miércoles, 24 de julio de 2019

RECUPERAR LA SENSATEZ


Tanto en la democracia liberal como en la concepción marxista, se instalan graves patologías que afectan la libertad del hombre.

Por el Dr. Juan Carlos Grisolia


DEL RECONOCIMIENTO DE LAS ESENCIAS

“Puesto que el alma humana comprende con la ayuda de los sentidos, es decir, ‘recoge la verdad de la multiplicidad de las cosas existentes’ (Santo Tomás), necesita estar unida a un cuerpo apto para servir de órgano al sentido…”.

“La universalidad del concepto o de la esencia, tal como existe en la idea, procede de la abstracción y, en última instancia, de la inmaterialidad del alma”. (Jordán Bruno Genta. “La idea y las Ideologías”. Págs. 13 y 19).

Se ha dicho, con singular acierto, que el mayor mal que aqueja hoy al hombre es la ignorancia, la que constituye un formidable medio de dominación. Ella se origina por razón del abandono -forzado por la propaganda que masifica- de los requerimientos deontológicos, que imponen a la persona el cumplimiento de aquellos deberes exigidos por su naturaleza. Estos son necesarios para obtener el equilibrio requerido en orden a pretender, exigiendo la titularidad de derechos.-

Significa el esfuerzo propio que impone realizar los aportes de la justicia legal. Esa entrega de la parte al todo que conforma el patrimonio sin el cual no es posible la distribución de bienes.-

Se trata del bien común, el que “….abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección” (Gaudium et Spes nº 74 y otros documentos de la Iglesia).-

Las posiciones netamente individualistas, a las que es empujado el hombre, lo torna negligente “en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse” (Confr. D.R.A.E.), y ello lo aparta del conocimiento de su propia condición.-

El hombre no sabe, y en este tiempo le han quitado el interés en saber, porque lo han convencido de que debe vivir conforme los dictados de quienes, apoderándose de su facultad de pensar, le dirigen como piezas inermes al servicio de los intereses de quienes se han hecho dueños de su espíritu.-

Se trata de la reducción de la persona humana, a la primaria condición animal, que no excede ni mucho menos completa, los grados de la vida sensitiva.-

En realidad, en este contexto, el hombre cree que vive, siendo que se desliza por el tiempo acompañando solo su materia.-

La ignorancia inmoviliza al hombre, y esto lo saben quienes la promueven. No es posible, sumido en ella, el movimiento perfectivo generado por el paso de la potencia al acto. Queda reducido a un ser infecundo.-

Se lo ha sometido de tal modo que nada ya puede modificar, ni trazar caminos, ni alentar esperas, por cuanto no puede avizorar sus fines.-

Le han contado que debe gozar, sin indicarle que ello implica mucho más que percibir los estímulos del sistema nervioso, que aislados, solo preanuncian el vacío que angustia. No le han dicho que gozar, para la persona humana, consiste en disfrutar el permanente y constante incremento de su ser espiritual, que por constituir el sostén de su cuerpo, es plenitud de bien y origen de la felicidad. Y que ésta es la auténtica causa de dicha y de paz.-

La ignorancia es la oscuridad que impide asumir y entender la propia condición personal. Ella sumerge al hombre en la opresión de la masa, donde se diluye toda individualidad llamada a la trascendencia quedando eliminada la inmanencia o reducida a una simple tendencia mecánica necesaria para satisfacer los desvaríos de los ideólogos.-

Sabemos que el mal carece de entidad óntica. El mal es privación de ser. Y el ser es el bien. Este es objetivo. Por ello no depende de lo que el hombre quiere, sino de aquello que comprueba, develando la realidad que lo contiene, y que integra.-

Sensatez significa “calidad de sensato” (Conf. D.R.A.E.). En tanto que sensato dice de “prudente, cuerdo, de buen juicio” (Conf. D.R.A.E.).-

Recuperar la sensatez, entonces, es recuperar a la persona humana, ubicándola en el centro de todo el orden natural. El universo creado se dirige a ella, y es para ella. Su espíritu le permite comprender el sentido de su existencia. Es en el mismo en el que el hombre hace posible los efectos de la inmanencia, ordenados hacia la trascendencia, que es la puesta en acto de su fin último sobrenatural. Este explica la eternidad de lo que a priori, y a la sola aprehensión sensible, aparece como limitado, frágil y corruptible.-

