sábado, 27 de abril de 2024

27 DE ABRIL: SAN PEDRO ARMENGOL MÁRTIR


27 de Abril: San Pedro Armengol, mártir

(✞ 1284)


El glorioso redentor de los cautivos y mártir de la caridad, San Pedro Armengol nació en la Guardia de los Prados, Villa del arzobispado de Tarragona, y su apellido queda todavía hoy en la muy ilustre familia de los varones de Rocafort, descendientes de los condes de Urgel y emparentados con los antiguos condes de Barcelona, y reyes de Francia, condes de Flandes y reyes de Castilla y Aragón.

En su nacimiento se halló presente el venerable padre Bernardo Corvera, religioso de la Merced, el cual profetizó sobre el niño recién nacido diciendo:

- A este niño un patíbulo ha de hacerlo Santo.

Su padre Arnoldo lo crió como a mayorazgo, noble, rico y deseado: pero ¡oh fuerza de las malas compañías, cuántas torres de virtud has derribado!

El ilustre mancebo que parecía un ángel por su piedad e inocentes costumbres, con el ejemplo de otros mozos desenvueltos, bravos y valientes con quienes jugaba y como brioso caballero de su edad probaba con las armas en la mano la destreza y el valor, vino a desenfrenarse de tal manera, que hacía gala de sus desórdenes y oscurecía su linaje capitaneando una cuadrilla de ladrones.

Por esos tiempos determinó el rey Don Jaime pasar de Valencia a Mompeller y entendiendo que los Pirineos estaban infestados de salteadores, mandó a Arnoldo que con dos compañías de infantes y algunos caballos limpiase aquellos caminos de bandoleros.

Entonces lucharon cuerpo a cuerpo Arnoldo y su hijo Pedro hasta que después de haberse herido, se reconocieron, y el hijo, con los ojos llenos de lágrimas, se echó a los pies del padre, con gran arrepentimiento por su mala vida.

Partió de allí a Barcelona y después de hacer una confesión general de todas sus culpas, pidió el hábito de los religiosos de la Merced, y comenzó una vida llena de admirables y extraordinarias virtudes.

Le ordenaron como sacerdote, y todos los días celebraba la Misa con tantas lágrimas que hacía llorar de devoción a todos los que la oían.

Rescató en Murcia doscientos cuarenta cautivos, convirtió al rey Almohazen Mahomet, el cual se hizo Mercedario y se llamó Fray Pedro de Santa María.

Pasando después el santo de Argel a Bugía con Fr. Guillermo, florentino, rescató ciento diecinueve cautivos, y para sacar de la esclavitud a dieciocho niños ofreció mil escudos para liberarlos.

Ocho meses después estuvo encerrado en un calabozo, padeciendo cada día palos y azotes; y como no llegaron los mil escudos a su tiempo, lo condenaron a la horca.

Vino ocho días después del suplicio, su compañero Guillermo con mil escudos, y con gran espanto lo halló vivo todavía y pendiente de la horca en la cual dijo el santo que la Santísima Virgen le había sostenido en sus manos.

Finalmente después de haber convertido con estupendos prodigios a muchos infieles a nuestra Santa Fe, entregó su bendita alma al Señor en su mismo convento de Nuestra Señora de los Prados.


viernes, 26 de abril de 2024

EL DRAMA DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS: HENOC Y ELÍAS (VII)

¿Quiénes son estos personajes? ¿En qué condiciones se realizará su aparición providencial en la escena del mundo? Es lo que vamos a examinar, a la luz de las Escrituras y de la Tradición.

Por el padre Emmanuel André (escrito entre los años 1885- 1886)


VII. HENOC Y ELÍAS

Los hechos maravillosos que vamos a referir no son suposiciones aventuradas; son verdades sacadas de la Escritura Sagrada, y que sería por lo menos temerario, negar.

Antes del fin de los tiempos, y durante la persecución del Anticristo, se verá reaparecer en medio de los hombres a dos personajes extraordinarios, llamados Henoc y Elías.

¿Quiénes son estos personajes? ¿En qué condiciones se realizará su aparición providencial en la escena del mundo? Es lo que vamos a examinar, a la luz de las Escrituras y de la Tradición.


I

Henoc es uno de los descendientes de Set, hijo de Adán, y tronco de la raza de los hijos de Dios. Es la cabeza de la sexta generación a partir del padre del género humano. El Génesis nos enseña sobre él lo que sigue :

“Jared llevaba de vida ciento sesenta y dos años cuando engendró a Henoc… Henoc llevaba de vida sesenta y cinco años cuando engendró a Matusalén; y caminó Henoc en compañía de Dios, después de haber engendrado a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Resultaron, pues, todos los días de Henoc trescientos sesenta y cinco años. Ahora bien, Henoc caminó en compañía de Dios, y desapareció, porque Dios le tomó consigo”
(Gen. 5 18-25).

Dios lo arrebató a la edad de 365 años, es decir, dada la extrema longevidad de esa época, en la madurez de su edad. No murió, sino que desapareció. Fue transportado, vivo, a un lugar conocido sólo por Dios. Esto es lo que sabemos de Henoc, patriarca de la raza de Set, bisabuelo de Noé, antecesor del Salvador.

Por lo que se refiere a Elías, su historia es mejor conocida. Henoc, anterior al Diluvio, nació varios miles de años antes de Jesucristo. Elías apareció en el reino de Israel menos de mil años antes del Salvador; es el gran profeta de la nación judía.

Su vida es de lo más dramática (III y IV Reyes). Se podría decir que es una profecía en acción del estado de la Iglesia en tiempos de la persecución del Anticristo. Siempre anda errante, siempre se ve amenazado de muerte, siempre es protegido por la mano de Dios.

Unas veces Dios lo oculta en el desierto, donde lo alimentan unos cuervos; otras veces lo presenta al orgulloso Acab, que tiembla ante él. Dios le entrega las llaves del cielo, para enviar la lluvia o el rayo; lo favorece en el monte Horeb con una visión llena de misterios.

En resumen, lo engrandece hasta darle la talla de Moisés taumaturgo, de manera que juntamente con Moisés escolta a Nuestro Señor en el Tabor.

La desaparición de Elías responde a una vida tan sublimemente extraña. Se lo ve caminar con su discípulo Eliseo; se abre un paso a través del Jordán, golpeando las aguas con su manto. Anuncia que va a ser arrebatado al cielo. De repente, “mientras ellos iban hablando, un carro de fuego y unos caballos de fuego los separaron a entrambos, y subió Elías en un torbellino al cielo. Eliseo lo veía y gritaba : '¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su auriga!' Y no le vio más” (IV Rey. 2 11-12).

De este modo Elías, el amigo de Dios, el celador de su gloria, fue también arrebatado y transportado a una región misteriosa, en la que se encontró con su antecesor, el gran Henoc.

¿Cuál es esta región? Henoc y Elías están vivos, eso es seguro. ¿Dónde los ha escondido Dios? ¿En alguna región inaccesible de esta pobre tierra? ¿En algún lugar del firmamento? Nadie lo sabe.

Se puede afirmar solamente que, por el momento, se encuentran fuera de las condiciones humanas; los siglos pasan debajo de sus pies, sin afectarlos; permanecen en la madurez de su edad, seguramente tal como eran cuando Dios los arrebató de en medio de los hombres.


II

Su reaparición en la escena del mundo no es menos segura que su desaparición.

En efecto, el autor del Eclesiástico, expresando toda la tradición judía, habla de estos dos grandes personajes en los siguientes términos:

“Henoc agradó a Dios, y fue transportado al paraíso, para predicar la penitencia a las naciones” (Ecles. 44 16).

“¿Quién puede gloriarse de ser tu igual, oh Elías?… Tú, que fuiste arrebatado en un torbellino a lo alto, y por un carro con caballos de fuego; tú, de quien está escrito que fuiste preparado para un tiempo dado, para apaciguar la cólera de Dios, para convertir el corazón de los padres hacia los hijos, y restablecer las tribus de Israel”
(Ecles. 48 1-11).

Estas palabras de un libro canónico nos revelan claramente que Henoc y Elías tienen que realizar una misión ulterior. Henoc debe predicar la penitencia a las naciones, o si se prefiere esta traducción, conducir las naciones a la penitencia. Elías debe restablecer un día las tribus de Israel, es decir, devolverles su rango de honor al que tienen derecho en la Iglesia de Dios.

La unanimidad de los doctores ha comprendido que esta doble misión se realizará simultáneamente al fin del mundo. Elías en particular es considerado como el precursor de Jesucristo cuando venga del cielo como Juez; este pensamiento se deduce manifiestamente de los Evangelios (Mt. 17; Mc. 9).

Por lo tanto, los hombres verán un día, y no sin terror, cómo Henoc y Elías vuelven a descender en medio de ellos, y les predican la penitencia con un brillo extraordinario. San Juan los llama los dos testigos de Dios, y los pinta como sigue en su Apocalipsis (11 3-7) :

“Daré orden a mis dos testigos, y profetizarán vestidos de saco mil doscientos sesenta días.

Estos son los dos olivos y los dos candelabros que están en la presencia del Señor de la tierra. Y si alguno les quiere hacer mal, saldrá fuego de su boca y devorará a sus enemigos. Y si alguno pone su mano sobre ellos, perecerá sin remedio del mismo modo.

Estos tienen la potestad de cerrar el cielo para que no llueva durante los días de su profecía, y tienen potestad sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con todo linaje de plagas, siempre y cuando quisieren”.


¿Quién no reconoce en este retrato al Elías del Antiguo Testamento, que cerró el cielo durante tres años y medio, e hizo caer fuego del cielo sobre los soldados que venían a capturarlo?

Los mil doscientos sesenta días señalan el tiempo de la persecución final, como ya lo hemos hecho observar. La aparición de los testigos de Dios coincidirá, pues, con la persecución del Anticristo.

Hay que reconocer que el socorro dado a la Iglesia será proporcionado a la magnitud del peligro.

Los dos testigos de Dios, revestidos de las insignias de la penitencia más austera, irán por todas partes, y en todas partes serán invulnerables; una nube, por decirlo así, los cubrirá, y fulminará a quienquiera ose tocarlos. Tendrán en sus manos todas las plagas, para herir con ellas a la tierra según su arbitrio. Predicarán con una libertad suma, en la misma presencia del Anticristo.

Este se estremecerá de rabia; y habrá un duelo formidable entre el monstruo y los dos misioneros de Dios.



COMBATE Y VICTORIA CONTRA LA IMPUREZA (II)

El cristiano de estos tiempos debe de combatir, no ya en la arena del circo, sino en la arena de su corazón y de sus pasiones, y por eso mismo, debe de buscar el valor en el Santísimo Sacramento.

Por Mons. Martin Dávila Gandara


EL COMBATE DE TODOS

Se había precisado en el anterior escrito, que ¡la castidad es una valentía! Y que la virtud es un combate, por lo mismo se debe preparar el alma para la lucha. Ya que la castidad es un estado militante.

Afirmaba el Divino Maestro: “Yo no he venido a traer la paz, sino la guerra”.

La vida de los santos, nos manifiesta que también ellos sentían el aguijón de las pasiones. Con excepción de algunos privilegiados de la gracia; pero aun, esa paz absoluta que llegaron a alcanzar no solía ser a veces sino la recompensa de una victoria en un reñido combate, como es el caso de Santo Tomás de Aquino.

Pero, otros santos tuvieron que conocer la bofetada de Satanás. Baste citar a S. Alonso Rodríguez. S. José Cupertino, Santa Ángela, Santa Catalina de Siena, S. Pedro Damián, que para extinguir el ardor de la sangre, se sumergía en agua helada. San Benito se revolcaba entre espinas para matar el deleite con el dolor.

Diríase que sobre las almas, lo mismo pasa sobre los cuerpos que actúa una ley de gravedad, una atracción hacia abajo. Veamos el ejemplo de San Jerónimo, que aun hallándose en el desierto, en una basta soledad abrasada por los rayos del sol, en el retiro de los monjes, se figuraba hallarse en medio de los placeres seductores de Roma.

Decía este santo: “Me sentaba a solas, porque estaba lleno de amargura. Sobre mis miembros, ya deformes, se erizaba un tosco cilicio, y mi tez escuálida se había puesto negra, y cuando, a pesar de mi resistencia, la fuerza del sueño se apoderaba de mí, dejaba caer mis desnudos huesos sobre la dura tierra, a la que apenas tocaba.

Pues, ese era yo, que, por temor del infierno, me había condenado a esta cárcel, sin otra compañía que la de los escorpiones y la fieras, me imaginaba hallarme en medio de las danzas de las jóvenes romanas. Mi rostro estaba demacrado por los ayunos, y mi alma en un cuerpo helado ardía en deseos. Y ante un hombre muerto ya en su propia carne, sólo bullían incendios de pasiones.

Y sometía la rebeldía de mi carne con no comer semanas enteras: donde veía un hondo valle, un áspero monte y rocas escarpadas, lo escogía para lugar de mi oración, para cárcel de mi carne miserable. Así que, desesperado de todo auxilio, me echaba a los pies de Cristo, los regaba con lágrimas y los secaba con mis cabellos. No me avergüenzo de confesar mi desgracia y miseria” (Epist., XXII a Eustoquio, N. 7. Migne, P. L. XXII, 398). Y San Jerónimo se atreve a concluir: “La guarda de la castidad es una especie de martirio”.

Una de las glorias de la Iglesia Católica es que ha logrado combatir y triunfar a través de la castidad; y con ello ha logrado ser una gran escuela del amor idealmente puro y de la virginidad.

San Ambrosio, en su tratado sobre la virginidad, exclama: “Los ángeles viven sin la carne; los vírgenes triunfan en la carne”.

Dice San Pedro Crisólogo que: “Es más hermoso conquistar la gloria angélica que haberla recibido por naturaleza. Porque la virginidad alcanza con sublime lucha y con muchos esfuerzos lo que el ángel tiene de suyo naturalmente”. El casto no cede al vicio. ¿Dirán que el ángel ni aun ceder puede a él? ¿Pero qué maravilla hay en no cometer el pecado de la carne, cuando no se tiene carne?

Dice San Juna Crisóstomo: “Ellos, los ángeles, no están sujetos a las pasiones: ni el canto lánguido, ni a la música encantadora, ni la hermosura de las mujeres son capaces de solicitarlos”.

Dice San Bernardo: “El hombre casto y el ángel se diferencian entre sí: la castidad del ángel es más dichosa, pero la del hombre es más valerosa”.

Toda virtud es hermosa; y sin embargo, la castidad es llamada “la hermosa virtud” por excelencia; porque espiritualiza, y así puede decirse, nuestros cuerpos de barro.

El que sea necesario combatir: lejos de ser humillante, es al contrario, lo que constituye el mérito. Ya que el casto es un vencedor. Y el es el verdadero fuerte.

Por eso dice el libro de Judith XV, 11: “Has mostrado un ánimo varonil… Porque has amado la castidad, la mano del Señor te ha revestido de fortaleza”.


¡ALERTA!

Es la voz que se da al soldado. Es la advertencia hecha por Jesucristo a sus discípulos: ¡Estad en vela! ¡“Vigilad”! ¡Estad en alerta!

Los más fuertes, son los más débiles. Que acaso somos más fuertes que David, y David cayó en el pecado impuro. No somos más sabios que Salomón, y Salomón cayó en el pecado impuro.

No somos más mortificados que San Jerónimo en el desierto. Pues este santo no cayó en el pecado impuro, es verdad; pero debemos recordar cómo su memoria se veía frecuentemente asaltada por las danzas romanas.

Se debe de estar muy alertas, porque el que ama el peligro, perecerá en él. Por lo mismo de debe evitar todo aquello que puede encender la concupiscencia.


SÉ PRUDENTE

“No es la salud, sino la enfermedad, la que es contagiosa”. J. De Maistre. Ya que vivimos en medio de las tres concupiscencias. Del aire que hay en el ambiente depende la calidad de nuestros pulmones y de nuestra sangre, sabemos que hay una atmósfera física, como también hay una atmósfera moral. Hoy se respira muy mal. Porque hay infinidad de basura y miasmas peligrosas que flotan en el aire.

Los médico dicen: “No hay enfermedades, sino enfermos”; esto significa que los caracteres de la enfermedad se diversifican con la variedad de los organismos a que afecta. Ya que ésta no es una entidad absoluta e invariable, sino relativa con infinitos matices, según sean de complejos los temperamentos.

Pues bien, eso que es verdad para la salud corporal lo es también para la salud moral. Cada persona tiene su temperamento especial y su punto deficiente, que apenas se parece al del vecino. Ya que todos somos tentados en lo referente a la pureza, de una manera distinta.

Uno es solicitado por parte del corazón; para otro la dificultad no viene del corazón, sino de la imaginación, o de la memoria; para otros las ocasiones no serán las anteriores, sino la lectura, las mirada en la calle, o ver la mala programación en TV, o en el internet, y para otros las malas compañías.

Alguna veces las tendencias se fijan extraordinariamente y acaban por concentrarse en un punto único, en circunstancias muy determinadas. Para conocer la tendencia o personalidad sexual, bastará observar qué clase de deseos o de imágenes acompañan ordinariamente las tentaciones impuras.

Descubrir esta tendencia, suele a veces ser complejo, debido al temperamento de cada persona. Pero una causa muy ordinaria para conocerla será el hábito.

El hábito es una facilidad para la misma acción. En un acto no se ha terminado todo con él: deja algo de sí en la persona, que conserva en el alma como un pliegue contraído, como un surco abierto para siempre.

Ha pecado la persona de tal manera, y ha creado una “asociación de imágenes”, (ésta asociación tiene un doble mecanismo; fisiológico y psicológico) entre esa ocasión y esa falta. Los dos fantasmas están como soldados. Ha cometido alguno el mal así: pues bien, en adelante será tentado así, y no de otra manera.

De hecho existe una pasmosa “memoria de los sentidos” dice el P. Bourget, ya que el hombre conserva, a causa del psiquismo memorativo, una terrible propensión a repetir la falta especial que ha cometido.

¡Así que feliz mil veces el hombre que no ha caído! Dice Guibert: “Precisamente porque no ha sufrido derrota, no se ha abierto en él, el camino hacia el mal. Ya que no hay imágenes que le obsesionan, ni funestas asociaciones nerviosas, que son el fruto de caídas anteriores que inclinan poderosamente a nuevas caídas”.

Para romper con esta asociación fisiológica y psicológica del mal hábito es necesario alejarse de la ocasión para salir del medio, en lo que se refiere al recuerdo vivo del pecado. Hay que romper resueltamente los viejos marcos en los que se haya tomado miserablemente ese recuerdo: hay que dejar los lugares, los objetos a los que se hallan clavados los recuerdos del placer, e ir a otra parte, muy lejos, donde en una situación nueva, se rehaga un alma nueva.

Por eso, la verdadera táctica no es la de querer luchar y enfrentar directamente al pecado de la impureza, cuando la persona se halla en ocasión, sino en huir y evitar la ocasión.

En lo referente, a este vicio de la impureza decía San Felipe Neri: “el que vence es el que huye”.

Resumamos: cada uno tiene “asociaciones de imágenes”, muy personales; cada uno tiene su temperamento moral como su temperamento físico. La aplicación práctica es que hay que conocerse. Pero nadie se conoce, si no se ha estudiado (para ello necesitamos aplicarnos en hacer día a día el examen de conciencia y un diario espiritual particular).

Muchos fracasan y no salen de sus vicios y malos hábitos, porque no se estudian así mismos, porque no se conocen. Son capaces de conocer todo: la historia, la geografía; se apasionan con la ciencia y por la astronomía. Y ¡con que gusto exclamarían: ¡Lo sé todo! ¡Todo! Menos conocerme a mi mismo...

Ellos podrían decir cuál era el punto vulnerable del ejército de Aníbal, pero no podrían decir cual es el punto vulnerable de su corazón. Conocen el universo, y se ignoran a sí mismos. Siendo incapaces de conocer su temperamento. Ya que, para portarse bien se requiere conocerse bien.

Por el contrario, el diablo si que se preocupa y se empeña en conocernos bien, y conoce la importancia de la psicología, y procura estudiarnos íntimamente, pero, para perdernos para toda la eternidad.


LOS PELIGROS DE TODOS

La defensa se regula por el ataque. Para ello es esencial antes del combate conocer los planes del adversario, para desbaratar su táctica. De ahí la importancia durante una guerra de los aviones de reconocimiento y de las patrullas de exploración.

El demonio echa mano de todo para perdernos. ¡La estrategia de Satanás es fecunda en ardides de guerra!

Por eso, el buen soldado cristiano, debe de cuidarse de estos múltiples peligros: Las malas conversaciones, la curiosidad, al levantarse y al acostarse, la ociosidad, los malos bailes, la mala programación del cine, de la TV y del internet, las malas lecturas, las amistades particulares (de las cuales habla S. Pablo, empiezan por el espíritu y terminan por la carne), las malas compañías, y el peligro de las malas mujeres.


LA ESTRATEGIA DE LA DEFENSA

Se ha descrito la táctica del mal. Ahora se verá la táctica del bien. Si el arsenal del vicio tiene muchas y temibles armas, el arsenal de la virtud tiene también muchas armas defensivas, mismas que se van a ir examinando.


EL ARMA DE LA COMUNIÓN

“¡Oh, hostia de salud! Los combates nos acosan, Danos fuerza” (Ofic., del Ssmo.)

En tiempos de guerra es preciso escoger las armas más poderosas, y el buen cristiano, sabe muy bien cuál es el arma por excelencia en el combate de la castidad: la Comunión.

La devoción eucarística será como el fuego de las avanzadas que impida a Satán llegar hasta a él. Si quieres permanecer valiente, acuérdate que comulgar es incorporarte el valor en la mayor dosis posible: ya que, ¡es comer la fuerza!

Los primeros cristianos lo sabían muy bien. Soltaban contra ellos los leones del circo romano; pero ellos mismos, como, “leones que vomitaban llamas”, les hacían frente con todo valor. ¿Gracias a qué? Gracias a la comunión de la mañana.

En los primeros siglos del cristianismo por las intrigas de los judíos, se desataban las más terribles persecuciones contra la Iglesia. Miles y miles de cristianos iban a la muerte como a un juego. Se les desgarra, se les atenaza, se les echaba plomo fundido por la boca; se les echaba a los osos, a los tigres, a los leones. Aquellos hombres y mujeres, aquellas jóvenes, no retrocedían. Ya que todo el valor y la fuerza lo sacaban de la Sagrada Eucaristía.

Es por eso, que el cristiano de estos tiempos, debe de combatir también, no ya en la arena del circo, sino en la arena de su corazón y de sus pasiones, y por eso mismo, debe de buscar el valor en el Santísimo Sacramento.

¿Qué ha hecho Jesucristo para revertir de fuerza el pobre corazón humano? Se le ha unido con lazos magníficos, ¡mejor aún!: con la “Sagrada Comunión”; es decir, con la unión íntima, o sea, con una interpenetración de Dios y del hombre.

En esta unión, estamos “mezclados con Dios”. Decía San Juan Crisóstomo en su Hom. 6ta: “Al pueblo de Antioquía: Demos a los diversos medios, con los que purificamos y sanamos nuestra alma, la importancia que les corresponde”.

Siendo la comunión la primera de todos. ¿Por qué? Porque comulgar es beber la salud, no ya en una derivación, o en un arroyo, sino en la misma fuente. ¡Nada hay que más cristianice que Cristo en persona! Ya que comulgar es injertarse con Cristo, es prender nuestra menguada vida humana en la vigorosa vida divina.

No sustituyamos nunca las devociones a la devoción. No hay procedimiento que reemplace a la vida. Ahora bien, comulgar es recibir la vida. Todas las otras practicas de piedad, todos los otros medios de conservar la inocencia de nuestra alma, comparados con la devoción eucarística, son como los rayos comparados con el foco de calor.

Pongamos en un platillo de la balanza todas las buenas obras, todas las mortificaciones de los ermitaños, y en el otro una comunión —una sola— bien echa. Hemos puesto en este segundo platillo un peso mayor, pues que es Dios mismo.

Es por eso, que el cristiano debe de comulgar, no porque sea puro, sino para serlo; no porque tenga buena salud, sino para recobrar la buena salud. Acaso, ¿se va al doctor, cuando se está sano? No, sino cuando se está enfermo.

Y animados de confianza, porque no decirle a Jesús que es sumamente bondadoso: ¡Señor, que sanas los cuerpos y las almas, tu me salvarás! ¡Señor! ¡Durante tu vida mortal en la tierra, eras bueno, muy bueno! Tu que curaste al leproso (Mt., VIII, 1) Cura mi lepra de la impureza.

Tu que curaste al hombre que tenía la mano seca (Mc., III, 1) cúrame, que yo tengo el corazón seco. Tu que curaste al ciego (Lc., XVIII, 35). Y yo te digo como él: “Que yo vea”. Porque hay cosas que no se distinguen, si no con los ojos puros; cúrame Señor porque tengo una nube en los ojos.

Tu curaste a la mujer que “hacia 18 años andaba encorvada, y no podía mirar nada hacia arriba (Lc., XIII, 10). Tal vez hace ya mucho tiempo que mi pobre alma anda del todo encorvada, y no puede mirar nada hacia arriba. Tu que curaste al paralitico que llevaba 38 años enfermo (Jn., V, 1) Considera el inveterado mal de mis tristes hábitos.

Y porque no seguirle pidiendo como el ciego de nacimiento ¡Hijo de David, ten compasión de mi! Si quieres salvarme, lo puedes hacer ¡Oh bueno y dulcísimo Jesús! ¿He de ser yo el primero a quien deseches?

¡Oh Señor mío y Salvador mío! Cuando se tocaba la orla de tu vestido, la orla roja colocada en lo bajo de tu vestido, se alcanzaba la salud. Y yo, que toco tu cuerpo en la sagrada Comunión, ¿no he de sanar? Expulsa para siempre el mal de mi alma amasada con la Eucaristía.

La carne, nutrida con la carne de Cristo, se purificará y se empapará de virginidad. Ya que la comunión es, por excelencia, el antídoto del pecado impuro. El vicio animaliza. La comunión diviniza.

Por último, en los siguientes escritos vamos a seguir dando más armas que puede utilizar el cristiano en contra del vicio de la impureza.

Gran parte de este escrito fue tomado del libro: “El Combate de la Pureza” de P. G. Hoornaert S.J.

Continúa...


Artículo relacionado:




EL ARZOBISPO VIGANÒ DEFIENDE AL P. JESUSMARY ANTE EL “JUICIO CANÓNICO” POR CRITICAR A BERGOGLIO

“El grito del padre Jesús María rompe el silencio con la claridad de la voz de un verdadero discípulo de Cristo”, escribió el arzobispo Viganò en defensa del sacerdote africano misericordiado por Bergoglio.

Por Monseñor Carlo María Viganò


La carta abierta del padre Janvier Gbénou -vergonzosamente expulsado del Opus Dei y apartado del estado clerical por su fidelidad al Magisterio Católico y su abierta oposición a la apostasía de la secta bergogliana- puede parecer a primera vista ingenua e inútil.

Yo mismo, al leer la lista -aunque parcial- de las desviaciones y herejías de Bergoglio, me pregunté de qué serviría dirigirse a los cardenales y obispos del Orbe -a los que yo mismo he apelado repetidamente- para pedir una corrección pública de un apóstata manifiesto.

Con una mirada sobrenatural, comprendemos cuán ciertas y actuales son las palabras de Nuestro Señor: “Os digo que si callan, gritarán las piedras” (Lc 19,40).

Callan los cardenales, callan los obispos, calla el clero y calla el pueblo. Callan los cómplices de la apostasía y de la fornicación, pero callan también los que se encuentran bajo chantaje o amenaza porque deben su legitimidad a la arbitrariedad de un usurpador al que reconocen como “papa”. Permanecen silenciosos los que denuncian los efectos de la crisis pero no quieren reconocer sus causas, que comparten culpablemente, empezando por el Vaticano II y su liturgia herética.

Silenciosos incluso aquellos que, por defender la Verdad Católica, han sido condenados al ostracismo por la Iglesia durante cincuenta años, pero esperan beneficiarse del éxodo de fieles tras la promulgación de Traditionis Custodes.

Silencioso incluso aquel cardenal, bajado de Val Camonica, que invalidó el Cónclave de 2013. Silencioso también aquel otro cardenal (salvado in extremis de la muerte gracias a la valiente intervención de una Verónica) a pesar de haber confiado a amigos la invalidez del Cónclave.

Finalmente, los fieles callan, y no por cobardía o pusilanimidad, sino porque están escandalizados y ahora decepcionados por una Jerarquía totalmente esclavizada al enemigo.

El grito del Padre Jesusmary rasga el silencio con la sencillez de las palabras de un niño, con la claridad de la voz de un verdadero discípulo de Cristo. Y este grito resuena en el vacío desolador de una Iglesia atormentada, entre las bóvedas de un templo desierto y profanado por sus propios Ministros.

Corresponde a los pocos que han permanecido fieles sacudirse de su letargo, viendo en ese grito desesperado y dolorido una llamada a devolver a la Esposa del Cordero la dignidad que le ha sido arrebatada por pastores indignos y mercenarios. Porque esta “vox clamantis in deserto” podría ser un llamamiento final con el que la Providencia convoca a los suyos; con el que prepara la dolorosa y severa purificación de los malvados; con el que marca un punto de no retorno antes de la venida de Cristo, como un ladrón en la noche (1 Ts 5,2).


26 DE ABRIL: SANTOS CLETO Y MARCELINO, PAPAS Y MÁRTIRES


26 de Abril: Santos Cleto y Marcelino, Papas y mártires

(✞ 96 - ✞304)

El tercer Vicario de Nuestro Señor Jesucristo sobre la tierra fue el glorioso Pontífice y mártir San Cleto, natural de Roma y convertido a la fe por el príncipe de los Apóstoles San Pedro; el cual, viéndole varón espiritual, prudente y celoso, le ordenó como Obispo y le tomó por coadjutor, así como a San Marcelino que fue el segundo Pontífice.

Gobernaba San Cleto santísimamente la Iglesia; más habiendo sucedido a Vespasiano y Tito su hijo, el viciosísimo emperador Domiciano, que entre otras maldades que cometió se hizo llamar “dios”, persiguiendo a los cristianos que no le reconocían como tal, y en un solo día hizo millares de mártires.

En esta persecución, que fue la segunda que padeció la Iglesia, fue preso y cargado de cadenas el glorioso Pontífice San Cleto, y en el día 26 de abril alcanzó la corona del martirio, habiendo tenido la Silla apostólica doce años, siete meses y dos días.

Los cristianos lo sepultaron junto al apóstol San Pedro y hoy se conserva su cuerpo en el Vaticano.

En el mismo día celebra la Iglesia el martirio del Papa San Marcelino, el cual era natural de Roma e hijo del prefecto, y sucedió en el pontificado a San Cayo, asimismo Papa y mártir, siendo emperadores Diocleciano y Maximiano.

En este tiempo se levantó la décima persecución contra la Iglesia, que fue la más brava y la más cruel de todas, porque en el espacio de un mes murieron por Cristo en diversas provincias más de diecisiete mil mártires con tan atroces y terribles tormentos que solo el demonio los hubiera podido inventar.

Y porque durante esta persecución, recibía el santo benignamente a los que espantados con las amenazas y el terror de los suplicios habían ofrecido incienso a los falsos dioses y después arrepentidos de su culpa le pedían el perdón y la penitencia, no faltaron malvados sensores que rigurosamente osasen juzgar y condenar la paternal blandura del santo Pontífice, lo cual fue ocasión para que más tarde le difamasen diciendo calumniosamente que el mismo Santo, vencido también por el temor de los tormentos había sacrificado a los ídolos, y hecho después penitencia de su pecado, ofreciéndose por su voluntad al martirio.

Más lo que hubo fue, que habiendo sido preso juntamente con otros tres Santos llamados Claudio, Cirino y Antonino, por sentencia del emperador fue como ellos, decapitado.

Por orden del juez se dejaron los cadáveres insepultos hasta que San Marcelo los recogió a los treinta y tres días, y con el acompañamiento de los presbíteros y diáconos, y con himnos y antorchas les dio honrosa sepultura en el cementerio de Santa Priscila en la vía Salaria.


jueves, 25 de abril de 2024

EL AYUNO

Texto tomado del libro “Salió el sembrador” del padre Juan B. Lehmann de la Congregación del Verbo Divino, edición 1944.


VIII

AYUNO

Una de las prácticas más características de la Cuaresma, tiempo por excelencia de mortificación, es el ayuno. De él trataremos en la presente plática, exponiendo sus ventajas, mostrando la forma en que la Iglesia lo prescribe y afirmando que todos podemos y debemos practicarlo de alguna manera. 

1. Ventajas del ayuno. Fácilmente nos dejamos llevar por la gula, y concedemos a nuestro cuerpo mucho más de lo que es necesario para sustentarlo. De ahí se originan infinidad de dolencias e indisposiciones. Lo primero que ordenan los médicos cuando observan cualquier irregularidad en el funcionamiento del organismo, suele ser generalmente la dieta o el ayuno. Recomiendan también el ayuno como el mejor remedio para preservarnos de las enfermedades, porque éstas provienen en gran parte del exceso en los placeres de la mesa, sea en la cantidad, sea en la calidad de los alimentos. 

