lunes, 12 de julio de 2021

NO, NO NOS ARRODILLAMOS

No nos arrodillamos ante el moralismo racial que ama a todos menos a los blancos, no nos arrodillamos ante la ‘Madre Tierra’ porque nuestra Madre es María, no nos arrodillamos ante el mal menor o ante los derechos civiles, el vocabulario arcoíris, el aborto o el cambio climático. Solo nos arrodillamos ante Dios.

Por Tommaso Scandroglio


No, no nos arrodillamos ante los que se arrodillan ante el moralismo racial y se vuelven racistas porque aman todos los colores del mundo excepto el blanco. No nos arrodillamos frente a quienes, además de las rodillas, también han doblado su conciencia al poder fuerte del momento, que en cualquier caso siempre ha sido fuerte con los débiles y débil con los fuertes. No nos arrodillamos ante quienes, para no romperse, se han inclinado y atormentado su alma con el compromiso indiferente. No nos arrodillamos frente a los que quieren salvar el planeta y maldicen al hombre, los que no escuchan nada porque no se sienten hombre ni mujer, esos que hunden botes de migrantes con estereotipos mucho antes de que esos mismos botes partan.

No nos arrodillamos ante la “Madre Tierra” porque nuestra Madre es María y porque la Tierra fue hecha para los hombres y no los hombres para la Tierra. No nos arrodillamos frente a los glaciares que se derriten porque el sentido común se ha derretido hace mucho tiempo. No nos arrodillamos frente a la sustentabilidad porque lo políticamente correcto es realmente insostenible y porque estamos hechos para una vida auténtica, verdadera, genuina y no ideológicamente modificada. No nos arrodillamos ante la “igualdad de género” porque el mérito siempre crea disparidad entre los capaces y los incapaces, sean hombres o mujeres. No nos arrodillamos ante el mal menor, porque solo el bien mayor merece nuestra genuflexión, ante el compromiso de lo que no es comprimible, ante el duda porque, más que arrodillarnos, debemos arrastrarnos frente a él para reconocer nuestra sujeción.

No nos arrodillamos ante los derechos civiles porque son hijos huérfanos de unos padres llamados deberes. No nos arrodillamos ante el igualitarismo y la inclusión porque nunca nos ha gustado ver la igualdad y la justicia tras las rejas de la ignorancia. No nos arrodillamos ante el pensamiento único, no porque sea único, sino porque está equivocado. No nos arrodillamos ante los jóvenes porque son jóvenes, ante las mujeres porque son mujeres y ante las personas de color porque son personas de color, sino solo porque el mérito y el sufrimiento son dignos de tanto respeto sin importar la edad, el sexo y el color de la piel.

No nos arrodillamos frente a Greta Thunberg y Chiara Ferragni, porque vivimos en el mundo real y no tenemos tiempo para sostener carteles con un mundo lleno de chimeneas dibujadas sobre ellos o para publicar en Facebook la foto de otro par de zapatos más. No nos arrodillamos ante las leyes que promueven la ideología de género, no porque por caridad cristiana no los amemos, sino porque por caridad cristiana sabemos dónde está el verdadero bien. No nos arrodillamos ante los que gritan "Devuélvanos el futuro" porque no tendrán futuro ya que han borrado el pasado. No nos arrodillamos ante el calentamiento global y el cambio climático porque tenemos cosas más importantes en las que pensar, entre las cuales la primera es la salvación de nuestra alma que se puede lograr aunque haga un poco más de calor de lo habitual.

No nos arrodillamos ante esos hombres de Dios que hablan de altruismo y no de caridad, de bienestar y no del Paraíso, de hermandad y no de Dios Padre, de migrantes en el Mediterráneo y no de todos los peregrinos en esta Tierra, de pacifismo y no de guerra contra el pecado, de atención a la creación y no de atención al Creador. No nos arrodillamos ante los que gritan que hay que respetar siempre la opinión de los demás, que para juzgar hay que encontrarnos en determinadas situaciones, que el pluralismo es un valor, que el diálogo es la sal de la democracia porque los tópicos están abarrotados y a nosotros, por una vez, nos tiene que gustar el distanciamiento social. No nos arrodillamos frente a la máscara-gel-distanciamiento social-adictos a la vacuna, frente al virus del miedo que nos empuja a no vivir más que arriesgarnos a vivir, frente a las variantes porque la vida siempre ha estado llena de variables, en frente a los cronistas de la guerra pandémica que trabajan cómodamente desde su casa.

No nos arrodillamos ante la gobernanza, las políticas, las finanzas verdes porque somos gente sencilla, queremos seguir siéndolo y al final no nos importa todo esto. No nos arrodillamos ante el catálogo de nuevas virtudes que van desde el familismo arcoíris hasta el aborto entendido como un derecho fundamental para llegar al euroafricanismo logrado a través de la migración y a través de una era de hielo demográfica prolongada. No nos arrodillamos frente a políticos que reclaman responsabilidad por elecciones irresponsables, frente a jueces creativos que improvisan como estilistas de la justicia, para favorecer .

Solo nos arrodillamos ante Dios. Sabemos bien que nos odiarán por eso y nos harán la guerra, nos llevarán a los tribunales, nos difamarán en los medios y en las redes sociales, arrancarán a nuestros hijos de la familia habiéndolos ya arrancado del vientre de muchas madres y habiéndolos ya secuestrado en las escuelas del régimen, nos desconectarán cuando estemos en el hospital, nos cobrarán cada vez más porque, así dirán, la libertad de disentir cuesta, nos querrán obligar a marchar con paso de oca en la marcha del “orgullo gay” y memorizar ridículas palabras nuevas que solo se encuentran en el vocabulario arcoíris, nos querrán humillar haciéndonos pasar por intolerantes, fanáticos, atrasados, intransigentes, duros de corazón y tercos. ¿Y saben qué? Nunca nos arrodillaremos ante ustedes. NuncaMoriremos de pie.


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