Esto queda extraordinariamente explicitado en aquella afirmación de Pío XI, en su encíclica Divini Redemptoris. Dice el Santo Padre: “El hombre tiene un alma espiritual e inmortal, es una persona adornada admirablemente por el Creador con dones de cuerpo y de espíritu, un verdadero ‘microcosmos’, como decían los antiguos, es decir, un pequeño mundo que excede en valor con mucho a todo el inmenso mundo inanimado...”.-

De las cuatro virtudes cardinales –prudencia, templanza, fortaleza y justicia- la prudencia, ha sido conceptualizada como una gran virtud. Aristóteles decía de ella como “la recta razón en el obrar”, en tanto que como virtud sobrenatural, Antonio Royo Marín (Teología Moral para Seglares. Tomo I. pág. 421), la definía como “una virtud especial infundida por Dios en el entendimiento práctico para el recto gobierno de nuestras acciones particulares en orden al fin sobrenatural”. Y agrega “Su influencia se extiende a todas las demás (virtudes) señalándoles el justo medio en que consisten todas ellas, para que no se desvíen hacia sus extremos desordenados”.-

Esta virtud influye en la actividad del intelecto, y con ello en el juicio. Le ordena en el acto del conocimiento.-

El juicio, por su parte, debe definirse como “El acto por el cual el entendimiento une o separa dos ideas o dos proposiciones mediante la afirmación o la negación, siendo el resulta u obra de este acto la proposición”.

Esta, es “la reunión de vocablos o el vocablo que expresa el juicio” (Confr. Enrique Collin. Manual de Filosofía Tomista. Tomo I. Pág. 38).-

El hombre está ordenado a conocer, no obstante los obstáculos que encuentra para ello y a los que supra se han hecho referencia. Y ello así, pues es la actividad necesaria a su condición de ser espiritual, y debe hacerlo respetando no solo su propia naturaleza, sino los mecanismos que la ley ha impuesto a la misma para hacer posible la aprehensión del ser.-


Del conocimiento vulgar. El sentido común

Existe un primer estadio en el proceso del conocimiento, que es aquél que se denomina vulgar. Se trata de los datos de la realidad suministrados por nuestros sentidos. Aquellos son plenamente objetivos, y en tal carácter deben ser considerados. Solo así es posible la certeza obtenida como fruto de un recto conocimiento. Aquella es la “firme adhesión de la mente a algo conogcible, sin temor de errar” (Conf.. D.R.A.E.).-

Este conocimiento, y el grado de certeza que le es atinente, se sustentan en los componentes de la experiencia sensible, pues se han mencionado los sentidos y los datos captados por los mismos de la realidad objetiva. Asimismo, reconoce lo que se llaman “principios inteligibles evidentes por sí mismos”.-

Jacques Maritain (Introducción a la Filosofía. Pág. 109) escribe: “Estas certezas que brotan espontáneamente en nuestro espíritu desde que tenemos uso de razón, son en nosotros obra de la naturaleza, y se las puede llamar un don natural, y afirmar que radican en la apreciación natural, en el consentimiento, en el instinto, en el sentido natural de la inteligencia”.-

Se trata del sentido común, al que pertenecen “las grandes verdades sin las cuales la vida moral del hombre es imposible”.-

No hace falta ninguna preparación previa. Solo la vida desarrollada en el sendero que marca la normalidad, que surge del conocimiento y acatamiento consecuente de la ley natural.-

Los fundamentos de estos conocimientos propios del sentido común, no son menos que aquellos en los que se sustenta el conocimiento científico. Se trata solamente –en orden a su diferencia- “en el modo o el estado que tienen en el espíritu”.-

Lo que expreso no es obra de la subjetividad de la persona humana. Se trata de la objetividad, que nos presenta lo que es materia de conocimiento en sí misma, “con independencia de la propia manera de pensar o de sentir” del sujeto que conoce.-

Es aquí, en el marco de lo que se conoce como inteligencia de los principios, donde hallamos las verdades evidentes por sí mismas.-

¿Qué debe entenderse por evidente?. La certeza a la que se arriba “no por una impresión afectiva personal... sino por un motivo sacado del objeto mismo y que pueda, en consecuencia, imponerse igualmente a otro cualquier entendimiento capaz de comprender” (Confr. Enrique Collin. Ob. cit. Tomo II. Pág. 17.-

En la evidencia intrínseca, la experiencia comprueba que no se hace necesario demostración o prueba que conlleve a la certeza. El juicio es claro y no presenta la menor duda. Así por ejemplo, “el todo es mayor que la parte”, “no hay efecto sin causa”, etc..-

Agrega Jacques Maritain (Ob. cit. pág. 110) que, en las verdades evidentes la “…certeza es superior a la de todas las conclusiones de la ciencia”.-

Corresponde finalizar con el mismo autor que “El sentido común es de esta suerte como el juicio natural y primitivo, infalible pero imperfecto en su modalidad, de la razón humana” (Ob. cit. pág. 110).-

El ideólogo, atado a las ilusiones de su razón, se niega a los dictados del sentido común. No hay otra certeza que la que se autoimpone. La realidad le molesta. Es por ello que la golpea impiadosamente, intentando convertirla en jirones carentes de todo sentido, en el medio de los cuales deambula la persona humana convertida en cosa, a la que el ideólogo designa como objeto de su “política de derechos humanos”. Solo importa el sonido de las palabras vertidas en los monólogos de quienes dicen gobernar la Nación, y la repetición de las mismas por los medios de difusión operados por compradas voluntades. El concepto no interesa. La verdad pasa a ser la voluntad del autócrata o de quienes le sirven.-


Del conocimiento científico

Los hechos concretos o generales, los datos que son recogidos por nuestros sentidos, son elevados en el grado de su conocimiento por una certeza razonada. Esta permite explicar esos hechos y esas cosas. Así entonces podemos hablar de conocimiento científico.-

La ciencia encuentra su mayor expresión en la Filosofía. Dice Enrique Collin, (Ob. cit. Tomo I, Pág. 6), que “Es la filosofía un conjunto de conocimientos cierto (al menos en sus partes principales), razonados, ordenados en una síntesis lógica, armónica, en la que se eslabonan e ilustran entre sí”.-

Santo Tomás nos presenta una definición que ha perdurado por siempre y cada día cobra mayor vigencia. Dice el Doctor Angélico: La filosofía “es la ciencia de las cosas, por sus causas mas elevadas adquirida con la luz natural de la razón humana”. Esto obliga a afirmar que cuando a esta forma de conocimiento nos referimos, lo estamos haciendo respecto del más alto grado de la sabiduría.-

La ciencia mayor divide el marco del saber con las llamadas ciencias particulares. Estas comparten con aquellas el objeto material, que son las cosas. Solo que estas últimas refieren a las específicas propias del segmento de la realidad que es el objeto de su estudio.-

La filosofía tiene su objeto formal en el nivel causal en que estudia todas las cosas. Es el más elevado. En tanto que las ciencias particulares encuentran el suyo en las causas inmediatas, cuyo grado se compadece con el de las exigencias de saber que satisface el universo que es especial a las mismas.-

Es importante definir qué debe entenderse por causa; por cuanto el análisis propuesto concluye con la mayor amplitud y profundidad si su estudio se practica contemplando el objeto, inmerso en aquellas.-

Causa, “de un hecho o de un ser (es) todo aquello que contribuye a que éstos sean lo que son, todo aquello de lo cual ellos dependen en su existencia actual” (Enrique Collin. Ob. cit. Tomo I. Pág. 5/6). En definitiva, se trata de saber por medio de las causas.-

Aristóteles, establece que no existe un solo sentido de la palabra causa sino cuatro (Fis. 194 b). Esto determina que se pronuncie la causa material: Aquello de lo que una cosa está hecha; causa formal: Es el modelo de la cosa, la forma; causa final: Es aquello en vista de lo cual una cosa existe y finalmente causa eficiente: Es aquello de lo que proviene el primer comienzo del movimiento y del reposo. (Confr. Marcel Clément. La Sed de la Sabiduría. Pág. 143).-

De modo entonces que las explicitadas son las formas que el hombre tiene para saber, es decir, para conocer en menor o en mayor profundidad la naturaleza de las cosas. Para entender de sus esencias, es decir, lo que las cosas son, objetivamente, con independencia de perturbadoras expresiones voluntaristas. Dicho en términos más sencillos: La cosas son lo que son y no lo que yo quiero que sean.-

El ideólogo rechaza toda forma de penetrar la realidad en orden a conocer las esencias, y expresarlas en el concepto universal. Esto constituye la objetividad que su interioridad rechaza, en tanto se encuentra afectada por el interés personal, que antepone a la verdad.-

Para estos sujetos, nadie, esto es ninguna persona humana, debe permanecer en capacidad de aprehender la realidad, pues ésta solo es aquella que los mismos deciden cuál es. Necesitan, por ello, obrar en forma imperiosa, y como se trata de quebrar la fuerte tendencia de la persona humana a negarse a conceder los dictados de su naturaleza, deben hacerlo del modo precisado, esto es mandando o comportándose “con autoritarismo ostensible” (Confr. D.R.A.E. vocablo: imperioso). Son tiempos en los que el ideólogo necesita amedrentar.-

