domingo, 21 de julio de 2019

MONSEÑOR HECTOR AGUER ALERTA SOBRE EL USO DE LA LENGUA Y LAS MURMURACIONES





Mons. Héctor Aguer, Arzobispo Emérito de La Plata y Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, reflexionó sobre el mal uso de la lengua que suele derivar en murmuración, hipocresía y mentira. 



“La de hoy es una cuestión que aparece en la Sagrada Escritura numerosas veces, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, aparece en los Padres de la Iglesia y en la catequesis eclesial. La resumiré como el uso de la lengua.

En los salmos hay expresiones muy fuertes al respecto: donde dicen que la lengua es como una espada afilada, como un dardo ardiente capaz de incendiar y hasta capaz de matar. Todos tenemos experiencia en este sentido, o porque nos lo han hecho (hemos sido víctimas de la lengua) o porque lo hemos hecho nosotros, hemos sido victimarios, más desgraciadamente.

Esta cuestión del uso de la lengua tiene que ver con que existe en muchos sectores y en muchas personas la costumbre, el hábito, de hablar a las espaldas de los demás. No se habla de frente. No existe el coraje, la sinceridad de hablar de frente. Hay una tradición teológica que se refleja en los tratados teológicos y se llama hipocresía. La hipocresía es simulación, es mentir en el fondo, y se agrava cuando se aúna con la adulación. Por ejemplo: a usted alguien lo elogia y le dice que todo está fantástico y por detrás dice pestes. Es tremenda esa deslealtad, y se da en todas las categorías de personas.

Recuerdo que años atrás se atribuía a las mujeres el vicio de la murmuración. Yo quiero reivindicarlas porque no son las mujeres las principales murmuradoras. Hay murmuradores también entre los clérigos. Es penoso que yo diga eso, pienso si yo alguna vez habré incurrido en ese defecto, quizás sí, a pesar de que les diré que me cuido mucho de no hacerlo tal vez porque yo lo he sufrido y muchas veces. Y aún siendo obispo lo he sufrido.

Acá se juega una cuestión que se da también en el seno de la familia, que se da asimismo en el barrio, en la vecindad, que tiene que ver con la convivencia social. La falta de franqueza, de coraje, para ir a aquella persona que hizo una macana o que me hizo una macana y decirle simplemente: “vos estás confundido, vos te equivocaste”. O a aquella persona que tiene prejuicios respecto de uno y decirle fraternalmente “mirá, vos no me conoces bien, la cosa no es así, has dicho tal y tal cosa, y eso no es verdad”.

Hoy con el parloteo en las redes, la cuestión de la murmuración se hace incontrolable, porque antes, cuando eran dos viejas que se juntaban para criticar a la vecina, resultaba algo inocente y hasta no sé si habría que confesarse. Decíamos nosotros cuando éramos jóvenes: “no pasa de pecado venial”. Pero el uso de las redes precipita verdaderos dramas y eso tiene que ver con la hipocresía, con la adulación, con la deslealtad, con la falta de franqueza, con la murmuración, con el uso dañino de la lengua.

Lean ustedes en el Nuevo Testamento la Carta del Apóstol Santiago y reparen en las cosas que dice sobre esto, las cosas que dice sobre la lengua, la severidad con que se refiere al uso malicioso de la lengua. Observen, entonces, que es un problema que se verificaba en las primeras comunidades cristianas, en los tiempos apostólicos, porque se trata de una falla profundamente humana. Eso no significa que no sea un pecado, y puede ser un pecado gravísimo. La calumnia, por ejemplo, es un pecado gravísimo.

¿Qué quiero decir con esto? Tengamos un poco de cuidado y pensemos en el asunto. Hoy es fácil murmurar. Yo que soy antediluviano quedo profundamente asombrado de que tal disparate que uno dice contra otro y es mentira se hace universal. La mentira viaja por el espacio cibernético y puede hacerse universal. Esto ocurre no sólo en el país, sino en todo el mundo. Hay que cuidarse muy bien de esto. Detrás está el problema educativo. ¿Cómo hacemos, no digo para controlar, limitar, sino para educar, para ayudar a los niños, a los adolescentes, que usan con tanta facilidad estos medios asombrosos? Hay que ayudarles a que una inspiración ética sea la que guíe el uso de estos medios. Si las cosas no están claras en la cabeza y en el corazón, por más medios que usemos, los defectos y los vicios persistirán.

¿Ven? Acá hay una cosa catequística, fundamental. Es un pecado que tiene redención. Tendrá redención si uno pide perdón y uno se empeña en evitar las ocasiones próximas”.

No hay comentarios: