jueves, 15 de noviembre de 2018

PRECISIONES CONCEPTUALES. LA MORAL Y LA ÉTICA


Cuando los juicios de la conciencia moral, se imponen como medio
para recomponer el orden natural alterado.

Por Juan Carlos Grisolia

“No existe un juego sin reglas ni vida social sin ley. No existe un pueblo sin moral, pues no puede haber vida en común sin reglas… Éstas inevitablemente son externas… Luego, esa regla externa se convierte en interna, o la regla "común" de la moral se convierte en "personal", y todos los que deben (participar), se someten a un régimen (y por este) progresan en el esfuerzo”. (Marcel Clement. “La Sed de la Sabiduría”. Pág. 183).-

“Todo acto humano, voluntario, por consiguiente, y libre, es asimismo moral. La moralidad es aquella propiedad por la cual el acto deliberado se conforma con las leyes o normas que Dios le ha impuesto o, por el contrario, se aparta de ellas. La ley o norma moral subordina al hombre, en cuanto tal, a Dios, igual que la fuerza física le somete la naturaleza irracional e insensible” (Antonio Peinador Navarro, C.M.F. “Tratado de Moral Profesional”. Pág. 27).-

La ley moral, al subsumirse en la persona humana, que Boeccio define como “substancia individual de naturaleza racional”, se traduce en la ética. La deontología, que es la ciencia o tratado de los deberes, por tanto, se predica del hombre.-

“El rasgo típico del hombre es su racionalidad… esta primacía de lo racional está, en Santo Tomás, ajena a todo racionalismo. En efecto, el racionalismo erige a la razón en un absoluto; en el tomismo sucede precisamente lo contrario; el razonar es signo de la pobreza del entendimiento humano, "el ínfimo de los intelectos", que en cuanto intelecto tiene por función intuir la realidad de las cosas, pero en cuanto humano no logra hacerlo sino trabajosamente. La primera intuición intelectual versa sobre lo sensible y siempre es confusa, debe elaborarse por un proceso discursivo para así esclarecerse y purificarse; solo al fin de esta reflexión, si ha sido realizada correctamente, se llega a la intuición de la verdad” (Gustavo Eloy Ponferrada. “Introducción al Tomismo”. Pág. 162/163).

Moral, del latín "mos", en plural "mores". De aquí proviene la palabra francesa “costumbre”. Ética, del griego "ethos". Ambas designan primariamente el obrar humano. Algunos conceptos: “Ciencia del orden que el hombre introduce en sus actos voluntarios” (Marcel Clement. Ob. Cit. Pág. 256). “Ciencia natural que fija las reglas ideales de los actos humanos en cuanto son humanos” o “Ciencia que dirige nuestros actos humanos hacia nuestro último fin de hombres” (Enrique Collin. “Manual de Filosofía Tomista”. Tomo II. Pág. 177).

El objeto material de esta ciencia son los actos humanos libres. Los estudia, no en su estructura (lo que es propio de la psicología), sino desde el punto de vista de su moralidad, es decir, en tanto permitan que el hombre consiga su último fin. Su adecuación o no a la regla ideal. En esto consiste su objeto formal.-

Ética: “Recto, conforme a la moral”. “Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre”. “Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana” (DRAE. Vocablo “Ética”).-

Ética. “La primitiva función que en la antigüedad se confirió al vocablo fue fundamentalmente adjetiva y no sustantiva, ya que se usó la expresión ética para calificar, en general, los caracteres estimables del comportamiento humano ordenado”. “… Lo ético, en tanto dimensión ontológica de la conducta del hombre, fue siendo progresivamente identificado con lo bueno, lo honesto, lo justo y, en general, con lo positivamente valioso dentro de un orden de vida plenaria exigible” (José Alberto Garrone. “Diccionario Manual Jurídico Abeledo-Perrot”. Pág. 356).-

“… las funciones vegetativas y sensitivas están al servicio de la vida superior, intelectiva y volitiva, en la que no solo encuentran su culminación, sino su razón de ser; como lo inferior está al servicio de lo superior, así estas funciones sirven a la vida espiritual, que las asume en la unidad estructural y existencial de la persona humana. La ética tomista resulta de esta concepción antropológica” (Gustavo Eloy Ponferrada. Ob. Cit. Pág. 165/166).-


LA NORMA DE MORALIDAD ENCUENTRA SU FUENTE EN EL DICTAMEN
DE LA RECTA RAZON PRACTICA

Es en la conciencia moral donde somos notificados de la ley de Dios y ejercemos, con la aprehensión de la misma, el juicio que merecen nuestros actos.-

“La ley natural, según Santo Tomás, no es otra cosa que la participación de la ley eterna en la criatura racional. Es la misma ley eterna promulgada en el hombre por medio de la razón natural”. (Antonio Royo Marín. O.P.. “Teología Moral para Seglares”. Tomo I. Pág. 129) La vida social.

“El hombre no puede realizarse sino en sociedad. Esta necesidad de convivencia activa surge, para Santo Tomás, tanto de las imperfecciones como de las perfecciones de su ser… La primera de las sociedades es la doméstica. Naturalmente el varón y la mujer se sienten atraídos mutuamente a la forma más perfecta y total de comunicación humana: La unión permanente, física y espiritual, que constituye el matrimonio. El amor conyugal, de por sí exclusivista, exige que la unión sea monógama y por vida…” (Gustavo Eloy Ponferrada. Ob. Cit. Pág. 155/156).-

Consideraciones generales determinantes de la base moral que da lugar a la ética personal. Así concluimos en el marco del llamado elemento afectivo, por el cual “experimentamos un sentimiento superior de atracción hacia el bien y de repulsión hacia el mal, así como un sentimiento de respeto hacia la ley del deber” (Enrique Collin. “Manual de Filosofía Tomista”. Tomo II. Pág.
187).-

Entendemos entonces que “es bueno aquello a lo cual se tiende…… Por consiguiente, un ser es bueno en la medida en que es aquello que, por su naturaleza, tiende a ser, en la medida en que realiza el tipo de ser acabado de su especie; y es malo en la medida en que carece de la perfección de ser que debería tener” (Enrique Collin. Ob. cit. Pág. 189).-

Hemos sostenido reiteradas veces que el ser es el bien, en cuanto es asumido por nuestra voluntad, con fines ordenados a brindar la perfección y que por tanto, el incremento de éste último se traduce en el aumento de la capacidad de ser. Por ello, para la persona humana, vivir implica incorporar al ser recibido el ser conseguido. Y ello solo se logra en tanto aceptemos y practiquemos las reglas ideales aplicables a los actos humanos en cuanto tales, y que son las que nos dirigen hacia el último fin que como hombres tenemos asignados por nuestra naturaleza, y al que llegaremos conforme nuestros méritos.-

Esas reglas surgen de la contemplación del orden natural, por la que conocemos los soportes en el que el mismo se sustenta, esto es el Bien, la Verdad y la Belleza, expresados conforme la Ley Eterna.-

La conciencia moral, entonces, requiere de lo que se denominan "sus datos", que no son sino los hechos morales que obtenemos mediante la reflexión.-

Desde el punto de vista psicológico, la conciencia puede definirse, en su carácter subjetivo, como “la facultad o, más exactamente, el acto con que conocemos inmediatamente y de una manera completa, experimentándolo como nuestro, un acto psicológico presente” (Enrique Collin. Ob. cit. Tomo I, pág. 301). En el marco de la experiencia, se encuentra lo que llamamos "el acto de reflexión", por el cual “nos contemplamos obrando y nos replegamos ….. mentalmente sobre nosotros mismos……..” (Enrique Collin. Ob cit. Tomo I, pág. 301).-

Es en nuestra interioridad, a la cual ingresamos mediante la llamada "introspección" donde deliberamos para juzgar la bondad o maldad de un acto, con lo que accedemos al universal de éstos conceptos, y aprobamos o reprobamos tales acciones. Asimismo, en ese marco personalísimo, y ya con el conocimiento pleno de la ley moral objetiva, experimentamos la atracción hacia el bien y la repulsa del mal. Y disfrutamos de la satisfacción del deber cumplido o sufrimos la vergüenza y mortificación que produce el quebranto de las normas de la ley natural.-

El proceso reflexivo nos encuentra dotados de la mayor o menor entidad óntica que hallamos alcanzado por el único medio que tenemos para la aprehensión de las virtudes, las cuales conocemos plenamente en sus esencias, cuando, de la visión de su ejercicio por parte de nuestro prójimo, estamos en condiciones de practicar la abstracción propia del intelecto, por la que conocemos lo que la cosa es. Se trata de aprovechar los beneficios que surgen de la aplicación del principio de autoridad, definiéndose esta última, en el grado de entidad óntica que ofrece la persona observada.-

Las consideraciones precedentes permiten ubicarnos en la condición propicia para el análisis de las características de un mundo cada día más fragmentado, por obra del relativismo, que consiste en la negación de la verdad y con ello de la realidad. Y con el rechazo de ésta, la afectación de nuestra propia capacidad de aprehender en orden a conocer. El individualismo, que es consecuencia de esta enfermedad de nuestro tiempo, genera ilusiones en el marco de la subjetividad del hombre, que éste intenta imponer como dato al que pretende se le conceda el carácter de verdadero.-

Esto implica la afirmación de un sujeto, esencialmente violento, por cuanto identifica la realidad consigo mismo. Todo intento de cuestionar sus afirmaciones o sus acciones, se convierte en un ataque personal, pues él se considera “el todo”.-

La imposición de “su verdad”, que por tal luce aislada por la imposibilidad de ser relacionado el objeto con el intelecto (verdad ontológica), no vinculándose nuestra capacidad cognoscitiva con un dato imposible de ser siquiera atrapados por los sentidos, impide el requisito previo fundamental para el desarrollo del acto de conocimiento.-

Por ello todo es “dogmatizado”, y esta característica de la falacia imperante, solo puede tener vigencia en el marco del engaño colectivo y en la amenaza de graves males personales a quienes se atreven a señalar la penosa esquizofrenia.-

Una adecuada reflexión impediría a cualquier persona humana, ignorar la violación de la ley natural, concretada, entre otros males, en el desconocimiento del derecho a la vida de los niños que habitan en el seno materno, de los ancianos y hasta de los discapacitados, por el fin de cuyas existencias físicas ya ha legislado las Naciones Unidas, en la tenebrosa “Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad” (Resolución nº 61/106 aprobada por la Asamblea General el 24 de Enero de 2007). Ésta, no nos cabe dudas, conforme las histerias que se manifiestan en una sociedad que no tiene respeto, y por tanto no valora a aquellos que la integran, recibirá prontamente regulación en el derecho positivo argentino, mediante la normativa correspondiente. Entonces las personas con capacidades diferentes pasarán a integrar el grupo que espera la decisión que disponga su muerte. Tal como ya ocurre con los ancianos y con los niños que viven en el seno de sus madres. Todos sujetos de cadalso.-

Los datos de la conciencia moral, requieren entonces, de una acción que conmueva profundamente la reflexión, acto deliberado, elemento afectivo y elemento volitivo. Todo ello en orden al enunciado de la ley eterna y al juicio que por la misma recibimos, indicándosenos la norma que expresa el deber ser y ordenando nuestras acciones hacia el ideal expresado por nuestra naturaleza en su condición personal, única e irrepetible.-


En la ciudad de Rosario, a los 9 días del mes de Septiembre del Año del Señor de 2007. El presente forma parte de la obra del autor titulada: “Ley Natural y Ley Positiva Humana. Los Imperativos Eticos. Año 2010”.-



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