El sitio Silere non possum está siempre muy bien informado sobre los encuentros ultrasecretos de Francisco con obispos y presbíteros. Ofrecemos a nuestros lectores el relato de la visita del 15 de noviembre a los párrocos pertenecientes a la XVII prefectura de Roma. No es de extrañar que, dada la gravedad de sus declaraciones, una vez más, demuestre su manera de gobernar “su” Iglesia según sus planes personales y, desde luego, ¡no en nombre de la misión universal y apostólica de la Iglesia que profesamos en el Credo!
Francisco insistió en que nadie debe ser excluido de la Comunión, incluidos los divorciados vueltos a casar -aunque confesos infractores de dos pecados mortales (adulterio y concubinato)-, porque “las bellas normas son las que tienen excepciones”, dijo. Él es muy consciente de romper con el magisterio anterior, de hecho añadió que “algunos dirán que el papa es un relativista”, pero esto no le asusta, “porque es un relativismo fecundo”.
A estas alturas es más que evidente que no quiere que los obispos y párrocos pierdan más tiempo: han pasado diez años desde su elección pero pocos le han entendido del todo, y mejor aún, los que le han entendido como muchos sacerdotes (sobre todo en su diócesis) no están nada convencidos de su proyecto personal. Los retrasos, las dudas y la confusión están tan a la orden del día entre el clero que -casi lo parece- Francisco tiene que encontrarse con ellos prácticamente en secreto. La Doctrina no se puede cambiar formalmente, pero el pensamiento y la vida de los cristianos deben cambiar en la práctica. Francisco, como es su habitual uso de latiguillos, admitió que “algunos dirán que el papa es luterano”, pero no le importa, porque su proyecto de “Iglesia inclusiva” debe seguir adelante sin más contratiempos ni retrasos.
El 7 de diciembre de 1968, Pablo VI, reunido con los miembros del Seminario Pontificio de Lombardía, dijo:
- “¿Qué veis en el Papa?”.
Y él respondió: “Signum contradictionis: un signo de contestación. La Iglesia atraviesa hoy un momento de inquietud. Algunos practican la autocrítica, incluso se podría decir la autodemolición. Es como una aguda y compleja conmoción interior, que nadie habría esperado después del Concilio. Se habría pensado en un florecimiento, en una expansión serena de los conceptos madurados en la gran asamblea conciliar..... el aspecto doloroso aparece con mayor nitidez. La Iglesia también se ve afectada por los que pertenecen a ella....”.
En 1972 añadiría: “Se creía que después del Concilio llegaría un día soleado para la historia de la Iglesia. En cambio, llegó un día de nubes, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre”. Atribuyó la responsabilidad de ello al Diablo, cuya obra de crear divisiones en la Iglesia nos ha recordado tantas veces Francisco: “desde alguna grieta -dijo Pablo VI- el humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios”.
El papa actual admira profundamente a Pablo VI, que es un modelo para él. Curiosamente, sin embargo, el actual pontificado nos retrotrae a las horas más oscuras de la crisis postconciliar que siguió inmediatamente al Concilio Vaticano II.
¿Continuará la “autodemolición” de la Iglesia o hemos pasado a la anarquía doctrinal?
No olvidemos cómo el documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (¿de la fe? ¿de qué fe?), ver aquí, para el bautismo de “personas trans” (¿una nueva raza?) o para “personas homoafectivas” (¿?), suscita más dudas que aclaraciones y provoca, cómo no, anarquía doctrinal por parte de quienes quisieran complacer las apetencias del “rey”....
De hecho: anarquía doctrinal, sí, para el “papa” reinante es sinónimo de “discernimiento” como veremos, mientras que posicionarse no “contra” el “papa” sino contra sus planes contrarios a la Doctrina, es un acto de “lesa majestad”....
Os dejamos ahora con el contenido de la reunión de Francisco (en secreto) con un grupo de sacerdotes que no ocultan al “pontífice” las muchas perplejidades que genera precisamente su forma de gobernar....
El papa Francisco en Villa Verde: “Diréis que el papa es luterano”
(16 de noviembre de 2023)
Llegó a las 16 a la Parroquia Santa María Madre de Ospitaalità y se reunió con unos cuarenta sacerdotes pertenecientes a la prefectura 17. Francisco estuvo acompañado por S.E.R. Mons. Riccardo Lamba, obispo auxiliar para el sector oriental.
El encuentro comenzó con un momento de oración. A continuación, Bergoglio rompió el hielo diciendo: 'Haced las preguntas que queráis, no sólo las canónicas'.
El padre Marco Simeone dijo: 'Te queremos. Nos ayudas a entender por que nos recuerdas siempre la mundanidad, porque siento que, aunque soy pecador, no parezco poner en practica todas estas cosas".
En segundo lugar, dijo: “Luchamos todos los días con quienes quieren ser padrinos y madrinas. Es difícil unir bienvenida y profecía. Porque vivimos en un momento histórico en el que cuando dices un 'no' ni siquiera es un 'no', la gente te dice 'oh Dios, qué dolor me has dado'”.
Bergoglio respondió: “En cuanto a la mundanidad, es un problema, una tentación que todos tenemos”. Y arremetió, por enésima vez, contra los “curas de la corte”. Francisco, sin embargo, no se da cuenta de que ya no existen “sacerdotes de la corte”, y ni siquiera “sacerdotes de la curia” a estas alturas.
“Una de las formas más comunes de mundanidad es el clericalismo”, dijo Bergoglio. “Por eso os envié la carta sobre el clericalismo. El pastor no clerical es el que se pone delante del rebaño para ayudarlo a avanzar, en medio de la gente, para ‘comprender’ y detrás del rebaño para los que se quedan atrás y para dejar un poco solo al rebaño porque el rebaño tiene olfato para comprender”.
“Como dijo Jesús: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor ofrece su vida por las ovejas” -dijo Bergoglio invitando a los sacerdotes a dejarlas “un poco solas”.
Bergoglio y la dificultad entre la teoría y la práctica
“La gente molesta, la gente siempre pide, la gente siempre quiere. El pueblo de Dios molesta, molesta... pero es nuestro pueblo”. Luego hizo otra crítica: “La cultura anglosajona. Nosotros, que somos latinos, tenemos cercanía con el pueblo. El clericalismo es una actitud alejada del pueblo”.
Las palabras de Bergoglio están muy bien en teoría, pero encuentran con un gran obstáculo con la humanidad del sacerdote y también con la arrogancia de los laicos. “Molestar” porque uno busca a Jesucristo y quiere progresar hacia la santidad es una cosa. Pretender tener lo que uno quiere y ejercer el poder es otra. La imagen del “sacerdote siempre disponible las 24 horas del día” es también algo que no es posible en la práctica. Basta mirar nuestra historia actual para darnos cuenta de cuántos de nuestros sacerdotes, que se esfuerzan con entusiasmo, acaban pronto en el agotamiento.
Es necesario, por lo tanto, darse un baño de realidad y dejar de repetir la historia del “cura de barrio que construye ventanas”. Los tiempos han cambiado, y el sacerdote no sólo tiene que pensar en el aspecto espiritual, sino que tiene numerosos compromisos que le ocupan para dirigir la parroquia. Si Francisco se concentrara un poco más en escuchar a los sacerdotes, se daría cuenta de que la mayoría de nuestros problemas surgen precisamente del hiperactivismo y de la falta de atención al propio espacio personal.
Por supuesto, el sacerdote se entrega por completo a su pueblo, pero necesita tiempo para sí mismo, para cuidar su esfera íntima y espiritual, para cultivar su relación con el Señor, sus amistades, el deporte y su propio bienestar psicológico. De lo contrario, se corre el riesgo de “agotar” al sacerdote a los 25-40 años y quedarse luego sin sacerdote, porque él ya no puede más.
Durante estos encuentros, estaría bien que Bergoglio se centrara en temas como la humanidad del sacerdote, en lugar de hablar tanto de “clericalismo” por tonterías.
Cumplimientos burocráticos
Mientras los párrocos esperaban indicaciones prácticas, Bergoglio continuó con su estilo siempre aleatorio, nunca claro. Sobre la cuestión de los padrinos y madrinas, hoy un problema cada vez más evidente, respondió: “Juntar profecía y acogida no es fácil. Son dos gestos. La capacidad de acoger y la capacidad de poner límites”. Bergoglio dijo entonces que a menudo, en el examen de conciencia, el sacerdote debe preguntarse “¿cómo he acogido?” y añadió “normalmente se elige lo que gusta, lo que no te trae problemas”. De hecho, en Santa Marta sólo se acoge a cierto tipo de personas, normalmente con cámaras a sus espaldas.
Las preocupaciones planteadas por Simeón son cuestiones prácticas a las que, como diría Bergoglio, sólo se enfrentan “quienes tienen olor a oveja”. Por un lado, pues, están los que responden a las Dubia, creando aún más confusión; por otro, están los que viven en la parroquia y se encuentran ante graves problemas. La preocupación, por lo tanto, concierne a aquellas personas que acuden a la parroquia sólo para solicitar un cumplimiento burocrático: el certificado de idoneidad.
Suele ocurrir que con estas personas el párroco no tiene una relación personal porque viven fuera de la parroquia y acuden a la Iglesia sólo para solicitar este certificado, que se lo pide un cohermano. Está claro que si hay que gastar papel, también se puede eliminar este documento. Si uno quiere hacer las cosas “por el bien de sus almas”, entonces debe centrarse en su camino de fe y en su estado. Muy a menudo, por lo tanto, uno se encuentra con personas que “exigen” este documento como si fueran a una oficina del registro civil. Personas que no están dispuestas a que se les diga: “Emprended un camino de fe y luego evaluaremos”.
Sin embargo, también en este caso Bergoglio fue incapaz de ofrecer una respuesta concreta. Como de costumbre, sigue siendo vago y el sentido práctico no es algo que le preocupe. ¿Por qué? Porque todo vale, un poco sí y un poco no. Para mañana volver a atacar a los sacerdotes. Porque todo el mundo en la Iglesia es malo, menos él.
Divide y vencerás
Un religioso preguntó: “Tenemos planes pastorales, un sinfín de planes pastorales y no sabemos cuáles seguir. Diócesis, Sínodo, etc. ¿Qué debemos hacer?”.
“El plan pastoral debe ser realista, se puede seguir, pero hay que preguntarse cómo esto puede ser realista para mi realidad parroquial”, respondió Bergoglio. A continuación, advirtió contra las “recetas” que hacen “perder la espontaneidad”.
Otro párroco se hizo eco del clima en la diócesis de Roma: “En la carta que nos ha enviado, subraya dos cosas muy hermosas sobre la fraternidad sacerdotal y luego sobre la comunión efectiva y eficaz que quiere vivir con nosotros. Me detengo en esto y creo que nos sentimos un poco perdidos, cansados, interpelados y fatigados. Nos sentimos un poco perdidos. A menudo se respira un aire de fatiga, de apartamiento, de sospecha. Lo lamentamos. Creo que tenemos que romper un poco este aire. Creo que la comunión entre los sacerdotes es importante. Te pedimos que nos ayudes a superar este momento, las dificultades en el consejo episcopal, cosas que tú conoces. Te necesitamos personalmente para que nos ayudes. Por ejemplo una reunión del clero, necesitamos vernos al menos una vez al año”.
Baste decir que Bergoglio nunca ha ido a su seminario a hablar con sus seminaristas. Sus predecesores sí, Francisco no. En los últimos años, ha fomentado una lucha interna en el Vicariato de Roma, por la que un obispo y un sacerdote han pagado el precio, siendo torpedeados de la noche a la mañana. Francisco ha favorecido la división del clero romano, al igual que hace ahora al reunirse “por separado”, en lugar de traer la unidad. Al fin y al cabo, el lema no es 'Miserando atque eligendo', sino 'Divide y vencerás'.
Bergoglio tampoco respondió nada a esta inquietud. Todo el mundo sabe, sin embargo, que nada se mueve si él no lo quiere.
Otro párroco se hizo eco del clima en la diócesis de Roma: “En la carta que nos ha enviado, subraya dos cosas muy hermosas sobre la fraternidad sacerdotal y luego sobre la comunión efectiva y eficaz que quiere vivir con nosotros. Me detengo en esto y creo que nos sentimos un poco perdidos, cansados, interpelados y fatigados. Nos sentimos un poco perdidos. A menudo se respira un aire de fatiga, de apartamiento, de sospecha. Lo lamentamos. Creo que tenemos que romper un poco este aire. Creo que la comunión entre los sacerdotes es importante. Te pedimos que nos ayudes a superar este momento, las dificultades en el consejo episcopal, cosas que tú conoces. Te necesitamos personalmente para que nos ayudes. Por ejemplo una reunión del clero, necesitamos vernos al menos una vez al año”.
Baste decir que Bergoglio nunca ha ido a su seminario a hablar con sus seminaristas. Sus predecesores sí, Francisco no. En los últimos años, ha fomentado una lucha interna en el Vicariato de Roma, por la que un obispo y un sacerdote han pagado el precio, siendo torpedeados de la noche a la mañana. Francisco ha favorecido la división del clero romano, al igual que hace ahora al reunirse “por separado”, en lugar de traer la unidad. Al fin y al cabo, el lema no es 'Miserando atque eligendo', sino 'Divide y vencerás'.
Bergoglio tampoco respondió nada a esta inquietud. Todo el mundo sabe, sin embargo, que nada se mueve si él no lo quiere.
“Para mí su figura es lejana, para nosotros el papa fue quien en la celebración de confianza tuvimos la oportunidad de conocer”, dijo un sacerdote a Bergoglio.
“Yo siempre recibo a los sacerdotes”, respondió Bergoglio. Y continuó: “La ventaja de Santa Marta es que vienen a la portería y los dejan subir. Son muchos los sacerdotes que vienen. Si quieren venir vienen, así acortan la distancia”. Un discurso estéril, que no entra en los méritos y ni siquiera es cierto. En primer lugar, hay que decir que hay reuniones y reuniones. El obispo tiene reuniones con todos los sacerdotes. Como dijo antes el párroco, hay reuniones del seminario y reuniones del clero. Dos momentos que Bergoglio no quiere vivir con sus sacerdotes. En segundo lugar, están las conversaciones personales. No es cierto que todos tengan acceso a Santa Marta, como dice Francisco. A Santa Marta sólo entran los que tienen “entrada” en el círculo mágico. Ahora invitamos a todos los sacerdotes romanos a que mañana por la mañana vayan a Santa Marta y pidan cita con el obispo de Roma. Luego nos dirán cuántos van a ser recibidos.
Roma tierra de misión. ¿Jubileo?
A partir de un comentario sobre la inscripción que puede leerse en la fachada de la basílica de San Juan de Letrán, un prefecto preguntó: “Me parece que Roma está muy bien en lo que se refiere al servicio a los pobres. Nuestras parroquias están llenas. Sin embargo, las colas de los que piden los sacramentos no aumentan. En nuestra Iglesia de Roma estamos viviendo una profunda crisis de fe, de práctica cristiana. Basta con mirar los bautismos, cerca del 50% no bautiza a sus hijos. Pocos piden la confirmación después de la comunión”.
“La confirmación es el sacramento de la despedida”, bromeó Bergoglio.
