jueves, 23 de febrero de 2023

SANDRA, TRANSEXUAL: “NADIE PUEDE CAMBIAR DE SEXO”

“Ningún cirujano puede cambiarte el sexo, porque el sexo es inmutable en los genes y el ADN", aseguró Joan Mercado Rodríguez, hoy “Sandra”.

Por Rocío Orizaola


Publicamos la historia y el “calvario” de Joan Mercado Rodríguez.

“Me dijeron que había nacido en un cuerpo equivocado y les creí”. Mercado nació hombre y decidió hacerse un “cambio de sexo” para “arreglar sus problemas”. Tomó tratamiento hormonal durante doce años y se realizó una vaginoplastia en el Hospital Clínic de Barcelona, pasándose a llamarse Sandra: “Te entra una euforia increíble, crees que has arreglado tus problemas. Que vas a ser feliz al fin”.

Han pasado seis años desde la operación y reconoce que está cada vez peor: “Voy de terapia en terapia. Tengo pensamientos suicidas. Sé que me engañaron: en realidad, no te pueden cambiar de sexo, porque todas tus células tienen cromosomas masculinos. Y te destrozan la salud, te convierten en paciente de por vida, en esclavo de algo falso, el “género”. Nuestro sexo es el que es, es biología. El “género” es una construcción, cambia. El sexo no”.

Y cuenta que las consecuencias de la operación han sido devastadoras: “Tengo el suelo pélvico destrozado, el estómago también, tuvieron que cambiar la uretra de sitio, lo hicieron sin mi consentimiento... Todo para ponerme una vagina que es pura estética, que es falsa, con la que no puedes gestar, que es lo propio de una mujer. Una vagina que sólo se quiere cerrar, como las de todas las mujeres trans. Que te la construyen dándole la vuelta a tu pene, metiéndolo para adentro...”

“Yo soy un hombre, un hombre femenino, y así tendría que haber seguido. Pero todo lo que psicólogos y psiquiatras me dijeron es que había nacido en el cuerpo equivocado, que mi solución era operarme, y yo les creí (...). Nadie me animó a seguir con mi biología masculina y con mi género femenino, a aceptarme. Me timaron”, continúa.

Ahora, arrepentido, quiere que se cuente “lo que no cuentan: que el cambio de sexo de verdad es imposible, que muchos de esos niños nunca van a ser felices, que van a experimentar con ellos, porque estos tratamientos son experimentales. Que la cirugía tiene que ser la última opción, no la primera, como dice la nueva Ley, que es puro sexismo y confunde género con sexo”.

Mercado afirma que, tras un infancia con muchos problemas, en la que su padre alcohólico no aceptaba su homosexualidad y que lo maltrataba a él y a su madre, comenzó a ir al psicólogo: “Con 17 años empecé con psicólogos y psiquiatras. Y ninguno miró mis traumas, mis maltratos. Empecé a conocer la noche, a salir. Conocí a muchos trans y decidí que yo era eso. En realidad tienes una homofobia interiorizada, muy dentro, no aceptas que eres un hombre gay”. Entonces empezó a hormonarse cuando tenía 18 años. “Fui a un montón de psicólogos y psiquiatras, y todos decían lo mismo en sus informes: 'Viene con ansiedad, depresión y pánico'. Pero todos decían que estoy en el cuerpo equivocado. Ninguno se preocupó por qué me pasaba realmente”.

Durante esos años reconoce: “Encadené mil trabajos y no retenía ninguno. Iba a todas partes con mi DNI de Joan, pero con esta pinta de tía. Trabajé vendiendo seguros, en mil tiendas, en una fábrica textil... Luego también me prostituí unos meses, es la verdad”. Además, admite que fue adicto a la cocaína, al éxtasis y a la marihuana.

Ahí es cuando llegó la operación: “Yo era el candidato ideal. Sólo tenían en cuenta el género, el aspecto, como quieren hacer aún más ahora. ¡Y yo no podía ser más femenina en género! Sólo 'me afirmaron'. En diciembre de 2016, el psiquiatra me hizo el test para ver si era apto para la cirugía. Un test completamente sexista, pero de eso te das cuenta luego. Y en junio me operé”.

La cirugía es brutal, de las más duras que existen. Una castración de cuatro horas, pero eso tampoco te lo cuentan bien. Pasas meses para recuperarte. Te meten el pene para adentro. De su tamaño dependerá la profundidad de tu vagina. Con el prepucio te hacen el clítoris”.

Y la cosa no acabó ahí, y fue a peor: “Al año me entró una infección enorme en la uretra. Me operaron, me la cambiaron de sitio sin mi consentimiento, te admiten que es todo experimental. La falsa vagina se empieza a cerrar, porque el cuerpo siempre quiere cerrar las heridas. Aún hoy tengo que meterme hasta el fondo un dilatador para evitarlo, constantemente. Tu salud empieza a empeorar”, explica.

“Me habían dicho que me iban a convertir en mujer, y me di cuenta de que era mentira. Me salieron morados por todo el cuerpo, los 20 años de hormonas me destrozaron la circulación, pero ya no puedo dejarlas, porque quizás sería peor. Tengo una inflamación crónica en el estómago. ¿Queremos esto para estos niños? Esa es mi pregunta”.

“Tengo amigas que se han tenido que operar siete veces, que se les cierra y no les cabe ni un dedo. Yo empecé a perder el pelo en la cabeza, y me salían pelos en sitios extraños. Y empecé a pensar. 'Y si me quedo calva, ¿sigo siendo mujer?'. Y llegué a la pregunta: ¿qué es ser mujer?”, continúa.

“Con 32 años me di cuenta de que no me habían convertido en mujer, sino en un hombre operado (...). Estuve fatal un par de años, me dediqué a recuperar todos mis informes médicos. ¿Sabes lo que llegó a escribir el psiquiatra que autorizó la cirugía? Que yo era una mente de mujer en un cuerpo que no me pertenecía. ¿Cómo no me va a pertenecer mi cuerpo, que es todo lo que tengo? Me habían timado”, asegura.

Y a pesar de todo el sufrimiento, se sigue sintiendo un hombre. “Me dan igual los pronombres, es la verdad. Yo sé que soy hombre, aunque parezca una mujer, que es el aspecto que quiero tener. En EEUU hay un foro [Reddit] con 42.000 personas como yo, que se equivocaron, que vivieron una mentira”, señala.

Y es que admite que lo femenino de su cuerpo es puramente estético. “Es que el sexo no son sólo los genitales. Y además, tu vagina es puramente estética. Mi pecho es por las hormonas, pero si las dejo de tomar puedo tener una osteoporosis brutal. Y si las sigo tomando, un ictus, o trombosis. ¿Es eso vida?”.

“¿Qué es sentirse mujer?
(...). Para muchas, ser mujer es maquillarte. Para mí, nacer con el sexo femenino, cosa que yo no hice (...). Necesitamos más ciencia, no hay suficiente. No está claro qué pasa con ellos luego. ¿Y si les destrozan el cuerpo para nada, como a mí? ¿Cómo pueden dejar que un menor decida eso? ¿Sabes la frustración de equivocarte?”.

Mercado relata también el calvario por el que pasa su familia Mi madre primero tuvo que aceptar que se le había muerto su hijo, porque eso es lo que te dicen los psicólogos, que mueres como hombre y nace una mujer. ¡Imagínate que locura! ¡Si tú eres lo que dice la biología!. "Me dicen 'guapa'. Y yo digo: 'No, guapo, que soy un tío'”.


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