domingo, 25 de octubre de 2020

MONSEÑOR HECTOR AGUER: TIEMPOS DIFICILES EN ARGENTINA

Monseñor Héctor Aguer, Arzobispo Emérito de La Plata y Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas enumeró algunas de las dificultades que atravesamos y afirmó que “los argentinos no podemos dejar de reconocer que la situación argentina actual no es buena, no la estamos pasando bien”


No podemos dejar de reconocer que la situación argentina actual no es buena, no la estamos pasando bien.

Si queremos hacer una enumeración debemos mencionar en primer lugar la pandemia donde la culpa no la tiene solamente el virus sino el error en la política sanitaria adoptada donde al principio, cuando no había contagios nos encerraron a todos y ahora, después de tantos meses, la gente está harta. Y no sólo la gente está harta y quiere salir sino que la ruina económica y social es pavorosa. Uno saliendo por la calle ve cuantos comercios han cerrado definitivamente y lo he visto aquí en La Plata donde se ven carteles que dicen cerrado por liquidación final. Y cuantas pequeñas y medianas empresas también se han fundido.

Vemos también la falta de trabajo y cuanta gente está sin trabajo, no puede ganarse el pan y se tiene que convertir necesariamente en cliente del Gobierno. Las últimas cifras de la pobreza dicen que llega casi al 50% y uno se pregunta cómo es posible esto en un país tan rico potencialmente como la Argentina que podría alimentar a cuatrocientos millones de personas. ¿Qué es lo que pasa? Y esto no es solamente ahora porque esto viene de muy lejos también. El gobierno actual le echa la culpa al anterior pero esto viene de muy atrás.

Además hay una especie de discurso del odio o la grieta, como se le dice, que está dividiendo a la sociedad más de lo que está. Esa división puede darse por muchas razones pero es terrible que se la incentive y que los políticos la incentiven cuando realmente ellos son de los primeros culpables de lo que pasa y me atrevo a decir eso porque creo que es así y es verdad.

La actividad política parece que es para los políticos, no para el pueblo. Observen ustedes: ¿Cómo es posible los sueldos que ganan los políticos? La cantidad de asesores que tiene cada diputado o cada senador o funcionario con sueldos fabulosos. El Estado sigue creando instituciones, creando organismos en la sociedad y entonces el Estado se convierte en una especie de elefante que aplasta todo lo que puede.

Veo, por ejemplo, en el caso de la “ideología de género” que el gobierno ha asumido como propia. Allí se han creado varios organismos precisamente para esto que es promover la “ideología de género”. Hay ahora un Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad que ha creado ahora una Dirección de Promoción de las Masculinidades. No sé qué será eso realmente pero la cantidad de organismos nuevos que se crean es tremendo. Tenemos ahora 23 ministerios y demás cuando ha habido, tradicionalmente, 8 o 9 ministerios y eran épocas en que la Argentina andaba mucho mejor.

Esta lista no es para que nos agobiemos sino para que nos demos cuenta de la situación que estamos viviendo. Cáritas hace un gran esfuerzo, hace todo lo que puede pero ante tanta necesidad está haciendo poco pero cada uno de nosotros tiene algo que hacer. Lo primero es rezar y rezar mucho porque nosotros creemos en la fuerza de la oración. La fuerza de la oración no es algo mágico ciertamente y tiene que ir acompañada de las buenas obras, de las buenas intenciones, del trabajo personal pero es fundamental que recemos mucho más y que recemos por la patria, que recemos por nuestros hermanos que la están pasando tan mal y luego, también, personalmente podemos hacer algún bien.

Como decía, Cáritas está casi agotada a pesar de todo lo que se sigue dando a tanta gente pero cada uno de nosotros tiene que hacer algo. Ese gesto pequeño que hacemos con el más necesitado que tenemos cerca, con algún vecino o alguien que se nos acerca a pedir. Ese gesto tiene un valor inconmensurable si lo hacemos con caridad, con deseo de cumplir lo que el Señor nos enseñó que es el amor a Él y el amor al prójimo por encima de todos.

Por tanto a no desanimarnos. Ver las cosas como son, no engañarnos sobre eso y no dejarnos engañar pero rezar mucho y no perder la esperanza que se funda en la bondad de Dios, en su misericordia y también en lo que nosotros, por pequeño que sea, podemos hacer.



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