domingo, 26 de agosto de 2018

POBREZA, NECESIDAD Y RELIGIÓN


Por Gabriel Boragina ©

Comencemos definiendo que se entiende por pobreza:

"Pobreza. Carencia de los bienes y servicios necesarios para satisfacer las necesidades básicas. El concepto, como lo indica su propia definición, es de índole relativa: se es pobre -o rico, en este contexto- con respecto a la situación de otras personas o países, pues la misma idea de necesidades "básicas" es imprecisa y porque los individuos nunca pueden satisfacer por completo sus necesidades." [1]

Una necesidad siempre es básica en la medida que se experimenta. Una vez satisfecha deja de ser básica y pasa a ser básica la siguiente necesidad que se pasa a experimentar. Dado que las necesidades humanas son ilimitadas todas las necesidades (en la medida que se sienten) son básicas. Por lo que no tiene sentido clasificar las necesidades en "básicas" o "superfluas", porque -por lo dicho- esta distinción no tiene significación alguna. Adicionalmente, todos experimentamos necesidades de todo tipo, por lo que tampoco es correcto asimilar el vocablo "necesitado" al de "pobre". Si bien todos estamos necesitados no todos estamos pobres. Tampoco se "es" pobre o rico, sino que se "está" pobre o rico. Se tratan de estados transitorios no permanentes.

"Aceptado este carácter relativo, el concepto de pobreza tiene interés para definir la forma en que se distribuye la riqueza dentro de una sociedad. Los actuales análisis sociológicos y económicos tratan de definir la proporción de personas que, dentro de una sociedad, no poseen los ingresos necesarios como para satisfacer un conjunto de necesidades delimitado previamente. Para ello se define una cesta o canasta básica de bienes y servicios, se cuantifica su valor en un momento dado, y se obtienen datos sobre los ingresos de las personas o de las unidades familiares. Aquellos que no tengan ingresos suficientes como para adquirir dicha cesta básica se consideran entonces en condición de pobreza, pudiéndose calcular así el porcentaje de pobres que existe en la población total. Pueden adoptarse diversos criterios para hacer estas mediciones, dando por resultado la distinción entre varios niveles de pobreza: relativa, crítica, extrema, etc." [2]

Aceptado el carácter relativo del término pobreza, no tiene demasiado objeto discutir quien es (o está) más pobre o más rico, ya que, precisamente (por tal carácter relativo) todos somos pobres o ricos dependiendo de con quién nos comparemos. Es más, estas etiquetas van a variar también en el tiempo y en el espacio, incluso respecto de las mismas personas que se estén evaluando porque, si el mercado es abierto y la sociedad es libre, tales posiciones relativas van a verse modificadas de manera constante de forma natural. Si dichas condiciones no se dan porque el mercado no es abierto ni la sociedad es libre, es bastante probable que las situaciones patrimoniales y los niveles de rentas y patrimonios de las personas permanezcan estáticos. Esto era, ni más ni menos lo que ocurría antes de la Revolución Industrial en la mayor parte del mundo, por ejemplo, en las sociedades feudales ricos y pobres eran estados casi permanentes, la sociedad estaba estratificada en compartimentos estancos, dado que al no existir mercados libres ni sociedades abiertas quien nació en escenarios de pobreza o de riqueza difícilmente saliera de ellas. Allí los ricos crecían en riqueza en la medida que los pobres lo hacían en pobreza.

"Estas mediciones, si bien de interés cuando se las sigue a lo largo de un período suficientemente amplio y se toma en cuenta su carácter relativo, pueden dar pábulo a interpretaciones erróneas: en primer lugar porque la cesta de bienes y servicios puede estar definida con criterios poco adecuados para representar las necesidades de las personas que, por otra parte, varían bastante en el tiempo; en segundo lugar porque las rentas personales -medidas casi siempre a través de encuestas- tienden a dejar de lado muchos ingresos que provienen de actividades informales; en tercer lugar porque algunos bienes y servicios pueden ser obtenidos, entre la población de menos recursos, con costos considerablemente inferiores a los precios de mercado."[3]

Estos ejercicios estadísticos son tan relativos como los son los conceptos de riqueza y pobreza. Resultan muy ciertas las observaciones que hace el autor citado en el párrafo transcripto, pero -en suma- no evidencian otra cosa que darnos cuenta de lo variable del concepto que estamos analizando. Y por, sobre todo, de la carga de subjetividad que conllevan los términos de pobreza y riqueza.

En otro plano de análisis, la pobreza material no es una virtud espiritual como creen muchos religiosos que son afectos a citar contradictoriamente textos sagrados sacados de contexto para sustentar tan erróneos puntos de vista. Cuando mencionan -por ejemplo- a Cristo diciendo "Bienaventurados los pobres" suelen omitir que el Señor se estaba refiriendo a los pobres en espíritu y no a los pobres materiales. Caso contrario, no hubiera dicho en Mat_25:35 "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis;". Estas acciones que Dios aprueba indican a las claras que no está considerando la pobreza material como una virtud, sino como una situación a remediar. Pero, socorrer a los pobres no implica convertirse en uno de ellos, de lo contrario la pobreza no se suprimiría, sino que sería un simple pasaje de términos : si Juan (el "rico") tiene el bien "A" que Pedro (el "pobre") no tiene, y la "solución" a la pobreza consistiera sencillamente en expropiar a los ricos lo que les falta a los pobres, entonces el resultado final sería que, lo que antes tenía Juan (el rico), ahora lo tiene Pedro (el pobre), con lo que el resultado final viene a ser que Juan ahora es pobre pasando Pedro a ser rico.

Esta, que es la propuesta comunista, socialista y populista como supuesto "remedio" para erradicar la pobreza, jamás ha funcionado, ni tiene apoyo tampoco en el Nuevo Testamento. Por lo que entendemos que un "socialismo cristiano" es una contradicción en términos.


[1] Carlos SABINO; Diccionario de Economía y Finanzas. Contiene léxico inglés-español y traducción de los términos al inglés. Consultores: Emeterio Gómez; Fernando Salas Falcón; Ramón V. Melinkoff. CEDICE. Editorial Panapo. Caracas. Venezuela. Voz respectiva.

[2] Sabino C. Ibidem.

[3] Sabino C. Ibidem.



No hay comentarios: