Por Pablo Ginés/ReL
Amnistía Internacional (AI) la fundó en 1961 el inglés Peter Benenson. De familia judía rusa, había sido agnóstico, pero en 1958 se convirtió al catolicismo. Tres años después fundó esta asociación para ayudar a encarcelados y torturados en prisiones sin garantías. Perseveró en su fe hasta morir en 2005. Y apenas un año después de su muerte, las filiales de AI en Canadá, Inglaterra y Nueva Zelanda maniobraron para que la asociación empezase a convertirse en un lobby pro-aborto. En 2007 la asociación decidió fomentar la despenalización de esta práctica.
Ahora Amnistía Internacional ha decidido que el aborto provocado no es ya una desgracia que debe estar despenalizada en ciertos casos: ahora lo considerarán un derecho. Más en concreto, el aborto es un "derecho de todas las mujeres, las niñas y las personas que puedan quedarse embarazadas". Lo de "personas que puedan quedarse embarazadas" va por los transgénero, interesexuales, no binarios y otras combinaciones de la ideología de género, que Amnistía Internacional ya asume plenamente.
Nueva política más radical: decidido en Varsovia
Que el aborto es un derecho y debe fomentarse como tal en todo el mundo lo acaba de proclamar Amnistía Internacional, en su asamblea internacional en Varsovia (un país casi sin abortos) que ha tenido lugar del 6 al 8 de julio.
La asociación, que antes de su giro abortista contaba con bastantes voluntarios cristianos, ha perdido muchísimos voluntarios.
Según un informe de Accountable Now (Accountability Report 2015, Review Round November 2016, aquí en PDF) el número de voluntarios de Amnistía Internacional desciende continuamente: 2.889 en 2015comparados con 4.455 en 2013 y 7.722 en 2011. Ha perdido, pues, más de la mitad en apenas 4 años.
Dos millones de donantes estables
Sin embargo, dinero no le falta: movió en 2017 unos 295 millones de euros, de los que la mitad (49,5%) los dedicó a "campañas de derechos humanos" y la otra mitad lo dedicó a pagar sus numerosos sueldos y a buscar más financiación. Unos dos millones de personas a nivel mundial dan donativos a este lobby abortista cada año (el donativo medio, afirman, es de unos 9 euros al mes). No es fácil encontrar cuántos asalariados tiene la entidad en todo el mundo.
Su activismo es anticientífico; cualquiera que haga números
sabe que no puede haber 450.000 abortos anuales en Argentina (lo analizamos aquí); un estudio serio de 2012 en Ginecol Obstet Mex calculaba más bien unos 13.000.
Su comunicado del 9 de julio de 2018 mezcla aborto y drogas: "Amnistía Internacional ha adoptado nuevas propuestas para abordar las devastadoras consecuencias que para los derechos humanos tienen los intentos equivocados de los países por penalizar y restringir el aborto y castigar a las personas por consumir drogas".
Aborto y drogas en el mismo saco
“Queremos asegurarnos de que estamos bien situados para luchar por los derechos humanos de millones de personas cuyas vidas se ven afectadas por la manera en que los gobiernos penalizan o restringen el acceso al aborto y por la prohibición de las drogas", afirma su director de Política, Tawand Mutasah, un abogado natural de Zimbabue que ha trabajado muchos años para la fundación abortista y antifamilia Open Family del millonario George Soros, y también para Oxfam en Gran Bretaña (tristemente famosa por los abusos de sus colaboradores a niñas pobres de Haití).
Amnistía avisa que sus representantes ahora piden a los Estados, sobre el aborto, "que no se limiten a despenalizarlo, sino que garanticen el acceso a un aborto seguro y legal de una manera amplia que respete plenamente el derecho de todas las mujeres, las niñas y las personas que puedan quedarse embarazadas".
Dinero para abortar en vez de para parir bien
Amnistía repite el bulo anticientífico de que "los abortos inseguros siguen siendo una de las principales causas de muerte materna en el mundo". Esto solo es cierto en países pobrísimos donde también el parto es muy inseguro y no hay una mínima atención obstétrica. Si les interesasen las mujeres, estarían pidiendo donativos para entidades realmente útiles como MaterCare International (www.matercare.org) de médicos que ayudan a las mujeres y sus bebés en el parto, en vez de pedir dinero para legalizar que se mate a los bebés.
Por primera vez, ahora Amnistía Internacional también habla de las drogas. Pide "un enfoque cuyo núcleo sea la protección de la salud y los derechos de las personas". Aunque muchas personas puedan criticar políticas de "gatillo fácil" que consisten en matar traficantes y a veces también consumidores, el precedente del aborto lleva a desconfiar cada vez que la organización habla de "derechos humanos".
Peter Benenson (a la izquierda) era un converso al catolicismo, hombre de
fe sincera, que fundó Amnistía Internacional para defender la vida de los débiles; nunca habría apoyado el activismo abortista ni de género; su obra fue secuestrada cuando él murió, en 2005
Obispos que ya hace años piden cortar con Amnistía
Hace ya años que diversos obispos que habían sido socios de la entidad la abandonaron y pidieron que ningún católico colabore con ella. Cuando Canadá empezó a llevar la asociación hacia la militancia abortista, el entonces obispo católico de Calgary (Canadá), Frederick Henry, declaró: "yo, al menos, dejaré de apoyar económicamente a Amnistía Internacional". También el arzobispo católico de Vancouver, Raymond Roussin, expresó su decepción: "Una ironía trágica, una organización mundial que hacía tan buen trabajo por la solidaridad y ayudando a los individuos y comunidades bajo ataque, ahora va contra las víctimas más inocentes e indefensas del mundo, los niños por nacer".
Otra paradoja: la primera acción solidaria del fundador, Benenson, fue, con 16 años, apadrinar a un bebé español, víctima de la Guerra Civil, pagando un pequeño dinero regular por él. La obra que fundó un corazón generoso con los niños, él también huérfano de padre, hoy es un negocio de la muerte.
Pese a haber perdido en cuatro años 4.800 voluntarios de los 7.700 que tenía en 2011, no parece que Amnistía vaya a cambiar: hoy se financia apoyando la cultura del descarte y potenciándola en países hispanos y africanos.
Religión en Libertad
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