Consideremos, ante todo, las ventajas que del ayuno se derivan para el alma. Nos dice San Pablo que “la carne tiene deseos contrarios a los del espíritu, y el espíritu los tiene contrarios a los de la carne, como que son cosas entre sí opuestas” (Gal. 5: 17). De donde se sigue que, cuanto más procuramos contentar al cuerpo, tanto menos espíritu del Señor hay en nosotros; y al contrario, cuanto más mortificamos el cuerpo, tanto más espíritu de Dios hay en nuestra alma. Ahora bien, la manera más fácil de mortificar nuestro cuerpo es refrenando la gula. Por consiguiente, si nos abstenemos por algún tiempo del alimento material, en compensación de la superabundancia con la que solemos servir a nuestro cuerpo, nos enriquecemos por el mismo hecho del espíritu del Señor. Por medio del ayuno se reprimen las pasiones, el espíritu se eleva con más facilidad a Dios, el corazón se torna contrito y humillado; en una palabra: nos hacemos más semejantes a los ángeles del cielo. Con la práctica del ayuno nos fortificamos también contra los asaltos del demonio. “Para que aprendamos cuán grande bien es el ayuno y qué arma tan poderosa contra el demonio, quiso ayunar Jesucristo, no porque para Él fuese necesario, sino para darnos ejemplo” (San Juan Crisóstomo).

2. El ayuno está prescrito por la Iglesia. Todos debemos esforzarnos para que en nosotros triunfe el Espíritu del Señor sobre la materia. Pues bien: el ayuno es cosa utilísima para conseguirlo. Por eso, todos estamos obligados a ayunar, en la medida necesaria para el bien de nuestra alma. Determinar el modo y el tiempo del ayuno, según la utilidad y conveniencia del pueblo cristiano, es de exclusiva competencia de la Iglesia. 

En esta como en todas las demás prescripciones, la Iglesia se nos muestra como madre benigna y sabia, al mismo tiempo. Establece el ayuno para el tiempo en que los hombres deben sentir mayor necesidad de purificarse del pecado y elevar la mente a Dios: La Cuaresma como preparación para la Pascua, el Adviento como preparación para Navidad, y las vigilias de las fiestas principales del año eclesiástico. 

En cuanto al modo de ayunar, la Iglesia se contenta con una prescripción que se adapta perfectamente a la salud del cuerpo y del alma, suponiendo naturalmente la buena voluntad del individuo, y la posibilidad física de cumplir la ley del ayuno. 

En conformidad con esta prescripción, se permite en los días de ayuno una sola comida abundante y otra más escasa. Si observáramos esta regla todos los días, además de la represión constante de las tentaciones de gula, obtendríamos más salud espiritual y corporal. No exige tanto la Iglesia, pero quiere que, al menos, en los tiempos y días por ella señalados, nos sujetemos a la ley del ayuno, exceptuando sin embargo, a los niños, a los viejos, a los pobres, a los trabajadores, y, en general, a todos aquellos que no pueden ayunar sin exponerse a graves inconvenientes. 

3. Todos pueden y deben ayunar de alguna manera. Si no todos pueden cumplir con todo rigor la ley eclesiástica del ayuno, todos pueden y deben de algún modo obedecer a la ley natural que les obliga a la moderación, a la sobriedad y a la templanza. Todos pueden y deben guardar el ayuno del alma, hasta aquellos que por motivos graves no pueden observar el ayuno corporal. “El mérito del ayuno no consiste solo en la abstención del alimento; poco sirve privar al cuerpo de manjares, Si no apartamos al alma del pecado” (San León). Dice el Señor por Isaías: “¿Acaso el ayuno que yo estimo no es más bien el que tú deshagas los injustos contratos, que partas tu pan con el hambriento, y que a los pobres y a los que no tienen hogar los acojas en tu casa, y vistas al que veas desnudo y no desprecies tu propia carne (o a tu prójimo)?” (58, 6-7). Todos pueden y deben ayunar espiritualmente; pero todos deben también imponer al cuerpo algún ayuno. “Si la gula fuese tu único pecado, mortifíquese ésta y es bastante. Pero si pecasen los otros miembros y sentidos ¿por qué razón no han de hacer también penitencia? Ayunen los ojos, absteniéndose de miradas curiosas y peligrosas; ayunen los oídos, privándose de oír conversaciones fútiles y bajas; ayune la lengua, reprimiendo las murmuraciones; ayunen las manos, huyendo de la ociosidad” (San Bernardo).

Continúa...

Tomado del libro “Salió el sembrador” del padre Juan B. Lehmann de la Congregación del Verbo Divino, edición 1944.


Artículos relacionados:










LA DEFENSA DE LA ORTODOXIA DE LOS CRUZADOS

Es la Fe la que nos muestra que debemos combatir continuamente. Esta es la vida del verdadero Cruzado. Esto es lo que hay en el fondo del alma católica.

Por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira



La blandura y el sentimentalismo constituyen lo contrario del espíritu de los Cruzados. Hay personas que tienen mil desatinos en la cabeza, como, por ejemplo, la idea de que tal vez no sea bueno ser combativo, sino que hay que ser “afable” y “amable”.

Yo respondo: “No es así. Ser combativo no exime a nadie de ser amable. Cuando el momento lo requiera, sé amable y bondadoso. Debes hacerlo para cumplir con tu deber. Pero cuando un hombre debe luchar, debe entrar en combate. Su razón debe gobernar su voluntad y ésta debe guiar sus acciones. Y, sobre todo, la Fe debe gobernar su razón”.

Es la Fe la que nos muestra que debemos combatir continuamente. Esta es la vida del verdadero Cruzado. Esto es lo que hay en el fondo del alma católica.

Quien sigue el camino católico y no es así, no sigue en conciencia el camino de militancia que debe seguir un contrarrevolucionario.


Evitar la frustración

Permítanme decir unas palabras sobre la frustración.

A veces me encuentro en lugares donde hay grandes grupos de personas. Miro y veo muchas fisonomías que me dan felicidad. Pero también veo otras: los brazos colgando, una expresión lánguida, la mirada perdida en el horizonte, un aire indiferente.

Me gustaría acercarme a ellos y decirles: “Mira a tu alrededor. ¿No ves nada más allá de tu sentimentalismo egocéntrico? ¿No comprendes que estás enzarzado en una lucha en la que eres un guerrero? ¿Sabes por qué estás tan frustrado? Es porque no luchas”.

La vida de un católico que no lucha es una vida de frustración. Estamos aquí en la tierra para luchar. Y si no luchamos, nos frustramos. No es el placer o el descanso lo que evita la frustración.

Diré más: La oración sin espíritu de combate también conduce a la frustración. El hombre frustrado es aquel que percibe que debería ser algo que no es y que no sabe realmente quién es. Debería ser un luchador, un hombre dispuesto a todo, incluso a sonreír y recibir golpes si es necesario por la Causa Católica. Ese es el perfecto Cruzado.


El espíritu de los Cruzados y la ortodoxia

El espíritu del Cruzado transpuesto al campo de la doctrina resulta en ortodoxia. Porque si un hombre se dedica al estudio de la doctrina con espíritu de Cruzadas, acaba haciendo una Cruzada contra los errores opuestos a las verdades que estudia.

Un individuo con espíritu de Cruzado que estudia la doctrina puede encontrarla interesante e incluso exclamar: “¡Qué hermosa es la verdad! Qué deliciosa es!”. Pero, entonces, dice: “No sólo es deliciosa porque comprendo lo que leo y amo lo que comprendo, sino que buscaré el error que se opone a ella ahora y después. Buscaré la doctrina que se opone y contradice a la verdad para destruirla. Porque el error me pisa los talones, y si no corro tras él, él corre tras de mí”. Esta postura se traduce en una ortodoxia aguda.


Legítima defensa y agresividad

Antes de terminar, me gustaría tocar un tema fuertemente relacionado. Alguien podría plantear la siguiente objeción “Lo que usted dice parece promover la agresividad, cuando se supone que sólo debemos luchar por nuestra legítima defensa. ¿Cómo armoniza usted la legítima defensa con la agresividad?”

Respondo que los conceptos de legítima defensa y agresividad son conceptos correlacionados. La defensa sólo es legítima cuando es contra un agresor.

Incluso en la muerte el caballero quería apostar listo para la batalla

La defensa legítima típica es la defensa del propio cuerpo o del propio derecho contra una violencia física. A menudo es imposible defenderse adecuadamente de la violencia física si no es con violencia contrafísica. Y, en este caso, cuando la contraviolencia es proporcional a la violencia, es indispensable que una persona se salve o se defienda. Por lo tanto, se trata obviamente de una violencia legítima. Esto es lo que dicen los moralistas con sentido común y las leyes penales de todos los países civilizados.