“La asistencia a la misa dominical ha disminuido, el seminario está casi vacío. Hoy, tener un vicepárroco joven se ha convertido en un lujo. Nos preguntamos ¿qué hacer? Creo que Roma es tierra de misión, si hay una urgencia es volver a anunciar el Evangelio, la belleza de la familia, la belleza de hacerse sacerdotes”, dijo.
“Incluso en el sínodo todos dicen que hay que volver a anunciar el Evangelio, pero nadie explica cómo”.
Entonces fue abierta una gran caja de Pandora. En efecto, todo el mundo se pregunta ¿qué está haciendo la Iglesia de Roma para preparar el Jubileo de 2025?
El sacerdote recordó: “Vivimos el Jubileo del 2000, que fue un acontecimiento de gran reevangelización. Se abrieron muchas puertas, escuelas, realidades diferentes. Hemos leído que la Santa Sede y el Gobierno han tenido una reunión. El alcalde de Roma está tomando medidas para que Roma sea más acogedora para los peregrinos. Me pregunto qué hace la Iglesia de Roma, qué intervenciones espirituales habrá para acoger a los peregrinos”. A continuación, lanzó una crítica a los eruditos, incluido Bergoglio, que quieren a toda costa hacer “visitable” el Palacio de Letrán. Esta iniciativa es un completo fracaso y las cifras hablan por sí solas.
“No quisiera que los peregrinos que llegan a Roma se encuentren con monumentos polvorientos, quizá el apartamento pontificio vacío situado en Letrán, sino que se encuentren con la Iglesia viva, la Iglesia de Roma comprometida en el anuncio del Evangelio”, subrayó.
Entonces Bergoglio pasó al ataque: “Quisiera subrayar el tono de su intervención. El “papa”, de hecho, acepta todo menos que usted le hable de lo bien que funcionaban las cosas antes de él y de la falta de vocaciones. ¿Está bromeando? Esos no son los problemas”.
“Las grandes ciudades son paganas, hay bastante paganismo. Se nota que muchos sacerdotes están cansados, están fatigados. Hay cosas culturales que no sabemos cómo manejar, pero éste es un problema de todos los tiempos”. Viendo que ya no sabía qué decir, volvió a la mundanidad y dijo que esto es un riesgo. Sobre el Jubileo dijo: “No hay que detenerse en el Jubileo, no es el Jubileo lo que te salva sino lo cotidiano”.
Poco antes, un párroco le había preguntado cómo comportarse con los padrinos y Bergoglio no había respondido. Ahora retomó el tema diciendo: “Debemos ser capaces de asumir riesgos. Cada uno de nosotros debe decir: ¿soy capaz de correr riesgos? ¿O me defiendo con normas?”.
Las normas, sin embargo, no son algo con lo que nos defendamos. Bergoglio olvida que hemos abandonado el sistema del “Hombre por la Ley” para pasar a la “Ley para el Hombre”. Si él piensa que “arriesgar” significa arriesgar la salvación de nuestras almas y la de los fieles que nos han sido confiados, probablemente estemos hablando idiomas diferentes. Como cuando dice: “Perdonadlo todo, perdonad siempre”. Lo que el Señor nos pide es justamente lo contrario. Arriesgándonos a que los hombres no nos elogien, sino que salven sus almas. A veces un “no” es salvación. No se juega con la salvación de las personas.
“¿Qué significa arriesgar?” se preguntó Bergoglio. “Rezad al Espíritu Santo, él os dará la fuerza”, dijo. En el fondo, cada pastor recibirá un “consejo” diferente del Espíritu Santo y cada uno seguirá haciendo lo que quiera. ¿Para qué sirven las normas? Para nada.
Bergoglio Factotum
Con mucha indiferencia, Francisco relató a los párrocos un episodio que le involucró personalmente y que nos hace darnos cuenta de la gravedad en la que hemos caído. Bergoglio contó que en una ocasión un sacerdote argentino había detectado algunos problemas con el padrino de un bautizado. No explicó qué tipo de problemas. Explicó que los padres recurrieron a él y él llamó al párroco y le dijo lo que tenía que hacer, obviamente a favor de esta persona.
