sábado, 24 de julio de 2021

¿SON INCOMPATIBLES LA RAZÓN Y EL MISTERIO?

La Revelación y el Magisterio no son teorías de las que podamos prescindir, violando los compromisos bautismales.

Por el padre Rafael Ibarguren EP


¿Es razonable que un católico no crea en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía? ¡Claro que no! El misterio eucarístico es parte del depósito de la fe y este título debe ser respetado, amado y vivido según el mandato formal del mismo Cristo: “Tomad y comed” (Mt 26,26), “haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19), “si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tendrán vida” (Jn 6, 53).

Sin embargo… ¡qué lejos del Pan de Vida quedan tantos fieles en nuestros días! Lejos de la Misa dominical, lejos de la comunión sacramental y lejos de la adoración eucarística. Y lo singular es que, la mayoría de las veces, no es a través de una objeción racional que se establece esta distancia. Así, los tabernáculos permanecen solitarios y las misas poco concurridas. En determinados templos, donde la historia y el arte han dejado huellas de valor cultural, los visitantes registran un mayor número de turistas y curiosos que de peregrinos y fieles en el ejercicio de sus obligaciones religiosas.

¿Cómo pudo pasar esto? No faltan católicos que, para justificar su inconsistencia y apaciguar su conciencia (?), apelen a una supuesta Fe “adulta” que no depende de tantos cánones y dogmas… con la que forjan otra religión.


Pérdida del afecto y encantamiento por el misterio.

Ocurre que en la mentalidad del hombre contemporáneo se ha ido perdiendo progresivamente el afecto y el encanto por el misterio, dimensión privilegiada de la Fe. El otrora idolatrado racionalismo sistematizado por Descartes, fue posteriormente reemplazado por los descubrimientos que ofrecía la ciencia y la tecnología, con toda la parafernalia de máquinas, industrias, velocidad, imágenes, sensaciones, en fin, de novedades y nuevos ritmos que se incrustaban en la vida “civilizada”; de esta forma se sofocaba la capacidad de admirar valores espirituales, mucho más ricos y sutiles de lo que es casi palpable o útil.

Ahora bien, el ser humano tiene por naturaleza sed de lo espiritual - “el alma humana es naturalmente cristiana” sentenció Tertuliano - y cuando se produce ese vacío interior, nace el deseo de llenarlo de alguna manera... de cualquier manera. “Chasez le naturel, il reviandra au gallop” dicen los franceses: expulsa (o viola) la naturaleza y volverá a todo galope.

Por eso en el mundo paganizado que nos rodea proliferan tantas idolatrías y cultos extraños, así como recursos para escapar de la realidad con las drogas; También hay miedos, desengaños y suicidios, que ahora se promueve y ensalza con el dulce nombre de “asistidos”.


La renuncia a la racionalidad

En todo esto hay una renuncia a la racionalidad, aunque no siempre es explícita. En los siglos XVII y XVIII, la razón fue divinizada - la Revolución Francesa incluso entronizó en la Catedral de Notre-Dame el culto a la "Diosa Razón" - y el misterio fue relegado por ser "oscurantista" y "no acorde con las ciencias exactas". Y hoy, mientras la razón se esconde sin dolor, el misterio se escudriña imprudentemente siempre que puede aportar alguna ventaja real o supuesta.

Nuestra condición de criaturas limitadas está sedienta de lo arcano; la misteriosa concepción de la religión responde a una necesidad vital porque no podemos justificar con cálculos humanos cosas inexplicables que nos interesan y desafían. Por ejemplo, la Trinidad, la Encarnación o la Eucaristía misma.


La lógica y el misterio se complementan maravillosamente

En este sentido, es oportuno centrarse en una reflexión de San Ambrosio de Milán, Padre de la Iglesia. Al tratar la Eucaristía, después de explicar que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo por el poder divino, muestra cómo la lógica armoniza con el misterio. Es más: la lógica y el misterio se complementan maravillosamente. 

“¿Pero por qué usamos argumentos? Prestemos atención a lo que sucedió en su propia persona [la de Cristo] y los misterios de su encarnación servirán de base para afirmar la verdad del misterio eucarístico. Cuando el Señor Jesús nació de María, ¿lo hizo según el orden natural? El orden natural de generación consiste en la unión de la mujer y el hombre. Es evidente, entonces, que la concepción virginal de Cristo fue algo por encima del orden natural. Y [en la consagración del pan y del vino] lo que hacemos presente es ese cuerpo nacido de una Virgen. ¿Por qué buscar el orden natural en el cuerpo de Cristo, si el mismo Señor Jesús nació de una Virgen, fuera de las leyes naturales? La carne de Cristo que fue crucificado y sepultado era real; por tanto, el sacramento de su carne es real” (Del Tratado de San Ambrosio sobre los misterios, tomado de la Oficina de las Lecturas del Sábado VIII del Tiempo Ordinario, tomo III, edición mexicana, año 2000).


La Revelación y el Magisterio no son teorías de las que podamos prescindir

Es encantador ver la naturalidad y el rigor con que se abordan tan inefables misterios. Seamos racionales; la Revelación y el Magisterio no son teorías que nos interesen o no, y de las que podamos prescindir, violando los compromisos bautismales.

Y como, como se ha dicho, estamos inmersos en la época de la imagen y la sensación, concluyamos con una figura sensacional y elocuente extraída de la pluma del Apóstol Santiago, colocada en su carta dirigida a las comunidades judeocristianas: “Sed hacedores de la palabra y no solo de los oyentes; esto equivaldría a engañarse a sí mismo. El que escucha la palabra sin darse cuenta es como quien contempla en un espejo la fisonomía que le ha dado la naturaleza: se contempla a sí mismo y, en cuanto sale de allí, se olvida de cómo era” (Tg 1, 22-24).

Muchos católicos han olvidado su rostro y no parecen angustiados por él ... mostrando así una renuncia a la razón. Que María Santísima les ayude a corregir este deficiente estado espiritual, y que la Eucaristía sea el remedio que les devuelva la plenitud a la vida.

Mairiporã, julio de 2021

Por el P. Rafael Ibarguren EP - Asistente Eclesiástico de las Obras Eucarísticas de la Iglesia.



Gaudium Press



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