domingo, 7 de abril de 2019

MARCEL LEFEBVRE: LOS OBJETIVOS DEL OBISPO

Durante el período de 
1947 a 1955 en Dakar, 
el nuevo obispo Marcel Lefebvre se fijó objetivos de los que su vicario general pudo decir más tarde: «Logró conseguirlos todos».

Según las directivas del papa San Pío X, cuyas obras leyó, la primera preocupación de Monseñor Lefebvre fue su Seminario, que trasladó cerca de Dakar y cuyos edificios construyó en el oasis de Sébikotane. Envió a Roma a algunos antiguos estudiantes de Mortain para que se graduaran en teología, y dotó así a su seminario con un cuerpo profesoral rejuvenecido, competente y romano.

Vino luego, en orden de prioridad, el Carmelo, que construyó cerca del Seminario, y que enseguida ocuparon algunas carmelitas venidas de Cholet, a la espera de vocaciones africanas. Por sus oraciones, atrajeron las gracias, rezaron por los futuros sacerdotes y fueron «la defensa de la Iglesia» frente al Islam.


Relanzar la misión moribunda

Mientras Monseñor Lefebvre se preguntaba cómo relanzar la misión moribunda en un país pagano, se abrió repentinamente la tan esperada puerta en el pueblo serer. El obispo consiguió enseguida un refuerzo de misioneros. Para oponer inmediatamente un dique al islam que, viniendo desde el Norte, invadía las regiones animistas, aprobó y apoyó el «celo inventivo e ingenioso» de uno de sus sacerdotes: fundar para los paganos, todavía polígamos pero favorables a la Iglesia, una asociación llamada «Fog Ola» (los Amigos de los Cristianos), con un documento especial de identidad y con la promesa de hacerse bautizar antes de la muerte. Resultó ser todo un éxito: permitió que esa gente, sin ser aún cristiana, quedase vinculada a la Iglesia; que los jóvenes fuesen catequizados, bautizados, casados; y que la Iglesia se implantase en el Sine y en Selloum.

En la ciudad hizo edificar nuevas iglesias. A su llegada, Marcel Lefebvre encontró en Dakar dos parroquias y tres iglesias. Le dejó a su sucesor nueve parroquias y trece iglesias.


Un colegio de chicos para la élite de mañana

Otro campo de apostolado, coronado de éxito: el colegio de chicos, construido en las dunas de Hann, a las puertas de la ciudad. Enseguida se lo proyecta para recibir a 700 alumnos. Su meta es preparar una élite de jóvenes católicos para este país musulmán que está a punto de lograr su independencia. Por supuesto, el obispo se muestra respetuoso y cordial con los jefes religiosos musulmanes, pero el Islam no deja de ser una opresión, y la Iglesia tiene la obligación de aportar la verdadera libertad, la de los hijos de Dios.


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