Con la excusa habitual de que las diócesis no pueden permitirse mantener iglesias vacías, las autoridades religiosas toman decisiones rutinarias para cederlas a las ciudades o venderlas a empresas privadas.
En la mayoría de estas iglesias, las autoridades religiosas ni siquiera se molestan en retirar las estatuas sagradas, las pinturas y las obras de arte. Además, muchas veces los altares se dejan en la zona del santuario para uso profano sin ninguna ceremonia especial. Se abandonan como objetos inútiles.
Se trata de una profanación rutinaria de edificios religiosos realizada por iniciativa directa de la Jerarquía.
La causa del fenómeno de las iglesias vacías es el Vaticano II con su adaptación al mundo moderno.
La Iglesia conciliar fracasó completamente en “atraer al mundo” y, lo que es peor, alienó a los católicos que ya practicaban su fe; una apostasía seguida de un fiasco... que está provocando profanaciones en serie.
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