viernes, 26 de junio de 2015

CASO OBERGEFELL CONTRA HODGES

Publicamos un breve resumen del caso que abrió en EEUU las puertas al "matrimonio" homosexual


El caso Obergefell contra Hodges (en inglés: Obergefell v. Hodges) fue un caso judicial en la Corte Suprema de los Estados Unidos en el cual el tribunal dictaminó que el derecho fundamental de las personas del mismo sexo a contraer "matrimonio" se encuentra en la Decimocuarta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos y que por tanto no puede ser prohibido ni por la legislación federal ni tampoco por la legislación estatal, por lo que estableció que los "matrimonios" de este tipo son válidos en todos los estados del país, por lo tanto el "matrimonio" entre personas del mismo sexo es legal en todo Estados Unidos, conforme a lo establecido en la Constitución de los Estados Unidos.

La sentencia es del 26 de junio de 2015 y tomó como referencia otros tres procesos, Tanco v. Haslam (Tennessee), DeBoer v. Snyder (Míchigan), Bourke v. Beshear (Kentucky), que fueron iniciados a fin de que esos estados reconocieran el "matrimonio igualitario".


Nombre completo del caso: James Obergefell, et al., Petitioners v. Richard Hodges, Director, Ohio Department of Health, et al.

Fecha: 28 de abril de 2015 (presentación de argumentos)

Sentencia: 26 de junio de 2015

Sentencia 

La cláusula sobre "protección igualitaria" de la decimocuarta enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de América requiere que los estados autoricen un "matrimonio" entre dos personas del mismo sexo, así como que reconozcan la legitimidad de un "matrimonio" entre dos personas del mismo sexo cuando su unión se hizo con licencia legal y realizado fuera del estado. 

La sección 2 de la ley de defensa del matrimonio es inconstitucional. 



domingo, 21 de junio de 2015

EL “PAPA” DICE QUE LOS FABRICANTES DE ARMAS NO PUEDEN LLAMARSE CRISTIANOS

“Las personas que fabrican armas o invierten en industrias armamentísticas son hipócritas si se llaman a sí mismos cristianos” dijo el domingo el falso papa.


Según informó Reuters, Bergoglio emitió su más dura condena hasta la fecha contra la industria armamentística en un mitin más político que religioso ante miles de jóvenes al final del primer día de su viaje a la ciudad italiana de Turín.

“Si sólo confiáis en los hombres, habéis perdido”, dijo a los jóvenes en una larga y confusa charla sobre la guerra, la confianza y la política después de dejar de lado el discurso que había preparado.

“Me hace pensar en... gente, directivos, empresarios que se dicen cristianos y fabrican armas. Eso genera un poco de desconfianza, ¿no?”, dijo el impostor papal.

También criticó a quienes invierten en industrias armamentísticas, diciendo que “la duplicidad es la moneda de hoy... dicen una cosa y hacen otra”. ¡Mira quien habla de duplicidad!

Bergoglio también se basó en comentarios que había hecho en el pasado sobre los acontecimientos ocurridos durante la primera y la segunda guerra mundial.

Habló de la “tragedia de la Shoah”, utilizando el término hebreo para designar el Holocausto.

“Las grandes potencias tenían imágenes de las vías ferroviarias que llevaban los trenes a los campos de concentración como Auschwitz para matar a judíos, cristianos, homosexuales, a todo el mundo. ¿Por qué no bombardearon (las vías ferroviarias)?”

Al hablar de la Primera Guerra Mundial, habló de “la gran tragedia de Armenia”, pero no utilizó la palabra “genocidio”.

En abril, Bergoglio desató una disputa diplomática al calificar la masacre de hasta 1,5 millones de armenios hace 100 años como “el primer genocidio del siglo XX”, lo que llevó a Turquía a retirar a su embajador en el Vaticano.

martes, 9 de junio de 2015

BERGOGLIO: LOS CRISTIANOS “AGNOSTICOS MODERNOS”


Misa en Santa Marta · 9 de Junio de 2015

“La «identidad cristiana» encuentra su fuerza en el testimonio y no conoce ambigüedad: por ello el cristianismo no puede ser «aguado», no puede esconder su ser «escandaloso» y trasformado en una «bonita idea» para quien siempre tiene necesidad de «novedad». Y atención también a la tentación de la mundanidad, propia de quien «ensancha la conciencia» en tal medida que en ella quepa todo”. Lo afirmó el papa en la misa que celebró el martes 9 de junio, por la mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta, recordando que «la última palabra de Dios se llama “Jesús” y nada más».

