viernes, 31 de mayo de 2024

31 DE MAYO: SANTA PETRONILA, VIRGEN


31 de Mayo: Santa Petronila, virgen

(Siglo I)

Santa Petronila fue una doncella romana a quien el Príncipe de los Apóstoles poco después de entrar en Roma convirtió a la fe juntamente con toda su familia.

Y porque la engendró para Jesucristo por el bautismo, ella le amaba y le tenía una tierna devoción, y se llamaba hija de San Pedro, aunque no según la carne, si no según el espíritu.

Esta santa virgen deseaba padecer mucho por Jesucristo que por su amor había muerto en la cruz, y el Señor le dio por cruz el lecho del dolor, donde estuvo por muchos años herida de perlesía en todos los miembros de su cuerpo.

Entre los creyentes romanos empezaron a correr rumores; ¿cómo era posible conciliar tamaño sufrimiento de Petronila con la actitud permisiva del padre Pedro, si es verdad que sólo su sombra llegaba a curar a enfermos en Jerusalén?, ¿sería que Pedro había perdido su virtud?, ¿era eso una muestra de falta de cariño? 

Un día, San Pedro y otros fieles de Roma la visitaron, y como le dijesen a él que por qué sanando tantos enfermos y siendo piadoso para todos, solo con ella era cruel; Pedro le dijo:

- Levántate, pues, Petronila, y sírvenos a la mesa.

Se levantó la santa como si nunca hubiese estado enferma, y después de haber servido a la mesa, con asombro de todos, le dijo San Pedro: 

- No es eso lo que le conviene, si no estar enferma.

Así volvió a hallarse paralítica como antes, hasta la muerte del santo apóstol y luego sanó de todas sus enfermedades.

Fue tan aventajada en la virtud, que como dicen las actas, con su voluntad sola sanaba de repente a los enfermos.

Se enamoró ciegamente de ella un caballero noble romano, llamado Flaco, quien con gente de guerra vino a casa de Petronila para llevársela por esposa.

La hermosísima virgen le respondió:

- Aguarda tres días, y al cabo de ellos, que vengan las doncellas que me acompañen a tu casa.

Con esta respuesta, Flaco quedó contento, pero ella ya había ofrecido su virginidad a Jesucristo. 

Estuvo los tres días en perpetua oración y ayunos, suplicándole a Dios con muchas lágrimas y gran afecto que la librase de aquel peligro, y no permitiese que perdiera lo que le había prometido y tanto deseaba conservar.

Llegó el tercer día a su casa un santo sacerdote llamado Nicomedes, dijo la Misa y le dio el Santísimo Sacramento; y recibiéndole se inclinó sobre su cama y dio su espíritu a Dios.

Vinieron aquel día las doncellas que Flaco enviaba para acompañarla y llevarla a su casa, y la hallaron muerta. En lugar de celebrar las bodas, celebraron sus exequias.

El cuerpo de la santa fue sepultado en la vía Ardeatina y después trasladado con gran solemnidad a la Basílica del príncipe de los Apóstoles San Pedro en tiempos del Papa Paulo, primero de este nombre.

Reflexión:

Dichosa y bienaventurada virgen, muy amada del Señor, después de haber sido probada como la plata y purificada como el oro en el crisol de la enfermedad. Acontece con harta frecuencia que esos trabajos que humillan al hombre y rinden al cuerpo, son el mejor remedio para sanar el alma; porque entonces vemos claramente y mejor que con todas las meditaciones, la brevedad y fragilidad de nuestra vida y la nada de nuestro ser y la vanidad de las cosas del mundo. ¿Cuántos  tuvieron que perder la salud o la posesión de los bienes temporales que el mundo cifra como la felicidad humana? Más cuando la salud está quebrantada, comienza a entrar el hombre dentro de sí, y acordarse de Dios, en quien solamente puede hallar su verdadera, sólida y eterna dicha.

Oración:

Óyenos, Señor y Salvador nuestro, para que la espiritual alegría con que celebramos la festividad de tu bienaventurada virgen Petronila, vaya acompañada de verdadera devoción. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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