Ahora bien, ¿nos damos cuenta de lo absurdo que es esto? ¿Estar en Santa Marta permite al “papa” acoger a las brujas del pueblo y ocuparse de los problemas de cada parroquia? ¿Hay una Iglesia que tiene innumerables problemas y él se ocupa de las prácticas de los laicos que acuden a él para quejarse de su párroco? Pero en la Iglesia, ¿tenemos un código, un Evangelio, o sólo existe el “papa”?
Pressappointment a discreción
Siempre siguiendo ese patrón que caracteriza a Francisco, yo-soy-bueno/la-iglesia-es-mala, Bergoglio contó algunas historias que resultan increíbles.
“Diréis que el ‘papa’ es luterano”, comenzó. “El problema de las parejas en segunda unión. En las audiencias generales me sucedió, la última vez hace 15 días, que una pareja me dijo que se juntaban. El marido tenía una unión anterior, nos casamos pero llevamos 25 años juntos. Quizás ese sacramento no era válido”. Continuó: “Cuando estaba en Asti, una señora me escribió una carta contándome que tenía más de sesenta años y estaba una segunda unión. Su primer matrimonio había ido mal, luego encontró a este hombre, tenía hijos, muchos nietos, pero no podíamos comunicarnos. La llamé, la escuché por teléfono y le dije: 'Pero vete tranquila, confiésate pero luego vete a comulgar a otra parroquia para no escandalizar a la gente'. Cuando las dos se lo contaron al párroco, éste les dijo que lo hicieran en la parroquia'”.
¿Para qué sirve la pastoral? ¿Para qué sirve el párroco? Basta con llamar por teléfono, decirle al ‘papa’ dos idioteces y te concede el acceso a los sacramentos. Un consejo para los párrocos: a partir de ahora coged el número de móvil de Francisco y colgadlo en el tablón de anuncios, él resolverá todos los problemas. Después de todo, ¿por qué encargarnos nosotros mismos de hacer que la gente vaya al infierno? Que lo acepte él, probablemente para “el sucesor de Pedro” no valen las reglas comunes.
“La norma bella”, dijo Bergoglio, “es la que tiene excepciones”. Cómo asesinar a un jurista en dos segundos. Francisco, sin embargo, es consciente de lo que dice y añade: “Algunos dirán que el Papa es un relativista. Pero que sea un relativismo fecundo”.
Otro sacerdote se lo dijo claramente a Bergoglio: “Nos ha decepcionado, nos ha dolido que la nueva Constitución venga ‘de arriba’. Habría estado bien que se nos hubiera pedido reflexionar sobre ciertos temas, hacer un borrador, reflexionar juntos y luego, a partir de ahí, hacer que saliera algo. Tantas veces viene ya desde arriba no se respira ese ‘caminar juntos’. ¿Cómo ha pensado en educar a su diócesis, a la Iglesia universal para introducir esta cultura del discernimiento comunitario? Por el momento, falta este hecho de caminar juntos”.
Francisco pasó por alto la pregunta sobre la constitución y se detuvo en la palabra “discernimiento”. Arremetió contra la “rigidez”, otro de sus mantras, diciendo que “el discernimiento se aprende haciéndolo”.
La reunión se cerró con una referencia al encuentro del 13 de enero de 2024. Bergoglio dijo a los sacerdotes: “Prepárenlo bien”, y todos estallaron en estruendosas y amargas carcajadas. Francisco sabe que no son los sacerdotes quienes le preparan. Queriendo justificar su ausencia en momentos clave de la diócesis, señalado repetidamente por un sitio de noticias que “no puede callarse”, Francisco culpó a la “pandemia” y a las intervenciones a las que fue sometido. Sin embargo, hay que decir que tiempo y fuerzas no le faltaron para recorrer el mundo.
Cronicas de papa Francisco
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