condición de pecadores nos hace equivocarnos de camino”, ha reconocido, pero ha asegurado: “El Señor nos da siempre la gracia de volver”.

“La Cuaresma es un buen momento para pensar si estoy en camino o si estoy demasiado quieto: convertíos... O si me he equivocado de camino: entonces confiésate y vuelve al camino. O si soy un turista teologal, uno de estos que dan vueltas por la vida pero no dan un paso adelante. Y pido al Señor la gracia de retomar el camino, de ponerme en camino hacia las promesas”.


Aleteia



martes, 18 de marzo de 2014

BERGOGLIO ARREMETE CONTRA LOS «HIPÓCRITAS» QUE «SE DISFRAZAN DE BUENOS CATÓLICOS»

Bergoglio hizo una advertencia a no sentirse «mejor que los demás». Y dijo que los hipócritas «se disfrazan de buenos» y no comprenden que «nadie es justo por sí mismo», puesto que todos «tenemos necesidad de ser justificados».


Con la palabra "conversión" el papa comenzó su homilía, subrayando que se trata de la palabra clave de la Cuaresma, tiempo propicio «para acercarse» a Jesús. Y comentando la primera Lectura, tomada del Libro de Isaías, observó que el Señor llama a la conversión a dos «ciudades pecadoras» como Sodoma y Gomorra. Lo que evidencia que todos «tenemos necesidad de cambiar nuestra vida», mirar «bien en nuestra alma» donde siempre encontraremos algo. La Cuaresma, añadió, es precisamente esto, «ajustar la vida», acercándonos al Señor. Porque Él, dijo el papa, «nos quiere cerca» y nos asegura que «nos espera para perdonarnos». Sin embargo, añadió, el Señor quiere «un acercamiento sincero» y nos pone en guardia para no ser hipócritas:
«¿Qué hacen los hipócritas? Se disfrazan, se disfrazan de buenos: ponen cara de estampita, rezan mirando hacia el cielo, haciéndose ver, se sienten más justos que los demás, desprecian a los demás. ‘Pero – dicen – yo soy muy católico, porque mi tío es un gran benefactor, mi familia es ésta, y yo soy… he aprendido… conocido a tal obispo, a tal cardenal, a tal padre… Yo soy…’. Se sienten mejores que los demás. Ésta es la hipocresía. El Señor dice: ‘No, eso no’. Ninguno es justo por sí mismo. Todos tenemos necesidad de ser justificados. Y el único que nos justifica es Jesucristo».

Por esta razón, añadió, debemos acercarnos al Señor: «Para no ser cristianos disfrazados, que cuando pasa esta apariencia, se ve la realidad, es decir que no son cristianos». Ante la pregunta de cómo hacer para no ser hipócritas y acercarnos al Señor, Francisco dijo que la respuesta nos la da el mismo Señor en la primera Lectura cuando dice: «Lávense, purifíquense, alejen de mis ojos el mal de sus acciones, dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien». Ésta es la invitación. Y al preguntar cuál es el signo que indica que vamos por el buen camino, dijo:
«‘Socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan la causa de la viuda’. Ocúpense del prójimo: del enfermo, del pobre, del que tiene necesidad, del ignorante. Ésta es la piedra de parangón. Los hipócritas no saben hacer esto, no pueden, porque están tan llenos de sí mismos que están ciegos para mirar a los demás. Cuando uno camina un poco y se acerca al Señor, la luz del Señor le hace ver estas cosas y va a ayudar a los hermanos. Éste es el signo, éste es el signo de la conversión».
El papa observó que ciertamente «no es toda la conversión», eso es, en efecto, "el encuentro con Jesucristo, pero el signo de que nosotros estamos con Jesucristo es éste: atender a los hermanos, a los pobres, a los enfermos, como el Señor nos enseña y como leemos en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo":
«La Cuaresma es para ajustar la vida, organizar la vida, cambiar la vida, para acercarnos al Señor. El signo de que estamos lejos del Señor es la hipocresía. El hipócrita no tiene necesidad del Señor, se salva por sí mismo, así piensa, y se viste de santo. El signo de que nosotros nos acercamos al Señor con la penitencia, pidiendo perdón, es que nosotros cuidamos a nuestros hermanos necesitados. Que el Señor nos de a todos luz y coraje: luz para conocer lo que sucede dentro de nosotros y coraje para convertirnos, para acercarnos al Señor. ¡Es hermoso estar cerca del Señor»!

Periodista Digital



lunes, 17 de marzo de 2014

LA BEATA ANNA CATALINA EMMERICH Y LAS DESVIRTUACIONES DE LA ÚLTIMA CENA


La beata estigmatizada Anna Catalina Emmerich, beatificada por Juan Pablo II en 2004, fue un alma con unos dones sobrenaturales como pocas veces se han conocido en la historia de la Iglesia. Entre ellos sus visiones que le hicieron contemplar como una espectadora la Pasión de Jesucristo -sobre las que se basaron la famosa película de Mel Gibson- así como la vida de la Virgen María.

Tal como nos dice el padre Angel Peña, O.P., y destacando que la beata nunca estuvo físicamente en dichos lugares, “Para comprobar la autenticidad esencial de las visiones de Ana Catalina, podemos poner como ejemplo el hallazgo de la casa de la Virgen en Éfeso. Según el relato escrito en “La vida de la Santísima Virgen María”, la casa de María se encuentra a unas tres horas de Éfeso sobre una colina situada a la izquierda de la carretera de Jerusalén. La montaña cae a pico hacia Éfeso que se divisa, viniendo del sudeste.

El 1891, el padre Jung, sacerdote lazarista, acompañado por otro hermano y dos laicos, se dirigieron hacia Éfeso, en Turquía, para estudiar la realidad del relato de acuerdo a la visión de Ana Catalina. Encontraron una capilla en ruinas que eran los restos de un modesto y antiguo santuario que la tradición local llamaba Panaghia Kapulu (puerta o Casa de la Santísima). Ese sería el lugar donde vivió la Santísima Virgen en Éfeso los últimos años de su vida. Y los fieles ortodoxos acuden a él anualmente el día de la Asunción, en peregrinación.

Las coincidencias entre el relato de Brentano y la realidad eran tan grandes que se hicieron excavaciones arqueológicas en 1892, sacando a luz los cimientos de una casita edificada entre los siglos I y II y cuyo plano corresponde a lo que indica Ana Catalina como vivienda de María. La noticia se extendió rápidamente y, ya en 1896, acudieron un millón de fieles en peregrinación.” 

En sus visiones sobre La Pasión nos relata, visto en primera persona por ella, todo lo que aconteció en la Última Cena, y tiene detalles muy importantes para aclarar un aspecto de la misma que se presenta en la actualidad por múltiples vías de forma poco realista para avalar múltiples posiciones, sobre todo litúrgicas. Hoy en día es frecuente ver y oír como se presenta la Última Cena como si fuera un acontecimiento informal, una reunión de amigos, una explosión de alegría desarrollada en un ambiente cuasi festivo de exaltación de la amistad. Esta celebración de alegría informal, según dicen, habría sido bien recogida por la liturgia de los primeros cristianos para posteriormente, a raíz de Trento, ser “adornada” de solemnidad, misterio, recogimiento, boato y espíritu sacrificial únicamente con el fin de contrarrestar los excesos protestantes, lo cual habría oscurecido durante siglos la verdadera liturgia. 

Sin embargo, como decía el profesor Amerio, nada más lejos de lo ocurrido, “En realidad la Ultima Cena fue un acto supremo de amor divino, pero fue un evento trágico. Se desenvolvió en el presentimiento del deicidio, en la sombra de la traición, en el espanto de los discípulos, inseguros de su propia fidelidad al Maestro, en el temor previo al sudor de sangre de Getsemaní. El arte cristiano ha representado siempre la Ultima Cena como un evento trágico, y no como un convite divertido”. Y así lo atestiguan las visiones de Catalinna Emmerich. El ambiente de la misma no parecía precisamente una alegre reunión. 