«La liturgia de hoy nos habla de la identidad cristiana», destacó el papa Francisco, proponiendo inmediatamente la cuestión central: «¿Cuál es esta identidad cristiana?». Refiriéndose a la primera lectura del día (2 Cor 1, 18-22), el papa recordó que «Pablo comienza contando a los Corintios las cosas vividas, algunas persecuciones», y «el testimonio que dieron de Jesucristo». Y, en concreto, les escribe: «Es motivo de orgullo para mí —es decir yo me enorgullezco de mi identidad cristiana— que haya sido así. Y Dios es testigo de que nuestra palabra hacia vosotros es “sí”, es decir, nosotros os hablamos de nuestra identidad, la que es».

«Para llegar a esa identidad cristiana —explicó el papa Francisco— nuestro Padre, Dios, nos hizo recorrer un largo camino de historia, siglos y siglos, con figuras alegóricas, con promesas, alianzas, y así hasta el momento de la plenitud de los tiempos, cuando envió a su Hijo nacido de mujer». Se trata, por lo tanto, de «un largo camino». Y, afirmó el papa, «también nosotros debemos hacer en nuestra vida un largo camino, para que nuestra identidad cristiana sea fuerte y dé testimonio. Un camino, que podemos definir de la ambigüedad a la identidad auténtica».

Así, pues, en la carta a los Corintios el apóstol escribe que «la palabra que os dirigimos no es sí y no, ambigua». En efecto, añade Pablo, «el Hijo de Dios, Jesucristo, que fue anunciado entre vosotros... no fue sí y no, sino que en Él sólo hubo sí». He aquí, entonces, dijo el Pontífice que «nuestra identidad está precisamente en imitar, en seguir a este Cristo Jesús, que es el “sí” de Dios para nosotros». Y «esta es nuestra vida: caminar todos los días para reforzar esta identidad y dar testimonio de ella, paso a paso, pero siempre hacia el “sí”, no con ambigüedad».

«Es verdad», reconoció luego el Pontífice, «está el pecado y el pecado nos hace caer, pero nosotros tenemos la fuerza del Señor para levantarnos y seguir adelante con nuestra identidad». Pero, añadió, «yo diría también que el pecado es parte de nuestra identidad: somos pecadores, pero pecadores con fe en Jesucristo». En efecto, «no es sólo una fe de conocimiento» sino «una fe que es un don de Dios y que ha entrado en nosotros desde Dios». Así, explicó el papa, «es Dios mismo quien nos confirma en Cristo. Y nos ha conferido la unción, nos ha impreso el sello, el adelanto, la prenda del Espíritu en nuestro corazón». Sí, repitió el papa Francisco, «es Dios quien nos da este don de la identidad» y «el problema es ser fiel a esta identidad cristiana y dejar que el Espíritu Santo, que es precisamente la garantía, la prenda en nuestro corazón, nos conduzca hacia adelante en la vida».

«Somos personas que no vamos detrás de una filosofía», afirmó también el pontífice porque «tenemos un don, que es nuestra identidad: somos ungidos, tenemos impreso en nosotros el sello y tenemos dentro de nosotros la garantía, la garantía del Espíritu». Y «el Cielo comienza aquí, es una identidad hermosa que se refleja en el testimonio». Por esto, añadió, «Jesús nos habla del testimonio como el lenguaje de nuestra identidad cristiana» cuando dice: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?». Se refiere al pasaje evangélico de san Mateo 
5, 13-16 propuesto hoy por la liturgia.

Continuó el papa, «la identidad cristiana, porque somos pecadores, es también tentada, es tentada, sufre la tentación —las tentaciones siempre están— y puede ir tras ella, puede debilitarse y puede perderse». ¿Pero cómo puede ser esto? «Yo pienso —sugirió el pontífice— que se puede ir tras ello principalmente por dos caminos».