Se trata de impedir a la persona humana desarrollar su espíritu, actividad por la que intenta una mayor perfección con el incremento de su capacidad de ser. Ella debe obedecer los esquemas –que a modo de fórmulas dogmáticas- constituyan las reglas de vida. La ignorancia, entonces, es el objetivo perseguido, pues en tal estado el hombre no puede perturbar la enfermiza tranquilidad de que goza el ideólogo, sustentado en sus exclusivas convicciones. La ignorancia, entonces, es el gran mal del mundo actual, y por tanto de nuestra sociedad argentina, por cuanto pensar convierte al sujeto en un enemigo de la esquizofrenia que desde las más altas esferas se muestra sin pudor. ¿Pero es posible pedir recato a quien se considera capacitado para proclamarse rey y señor de una comunidad?. Así el gobernante carece de poder real, por cuanto éste es la capacidad de una persona humana (sustancia individual de naturaleza racional), para transformar y encausar la realidad. La que se torna objetivamente inasible para el ideólogo. Este conforma la realidad de acuerdo a su voluntad e interés y ésta, así imaginada, no es algo exterior a él. Lo grave es que cuando intenta subsumir lo que cree que es en lo que realmente es, sólo comprueba su fracaso.-

Su “poder” en definitiva, se manifiesta en someter a quienes han puesto algún precio a su dignidad. Los espíritus libres, no son alcanzados por los gritos y gestos furibundos que sólo expresan su visceral impotencia.-

El liberalismo, concretado en el sistema político democrático, junto al comunismo marxista que le sucede, constituyen los mayores movimientos ideológicos que registra la Historia Universal. Ambos reconocen su origen en el sistema filosófico conocido como racionalismo, cuyas bases estableciera Renato Descartes. A partir de este filósofo, “el pensamiento filosófico se encierra en el sujeto, y capta el ser y la verdad en el sujeto mismo, en su propia razón, con lo que, naturalmente, se aspirará a concebir a todo el universo como racional, es decir, con la interna necesidad que caracteriza a las ideas evidentes en sí mismas… La filosofía moderna, en cambio, se encierra con Descartes en la experiencia interior, hace radicar la verdad fundamental en el pensamiento puro, en la subjetividad, prescindiendo de su correlación con el mundo exterior. Descartes mismo, y muchos filósofos después de él, pretenderán salir de los límites de la subjetividad (del interior del pensamiento) a la objetividad (al mundo exterior); pero de la cárcel de la razón es muy difícil salir una vez que se le ha otorgado la condición de realidad verdadera y básica” (Rafael Gambra. “Historia Sencilla de la Filosofía”. Págs. 188/191).-

El racionalismo culmina en el idealismo. Conforme Rafael Gambra en la obra citada, pág. 191, “Idealismo es aquella teoría que niega la existencia del mundo exterior, de las cosas reales, fuera del sujeto que piensa y conoce, porque, según ella, la realidad es creación del pensamiento y solo existe en cuanto es conocida”.-

La democracia, constituida como un sistema de vida y por tanto intentando ser una filosofía política idónea para cohesionar una sociedad, sostiene la disparatada tesis de que la verdad se obtiene por lo que decida la mayoría. Es la distorsión de la libertad (preferencia reflexiva de lo mejor) que convertida en simple licencia no puede crear la verdad. Es la vigencia del principio de inmanencia, que está imposibilitado de constituir fundamento alguno sobre bases objetivas, vaciando el cuerpo social de toda norma moral y convirtiendo a la comunidad en la caótica expresión de un grupo de personas convertidas en cosas, que no pueden resistir la fuerza del movimiento dialéctico de los grupos marxistas que introducen el cambio en el interior de la materia. Es el más grande ejemplo del principio de inmanencia.-

El racionalismo expresado por Hegel, afirma lo que “él llama la idea, el espíritu concebido como razón, que será origen creador de la realidad universal. La idea evoluciona según un ritmo que se halla en su propia forma o contextura. Primero hace en el espíritu una afirmación (tesis); después halla las contradicciones o insuficiencias de la misma (antítesis); por último, engendra una tesis más amplia (síntesis), que abarca, superándolas, la tesis primera y la antítesis. Esta síntesis se convierte en tesis y así recomienza incesantemente el proceso. Este ritmo de la idea o espíritu absoluto es también el ritmo a que se mueve cada espíritu individual, y a él responde la génesis del universo, que es creación de la actividad espiritual” (Rafael Gambra. Ob. cit. Pág. 238).-