Durante la Cena “al principio estuvo muy afectuoso con sus Apóstoles; después se puso serio y melancólico y les dijo: Uno de vosotros me venderá; uno de vosotros, cuya mano está conmigo en esta mesa” y amenazó sin decir el nombre del traidor “Jesús añadió: “El hijo del hombre se va, según esta escrito de Él; pero desgraciado el hombre que venderá al Hijo del hombre: más le valdría no haber nacido. En la misma había en todo momento un aire de solemnidad, o sea nada cotidiano: “De pie en medio de los Apóstoles, les habló algún tiempo con solemnidad”. La predicación no fue únicamente sobre la amistad, sino “sobre la penitencia, la confesión de las culpas, el arrepentimiento y la justificación”

Los Apóstoles lejos de entregarse a una alegre cena de amistad, comprendían perfectamente lo que estaba pasando y, dice la beata, “vi también que todos reconocían sus pecados y se arrepentían”

Cuando llegó el sagrado momento de la institución del Sacramento del Altar, “El Señor estaba entre Pedro y Juan; las puertas estaban cerradas; todo se hacía con misterio y solemnidad. Cuando el cáliz fue sacado de su bolsa, Jesús oró, y habló muy solemnemente. Yo le vi explicando la Cena y toda la ceremonia: me pareció un sacerdote enseñando a los otros a decir misa.” 

De otra parte, el “cutrismo” litúrgico, que suele usar vestimentas y cálices “pobres”, sin adornos de ningún tipo, supuestamente más acordes con el cristianismo primitivo, no parece que fuera lo que vio la beata: “El cáliz que los apóstoles llevaron de la casa de Verónica [para la Última Cena], es un vaso maravilloso y misterioso. Había estado mucho tiempo en el templo entre otros objetos preciosos y de gran antigüedad, cuyo origen y uso se había olvidado” y nos atestigua además que “había servido ya muchas veces a Jesús para la celebración de las fiestas”

Estábamos pues ante un acontecimiento lleno de solemnidad, donde se usó el cáliz que solía usar Jesucristo, un cáliz especial, un vaso maravilloso lleno de misterio, un objeto precioso, y todo ello envuelto en un ambiente serio, de misterio, envuelto en el arrepentimiento de los pecados personales, al punto que la beata nos dice como conclusión “lo que sé es que todo me recordó de un modo extraordinario el santo sacrificio de la Misa”. Recordemos que en época de la beata la Misa se celebraba como la forma extraordinaria hoy, es decir con todo el ritualismo, misterio y solemnidad del milenario rito que es lo más alejado que podamos imaginar a la “imagen” de una alegre cena”

Todo ello lo refrenda nuevamente en su relato de la subida al monte de los olivos donde nos cuenta “Los Apóstoles conservaban aún algo del entusiasmo y del recogimiento que les había comunicado la santa comunión y los discursos solemnes y afectuosos de Jesús” . 

Y respecto a la Sagrada Comunión, nos dice la beata: “Tomó la patena con los pedazos de pan y dijo: Tomad y comed; este es mi Cuerpo, que será dado por vosotros. Extendió su mano derecha como para bendecir, y mientras lo hacía, un resplandor salía de Él: sus palabras eran luminosas, y el pan entraba en la boca de los Apóstoles como un cuerpo resplandeciente: yo los vi a todos penetrados de luz; Judas solo estaba tenebroso”

Esta narración de los hechos parece sugerir claramente una comunión directa de los Apóstoles en la boca, con efectos claramente sobrenaturales pues “entraba en la boca de los Apóstoles como un cuerpo resplandeciente” lo cual es la antítesis de presentar la comunión de los apóstoles como si comieran un pan más, un alimento. Lo que sucedió es muy ajeno a ese espíritu sino que fue un ambiente sobrenatural de misterio y reverencia. 

¿Se puede deducir de todo esto que esta comunión fue dada directamente en la boca? Pues es perfectamente posible y parece sugerirse. De hecho, como nos explica Mons. Schneider, aparte del propio relato de la beata, no es para nada desdeñable la idea: “Es posible suponer que Cristo, durante la Última Cena, haya dado el pan a cada Apóstol directamente en la boca y no sólo a Judas. Efectivamente existía una práctica tradicional en el ambiente del Medio Oriente en el tiempo de Jesús y que aún ser conserva en nuestros días: el anfitrión nutre a sus huéspedes con su propia mano, poniendo en su boca un pedazo simbólico del alimento”

El capítulo posterior donde nos narra los acontecimientos en el huerto de los olivos no puede más que dejar acongojado a cualquier católico de buena voluntad por el absoluto realismo con el que describe como parte del sufrimiento que hizo sudar sangra a Jesús fue por la visión de los pecados futuros de los cristianos, especialmente los cometidos contra la Santísima Eucaristía, es un episodio que merece la pena ser leído por que describe proféticamente casi milimétricamente lo que desgraciadamente vivimos hoy en día: “Apareciéronse a los ojos de Jesús todos los padecimientos futuros de sus Apóstoles, de sus discípulos y de sus amigos; vio a la Iglesia primitiva tan pequeña, y a medida que iba creciendo vio las herejías y los cismas hacer irrupción, y renovar la primera caída del hombre por el orgullo y la desobediencia; vio la frialdad, la corrupción y la malicia de un número infinito de cristianos; la mentira y la malicia de todos los doctores orgullosos, los sacrilegios de todos los sacerdotes viciosos, las funestas consecuencias de todos estos actos, la abominación y la desolación en el reino de Dios en el santuario de esta ingrata humanidad, que Él quería rescatar con su sangre al precio de padecimientos indecibles.… En medio de todas esas apariciones, yo veía a Satanás moverse bajo diversas formas horribles, que representaban diferentes especies de pecados. Estas figuras diabólicas arrastraban, a los ojos de Jesús, una multitud de hombres, por cuya redención entraba en el camino doloroso de la cruz. Al principio vi rara vez la serpiente, después la vi aparecer con una corona en la cabeza: su estatura era gigantesca, su fuerza parecía desmedida, y llevaba contra Jesús innumerables legiones de todos los tiempos, de todas las razas. En medio de esas legiones furiosas, de las cuales algunas me parecían compuestas de ciegos, Jesús estaba herido como si realmente hubiera sentido sus golpes; en extremo vacilante, tan pronto se levantaba como se caía, y la serpiente, en medio de esa multitud que gritaba sin cesar contra Jesús, batía acá y allá con su cola, y desollaba a todos lo que derribaba. Entonces me fue revelado que estos enemigos del Salvador eran los que maltrataban a Jesucristo realmente presente en el Santísimo Sacramento. Reconocí entre ellos todas las especies de profanadores de la Sagrada Eucaristía. Yo vi con horror todos esos ultrajes desde la irreverencia, la negligencia, la omisión, hasta el desprecio, el abuso y el sacrilegio; desde la adhesión a los ídolos del mundo, a las tinieblas y a la falsa ciencia, hasta el error, la incredulidad, el fanatismo y la persecución. Vi entre esos hombres, ciegos, paralíticos, sordos, mudos y aun niños. Ciegos que no querían ver la verdad, paralíticos que no querían andar con ella, sordos que no querían oír sus avisos y amenazas; mudos que no querían combatir por ella con la espada de la palabra, niños perdidos por causa de padres o maestros mundanos y olvidados de Dios, mantenidos con deseos terrestres, llenos de una vana sabiduría y alejados de las cosas divinas. Vi con espanto muchos sacerdotes, algunos mirándose como llenos de piedad y de fe, maltratar también a Jesucristo en el Santísimo Sacramento. Yo vi a muchos que creían y enseñaban la presencia de Dios vivo en el Santísimo Sacramento, pero olvidaban y descuidaban el Palacio, el Trono, lugar de Dios vivo, es decir, la Iglesia, el altar, la custodia, los ornamentos, en fin, todo lo que sirve al uso y a la decoración de la Iglesia de Dios. Todo se perdía en el polvo y el culto divino estaba si no profanado interiormente, a lo menos deshonrado en el exterior. Todo eso no era el fruto de una pobreza verdadera, sino de la indiferencia, de la pereza, de la preocupación de vanos intereses terrestres, y algunas veces del egoísmo y de la muerte interior. Aunque hablara un año entero, no podría contar todas las afrentas hechas a Jesús en el Santísimo Sacramento, que supe de esta manera. Vi a los autores de ellas asaltar al Señor, herirle con diversas armas, según la diversidad de sus ofensas. Vi cristianos irreverentes de todos los siglos, sacerdotes ligeros o sacrílegos, una multitud de comuniones tibias o indignas. ¡Qué espectáculo tan doloroso! Yo veía la Iglesia, como el cuerpo de Jesús, y una multitud de hombres que se separaban de la Iglesia, rasgaban y arrancaban pedazos enteros de su carne viva. Jesús los miraba con ternura, y gemía de verlos perderse.” 

No nos dejemos pues influir por ese espíritu que desvirtuá la Última Cena para justificar la mundanalización y desacralización de la sagrada liturgia, el culto y la reverencia debida al Santísimo Sacramento y que tanto hizo sufrir a Nuestro Señor en el huerto de los olivos. 

No, no se pareció a una alegre cena de amigos informal, sino “que todo me recordó de un modo extraordinario el santo sacrificio de la Misa”. Beata Anna Catalina Emmerich, ruega por nosotros. Fray Guzmán

INFOVATICANA


domingo, 9 de marzo de 2014

JORGE BERGOGLIO BROMEA SOBRE LA CRUCIFIXIÓN DE NUESTRO SEÑOR


En el libro, El Jesuita: Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, Jorge hace una broma acerca de la crucifixión de Nuestro Señor. En las páginas 41 y 42 del capítulo 3 del libro se lee lo siguiente:




miércoles, 5 de marzo de 2014

BERGOGLIO: “LA VERDAD ES QUE NO SIENTO NOSTALGIA POR LA ARGENTINA”

En una entrevista con Corriere della Sera , Bergoglio habla sobre su primer "año revolucionario" al frente de la Iglesia.

Por Ferruccio de Bortoli

Ha pasado un año desde ese simple "buenas noches" que conmovió al mundo. El lapso de 12 meses muy intensos no puede contener la gran masa de las novedades de Francisco y los signos profundos de innovación pastoral. Estamos en una pequeña habitación en San Martha. La única ventana da a un patio que abre un ángulo minúsculo de cielo azul. El Papa aparece de repente a través de una puerta, con una cara relajada y sonriente. Se divierte con los diversos dispositivos de grabación que la ansiedad senil del periodista colocó sobre la mesa. “¿Todos funcionan? ¿Sí? Gracias a Dios”. ¿La valoración de este año? No, no le gustan las evaluaciones. “Solo hago una evaluación cada 15 días, con mi confesor”.

-Santo Padre, de vez en cuando llamas por teléfono a los que te piden ayuda. Y a veces, ¿no creen que eres tú?

Santo Padre: -Sí, a mí me ha pasado. Cuando alguien llama es porque quiere hablar, tiene una pregunta que hacer, consejos para solicitar. Cuando era sacerdote en Buenos Aires era más fácil. Y he mantenido esa costumbre. Es un servicio, se expresa así. Pero es cierto que ahora no es tan fácil, dada la cantidad de personas que me escriben.

-¿Recuerdas alguno de esos contactos con particular afecto?

Santo Padre: una viuda de 80 años que había perdido a su hijo me escribió. Y ahora la llamo una vez al mes. Ella esta encantada Yo hago el papel de un sacerdote. Me gusta.

-Con respecto a sus relaciones con su predecesor, Benedicto XVI, ¿alguna vez le pidió consejo?

Santo Padre: Sí, el Papa Emérito no es una estatua del museo. Es una institución a la que no estamos acostumbrados. Hace sesenta o setenta años, la figura del obispo emérito no existía. Eso vino después del Concilio Vaticano II y ahora es una institución. Lo mismo tiene que pasar con el papa emérito. Benedicto es el primero y quizás haya otros. No lo sabemos. Es discreto, humilde, no quiere molestar. Hablamos al respecto y juntos llegamos a la conclusión de que sería mejor si él viera a las personas, que saliera y participara en la vida de la Iglesia. Una vez que vino aquí con motivo de la bendición de la estatua de San Miguel Arcángel, almorzamos en Santa Marta y, después de Navidad, regresé la invitación para participar en el Consistorio y él aceptó. Su sabiduría es un don de Dios. A algunos les hubiera gustado que se retirara a una abadía benedictina lejos del Vaticano. Y luego pensé en los abuelos, quienes con su sabiduría y sus consejos fortalecen a la familia y no merecen terminar en una casa de retiro.

-Pensamos que su manera de gobernar la Iglesia es la siguiente: escuchan a todos y luego deciden solos, algo así como el Padre General de los jesuitas. ¿Es el papa un hombre que está solo?

Santo Padre: Sí y no, pero entiendo lo que quieres decirme. El Papa no está solo en su trabajo porque está respaldado por el consejo de muchos. Y sería un hombre solo si decidiera no escuchar a nadie o fingir que escuchaba. Sin embargo, hay un momento en el que uno debe decidir, cuándo debe firmar, en el que permanece solo con su sentido de la responsabilidad.

-Has innovado, criticado algunas actitudes del clero. Has revolucionado la Curia, con cierta resistencia y oposición. ¿Ha cambiado ya la Iglesia como deseabas hace un año?

Santo Padre: el pasado mes de marzo no tenía ningún plan para cambiar la Iglesia. No esperaba, digámoslo de esta manera, esta transferencia de diócesis. Comencé a gobernar, tratando de poner en práctica todo lo que había surgido en el debate entre los cardenales de las diferentes Congregaciones. Y en mis acciones espero contar con la inspiración del Señor. Les daré un ejemplo: se ha hablado de la situación espiritual de las personas que trabajan en la Curia, y luego comenzaron a hacer retiros espirituales. Se debe dar más importancia a los ejercicios espirituales anuales. Todos tienen derecho a pasar cinco días en silencio y meditación, mientras que antes en la Curia escuchaban tres homilías por día y luego algunos continuaban trabajando.

-¿Son la ternura y la misericordia la esencia de tu mensaje pastoral?

Santo Padre: Y del Evangelio. Son el corazón del evangelio. De lo contrario, uno no entiende a Jesucristo, o la ternura del Padre que lo envía a escucharnos, a curarnos, a salvarnos.

-¿Pero se entendió este mensaje? Dijiste que la "manía de Francisco" no duraría mucho. ¿Hay algo de tu imagen pública que no te guste?

Santo Padre: Me gusta estar entre la gente, con los que sufren, e ir a las parroquias. No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del Papa Francisco. Cuando se dice, por ejemplo, que salgo del Vaticano por la noche para alimentar a los mendigos en Via Ottaviano, nunca lo pensaría. Sigmund Freud dijo, si no me equivoco, que en toda idealización hay una agresión. Pintar al Papa como si fuera una especie de Superman, una especie de estrella, me parece ofensivo. El Papa es un hombre que se ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos los demás. Él es una persona normal.

-¿Tienes nostalgia por tu argentina?

Santo Padre: La verdad es que no tengo nostalgia. Iría a visitar a mi hermana, que está enferma, la última de nosotras cinco. Me encantaría verla, pero esto no justifica un viaje a Argentina: llamar por teléfono, ya es suficiente. No creo que me vaya antes del 2016, porque ya he estado en América Latina, en Río. Ahora tengo que ir a Tierra Santa, a Asia y luego a África.

-Acabas de renovar tu pasaporte argentino. Todavía eres un jefe de estado.

Santo Padre: lo renové porque había expirado.

-¿Te molestó que te acusaran de ser marxista, especialmente en los Estados Unidos, después de la publicación de "Evangelii Gaudium" ?

Santo Padre: No, en absoluto. Nunca compartí la ideología marxista porque es falsa, pero conocía a muchas personas buenas que profesaban el marxismo.

-Los escándalos que perturbaron la vida de la Iglesia, afortunadamente, ahora están en el pasado. Sobre el delicado tema del abuso de menores, los filósofos Besancon y Scruton, entre otros, le pidieron que levante la voz contra el fanatismo y la mala fe del mundo secularizado que no respeta mucho la infancia.

Santo Padre: Deseo decir dos cosas. Los casos de abuso son terribles porque dejan heridas muy profundas. Benedicto XVI fue muy valiente y abrió el camino. Y, siguiendo ese camino, la Iglesia avanzó mucho, quizás más que nadie. Las estadísticas sobre el fenómeno de la violencia contra los niños son impactantes, pero también muestran claramente que la gran mayoría de los abusos provienen del entorno familiar y de personas cercanas. La Iglesia Católica es quizás la única institución pública que se movió con transparencia y responsabilidad. Nadie más hizo tanto. Y sin embargo, la Iglesia es la única que está siendo atacada.