El primero, explicó, es «el de pasar del testimonio a las ideas» y esto es «aguar el testimonio». Como si se dijese: «Pues sí, soy cristiano, el cristianismo es esto, una bonita idea, yo rezo a Dios». Así «del Cristo concreto, porque la identidad cristiana es concreta —lo leemos en las Bienaventuranzas; esta realidad concreta está también en el capítulo 25 de san Mateo—, pasamos a esta religión un poco soft, en el aire y en el camino de los gnósticos». Detrás, en cambio, «está el escándalo: esta identidad cristiana es escandalosa». Como consecuencia «la tentación es decir “no, no, sin escándalo; la cruz es un escándalo; que Dios se haya hecho hombre» es «otro escándalo» y se deja a un lado; es decir, buscamos a Dios «con estas espiritualidades cristianas un poco etéreas, vagas». En tal medida, afirmó el papa, que «están los agnósticos modernos y te proponen esto, esto: no, la última palabra de Dios es Jesucristo, no hay otra».

«Por este camino, están también los que siempre necesitan la novedad de la identidad cristiana: olvidaron que fueron elegidos, ungidos, que tienen la garantía del Espíritu, y buscan: “¿Dónde están los videntes que nos comunican hoy la carta que la Virgen nos mandará a las 4 de la tarde?”. Por ejemplo, ¿no? Y viven de eso». Pero «esto no es identidad cristiana. La última palabra de Dios se llama “Jesús” y nada más».

«Otro camino para dar un paso atrás en la identidad cristiana es la mundanidad», continuó el papa. Es decir «ensanchar tanto la conciencia que allí dentro entra todo: “Sí, nosotros somos cristianos, pero esto sí…”, no sólo moralmente, sino también humanamente». Porque «la mundanidad es humana, y así la sal pierde el sabor». He aquí porqué, explicó el papa, «vemos comunidades cristianas, incluso cristianos, que se llaman cristianos, pero no pueden y no saben dar testimonio de Jesucristo». Y «así la identidad va hacia atrás, va hacia atrás y se pierde» y es «este nominalismo mundano lo que nosotros vemos todos los días».

«En la historia de la salvación, Dios, con su paciencia de Padre, nos condujo de la ambigüedad a la certeza, a la realidad concreta de la encarnación y la muerte redentora de su Hijo: esta es nuestra identidad». Y «Pablo se enorgullece de esto: Jesucristo, hecho hombre; Dios, el Hijo de Dios, hecho hombre y muerto por obediencia». Sí, destacó el pontífice, Pablo «se enorgullece de esto» y «esta es la identidad y allí está el testimonio». Es «una gracia que debemos pedir al Señor: que siempre nos dé este regalo, este don de una identidad que no busque acomodarse a las cosas que le harían perder el sabor de la sal».


Osservatore Romano


lunes, 8 de junio de 2015

FALLECE EL PADRE FIDENZIO VOLPI, COMISARIO APOSTÓLICO DE LOS FRANCISCANOS DE LA INMACULADA

En la mañana del 7 de junio, el Padre Fidenzio Volpi, Comisario Apostólico de los Franciscanos de la Inmaculada, falleció a las 11.00 horas a la edad de 75 años después de una breve y grave enfermedad. Así lo anunció la provincia capuchina de San Carlo en Lombardía.

Por Giuseppe Nardi


El Réquiem por los Capuchinos se celebrará el miércoles 10 de junio a las 10 de la mañana en la Basílica romana de San Lorenzo al Verano y el jueves 11 de junio en la Iglesia Ognissanti del cementerio de Bérgamo, donde posteriormente será enterrado el padre Volpi.

En julio de 2013, la Congregación Romana para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica depuso al Fundador y Superior General, padre Stefano Maria Manelli, y a toda la Orden de los Franciscanos de la Inmaculada. Al mismo tiempo, el Padre Volpi fue nombrado Comisionado Apostólico de la Orden. Las intervenciones se llevaron a cabo con el consentimiento del papa Francisco, quien negó a la orden la oportunidad de apelar contra la injerencia.

Hasta el día de hoy no se han dado las razones de la intervención radical en la floreciente Orden joven. 

“El 7 de junio murió el injusto perseguidor de los franciscanos de la Inmaculada. Que el Señor tenga más misericordia de él que de los franciscanos de la Inmaculada”, escribió el historiador de la iglesia Francisco Fernández de la Cigoña, uno de los blogueros católicos más famosos de España.

Requiem aeternam dona ei, Domine.
Huevo et lux perpetua luceat.
Descansa en paz.
Amén



Katholisches