viernes, 15 de febrero de 2019

EL CARDENAL FARRELL COMO CAMARLENGO: UN ANUNCIO SORPRENDENTEMENTE INOPORTUNO

La elección de Kevin Farrell como camarlengo fue digna de mención, no porque el cardenal vaya a tener una nueva influencia en el Vaticano, sino porque el nombramiento confirma la influencia de la que ya goza. 


El papel del camarlengo es esencialmente simbólico, hasta la muerte o renuncia del Pontífice. Entonces el camarlengo se convierte en el funcionario más prominente de la jerarquía vaticana. No establece la política de la Iglesia universal -la “congregación particular” de cardenales presentes en Roma toma las decisiones necesarias-, pero es responsable de organizar las reuniones de los cardenales y ejecutar sus planes. También es responsable de la administración cotidiana del Vaticano y del cuidado de los bienes temporales de la Santa Sede.

El cardenal Farrell fue una elección controvertida, por supuesto, porque es un protegido del antiguo cardenal caído en desgracia, Theodore McCarrick. El cardenal Farrell ha insistido en que no sabía nada de la conducta de McCarrick, aunque vivió con él y fue su vicario general. También ha dicho que no sabía nada de la mala conducta del difunto padre Marcial Maciel, aunque también trabajó estrechamente con Maciel en sus días como funcionario de los Legionarios de Cristo.

El hecho de que el papa eligiera al cardenal Farrell como camarlengo, a pesar de estos evidentes problemas en su pasado, atestigua la confianza de Bergoglio en el cardenal de origen irlandés. Y nadie discute que el papa puede elegir a su propio hombre para el cargo.

Sin embargo, el momento del anuncio es sorprendente. No había prisa por cubrir el puesto; el anterior ocupante del cargo había fallecido hacía varios meses. Esta semana, el mundo católico se había preparado para un tipo de anuncio muy diferente, sobre la largamente rumoreada laicización de McCarrick. La promoción de un cardenal, al mismo tiempo que su padrino es expulsado del sacerdocio, sugiere una total indiferencia hacia la percepción pública. Para complicar aún más las cosas, el nombramiento se produjo justo una semana antes de la muy esperada "cumbre" vaticana sobre abusos sexuales, y la prominencia dada a Farrell es otro recordatorio de que algunos funcionarios vaticanos han ganado influencia a pesar de su negligencia a la hora de responder a los abusos.

Hay otros dos problemas con el nombramiento:

1. Si el cardenal Farrell dice la verdad -si no advirtió ningún signo de mala conducta por parte de Maciel o McCarrick- entonces, por decirlo suavemente, no se le puede caracterizar como "un observador muy sagaz". Como camarlengo sería responsable de supervisar los asuntos financieros del Vaticano durante un interregno. Especialmente dada la persistente evidencia de amiguismo y tratos de favor en el Vaticano, y la ausencia de un auditor general del Vaticano, la selección de un hombre que no puede (o no quiere) ver la mala conducta es una elección peligrosa.

2. El camarlengo, de nuevo, es la cara pública más prominente del Vaticano inmediatamente después de la muerte o renuncia de un Papa. A continuación, la atención se centra en el Decano del Colegio Cardenalicio, que preside y predica en el funeral papal y en la Misa pro eligendo Romano Pontifice antes de que comience el cónclave. El actual Decano es el anciano cardenal Angelo Sodano -quien, al igual que el cardenal Farrell- ha sido identificado como uno de los prelados que más simpatiza con notorios abusadores. Así pues, en un momento en que los medios de comunicación laicos están (comprensiblemente) obsesionados con la cuestión de los abusos sexuales, las dos figuras más prominentes del Vaticano en un interregno papal serían blancos propicios para las críticas.


Catholic Culture


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