Por lo tanto, no podemos concebir que la afirmación del derecho de legítima defensa no se deba a un acto de agresión.

También puede haber una legítima defensa moral. ¿Cuál sería ésta?

Es cuando la persona, agredida en el frente moral, se defiende por un medio proporcionado. Es decir, la agresión física no es el medio para defenderse de una agresión moral. Se responde con armas morales a una agresión moral, igual que se responde con armas físicas a una agresión física. Esto es evidente.

En cuanto al adversario, está claro que lo ideal sería lograr su conversión. Sin embargo, no debemos luchar contra un adversario en el terreno ideológico con el primer objetivo de convertirlo, sino que debemos luchar sobre todo para que no pervierta a otros que son inocentes. Debemos amar a los inocentes más que a los culpables. Pero, también debemos amar al culpable con esta forma de amor, que es desear que abandone su error.

Y por eso, por ejemplo, construimos un oratorio y ofrecemos nuestras oraciones también por los terroristas que pusieron una bomba contra nosotros. En el mismo lugar donde planeaban matarnos, rezamos por nuestro país, pero también rezamos por ellos.

Continúa...



El verdadero amor se demuestra con dedicación y combatividad (VII)


Tradition in Action

OBJECIONES CONTRA LA RELIGION (45)

Devotos conozco yo que se confiesan muy a menudo, y que no tienen nada de santos.

Por Monseñor de Segur (1820-1881)


Eso puede consistir, o en que no se confiesan como es debido, o en que tienen una picara condición, pues que, ni aun confesándose, logran mejorarla.

Pero, ¿no puede ser también que tú te equivoques, y que los juzgues mal? Por lo mismo que tú no tienes costumbre de confesarte, ¿no puede suceder que te haga injusto, sin saberlo tú mismo, el deseo de hallar en falta a los que no la tienen?

No te diré yo que baste el confesarse para hacerse santo. El mejor de los cristianos no deja de ser hombre débil y veleidoso, y lleno de deseos y de pasiones, y rodeado de peligros, como todos los demás hijos de Adán. Lo que te digo y te aseguro, cuando menos, es que, en igualdad de circunstancias, el hombre que se confiesa como debe, es menos malo que el que no se confiesa. Y ahora te añado que sólo el que se confiesa adopta el medio conveniente para llegar a ser todo lo perfecto que cabe en la natural imperfección humana. No hay ningún malo que, empezando a confesarse como es debido, no principie desde luego por ser menos malo, no logre en seguida ser bueno, y no acabe por ser bonísimo.

Como tú verdaderamente quieras convencerte de esto, no tienes más que hacer la experiencia por ti mismo. Observa con cuidado y verás que la mayor parte de los que tanto hablan contra los maulas de los devotos, valen, en todo y por todo, diez veces menos que ellos. Es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno, y no ver la viga en el propio.

Los defectos que, aun practicándola, tiene un cristiano, serían mucho mayores si no la practicara; y tendría, sobre todo, el mayor y más grave de los defectos, que es el que tú estás cometiendo ahora; es decir, el de no adorar ni obedecer a Dios como es debido, y el de murmurar maliciosa o ligeramente contra los que procuran servirle lo mejor que aciertan.

25 DE ABRIL: SAN MARCOS, EVANGELISTA Y MÁRTIR


25 de Abril: San Marcos, evangelista y mártir

(✞ 64)

El glorioso evangelista y mártir de Cristo San Marcos fue hebreo de nación, y como algunos autores escriben, de la tribu de Leví y uno de los setenta y dos discípulos del Señor.

Acompañó al apóstol San Pedro, que le llama en sus epístolas hijo carísimo, y por su gran espíritu y gracia en el hablar, le tomó por intérprete para que explicase más copiosamente los profundos misterios de Cristo, que él en pocas palabras anunciaba.

Y como los fieles que por la predicación de San Pedro se habían convertido en Roma, deseaban tener por escrito lo que de él habían oído, rogaron a San Marcos que escribiese el Evangelio de la manera que lo habían oído de la boca de San Pedro; y el santo apóstol lo aprobó y con su autoridad lo confirmó y mandó que se leyese en la iglesia.

Habiendo pasado el santo evangelista algunos años en Roma, tomó la bendición de su padre y maestro San Pedro, y por su orden partió a Egipto, llevando consigo el evangelio que había escrito para predicarle a aquellas gentes bárbaras y supersticiosas.

Descubrió primero aquella luz del cielo a los de Cirene, Pentápoli y otras ciudades; y fue después a Alejandría como la cabeza de toda aquella provincia y más necesitada de aquella divina luz.

Allí edificó una iglesia al Señor con el nombre de San Pedro, su maestro que aún vivía; y fueron tantos los que se convirtieron a la fe de Jesucristo, tanto los judíos que moraban en aquellas partes, como de los mismos egipcios, que rápidamente se formó un admirable cristiandad, en la cual florecían maravillosamente todas las virtudes que el Señor enseñaba en su Santo Evangelio; porque todos los fieles vivían entre sí con gran paz y conformidad, no había entre ellos pobres, porque a todos se daba lo que necesitaban; ni ricos, porque los que lo eran dejaban sus riquezas para uso de los demás, y todos eran entre sí un alma y un corazón.

Otros muchos que habían repudiado a todas las cosas de la tierra poblaban los montes y desiertos de Egipto, y vivían con tan extrema santidad, que no parecían hombres, sino ángeles vestidos de carne mortal.

No pudieron soportar tanta luz los ojos flacos de los gentiles y determinaron dar muerte a San Marcos y destruir sus templos  enemigos de sus dioses un 24 de abril, que era día de domingo para los cristianos, y para los gentiles una fiesta que celebraban a su dios Serapis, hallando al Santo evangelista diciendo Misa, lo atraparon y le echaron una soga al cuello y lo arrastraron por las calles, encerrándole después en la cárcel.

Al llegar la mañana siguiente le arrastraron de nuevo por lugares ásperos y fragosos hasta que el Santo entregó su espíritu al Señor.


miércoles, 24 de abril de 2024

HAGAMOS QUE LA MISA VUELVA A SER HERMOSA

Todas las misas deberían ser así de hermosas porque Nuestro Señor se merece lo mejor

Por John Dillihunt


Para mí, que me crié en una familia católica, la misa era algo habitual. Cada semana, nos levantábamos temprano para la misa dominical y, sin importar lo que pasara, toda la familia se amontonaba en el coche y conducíamos hasta nuestra parroquia local para sentarnos, ponernos de pie y arrodillarnos. Recuerdo que cada vez que nos levantábamos para ponernos en fila para recibir la Comunión, me emocionaba; no porque me emocionara recibir a Nuestro Señor en la Eucaristía, sino simplemente porque significaba que la misa casi había terminado, podíamos irnos a casa y yo podía jugar a los videojuegos. Asistí a cientos de misas sin pensar en nada más que en salir de allí.

A principios de 2020 y hasta 2021, cuando el gobierno nos dijo que ir a la iglesia y asistir a misa “no era esencial”, no pestañeé. Este es un problema en parte con la catequesis y la educación religiosa. Incluso a las personas que han nacido y se han criado con padres católicos no se les enseña lo que significa ser católico ni siquiera los principios más básicos de la fe. Incluso después de que el gobierno nos permitiera volver a la iglesia y asistir a misa, muchas familias, incluida la mía, dejaron de ir. Mis padres iban cuando podían, pero mis hermanos y yo casi siempre encontrábamos la manera de no acompañarles. Para nosotros y para muchos otros, la misa era una hora perdida de nuestras vidas que podíamos aprovechar para hacer algo que realmente nos gustara.

Cuando llegué al Boston College para el semestre de otoño de mi primer año en 2022, rara vez iba a misa los domingos. Gracias a Dios por enviar a mi buen amigo Christopher Tomeo para ponerme en forma y arrastrarme a misa cuando sabía que no había ido temprano en el día. Gracias a él, mantuve mi fe en la universidad.

Iba a misa, pero seguía siendo “una tarea”; algo que no podía esperar a que terminara para poder hacer las cosas “divertidas” de mi vida. Más tarde, en mi primer año, otro amigo mío, Kai Breskin, me llevó a mi primera Misa solemne en latín. Fue increíble ver lo hermosa que era la Misa. Había tantas cosas: los ornamentos sagrados más hermosos, las legiones de monaguillos, el altar mayor, el movimiento de los tres ministros sagrados mientras incensaban el altar, las hermosas pinturas de las paredes, las luminosas vidrieras, los bellos cantos que lo acompañaban todo y el potente órgano de fondo. Antes de presenciar esto, había aumentado mi aprecio por la Misa y por la Eucaristía, pero ahora por fin podía ver las cosas como eran, en lo que yo consideraba su contexto adecuado.

Recuerdo salir de la iglesia, pensar en lo hermoso que era todo, y darme cuenta: “Vaya, Nuestro Señor está realmente presente en el altar. Por eso lo incensamos. Por eso nos arrodillamos, por eso tenemos hermosas pinturas en el altar mayor, por eso los vasos sagrados son de oro, y por eso el sacerdote que celebra la Misa lleva todos los lujosos ornamentos que lleva”.

Para mí, que la Misa fuera hermosa fue una de las llamadas de atención a la realidad de la Fe Católica, la verdad de la Encarnación, vida, pasión, muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo. Todas las misas deberían ser así de hermosas porque Nuestro Señor se merece lo mejor y no debemos sustraer ningún bien mundano a la adoración de Dios.




LA IMPORTANCIA DE LOS MENTORES MASCULINOS (Y CÓMO ENCONTRARLOS)

Todos nosotros, independientemente de nuestra edad, tenemos algo que ofrecer a los hombres más jóvenes que nosotros. 

Por Nate Rudquist


Mi autor favorito de comedias y actividades al aire libre, Patrick McManus, dijo esto en su libro A Fine and Pleasant Misery: “Todos los niños deberían tener un anciano ... Los padres están bien... pero pasan demasiado tiempo... en el trabajo”. Aunque escrita en clave de humor, la sabiduría de esta idea tiene el potencial de responder a un reto al que nos enfrentamos hoy en día: la escasez de mentores.

Hoy en día, la exigente economía mantiene a muchos hombres ocupados simplemente intentando llevar comida a la mesa, a veces con varios trabajos para conseguirlo. Desgraciadamente, también nos hemos imbuido del deseo de “libertad” tras la jubilación, donde perseguimos nuestros propios intereses y vacaciones por encima de centrarnos en los jóvenes que nos rodean. Durante siglos, las familias se congregaban unas en torno a otras y eso facilitaba mucho la labor de los mentores. Las realidades de hoy en día dejan a muchos jóvenes sin soluciones para este desafío moderno.

Sin embargo, en el apogeo de la cristiandad, la importancia de la tutoría y la formación de los jóvenes era uno de los principales objetivos de las órdenes caballerescas de la época. Los jóvenes se convertían en pajes, luego en damoiseau, después en escuderos y, por último, en caballeros. Un caballero aprendía las herramientas y los rasgos de la virilidad (caza, danza, música, lealtad, trabajo duro, fuerza física, etc.) que utilizaría después de recibir sus títulos. Y si esta práctica produjo la edad de oro de la civilización cristiana, merece la pena volver la vista atrás en busca de soluciones a los problemas que nos aquejan hoy en día.

Entonces, ¿cómo podemos solucionar esta hambruna de mentores?

Como alguien a menudo mayor que los que me rodean, empezaré diciendo que podemos empezar por estar disponibles. Algunas de las formas más sencillas de conectar con los jóvenes son dedicarnos al coaching (entrenamiento), dirigir grupos de jóvenes o incluso conectarnos a Internet y compartir nuestros dones. Necesitamos hombres fuertes de cuerpo, mente y alma que puedan contrastar con las personalidades materialistas y extravagantes que atraen a los jóvenes de hoy. La presencia y el tiempo pueden ser el mejor regalo que podemos hacer a los jóvenes.

Aquellos de nosotros que deseamos ser mentores, también debemos comprender nuestros propios talentos. Muchos hombres tienen mucho que dar y compartir, a veces sin nadie a quien transmitir sus pasiones. Es nuestro trabajo encontrar nuestros puntos fuertes y estar dispuestos a transmitirlos adecuadamente a los jóvenes que nos rodean.

Para buscar alumnos, puede ser útil identificar a los hombres que muestran un rasgo o habilidad deseable. Aquí, debemos darnos cuenta de que las redes sociales no son nuestras amigas. Rara vez lo que vemos en una pantalla es una representación de la realidad. Puede que veamos a un hombre bien vestido, en plena forma, rodeado de mujeres hermosas y con una personalidad carismática. Pero eso no es todo: Cada vida encierra dolor, angustia y maldad. El hombre “perfecto” vende su visión con la esperanza de que nos la creamos.

En lugar de eso, podemos recurrir al hombre tranquilo de la iglesia, a un entrenador o a los veteranos en busca de lecciones que realmente nos ayuden. Después de encontrar al mentor adecuado, deberíamos pensar en lo que podemos ofrecer a cambio. A menudo, el simple interés y la curiosidad pueden aportar alegría y propósito a la vida de otra persona.

Dependiendo de la edad del mentor y del alumno, a veces puede resultar difícil establecer una conexión. A veces me resulta interesante y desconcertante ver lo rápido que la cultura y los retos temporales pueden cambiar o transformarse de un año a otro, ¡y mucho más en una década! Esto puede dar lugar a confusión o dificultad para encontrar puntos en común.

Sin embargo, hay dos actividades que han resistido el paso del tiempo. La primera es la pesca. No me refiero a la pesca rápida. Hablo de cebar el anzuelo con lo que se tenga a mano y lanzarlo. El objetivo de este tipo de pesca no es tanto pescar algo (¡aunque siempre es una ventaja!) como el tiempo y la disponibilidad de dos personas. En la pesca sencilla aprendemos la paciencia, el valor del silencio y el valor de la naturaleza.

Más allá de esto, algunas de las mejores conversaciones que he tenido con otros hombres ocurrieron mientras pescaba. A veces nos sentábamos en silencio, mientras que en otros momentos, algo sencillo desencadenaba una tranquila discusión. Algunas fueron con mi padre, otras con mis tíos y otras con hombres mayores a los que consideraba amigos. ¡Los beneficios son enormes!

La segunda actividad para estrechar lazos es una partida de ajedrez. Aunque hoy en día no es tan popular, obliga a estar disponible, a mantener la calma y a mantener conversaciones reales. Tiene el subproducto de enseñar estrategia, resolución de problemas, previsión y toma de decisiones difíciles, pero el principal beneficio es el tiempo y la concentración.

Todos nosotros, independientemente de nuestra edad, tenemos algo que ofrecer a los hombres más jóvenes que nosotros. Nuestra oferta puede ser una habilidad, una pasión o una idea. Incluso los hombres más “rotos” tienen algo valioso que compartir. A veces un joven necesita esa historia de redención, o incluso del camino hacia la redención, para inspirarse a dar también el paso. Incluso cuando los mentores no tienen todas las respuestas, ser honestos sobre las limitaciones puede inspirar a otros.

Como hombres de todas las edades, hagamos lo posible por estar más disponibles tanto para ser mentores como para recibir mentores, ¡por el bien de todos!



¿SON LOS CONTAMINANTES EL VERDADERO PROBLEMA DE LA MARIHUANA?

A pesar de la gravedad de los riesgos para la salud que plantea la marihuana contaminada, la contaminación no es la única ni la mayor preocupación sobre sus peligros.

Por Gary Isbell


La gente suele creer que si algo es legal, es seguro. Ésta es una suposición absolutamente falaz. La marihuana contaminada, mezclada con arsénico, plomo o moho, está causando enfermedades graves y potencialmente mortales en todo el mundo a medida que se dispara el uso legal de productos de cannabis.

Para garantizar el bien común, un estudio y un análisis exhaustivos son fundamentales antes de promulgar cualquier ley. Sin embargo, los 34 estados de EE.UU. que han legalizado la marihuana no actuaron con la debida diligencia y pusieron el proverbial carro delante del caballo.

Los estudios informan que las personas que han consumido marihuana tienden a tener niveles elevados de metales pesados ​​en el torrente sanguíneo y tienen un mayor riesgo de desarrollar infecciones por hongos. Las investigaciones han asociado los contaminantes presentes en la marihuana con entumecimiento repentino, hemorragia pulmonar mortal y enfermedades arteriales que provocan amputaciones.

El año pasado, las autoridades sanitarias federales recibieron numerosos informes de intoxicaciones y otros efectos secundarios nocivos relacionados con el consumo de marihuana. Un dispensario de Arizona incluso emitió un retiro voluntario de productos de cannabis llamados “Grim Reefer” debido a una posible contaminación con el hongo letal Aspergillus.

Los productos de marihuana plantean un importante peligro de contaminación debido a su propensión a absorber metales pesados ​​del suelo. De hecho, es tan eficaz para purificar suelos contaminados que se cultivó cáñamo cerca del lugar del desastre nuclear de Chernobyl para que el suelo volviera a ser apto para cultivos. Otros riesgos de contaminación surgen de los pesticidas rociados sobre la planta y de las esporas de hongos como el moho que se dispersan en el aire y el agua, especialmente durante la cosecha.

Muchos usuarios médicos han dejado de usarlo por preocupaciones de contaminación. Las quejas comunes incluyen entumecimiento en los pies, contracciones musculares, náuseas y calambres, y las pruebas médicas han encontrado altos niveles de plomo, cadmio y níquel en los sistemas de muchos usuarios.

Ha habido un aumento significativo en el consumo de marihuana luego de su legalización para uso recreativo. Sin embargo, la prisa por ofrecer este alucinógeno ha superado la debida diligencia necesaria para considerar adecuadamente los efectos a largo plazo de la droga Tetrahidrocannabinol (THC), el ingrediente activo de la marihuana y la calidad y seguridad de los productos regulados asociados.

Si bien las agencias federales han establecido estándares básicos para los productos de tabaco y el cultivo de frutas y verduras, no existen pautas nacionales para probar la potencia de la marihuana o sus posibles contaminantes. Ni siquiera existe un organismo federal encargado de supervisar estos asuntos.

Las regulaciones estatales y locales varían ampliamente, creando un mosaico incongruente de regulaciones contradictorias. Por ejemplo, California exige pruebas de numerosos contaminantes, mientras que algunas áreas no tienen ningún requisito de prueba. En consecuencia, Kevin Sabet, ex asesor principal de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca, advierte a los consumidores de cannabis que estén atentos debido a la falta de pruebas estandarizadas.

A pesar de la gravedad de los riesgos para la salud que plantea la marihuana contaminada, la contaminación no es la única ni la mayor preocupación sobre sus peligros.

Si bien la marihuana está clasificada como un alucinógeno, los estados que la han legalizado no tuvieron en cuenta los numerosos estudios internacionales longitudinales que revelan un vínculo significativo entre el consumo de marihuana en la juventud y la aparición de esquizofrenia y otras psicosis en personas con una vulnerabilidad inherente en la edad adulta. .

Michelle Peace, profesora de la Virginia Commonwealth University, describe la situación como alarmante y enfatiza el desafío que enfrenta el usuario a la hora de discernir la seguridad del producto. En 2023, los centros de control de intoxicaciones de EE.UU. recibieron 31.000 llamadas relacionadas con sustancias cannabinoides, lo que supone un aumento significativo con respecto a 2019, con informes de 42 muertes relacionadas con estas sustancias.

La Administración de Alimentos y Medicamentos ha documentado eventos adversos asociados con el consumo de cannabis, como agitación, frecuencia cardíaca rápida y dolores de cabeza. Ciertas especies de aspergillus, un moho que se encuentra comúnmente, tienen el potencial de causar hemorragia pulmonar mortal en consumidores de marihuana con sistema inmunológico comprometido. Además, el criptococo, otra especie de hongo, se ha asociado con infecciones fúngicas potencialmente mortales que afectan el cerebro y los tejidos de la médula espinal.

Otros han informado haber experimentado debilidad muscular, taquicardia y urticaria después de consumir gomitas de marihuana. 


Según los investigadores, la exposición a los pesticidas en los productos de cannabis puede provocar convulsiones y otros problemas neurológicos, mientras que la presencia de metales pesados ​​como el arsénico plantea riesgos cancerígenos.

Las personas con sistemas inmunológicos debilitados enfrentan mayores riesgos por productos contaminados debido a la reducción de la resistencia a las enfermedades, lo que lleva a infecciones fúngicas, como problemas pulmonares y cutáneos.

Aunque ciertos estados como Oregón y Colorado imponen pruebas obligatorias para contaminantes específicos, la dependencia de los productores para financiar laboratorios de pruebas genera importantes señales de alerta sobre conflictos de intereses

El profesor Donald Land, de Química, Ciencias Forenses y Biotecnología de la Universidad de California, Davis, y ex consultor científico jefe de un laboratorio de pruebas de cannabis, ha destacado la facilidad de manipular los resultados de las pruebas cuando los productores seleccionan los laboratorios y ha enfatizado la necesidad de un control reglamentario estricto.

Los llamamientos para establecer una oficina reguladora nacional dentro del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) para supervisar el cannabis medicinal y recreativo están ganando impulso. Los defensores están presionando para que se estandaricen las pautas, se mejore la supervisión federal y se aumenten las pruebas para abordar las discrepancias entre los estados. Sin embargo, la implementación de pruebas de contaminación contribuye poco a prevenir los problemas de salud mental derivados de la propia droga.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los cerebros en desarrollo de bebés, niños y adolescentes son especialmente vulnerables a los efectos perjudiciales de la marihuana. Además, definen los efectos a corto plazo de la marihuana en el cerebro como un impacto inmediato en el pensamiento, la atención, la memoria, la coordinación, el movimiento y la percepción del tiempo.

La marihuana contaminada con arsénico, plomo o moho es motivo de alarma. Sin embargo, parece haber poca preocupación por los efectos del THC, el alucinógeno de la marihuana, que se ha demostrado que desempeña un papel en el desarrollo de la esquizofrenia, la paranoia, la psicosis, la depresión y otros trastornos psicóticos.

A principios del siglo XXI, los liberales y otros defensores de las drogas intentaron legalizar el uso de la marihuana, alegando que beneficiaría a la sociedad sin consecuencias adversas. Sin embargo, esta afirmación resultó falsa, como se demostró ampliamente anteriormente. Hace décadas, estudios longitudinales demostraron lo que está sucediendo ahora mientras nos sumergimos ciegamente en un abismo de consecuencias imprudentes.


Tradition, Family, Property

24 DE ABRIL: SAN FIDEL DE SIGMARINGA, Mártir


24 de Abril: San Fidel de Sigmaringa, mártir

(✞ 1622)

El apostólico varón y glorioso mártir de Cristo, San Fidel nació de padres nobles y católicos en la ciudad de Sigmaringa que está en la Suevia, en el obispado de Constancia. 

Después de haber estudiado las letras humanas y el derecho civil y canónico en la universidad de Friburgo, se disgustó por los tumultos y peligros del foro, y trocó la toga de abogado por el hábito de los padres capuchinos. 

El día del patriarca San Francisco visitó el tosco sayal del padre de los pobres. 

Celebró su primera Misa con gran concurso y edificación del pueblo, y los Superiores le destinaron al Sagrado Ministerio de la Palabra Divina, y el santo con estilo llano y desnudo de adornos retóricos, pero con gran fuerza de espíritu y eficacia de razones, predicó el divino Evangelio por las principales ciudades de Alemania, ganando para Jesucristo innumerables pecadores. 

Socorría a los pobres con copiosas limosnas que pedía a las personas ricas y caritativas, y habiendo sido inficionado de una enfermedad contagiosa el ejército austríaco que estaba acuartelado en aquellas provincias, asistía a los soldados, curándole las llagas, dándoles de comer con sus propias manos, y administrando los Sacramentos de la Iglesia a los que estaban en peligro de muerte. 

El Señor le llamó para la conversión de los calvinistas Grisones y la Congregación de Propaganda Fide escogió por cabeza y Prefecto de aquella ardua misión a nuestro Santo, el cual con increíbles trabajos redujo a la verdadera fe a muchos herejes, aún de los más principales y nobles del país. 

Más los infernales ministros de Calvino fingiendo que querían también convertirse llamaron un día al Santo para que les predicase la verdad católica en la iglesia de Servis.

Llegó el apostólico misionero a aquel lugar, y habiendo celebrado aquel día la Misa con extraordinario fervor, subió al púlpito donde halló un billete que decía: “Hoy predicarás y no más”

No desmayó el santo con este anuncio de muerte; antes con la misma fuerza de espíritu y apostólica libertad predicaba la verdad católica, cuando de improviso entraron en la iglesia muchos hombres armados. 

Disparó uno de ellos su fusil contra el santo misionero y aunque no acertó a herirle, entendió el santo que era ya llegada la hora suspirada de dar la vida por Cristo, y por la salud de sus hermanos. 

Bajando pues de la sagrada cátedra, se postró delante del altar mayor, donde encomendó su alma en las manos de Dios, y para evitar un nuevo sacrilegio de los herejes, salió de la iglesia por una puerta que estaba al lado de ella. 

Entonces, como lobos sedientos de sangre, se echaron sobre él los herejes y le asesinaron bárbaramente con veintitrés heridas, mientras rogaba, como San Esteban, por los que le daban la muerte.