-Usted dice que "los pobres nos evangelizan". La atención prestada a la pobreza, la marca más fuerte de su mensaje, es tomada por algunos observadores como una profesión de pauperismo. El evangelio no condena la riqueza. Y Zaqueo era rico y caritativo.

Santo Padre: El Evangelio condena la adoración de la riqueza. El pauperismo es una de las interpretaciones críticas. En la Edad Medieval había muchas corrientes pauperistas. San Francisco [de Asís] tuvo el genio de poner el tema de la pobreza en el viaje evangélico. Jesús dice que uno no puede servir a dos amos, a Dios y al dinero. Y cuando seamos juzgados al final de los tiempos ( Mateo , 25), se nos preguntará acerca de nuestra cercanía a la pobreza. La pobreza nos saca de la idolatría y abre las puertas a la Providencia. Zaqueo le da la mitad de su riqueza a los pobres. Y aquellos cuyos graneros están llenos de su propio egoísmo, el Señor, al final, pedirá cuentas. Creo que expresé bien mi pensamiento sobre la pobreza en "Evangelii Gaudium".

-Identificas en la globalización, especialmente financiera, algunos de los males que sufre la humanidad. Sin embargo, la globalización sacó a millones de personas de la pobreza. Trajo esperanza, un sentimiento raro que no debe confundirse con optimismo.

Santo Padre: Es verdad, la globalización salvó a muchas personas de la miseria, pero condenó a muchas otras a morir de hambre, porque con este sistema económico se vuelve selectivo. La globalización en la que piensa la Iglesia no parece una esfera en la que cada punto esté equidistante del centro y, por lo tanto, se pierda la particularidad de los pueblos. Es, más bien, un poliedro, con sus diferentes facetas, en el que cada nación mantiene su propia cultura, idioma, religión, identidad. La actual globalización económica "esférica", especialmente la financiera, produce un pensamiento, un pensamiento débil. Y la persona humana ya no está en su centro, sino sólo el dinero.

-El tema de la familia es central para la actividad del Consejo de los Ocho Cardenales. Desde la Exhortación de Juan Pablo II "Familiaris Consortio", muchas cosas han cambiado. Se esperan grandes novedades. Y usted dijo que las personas divorciadas no deben ser condenadas, que deben ser ayudadas.

Santo Padre: es un largo camino que la Iglesia debe completar, un proceso que el Señor quiere. Tres meses después de mi elección, se me presentaron los temas para el Sínodo, y decidimos discutir cuál es la contribución de Jesús al hombre contemporáneo. Sin embargo, al final, que para mí es un signo de la voluntad de Dios, decidimos hablar sobre la familia, que está pasando por una crisis muy grave. Es difícil formar una familia. Los jóvenes ya no se casan. Hay muchas familias separadas, cuyo plan de vida común fracasó. Los niños sufren mucho. Y tenemos que dar una respuesta. Sin embargo, tenemos que reflexionar mucho sobre esto, y en profundidad. Esto es lo que hacen el Consistorio y el Sínodo. Debemos evitar quedarnos en la superficie del tema. La tentación de resolver cada problema con la casuística es un error, una simplificación de las cosas profundas. Es lo que hicieron los fariseos: una teología muy superficial. Y es a la luz de esta profunda reflexión que las situaciones particulares podrán abordarse con seriedad, también la de los divorciados.

-¿Por qué el informe del cardenal Walter Kasper en el último Consistorio (un abismo entre la doctrina sobre el matrimonio y la familia y la vida real de muchos cristianos) genera tanta división entre los cardenales? ¿Crees que la Iglesia podrá pasar por estos dos años de arduo viaje para llegar a un consenso amplio y sereno?

Santo Padre: el cardenal Kasper hizo una presentación hermosa y profunda, que pronto se publicará en alemán, en la que aborda cinco puntos, el quinto de los cuales es el de los segundos matrimonios. Hubiera estado más preocupado si no hubiera habido una discusión intensa en el Consistorio, porque hubiera sido inútil. Los Cardenales sabían que podían decir lo que querían y presentaban diferentes puntos de vista, que siempre son enriquecedores. El debate abierto y fraterno hace crecer el pensamiento teológico y pastoral. Eso no me asusta. Lo que es más, lo busco.

-En el pasado reciente, se acostumbraba a referirse a los "valores no negociables", especialmente en cuestiones de bioética y moralidad sexual. No has usado esa fórmula. ¿Es esa elección un signo de un estilo menos prescriptivo, más respetuoso de la conciencia individual?

Santo Padre: Nunca entendí la expresión "valores no negociables". Los valores son valores y eso es todo. No puedo decir cuál de los dedos de la mano es más útil que el resto, por lo que no entiendo en qué sentido podría haber valores negociables. Lo que tenía que decir sobre el tema de la vida lo he puesto por escrito en "Evangelii Gaudium".

-Muchos países han regulado las uniones civiles. ¿Es un camino que la Iglesia puede entender? Pero hasta qué punto?

Santo Padre: El matrimonio es entre un hombre y una mujer. Los Estados laicos quieren justificar las uniones civiles para regular diferentes situaciones de convivencia, impulsadas por la necesidad de regular los aspectos económicos entre las personas como, por ejemplo, garantizar la atención médica. Cada caso debe ser examinado y evaluado en su diversidad.

-¿Cómo se promoverá el papel de la mujer dentro de la Iglesia?

Santo Padre: La casuística tampoco ayuda en este caso. Es cierto que las mujeres pueden y deben estar más presentes en los puestos de toma de decisiones de la Iglesia. Pero yo llamaría a esto una promoción de tipo funcional. Y con eso solo, uno no avanza mucho. Más bien, debemos pensar que la Iglesia tiene el artículo femenino, "la": es femenino por su origen. El teólogo Urs von Balthasar trabajó mucho en este tema: el principio mariano guía a la Iglesia de la mano del principio petrino. La Virgen es más importante que cualquier obispo y cualquiera de los apóstoles. La reflexión teológica ya está en marcha. El cardenal [Stanislaw] Rylko [presidente del Consejo Pontificio para los Laicos], junto con el Consejo de los Laicos, está trabajando en esta dirección con muchas mujeres expertas.

-Medio siglo después de la encíclica "Humanae Vitae" de Pablo VI , ¿ puede la Iglesia retomar el tema del control de la natalidad? Su hermano, el cardenal [Carlo Maria] Martini [el fallecido arzobispo de Milán] creía que ya era hora.

Santo Padre: Todo depende de cómo se interprete el texto de "Humanae Vitae" . El mismo Pablo VI, hacia el final, recomendó a los confesores mucha misericordia y atención a situaciones concretas. Pero su genio fue profético, ya que tuvo el coraje de ir en contra de la mayoría, de defender la disciplina moral, de aplicar un freno cultural, de oponerse al neoltusianismo presente y futuro. El objetivo no es cambiar la doctrina, pero es una cuestión de profundizar en el tema y asegurar que el ministerio pastoral tenga en cuenta las situaciones de cada persona y lo que esa persona puede hacer. Esto también será discutido en el camino al Sínodo.

-La ciencia evoluciona y vuelve a dibujar los fines de la vida. ¿Tiene sentido prolongar la vida en estado vegetativo?

Santo Padre: No soy un especialista en argumentos bioéticos, y tengo miedo de ser equivocado en mis palabras. La doctrina tradicional de la Iglesia establece que nadie está obligado a usar métodos extraordinarios cuando alguien está en su fase terminal. Pastoralmente, en estos casos siempre he aconsejado cuidados paliativos. En casos más específicos, si es necesario, es apropiado buscar el consejo de especialistas.

-¿Su viaje a Tierra Santa llevará a un acuerdo de intercomunicación con los ortodoxos que Pablo VI, hace cincuenta años, casi firmó con el [patriarca] Atenagoras?