En ambos sistemas la libertad le es quitada al hombre. El liberalismo que es el fundamento de la llamada democracia, “quiere decir, pues, una inteligencia liberada de las odiosas definiciones y de una voluntad libre de tener que decidirse y comprometerse definitivamente en nada” (Jordán Bruno Genta, Ob. cit. Pág. 163).-

Y agrega el gran Profesor, explicitando las consecuencias negativas de tal concepción política, que soporta la sociedad a modo de dogma: “Pretender que la inteligencia defina, diga lo que es, el ser uno y el mismo de las cosas, es un propósito dogmático, totalitario y opresivo que repugna a la libertad…Tan solo un espíritu sectario, fanático, regresivo y oscurantista puede hablar de la Verdad, del Bien, de la Belleza y de la Justicia con carácter absoluto: No hay ni debe haber esencia de nada y, por lo tanto, no puede ni debe haber definición. Esto quiere decir que la inteligencia humana no tiene su objeto propio en definir, en declarar lo que es, puesto que no hay ser y ‘que todo está en movimiento, y que las cosas son para los particulares y para los Estados tales como ellas les parecen’…” (Ob. cit. Pág. 163).-

Para el materialismo marxista, todo es movimiento, como supra se ha destacado, y por tanto no existen las esencias. Debemos recordar que la praxis determina que el pensamiento vaya unido a la acción. Más aún, Lenín ha afirmado en una clara definición “El marxismo no es un dogma sino una guía para la acción”, reprochándole a los filósofos, que “solo han interpretado diversamente el mundo, pero lo que interesa ahora es cambiarlo”.-

El sistema político que da origen a esta concepción materialista, no reconoce, en el proceso del conocimiento, la inmaterialidad de la mente humana. Para el marxismo no existe otra realidad que la materia. Sostiene, asimismo, que la práctica debe ser el criterio de la verdad, “con lo que niega la posibilidad de todo conocimiento universal y necesario y se contradice al afirmar luego, por ejemplo, que ‘todo lo que existe es materia de movimiento’, pues en la práctica jamás se podría terminar de comprobar semejante proposición”. Al exponerse una correcta teoría del conocimiento, respecto de la cual supra se han practicado consideraciones, se ha probado que “es solo la razón la que, mediante cuidadosos análisis, debe elaborar los datos proporcionados por los sentidos para juzgar de la verdad de su información” (Conf. Florencio José Arnaudo. “La Lucha Ideológica”. Págs. 21/22).-

Tanto en la democracia liberal como en la concepción marxista, se instalan graves patologías que afectan la libertad del hombre; y con ello, en terminología aristotélica, la posibilidad de “preferir reflexivamente lo mejor”, que es el ser, quedando imposibilitado el hombre de obtener el bien y con ello, su incremento óntico.-

Escribe Jordán B. Genta, en su obra “Libre Examen y Comunismo” (Págs. 24/25), refiriéndose a este último: “Después de la crítica de la Religión Católica, la dialéctica materialista (que es el movimiento por el enfrentamiento de polos de signos opuestos, que si no existen son creados –la famosa fórmula tesis antítesissíntesis), pasa a la negación de toda filosofía del ser y del orden inmutable de las esencias y del fin último: ‘No hay nada definitivo, absoluto, consagrado; en todo pone de relieve lo que tiene de perecedero y no deja más que el proceso ininterrumpido del devenir y del perecer, una trayectoria en ascenso sin fin, desde  lo más bajo a lo más alto, cuyo reflejo en el cerebro pensante es esta misma filosofía’. Se comprende que el propósito exclusivo de esta crítica negativa, es justificar la destrucción de la Civilización Greco-Romano Cristiana puesto que ‘todo lo que existe merece perecer’ ” (Conf. Engels. “Luis Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”).-

Ello implica negar la existencia de esencia alguna, por cuanto Carlos Marx afirma que “La cuestión de que si el pensamiento humano alcanza la Verdad objetiva no es una cuestión teórica sino práctica”. Pues, Lenin, “Cuando se preparaba para despojar y asesinar a millones de rusos sostenía que la ideología marxista era exclusivamente ‘una guía para la acción’. Una guía para la acción nihilista; una pseudo filosofía, que no interpreta el mundo, sino que pretende transformarlo, o mejor, arrasar todas las jerarquías espirituales y naturales” (J. B. Genta. Ob cit. Pág. 27).-

