Por Carlos Esteban
Que la libertad de expresión no pasa por sus mejores momentos, al menos si tus opiniones no coinciden con la doctrina oficial, es cosa conocida. Pero uno esperaría que, al menos, en “el país de la libertad”, fundado por puritanos atentos a las Escrituras, lo último que estaría prohibido sería recitar la Biblia en público. Y, sin embargo, ha sucedido exactamente eso.
Damon Atkins fue arrestado por agentes de la policía de Reading, en Pensilvania, por “conducta criminal desordenada”, consistente en oponerse verbalmente contra de la primera “marcha y concentración del orgullo” de Reading frente al Ayuntamiento.
Como es habitual en estas “procesiones laicas”, la marcha abundaba en varones vestidos como mujeres e incluía el ya tradicional izado de la bandera arcoiris en el consistorio, dejando claro cuál es la religión oficial del lugar.
Atkins, que sostenía un cartel que decía “Dios dijo vete y no peques más” y vestía una camiseta con el mensaje “Hay que nacer de nuevo”, se paró en el lado opuesto de la calle de los activistas pro-lgbt y se pronunció contra el espectáculo.
Las imágenes de su arresto, un minuto después de que empezara a hablar, fueron capturadas en vídeo y subidas a la plataforma YouTube.
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