Santo Padre: Todos estamos impacientes por lograr resultados "sellados". Pero el camino de la unidad con los ortodoxos significa, sobre todo, caminar y trabajar juntos. En Buenos Aires, varios ortodoxos acudieron a los cursos de catequesis. Usualmente pasaba la Navidad y el 6 de enero junto con sus obispos, quienes a veces incluso pedían el consejo de nuestras oficinas diocesanas. No sé si la historia es cierta de que Atenegoras le dijo al Papa Pablo VI que él les propuso que caminen juntos y envíen a todos los teólogos a una isla para discutir entre ellos. Es una broma, pero es importante que caminemos juntos. La teología ortodoxa es muy rica. Y creo que tienen, en este momento, grandes teólogos. Su visión de la Iglesia y colegialidad es maravillosa.

-En unos pocos años, la mayor potencia mundial será China, con la que el Vaticano no tiene relaciones. Matteo Ricci era un jesuita como tú.


Santo Padre: Estamos cerca de China. Le envié una carta al presidente Xi Jinping cuando fue elegido, tres días después de mí. Y él me respondió. Las relaciones están ahí. Son una gran gente a quien amo.

-¿Por qué, Santo Padre, nunca hablas de Europa? ¿Qué pasa con el proyecto europeo que no te convence?

Santo Padre: ¿Recuerdas el día en que hablé de Asia? ¿Qué dije? (Aquí el reportero se atreve a dar una explicación, recolectando vagos recuerdos solo para darse cuenta de que se había enamorado de un buen truco). No he hablado de Asia, ni de África, ni de Europa. Solo sobre América Latina cuando estuve en Brasil y cuando tuve que recibir la Comisión para América Latina. Todavía no ha habido una oportunidad de hablar sobre Europa. Vendrá.

-¿Qué libro estás leyendo estos días?

Santo Padre: 'Pedro y Magdalena' de Damiano Marzotto sobre la dimensión femenina de la Iglesia. Un hermoso libro.

-¿Y no eres capaz de ver alguna buena película, otra de tus pasiones? "La Grande Bellezza" ganó un Oscar. ¿Lo verás?

Santo Padre: No lo sé. La última película que vi fue "La vida es bella" de Benigni. Y antes había visto 'La Strada' de Fellini. Una obra maestra. También me gustó Wajda ...

-San Francisco tuvo una juventud despreocupada. Te pregunto: ¿alguna vez has estado enamorado?

Santo Padre: En el libro El jesuita, cuento cuando tuve una novia a la edad de 17 años. Y también lo menciono en Cielo y Tierra, el volumen que escribí con Abraham Skorka. En el seminario, una niña hizo girar mi cabeza durante una semana.

-Y si no te importa que pregunte, ¿cómo terminó?

Santo Padre: Eran cosas de la juventud. Hablé con mi confesor sobre esto [una gran sonrisa].

-Gracias santo padre
 
Santo Padre: Gracias.

Zenit


DIVORCIO AL ESTILO BERGOGLIO

Francisco aplaude la "teología profunda" que bendice el adulterio

Por el padre Anthony Cekada


Casi cualquiera que se declare católico puede decirle que la Iglesia enseña que el divorcio y las segundas nupcias están prohibidos. Incluso podría decirle que la enseñanza no es sólo una ley de la "Iglesia", sino que viene de Nuestro Señor mismo: "Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre". E incluso podría añadir que si te vuelves a casar mientras tu primer cónyuge está vivo, cometes adulterio.

Hasta ahora. Porque, como predijimos el año pasado, Bergoglio ("el papa Francisco") está impulsando su programa para desmantelar la enseñanza católica sobre la concesión de la Eucaristía a los divorciados y vueltos a casar, uno de los seis puntos clave de la revolución de Bergoglio. Por alguna razón, Bergoglio cree que la implementación de este cambio atraerá a hordas de católicos nominales desafectos a las iglesias vacías y vaciadas de Europa y Sudamérica.

Dado que la enseñanza tradicional está tan profundamente arraigada no sólo en la dogmática y la moral católica, sino también (a pesar del Vaticano II) en la conciencia de muchos católicos, era necesario emprender una amplia preparación para un cambio tan sísmico. El mayor paso se dio recientemente con el discurso del cardenal Walter Kasper en una reunión de todos los cardenales en Roma los días 20 y 21 de febrero, una reunión destinada a preparar el Sínodo de los Obispos de octubre, que tendrá como tema la familia. La elección personal de Bergoglio de Kasper como orador principal para este tema se consideró muy significativa. El cardenal tiene fama de ser uno de los modernistas más "liberales" del otrora Sacro Colegio.

El texto del discurso de Kasper a los cardenales no debía hacerse público, pero se filtró al periódico italiano Il Foglio, que lo publicó íntegramente. (El 21 de febrero, al final del consistorio, Bergoglio elogió profusamente el discurso:
Ayer... leí, o más bien releí, la obra del cardenal Kasper, y quiero darle las gracias porque he encontrado una teología profunda, e incluso un pensamiento sereno en su teología. Es agradable leer una teología serena. Y también encontré lo que nos decía San Ignacio, ese sensus Ecclesiae, el amor a la Madre Iglesia. Me hizo bien y se me ocurrió una idea -disculpe, Eminencia, si lo avergüenzo-, pero la idea es que esto se llama "hacer teología de rodillas". Gracias. Gracias.
El comentarista del Vaticano, Sandro Magister, dice que las propuestas de Kasper representan nada menos que "un cambio de paradigma" sobre el tema -un cambio completo de contexto o perspectiva- y que enuncia el programa que Bergoglio pretende implementar.

Entonces, ¿cuál es el programa de Bergoglio para la cuestión de dar la Eucaristía a los divorciados y vueltos a casar, y cuáles son sus problemas?

¡Las reglas cardinales!


I. La "teología serena" de Kasper

El discurso comienza con una larga introducción, seguida de cuatro secciones sobre la familia en el orden de la creación, la "estructura del pecado" en la vida familiar, la familia en el orden cristiano de la redención y la familia como "iglesia doméstica". Se trata de varios miles de palabras de enrevesada palabrería modernista que pocos en la iglesia del Novus Ordo se molestarán en leer.

La quinta sección, sin embargo, contiene el verdadero punto del discurso: proporcionar a Bergoglio y a la "izquierda" de la jerarquía post-Vaticano II una hoja de parra teológica para dar la Eucaristía a los divorciados y vueltos a casar. Este es el calentamiento de Kasper antes de entrar en el meollo de las propuestas prácticas:

● La situación de los católicos divorciados y vueltos a casar civilmente plantea un problema espinoso.

● No podemos considerarla sólo desde una perspectiva sacramental e institucional. Tenemos que "cambiar el paradigma" y considerarlo desde el punto de vista de "los que sufren".

● Los sacerdotes tienen que esforzarse por reconciliar a las partes cuando los matrimonios están en crisis. [¡Brillante, Eminencia! ¡Brillante!] No deben dejar de hacerlo "tras el fracaso de un matrimonio" [¡Guau!]

● Después de la "amarga experiencia del pasado" con un matrimonio católico que terminó en divorcio, el matrimonio civil y "la nueva relación" puede parecer "como un regalo del cielo."

● ¿Qué debe hacer la Iglesia? "[La Iglesia] no puede proponer una solución diferente o contraria a las palabras de Jesús.... La indisolubilidad del matrimonio sacramental y la imposibilidad de un nuevo matrimonio durante la vida del otro miembro de la pareja es parte de la tradición de la fe vinculante de la Iglesia que no puede ser abandonada o deshecha apelando a una comprensión superficial de la misericordia abaratada".

● Pero ahora, en la era moderna, nos enfrentamos a una "nueva situación" [¡por supuesto!]. Mientras que antes la ley eclesiástica imponía las penas por bigamia a los casados civilmente, incluyendo la excomunión, éstas han desaparecido. Ahora se les invita a participar en la vida de la Iglesia. "Este es un nuevo tono".

● ¿Por qué no aplicar a su situación la misma estrategia que el Vaticano II hizo con la libertad religiosa y el ecumenismo? Claro, las encíclicas y decretos de la Santa Sede "parecían impedir otros caminos". Sin violar la tradición dogmática vinculante, el Concilio abrió puertas. Podemos preguntarnos: ¿no es acaso posible que haya también otros desarrollos sobre la cuestión actual?"

