lunes, 29 de octubre de 2018

ESTAFADOS

Los papas del último milenio

Durante 958 años la Iglesia tuvo 123 papas, de los cuales solamente 3 fueron canonizados. Y si incluimos también a los beatificados, suman 9. 
Durante los últimos 50 años, la Iglesia tuvo 4 papas (y dos aún vivos), 3 de los cuales fueron canonizado y la totalidad de ellos, si incluimos también la proclamación de la heroicidad de las virtudes de Juan Pablo I. Por tanto, 
a. Durante el último milenio -hasta 1958-, la Iglesia canonizó al 2,4% de los papas.
b. En los últimos cincuenta años -a partir del Concilio Vaticano II- la Iglesia canonizó al 75% de los papas.
c. En el último milenio, la Iglesia tuvo 1 papa canonizado cada 41 papas no canonizados. En los últimos cincuenta años, la Iglesia tiene casi todos sus papas canonizados.
Frente a estas cifras debemos concluir que:
1. Antes del Vaticano II, los papas eran grandes pecadores, o bien, los cardenales elegieron para el pontificado a los peores de entre ellos, salvo tres excepciones. En cambio, después del Vaticano II, los papas son grandes santos, o bien, los cardenales eligen invariablemente a los más virtuosos de entre ellos para el pontificado. Todo esto indica que el Espíritu Santo estuvo dormido durante la enorme mayoría de los cónclaves del primer milenio, y se despertó repentinamente con las aires primaverales del Vaticano II, iluminando a los cardenales para elegir a la persona más santa y adecuado para ocupar la sede petrina.
2. La Iglesia durante el primer milenio fue sumamente cuidadosa en los procesos de canonización y fue reacia a canonizar a los papas. Y, cuando lo hacía, se tomaba mucho tiempo para estudiar el caso. El promedio de duración de los procesos canónicos en ese periodo es de 318 años. En cambio, después del Vaticano II, el promedio desciende a 46 años. Y frente a esto se abren dos posibilidades: o bien la santidad de los últimos tres pontífices era aplastante, evidente y prodigiosa y los milagros que obraron fueron abundantes y portentosos, y por ese motivo, los procesos canónicos se agilizaron extraordinariamente, o bien los procesos canónicos de los últimos años se han aguado y aligerado de modo tal que terminan siendo no más que una pantomima a la que ya nadie brinda importancia.
3. Pareciera, entonces, que aquí hay algo que no funciona. O bien la cuestión de la santidad y las canonización no es más que un cuento que inventaron los curas para imponer paradigmas a la sociedad y poder dominarla a través de ellos, y para recaudar cuantiosas limosnas en los santuarios que erigían a cada santo, o bien los dos últimos papas -Benedicto XVI y Francisco-, son dos tunantes que por presión o convicción proclamaron santos a sus predecesores inmediatos a fin de canonizar la nueva imagen de la Iglesia nacida luego del Vaticano II y preparar su futura canonización.
4. Cualquiera sea la opción que tomemos de las planteadas en la última conclusión, pareciera que a los laicos nos están tomando por estúpidos o nos están timando. Hace unos meses caímos en la cuenta que la cuestión del celibato sacerdotal, sobre todo en las más altas esferas jerárquicas, en muchos casos era un timo. Y ahora nos estamos dando cuenta que las canonización y la santidad de los canonizados son también una estafa. ¿Hasta dónde quieren probar nuestra fe? ¿Hasta dónde cree esta gente que se ha apoderado de la Iglesia que los soportaremos a ellos, o soportaremos que continúen desfigurando a la es Esposa del Cordero Inmaculado?
Como dice la sabiduría popular, no hay que tirar tanto de la cuerda porque en un punto se corta, y nadie sabe lo que puede ocurrir en ese caso.


Update: La foto que está recorriendo en país en estas horas -la de los obispos que celebraron una misa en el santuario de Luján para la cúpula de la corrupción en Argentina- muestra con solo ver los rostros quiénes son los personajes que hoy se han asediado hoy en la Iglesia.  





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