La metodología revolucionaria del materialismo marxista, ha recibido un importante aporte de Antonio Gramsci, que instala los conceptos de sociedad civil y sociedad política, que son fundamentales para entender su pensamiento. Para Gramsci “superestructura es la interdependencia recíproca de la sociedad civil y de la sociedad política. En la esfera de la superestructura se mueven pues, la organización religiosa, el ordenamiento jurídico, las formas artísticas, las organizaciones científicas, la literatura, el folklore, las expresiones del sentido común, lo que se ve en el cine, lo que se lee en la prensa, etc…. Gramsci está convencido de que no hay revolución duradera sin una previa toma de conciencia, y que esta se origina y desenvuelve en el ámbito de la superestructura… no es cambiando las relaciones económicas como vamos a hacer la revolución, sino cambiando la superestructura, es decir, creando ante todo una nueva hegemonía que transforme la sociedad; luego vendrá la conquista del Estado pero ésta deberá pasar por la transformación de la sociedad civil en la que el Estado se apoya. Por eso le preocupará por sobre todo, las condiciones intelectuales de la revolución” (Rv. P. Alfredo Saenz. “Antonio Gramsci y la Revolución Cultural”. Pág. 19).-

El Profesor Genta, en la obra citada, pág. 51, explicita sobre este tema: “Lo fijo e invariable en la acción comunista mundial… Es la dislocación moral de todos los otros poderes espirituales y políticos existentes. En la paz y en la guerra, se trata siempre de ablandar, debilitar, descomponer, desquiciar, por todos los medios de propaganda ideológica y de acción social, la economía, la educación, las jerarquías naturales, la fe, y la moral de las naciones. La insurrección comunista es una máquina que no se siente, que no hace ruido a pesar de su trabajo continuo de demolición en las almas y costumbres de los pueblos. No se siente ni hace ruido hasta que consigue desmoralizar y desmovilizar las almas y las colectividades. El acto final es el llamado ‘puñetazo a un paralítico’ ”.-

Para lo cual la democracia liberal proporciona su invalorable aporte.-

Señala Mario Caponnetto, en su trabajo “Inmanencia e Inmanentismo”, incorporado en el libro “Tomismo y Existencia Cristiana”, editado por S.I.T.A. Argentina, pág. 41: “El principio de inmanencia ha significado la ruina del conocimiento científico desde… la Metafísica hasta la Ética y la Política pasando por la Filosofía de la Naturaleza, la Psicología y aún las ciencias medias”….-

Y agrega: “En la aventura inmanentista, el intelecto humano se ha hecho a sí mismo mensurans y no mensuratus. Y esto, en definitiva, es porque al hacerse creador ha perdido la semejanza con el divino intelecto. La razón inmanentista se ha deslizado, para decirlo agustinianamente, hacia la región de la desemejanza y, por eso, allende ella misma ya no se encuentra el ser sino la nada”.-

Es el subjetivismo, sobre el cual no puede construirse ni la justicia ni la caridad.-


¿Es posible salvar la sociedad?

Sabemos que el hombre es un ser naturalmente sociable. El hombre tiende a la convivencia. Por tanto su inserción en una comunidad, no solo se constata en su origen, sino también en los requerimientos de las etapas del desarrollo perfectivo de su ser.-

El hombre es concebido y se perfecciona en sociedad. La transmisión de la vida necesita de dos personas, esto es un hombre y una mujer. Esta sociedad que denominamos conyugal y, paterna cuando se la integra con los hijos, le brinda el hábitat necesario para atender lo que se denomina la indigencia radical del hombre. Nadie puede privar a un ser humano de este lugar apropiado a su subsistencia y desarrollo. Chauchard dice “que el mismo desarrollo fisiológico de nuestro sistema nervioso requiere indispensablemente un contorno social adecuado” (Cit. Carlos A. Sacheri. “El Orden Natural”. Pág. 143). Esto descarta toda teoría que intente vincular la necesidad de la vida social del hombre a un acuerdo que surja de una voluntad que puede o no prestar. No es algo de lo que se pueda disponer, sin grave afectación a su incremento óntico.-

Examinando la sociedad desde el punto de vista causal, designamos como causa material de la misma, no al hombre aislado, sino a la familia. Esta, por su parte, surge del matrimonio o sociedad conyugal. La fecundidad de lo que podríamos denominar célula básica de la sociedad mayor, es imprescindible al nacimiento y subsistencia de la misma. Al hombre, en la etapa de su integración a la comunidad política -la que por los medios de que dispone, se manifiesta autosuficiente- con el objeto de transitar el camino hacia la plenitud de vida, obteniendo para ello sus capacidades de la importante herencia recibida de quienes le antecedieron; le es posible adelantar en el aprendizaje y además brindar las conclusiones de su propia actividad intelectual, para incrementar el señalado patrimonio. Por eso lo encontramos insertos en los cuerpos intermedios que constituyen la causa eficiente de dicha sociedad. El hombre aislado, entonces, es una quimera.-

Dice el Dr. Sacheri: “Otro tanto cabe decir de la perfección moral del ser humano. Ella consiste en la práctica de la virtud moral, pues los hábitos morales no nacen espontáneamente sino que han de ser adquiridos por cada individuo en cada generación… La virtud moral no puede ser enseñada como las matemáticas, es una adquisición personal… La adquisición de nuestra perfección moral requiere que los padres introduzcan un orden de vida en la conducta indiferenciada del niño. Y esto desde el nacimiento mismo del infante…” (Ob. cit. Pág. 143/144).-

Es imposible entonces, pretender la existencia de la sociedad política, prescindiendo de la sociedad conyugal y de la familia.-

La sociedad paterna responde necesariamente a la ley natural, y por ello tiene en potencia a la familia.-

Ha dicho el Dr. Alberto Caturelli en referencia a la sociedad conyugal: “Solo es lograble la unidad no en ‘nuestra’ inmanencia, sino en una unidad mayor, trascendente a uno y otro. Los dos que son ‘en una sola carne’, se ‘funden’ por fin en una unidad permanente en la fecundidad en acto lograda en el hijo. El hijo en quien uno y otro se ven y en quien todo nuestro tiempo pasado es presente, ‘encarna’ esta unidad lograda” (“Dos, una sola carne” Pág. 130).-

Esta es la base de la sociedad familiar. Ella es el nosotros. En tal sentido agrega el Dr. Caturelli: “Por eso sostengo que la familia es la sociedad primera y esencial, potencialmente presente en la sociedad conyugal que se ordena a ella, en acto en la comunidad familiar” (Ob. cit. Pág. 134).-

La distorsión de la realidad, lo que implica la negación del orden natural y de la ley que lo expresa, ha facilitado que en el marco propuesto por las ideologías, se promueva la unión de personas del mismo sexo, a las que se les intenta otorgar carácter de sociedades básicas, sustentos de la sociedad civil.-

Se trata de legitimar lo que constituye un atentado al orden natural, aquél del que se nutren precisamente aquellos que intentan prescindir del mismo en una parcializada e interesada elección.-

Asistimos al intento de dar vigencia a la corrupción, lo que implica pervertir, estragar, viciar. Los ideólogos necesitan no solo ignorantes, sino impedir que la persona humana reaccione y quiebre la esclavitud a la que se la somete, por el desconocimiento. Entonces es necesario pervertir. Ello implica “viciar con malas doctrinas o ejemplos, las costumbres, la fe, el gusto, etc.; perturbar el orden o el estado de las cosas”. (Confr. D.R.A.E.). Nada debe quedar incólume.-

Si analogamos la sociedad civil al cuerpo humano, podríamos apelar al sistema orgánico de defensa con el que el mismo rechaza aquellas sustancias que intentan envenenarlo y por tanto matarlo.-

Estas formaciones aberrantes, operan en la sociedad como los antígenos en el cuerpo humano. ¿Y qué son los antígenos?. Conforme Bennett, C.W. –Cinical Serology, se definen como las “sustancias que cuando se introducen en el cuerpo son capaces de estimular a los tejidos para que produzcan anticuerpos en el animal vivo y que después de la formación pueden reaccionar con ellos de manera demostrable”. ¿Y cuál es la defensa que opone el organismo?. Son los anticuerpos que se definen como “proteínas séricas, generalmente gama y algunas betaglobulinas, que han sido modificadas para reaccionar específicamente con el antígeno que estimuló su producción” (Autor y obra citada).-
El ideólogo, a través de los formatos mediáticos, con la mendacidad como arma, intenta anular el mecanismo inmunológico de la sociedad. Para ello apela a la distorsión de los conceptos, pretende que existe el derecho a corromper. Los ideólogos, con los medios que obtienen a causa de los puestos de gobierno que ocupan en la sociedad política, constituyen el verdadero H.I.V., con el que infectan a nuestra comunidad.-

Pero a diferencia de lo que ocurre con aquel retrovirus, no elimina los anticuerpos que surgen de la fuerza del espíritu de la persona humana, la que solo debe disponerse a pensar, y hacerlo con orden y en unidad. Nadie puede nada cuando la voluntad de la persona humana no lo permite. Solo hace falta un momento de silencio y una sencilla reflexión, que permite el reencuentro del hombre consigo mismo.-