Aunque no lo dice, el verdadero objetivo de Kasper es permitir que los cónyuges del segundo matrimonio inválido mantengan relaciones conyugales entre sí. Dado que el cónyuge del primer matrimonio sacramental sigue vivo, debe encontrar una manera de excusarlos del adulterio, ya sea alegando que el primer matrimonio no existió realmente (era inválido) o justificando las relaciones maritales adúlteras por algún otro motivo. Kasper propone dos posibles soluciones en este sentido, ambas "ya mencionadas en documentos oficiales".

¡Mejor que un tribunal!

1. Dejar que el clero parroquial anule los matrimonios. Esto, en efecto, haría desaparecer todo el sistema de tribunales matrimoniales de la Iglesia, y permitiría que un miembro del clero local decidiera si un primer matrimonio fue válido o no.

● "Algunos de los divorciados y vueltos a casar tienen la convicción subjetiva de que su matrimonio anterior, irremediablemente roto, nunca fue válido". En muchos casos, su sacerdote local también está convencido de ello.

● La evaluación de la validez de los matrimonios se dejó en manos de los tribunales eclesiásticos, pero esto no es una cuestión de ley divina y puede cambiarse por un procedimiento más "espiritual y pastoral".

● Tal vez un sacerdote con "experiencia espiritual y pastoral" designado por el obispo podría decidir la validez del matrimonio.

● Esto estaría en consonancia con el discurso del papa Francisco del 24 de enero de 2014 a la Rota Romana (tribunal supremo del matrimonio) en el que dijo que "la dimensión jurídica y la dimensión pastoral [de la resolución de los casos matrimoniales] no se oponen... La pastoral y la misericordia no se oponen a la justicia, sino que son, por así decirlo, la justicia suprema, porque detrás de cada apelación disciernen no sólo un caso que debe examinarse a través de la lente de las normas generales, sino una persona humana que, como tal, nunca puede representar un caso y siempre tiene una dignidad única".

● Los diferentes niveles de apelación superior en el sistema de tribunales matrimoniales "no pueden decidir eficazmente el bien y el mal de las personas" sobre la base de "papeles... sin conocer a la persona y su situación".

Las consecuencias de lo anterior las analizaremos más adelante. Sin embargo, la mera ampliación del procedimiento de anulación de matrimonios de esta manera, dice el cardenal, no es suficiente. "Esto crearía la peligrosa impresión de que la Iglesia procede de forma deshonesta al conceder lo que en realidad son divorcios". Hmm. Con los divorciados y vueltos a casar también se podría permitir...

¡Que tengas una gran escapada!

2. Segundos matrimonios "penitenciales". El argumento de Kaspar es el siguiente:

● En 1994 y 2012, Ratzinger dijo que "que los divorciados y vueltos a casar no pueden recibir la comunión sacramental pero sí la espiritual". Esto refleja "una verdadera apertura".

● "Pero también plantea una serie de preguntas. En efecto, quien recibe la comunión espiritual es uno con Jesucristo. [...] ¿Por qué, entonces, no puede recibir también la comunión sacramental?".

● La respuesta fue: Por preocupación por "la santidad del sacramento".

● "La pregunta que se plantea como respuesta es: ¿No es acaso una explotación de la persona que sufre y pide ayuda si la convertimos en signo y advertencia para los demás? ¿Vamos a dejarle morir de hambre sacramentalmente para que otros puedan vivir?"

● "La Iglesia primitiva nos da una indicación que puede servir para salir del dilema".

● La base es un artículo que Joseph Ratzinger escribió en 1972: "En cada una de las Iglesias locales existía el derecho consuetudinario en base al cual los cristianos que, aún viviendo su primera pareja, vivían en una segunda relación, después de un tiempo de penitencia disponían [...] no de un segundo matrimonio, sino de una tabla de salvación a través de la participación en la comunión. [...]"

● Este sería "el camino de la conversión". Se aplicaría a una persona divorciada y vuelta a casar que (1) se arrepiente de su fracaso en el primer matrimonio, (2) "aclara sus obligaciones", (3) no puede evitar abandonar el matrimonio civil "sin más daño", (4) hace todo lo posible para "vivir las posibilidades" del segundo matrimonio, y (5) tiene el deseo de los sacramentos, después de una "conversión" o "un período de tiempo en una nueva dirección."

● No sería "una solución general".

● "¿No deberíamos tener en cuenta el hecho de que también perderemos a la siguiente generación y quizás también a la que le sigue? Nuestra práctica establecida desde hace tiempo, ¿no se muestra contraproducente?"

● Lo anterior era la práctica de "la Iglesia primitiva", según los estudios de Cereti (1977) y Crouzel/Ratzinger (1972).

 "No se puede dudar, sin embargo, del hecho de que en la Iglesia primitiva, en muchas Iglesias locales, por derecho consuetudinario se practicaba, después de un tiempo de arrepentimiento, la tolerancia pastoral, la clemencia y la indulgencia".

● Esto se demuestra con la referencia al Concilio de Nicea (contra el rigorismo de Novaciano), Orígenes, Basilio el Grande y Gregorio Nacianceno.

● "J. Ratzinger sugirió que se retomara la posición de Basilio de una manera nueva. Parece una solución adecuada, que también está en la base de estas reflexiones mías.... En la cambiada situación actual podemos, sin embargo, recuperar los conceptos básicos y tratar de realizarlos en el presente, de la manera que sea justa y equitativa a la luz del Evangelio".

Y para aquellos que encuentran espantosas las propuestas de Kasper y que siguen añorando los tiempos de “el Rottweiler de la ortodoxia”, señalemos de paso aquí que el cardenal basa sus argumentos en la obra del propio Ratzinger.

Una bofetada en la cara

II. Análisis y consecuencias

Incluso para muchas almas que sólo tienen un conocimiento limitado de la doctrina católica tradicional sobre el divorcio y las segundas nupcias, las ideas de Kasper parecerán extremadamente sospechosas: ¿estás "convencido subjetivamente" de que tu primer matrimonio por la Iglesia fue inválido, y todo lo que necesitas es la opinión de un sacerdote antes de casarte de nuevo? ¿La comunión espiritual es equivalente a la comunión sacramental? ¿Recibir la comunión mientras se mantiene una relación adúltera está bien? ¿La Iglesia primitiva lo permitía?

Pero el discurso de Kasper tendrá enormes consecuencias, por lo que debemos analizarlo un poco más de cerca. Y para ayudarnos en nuestro análisis, tenemos la gran suerte de contar con la extensa crítica del profesor Roberto de Mattei, también publicada en Il Foglio, y luego publicada rápidamente en una traducción al inglés en Rorate Caeli.

1. Una bofetada a los virtuosos y a los que sufren. En mi vida sacerdotal, he conocido a muchos hombres y mujeres cuyos matrimonios en la Iglesia terminaron en amargo conflicto y divorcio civil, pero que a pesar de las lágrimas, el sufrimiento y la soledad humana, permanecieron decididamente fieles a los votos que habían pronunciado ante Dios, aunque sus cónyuges no lo hicieran. Sabían cuáles eran sus obligaciones y se esforzaban por santificarse para estar a la altura de la ley de Dios. También he conocido a parejas católicas que contrajeron un segundo matrimonio inválido del que no pudieron apartarse por culpa de los hijos, la vejez o la pobreza, pero que, para volver a los sacramentos, hicieron voto ante Dios de vivir en adelante como hermano y hermana. Las propuestas de Kasper son una bofetada a almas como estas que lucharon poderosamente y durante mucho tiempo por observar la ley divina cueste lo que cueste, y que, a diferencia del cardenal y de su maestro, Bergoglio, se tomaron la ley de Dios lo suficientemente en serio como para sufrir por ella.

2. Camuflaje "pastoral" para derribar el dogma. En un post de finales del año pasado, señalamos que en sus discursos públicos Bergoglio emplea repetidamente el término "pastoral", una palabra clave modernista de los años 60. Después de discutir cómo se aplicó el término a los obispos en la era post-Vaticano II y después de resumir el análisis del profesor de Mattei sobre cómo Francisco lo utiliza en sus pronunciamientos públicos, concluimos que
La clave para descifrar lo que Bergoglio y otros modernistas como él entienden por "pastoral" [es que] a través de las acciones, el silencio o el disimulo se busca socavar el dogma y la moral católica al cambiar la experiencia que los hombres tienen de ellos.
Esta es exactamente la dinámica que se da en el discurso de Kasper. Él defiende de la boca para afuera la enseñanza católica tradicional, diciendo que no podemos deshacerla "apelando a una comprensión superficial de la misericordia abaratada". ¿Y sabes qué? A continuación, propone prácticas que ofrecen exactamente eso: "misericordia barata" comprada a precio de saldo sin un verdadero arrepentimiento por el pecado y sin un firme propósito de enmienda. Cuando se trata del primer matrimonio válido, se ignoran los dogmas de la unidad e indisolubilidad del vínculo matrimonial, porque se es libre de continuar las relaciones maritales adúlteras del segundo matrimonio inválido.

En la práctica, los dogmas ya no existen, porque Bergoglio y Kasper han ideado una solución "pastoral" que los deja sin efecto. De Mattei se aferra a la conexión que Kasper hace entre sus propuestas sobre el matrimonio y la "apertura de las puertas" del Vaticano II.
¿Apertura de las puertas a qué? A la violación sistemática, en el plano de la praxis, de esa tradición dogmática donde las palabras la afirman jurídicamente.
3. No se menciona el pecado. La "misericordia barata" del tipo que Kasper y Bergoglio imaginan, además, se hace posible porque, como dice de Mattei, "la palabra pecado no entra en el vocabulario del cardenal Kasper y nunca aparece en su informe al Consistorio". Esto se debe probablemente a que todo lo que no sea una noción genérica de pecado (contra "el medio ambiente", contra "los pobres", contra "los inmigrantes", etc., en contraposición a los actos pecaminosos particulares de un individuo) se considera "teología negativa" en el sistema modernista. Además, "el cardenal Kasper no expresa ni una sola palabra de condena sobre el divorcio y sus desastrosas consecuencias en la sociedad occidental". Esto, a su vez, le permite utilizar la expresión comadreja...

4. "Matrimonios fallidos". Aquí, después de leer a Kasper, uno se queda con la impresión de que esos objetos impersonales llamados "matrimonios" están constantemente flotando por ahí, y que cuando de alguna manera sufren suficientes fracturas de tensión por causas desconocidas, salen volando por sí solos, dañando al marido y a la mujer que casualmente están cerca. El "fracaso matrimonial" es algo así como contraer cáncer. Las cosas suceden, los matrimonios explotan, etc.

La noción aparece constantemente en el discurso bergogliano. Aquí está Francisco hablando del matrimonio el 28 de febrero, apenas unos días después del espantoso discurso de Kasper:
Cuando este amor falla -porque muchas veces falla- debemos sentir el dolor del fracaso y acompañar a los que han fracasado en su amor. ¡No condenarlos! Caminar junto a ellos.
La formulación amor-fracaso/matrimonio-fracaso elude intencionadamente la cuestión de las responsabilidades morales de los respectivos cónyuges en un matrimonio que se rompe. El marido falla, la mujer falla, o ambos fallan. Con esto queremos decir que uno o ambos no están a la altura de las responsabilidades morales de su estado de vida, cometen pecados y, como resultado, destruyen una unión llena de gracia y bendecida por Dios. El marido, la mujer o ambos, beben, se pelean, cometen adulterio, desprecian al cónyuge, escandalizan a los hijos, buscan venganza, mienten, abandonan al otro, se drogan, consumen porno, contraceptan, socavan la autoridad del otro, gastan el dinero de forma imprudente, son tacaños, hablan sin parar con el otro, se niegan a comunicarse en absoluto, desaparecen, controlan todos los aspectos de la vida del cónyuge, no muestran ningún interés por la vida del cónyuge o hieren intencionadamente al otro. En toda ruptura, al menos uno de los cónyuges no ha intentado superar sus pecados y faltas, y estar a la altura de los deberes de su vocación cooperando con las gracias del sacramento que ha recibido.

Esto no quiere decir que uno o ambos cónyuges no puedan arrepentirse de los pecados habituales que en última instancia llevaron a su separación, y alcanzar la santidad a partir de entonces. Pero la formulación de Kasper, abstraída de cualquier noción clara de pecado individual y de responsabilidad moral por el divorcio, oculta la realidad de que la segunda relación ilícita -lejos de ser lo que Kasper llama "un regalo del cielo"- es la consecuencia del pecado en el primer matrimonio.

Disponible para anulaciones, ¡también!

5. Anulaciones exprés. La Iglesia estableció un elaborado sistema de tribunales eclesiásticos y todo un cuerpo de leyes procesales y sustantivas para proteger la santidad del sacramento del matrimonio. Era difícil obtener una anulación antes del Vaticano II, precisamente porque los motivos para declarar la nulidad de un contrato matrimonial eran muy escasos (por ejemplo, la fuerza, el miedo grave, el error) y el sistema se inclinaba en contra del engaño o las pretensiones interesadas de las partes. Aunque después del Vaticano II se concedieran anulaciones por motivos espurios y se repartieran como caramelos, al menos se mantuvo la ficción de un sistema jurídico que protegía la santidad del matrimonio.

Esta ficción puede desaparecer. Kasper dice que, dado que algunos de los divorciados y vueltos a casar están "subjetivamente convencidos" de que su primer matrimonio en la Iglesia fue inválido, y que el clero que se ocupa de ellos suele estar de acuerdo con ellos, hay que dejar que un sacerdote con "experiencia espiritual y pastoral" [¡otra vez esa palabra!] decida la cuestión. Tal vez un confesor o el vicario del obispo para la zona.

Esta es la solución del "foro interno" de los años 60 seguida por el clero modernista de la época, pero escrita en grande y canonizada oficialmente.

Puf, ¡no hay necesidad de todos esos tribunales! ¡El padre Chuck puede decidir! ¿Y qué crees que decidirá el padre Chuck si entras en su despacho o en el confesionario, dices que eras realmente inmaduro cuando te casaste, que no entendiste el aspecto de "pacto", que te sentiste presionado porque vivíais juntos, que no sabías realmente lo que era el amor, que sólo querías hacer felices a papá y mamá, y lloras a mares ante el padre Chuck? Pobre chico, pobre chica, en realidad no tenías la intención de casarte, ¿verdad? Estoy seguro de que estás en perfecta conciencia. ¿Y no dijo el buen papa Francisco que debemos ser misericordiosos? Así que arrepiéntete de ese mal y viejo primer "matrimonio fallido", haz penitencia por él (una decena del Rosario si te acuerdas cómo, o una limosna a Greenpeace si no lo recuerdas), y siéntete libre en adelante de acercarte a la ministra extraordinaria Sra. Gauleiter para la Eucaristía, y ahora vete en paz a amar y servir al Señor.

Si se permitiera este procedimiento, dice el profesor de Mattei, "es fácil imaginar cómo se extendería la nulidad de los matrimonios, introduciendo de facto el divorcio católico, si no por ley, e incurriendo en daños devastadores para el bien humano".

6. Una invitación al escarnio y al escándalo. En cuanto a la propuesta anterior, como señalamos anteriormente, incluso el propio Kasper dice que "crearía la peligrosa impresión de que la Iglesia procede de forma deshonesta al conceder lo que en realidad son divorcios." ¿La impresión de deshonestidad? ¿La impresión de divorcio? Crearía la REALIDAD de ambas cosas.

Cualquier protestante, cualquier no creyente, que tuviera una pizca de sentido común diría que la Iglesia católica ha cambiado su doctrina y ahora permite el divorcio y las segundas nupcias. Revestir el procedimiento como una "anulación" -como si un matrimonio real nunca hubiera existido en primer lugar- es invitar a la burla y a las acusaciones de deshonestidad absoluta, incluso (según una encuesta reciente de católicos austriacos y alemanes, en inglés aquí) de personas que supuestamente se beneficiarían de ello:
Pero reformar y agilizar el proceso de anulación de la Iglesia no supondría una gran diferencia en Alemania, según el informe de los obispos, porque la mayoría de las personas que se han vuelto a casar no consideran que sus uniones originales sean "nulas", sino que han fracasado. "Por ello, suelen considerar que un procedimiento de nulidad" -que declara que un aparente matrimonio era nulo desde el principio- "es deshonesto"

¿El límite máximo de Enrique?

7. ¿Hacer un paquete de seis? El cambio también sería una fuente de escándalo en los países en los que la poligamia está muy extendida, como han dicho recientemente incluso algunos obispos africanos. Los que se unen a la Iglesia deben elegir una esposa y dejar el resto. Si la Iglesia puede permitir a los occidentales de los países desarrollados la poligamia en serie, ¿por qué no permitir a los africanos la poligamia simultánea? Y una vez que se deja de lado el principio de indisolubilidad del matrimonio mediante la praxis de la nueva "hermenéutica jurídica y pastoral" de Kasper, ¿hay un límite al número de matrimonios que se pueden, en conciencia, declarar "fallidos"? ¿El de Catalina de Aragón, digamos, seguido de otro con Ana Bolena, Juana Seymour, Ana de Cleves, Catalina Howard y Catalina Paar? ¡No es necesario enviar a nadie al patíbulo, Su Majestad! Ni siquiera tiene que molestar al arzobispo Tom, porque su delegado, el padre Chuck, puede encargarse de todo por usted.

8. Apelaciones fraudulentas a los Padres. Kasper, como hemos visto, dice que en los primeros siglos existía una "praxis" para algunos cristianos por la que contraían una segunda relación después de "un período de penitencia", aunque aún viviera su primer cónyuge.

El profesor de Mattei demuestra, sin embargo, que esta afirmación es totalmente falsa (en inglés aquí).

El padre George H. Joyce, en su estudio histórico-doctrinal sobre el matrimonio cristiano (1948) demostró que durante los cinco primeros siglos de la era cristiana no se encuentra ningún decreto de un Concilio, ni ninguna declaración de un Padre de la Iglesia, que sostenga la posibilidad de disolver el vínculo matrimonial.
En el siglo II, cuando Justino, Atenágoras, Teófilo de Antioquía, mencionan la prohibición evangélica del divorcio, no dan ninguna indicación sobre las excepciones. Clemente de Alejandría y Tertuliano son aún más explícitos. Y Orígenes, aunque busca alguna justificación en las prácticas adoptadas por algunos obispos, precisa que esto contradice la Escritura y la Tradición de la Iglesia [...] Dos de los primeros Concilios de la Iglesia, Elvira (306) y Arles (314) lo repiten claramente. En todo el mundo, la Iglesia consideraba imposible la disolución del vínculo matrimonial y el divorcio con derecho a un segundo matrimonio era completamente desconocido.
De Mattei continúa su argumento, añadiendo prueba tras prueba de los Padres para refutar la afirmación de Kasper, y hace la declaración condenatoria:
La "práctica canónica y penitencial" que el cardenal Kasper propone como salida al "dilema" tenía en los primeros siglos el significado exactamente contrario al que él parece atribuirle. No se hacía para expiar el primer matrimonio, sino para reparar el pecado del segundo, contraído sólo bajo la ley civil, y obviamente exigía el arrepentimiento de este pecado, y el abandono de la condición pseudomatrimonial.
Nótese bien: Exactamente lo contrario.

Kasper incluso distorsionó la famosa frase patrística sobre "la segunda tabla después del naufragio del pecado" aplicándola a la Eucaristía en lugar de a la Confesión, como señaló el canonista Thomas Peters (en inglés aquí).

¡Demasiado tarde ya!

9. El caballo ha abandonado el establo. Naturalmente, los que en la iglesia post-Vaticano II todavía intentan adherirse a las doctrinas católicas tradicionales esperan que el Sínodo de los Obispos de octubre y el propio Francisco no respalden oficialmente las propuestas de Kasper. Pero la aprobación o no aprobación no supondrá ninguna diferencia en el orden práctico. Al igual que con la cuestión de la anticoncepción artificial en los años 60, una vez que se permiten los debates generalizados y bien publicitados sobre si se mantiene un principio moral católico o no, se contemporiza sobre la resolución de la cuestión y se vincula el hecho de ignorar el principio a los bromuros de bienestar del discurso secular moderno (tolerancia, conciencia individual, valores humanos, fracaso del matrimonio sin culpa, acomodación a la "realidad", etc.), el juego ha terminado. Los que rechazan el principio ya han encontrado sus justificaciones para hacerlo.

Y para colmo, nuestro querido y mediático "santo padre" ya ha dicho que no debemos tener un enfoque farisaico, anticuado y "casuista" de las cuestiones morales, sino "caminar con la gente", mostrar 'misericordia', ser 'pastoral' y respetar la supremacía de la conciencia individual, incluso de los ateos, que también pueden llegar al cielo. Entonces, ¿por qué no puedo yo, con mi segundo matrimonio "en buena conciencia"? O con mi tercer, o cuarto, en su caso?

10. El primer paso hacia más. En su demoledora crítica al discurso de Kasper, publicada el 1 de marzo, el profesor de Mattei advertía:
Una vez admitida la legitimidad de la cohabitación en segundas nupcias, no se ve por qué la cohabitación prematrimonial, si es estable y sincera, no debería permitirse.
Pues bien, no se necesita mucho tiempo en el pontificado de Bergoglio para ser profeta. Efectivamente, sólo tres días después, nos encontramos con un artículo titulado "La enseñanza de la Iglesia sobre la moral sexual debe cambiar, dice un obispo alemán". Según el relato de una entrevista publicada en National Catholic Reporter, el obispo de Tréveris, Stephan Ackermann, dijo:
Declarar que un segundo matrimonio después de un divorcio es un pecado mortal perpetuo, y no permitir bajo ninguna circunstancia que los divorciados vueltos a casar reciban nunca los Sacramentos, no es útil... "Los obispos tendremos que hacer sugerencias en este sentido. Debemos fortalecer el sentido de responsabilidad de las personas y luego respetar sus decisiones de conciencia".
Tampoco es sostenible declarar que todo tipo de convivencia antes del matrimonio es un pecado grave, y "la diferencia entre el control de la natalidad natural y el artificial es en cierto modo artificial".
Y hablando de anticoncepción, vemos en una entrevista con Bergoglio publicada al día siguiente (en ingles aquí), el mismo enfoque engañoso que Kasper, con su aprobación, asumiendo la cuestión de los sacramentos para los divorciados y vueltos a casar. Bergoglio habla fingiendo sinceridad sobre el principio, y luego insinúa que puede ser ignorado en la práctica por “razones pastorales”.
No se trata de cambiar la doctrina, sino de profundizar y hacer que la pastoral tenga en cuenta las situaciones y lo que es posible para las personas”.
¿Y cómo se aseguró el clero modernista de los años 60 de que la "atención pastoral" tuviera en cuenta "las situaciones y lo que es posible para las personas"? Como bien sabe Bergoglio, guardando silencio cuando los católicos confesaban usar anticonceptivos o diciéndoles: "Sigue tu conciencia". ¿Crees que es "posible" no tomar la píldora anticonceptiva?

* * *

"La vida no es todo blanco o negro, sino que está llena de pequeños matices", aseguró el cardenal Kasper a sus oyentes.

Pero el católico fiel sabe que la ley de Dios es, en efecto, o blanca o negra, en cuanto a esos mismos principios que Kasper y su admirador, Bergoglio, defienden de labios para afuera en la teoría, pero que tratan de derribar en la práctica: que el matrimonio es indisoluble, que el adulterio es malo y que la recepción indigna de la Eucaristía es un sacrilegio.

Pero, ¿dónde está la indignación ante este ataque frontal al dogma católico? Aparte del profesor de Mattei en Italia y del blog Rorate Caeli en el mundo anglosajón, no hay más que silencio por parte de los conservadores o tradicionalistas que todavía forman parte de la Iglesia posterior al Vaticano II. ¿No hay ni siquiera un obispo del Novus Ordo que aún conserve lo suficiente de la ley moral y el valor suficiente para denunciar el Divorcio al estilo Bergoglio con toda la fuerza que pueda reunir?

Después de cincuenta años del Vaticano II, parece que no. Así que la revolución presidida por Jorge Bergolio irá ganando cada vez más impulso -motus in fine velocior, como predice el profesor de Mattei-, haciendo que todo lo que los católicos consideraban sólido vuele por los aires.


Father Cekada