Asistimos al ridículo que significa denominar “uniones matrimoniales” a las junturas entre homosexuales. Ellos mismos afirman que “no se reproducen”. Confiesan así su infecundidad, y con ello la imposibilidad de brindar algo o alguien a la sociedad civil.-

Destacamos que el término matrimonio deriva de matris –madre- y monium –cargo o gravamen-. ¿Cómo es posible denominar de este modo a quienes proclaman, con triste orgullo, el egoísmo de una fecundidad imposible?.-

La sociedad civil se nutre de seres humanos que únicamente pueden surgir de la unión conyugal entre un hombre y una mujer. Estos constituyen el recambio necesario para que la sociedad no solo permanezca sino, también, crezca. Los nuevos miembros aportados por la familia, se forman en el patrimonio intelectual, de naturaleza objetiva, que la comunidad pone a su disposición y, a su vez aportan, en un innegable acto de justicia legal, el resultado de su actividad intelectiva, incrementando la herencia.-

El Dr. Guillermo A. Borda, en su obra “Tratado de Derecho Civil. Familia”. Tomo I. Pág. 49, señala con la definición de Portalis: “El matrimonio es una sociedad del hombre y la mujer que se unen para perpetuar su especie, para ayudarse, para socorrerse mutuamente, para llevar el peso de la vida y compartir su común destino”. Y citando a Modestino, “Matrimonio es la unión del marido y la mujer y la fusión de toda vida y comunicación del derecho divino y humano”.-


La infecundidad de estas tristes “uniones” se manifiesta también, y principalmente, en la renuncia a la perfección, y con ello a actualizar las potencias propias de la condición humana, la que han reducido a un simple grotesco.-

La forma es la conservación de la esencia. Es suficiente observar las manifestaciones públicas en las que reclaman el reconocimiento de sus miserias, para comprobar el horror que provoca sus vidas.-

No pretendamos la paz si conculcamos el orden natural. No pretendamos recibir los beneficios del bien común que ofrece la sociedad política, si no hemos cumplido con el deber que nos impone la justicia legal. No pretendamos la vida si no nos afecta que se la quiten a los niños que viven en el seno de sus madres, a los ancianos y enfermos, y ahora, también, a los discapacitados. En todos los casos por el hecho de ser tales. En la República Argentina, ya están vigentes las normas de derecho positivo que habilitan la instrumentación de este genocidio. Y todo se hará en nombre de los derechos humanos, que se predican como política de estado.-

Si recuperamos la sensatez, dispondremos de las armas necesarias para salvar la sociedad. Recordemos que “...la promoción de una auténtica y madura comunión de personas en la familia se convierte en la primera e insustituible escuela de sociabilidad, ejemplo y estímulo para las relaciones comunitarias más amplias en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor… la familia constituye el lugar natural y el instrumento más eficaz de humanización y de personalización de la sociedad: colabora de manera original y profunda en la construcción del mundo, haciendo posible una vida propiamente humana, en particular custodiando y transmitiendo las virtudes y los valores….” (Juan Pablo II. “Familiares Consortio”. Ediciones Paulinas. Pág. 74).-

En fecha 15 de Julio de 2010, fue sancionada la Ley Nº26.618 (promulgada el 21/07/2010), modificatoria del régimen de matrimonio regulado en el Código Civil, instalando el absurdo que constituye el llamado “Matrimonio igualitario”. Esta regulación de derecho positivo humano, solamente tiene existencia formal en el marco del deterioro ético, en el que vivimos en estos tiempos en nuestra sociedad. Su existencia regulatoria es solo aparente, pues no puede legislarse sobre un presupuesto fáctico de imposible concreción. Prudente es recordar la sentencia alemana que reza: “Ist ummöglich Gesetze erlassen über eine Einbildungs” (Es imposible legislar sobre una fantasía). Por tanto, no debe existir duda alguna de que el cuerpo social expulsará estos organismos extraños al orden, asegurando la vigencia del mismo y con él la de sus miembros, que son las personas humanas. Para lo que es necesario el definido protagonismo de éstas con el objeto de lograr la permanencia de la ley natural, que nos asegura la vida.-

Que la intranquilidad propia del espíritu ávido de perfección, sea el impulso de nuestra misión, en la que depositan sus esperanzas nuestro prójimo, principalmente aquél constituido por los más débiles.-


Corregido y aumentado. En la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe, República Argentina, a los 15 días del mes de Julio de 2019.-


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