Lúcidos analistas políticos dan diagnósticos de la Argentina gravemente enferma. Es un desafío a los cristianos en la medida que tengan Fe en Jesús muerto y resucitado.
Homilía 3.05.09
Por Mons. Miguel Esteban Hesayne
Si ante la situación social política argentina los católicos concurren a las Ceremonias y siguen siendo espectadores de la decadencia social política denunciada por los más variados sectores de la sociedad argentina, no tienen Fe en lo que se reza. Defraudan a Jesús y su Evangelio. Toman el nombre cristiano en forma deshonesta.
Las primeras comunidades cristianas mostraron que era cierto lo que creían con el corazón y proclamaban con sus labios (Rom.10,8b-10) Los orígenes de lo que hoy llamamos Iglesia Católica, señalan el hecho asombroso de un puñado de mujeres y varones que cambiaron el mundo pagano en un mundo cristiano. Sin templos, sin aprobación ni respaldo del poder ni del dinero, sin un ambiente social político que los favorecieran, sin mayores conocimientos de sabiduría humana, sin “colegios católicos” y menos “universidades católicas”. ¿Que tenían? ¿En que radicaba su influencia mentalizadora que despertaba conciencias y movilizaba corazones que motivaban cambios en el pensar y obrar personal-familiar-social-político a tal punto que los analistas de ese tiempo llegaron a llamar a la/os cristianas/os, una nueva raza?
Sencillamente: se comunicaban con Jesús Resucitado, con mayor intensidad, intimidad y realismo que cuando convivían con El en tierra palestina. Se reunían, con frecuencia, con los primeros creyentes en Jesús que lo vieron morir y se les apareció resucitado. En esas reuniones comentaban lo que estaban viviendo y lo confrontaban con las enseñanzas y los hechos de la vida palestina de Jesús. Ante el hecho inaudito de la Resurrección, habían entendido que cuando Jesús curaba a los enfermos les estaba comunicando fuerza divina de sanación de la persona; cuando enseñaba comunicaba la mismísima Palabra de Dios; al defender las víctimas de tantas injusticias estaba defendiendo la dignidad humana en la justicia de Dios; al hacerse amigo de pecadores y pecadoras les estaba ofreciendo la alegría del perdón de Dios. Se dieron cuentan que debían registrar los más de los “dichos y hechos” que presenciaron, escucharon y vieron durante los tres años en compañía con Jesús. No con la intención de una biografía de un muerto famoso. Sino para develar la presencia operativa de Jesús infundiendo la fuerza divina que tuvo siempre. Y ahora en su nueva existencia de Resucitado se actualiza en los que se reúnen en su nombre. Sus dichos y hechos históricos son, en la historia de cada uno, un elemento decisivo para discernir qué hacer para construir el mundo nuevo instaurado con la muerte y resurrección de Jesús. Comprendieron que ser cristiano significa aceptar la misión de ser testigo
Jesús, al convocar a seguidores suyos, jamás pensó en una especie de simples “admiradores”. Convocaba para formar discípulas/os para enviarlas/los al mundo entero en misión de testigos de una nueva vivencia y convivencia humana pascual. Jesús, formado en la religión judía, reveló su propia misión en el plan salvador de Dios a través de la cultura judía de su tiempo. Por eso pretendía discípulas/os que, con El construyeran el Reino de los Cielos a cuya causa exigía entregar hasta la propia vida.
¿Que significaba a sus oyentes el “reino de los cielos”? El reinado de Dios en la sociedad, En consecuencia, jamás pretendió de sus seguidores meros espectadores sino constructores de una nueva convivencia social-política; nuevas relaciones con Dios de tal suerte que se proyectaran en una sociedad fraterna, justa, equitativa, solidaria
Para eso, nos dejó su Evangelio para que encontráramos las orientaciones precisas de una convivencia humana, en clave cristiana. Nos dejó la Eucaristía (Misa) como fuente de energía pascual, el “poder de Dios” , para hacer surgir el reinado de Dios en la sociedad humana. Estamos como estamos porque los bautizados han olvidado esta tarea que nos dejó Jesús Resucitado como misión de cada generación.
mehm@speedy.com.ar
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Homilía 3.05.09
Por Mons. Miguel Esteban Hesayne
Si ante la situación social política argentina los católicos concurren a las Ceremonias y siguen siendo espectadores de la decadencia social política denunciada por los más variados sectores de la sociedad argentina, no tienen Fe en lo que se reza. Defraudan a Jesús y su Evangelio. Toman el nombre cristiano en forma deshonesta.
Las primeras comunidades cristianas mostraron que era cierto lo que creían con el corazón y proclamaban con sus labios (Rom.10,8b-10) Los orígenes de lo que hoy llamamos Iglesia Católica, señalan el hecho asombroso de un puñado de mujeres y varones que cambiaron el mundo pagano en un mundo cristiano. Sin templos, sin aprobación ni respaldo del poder ni del dinero, sin un ambiente social político que los favorecieran, sin mayores conocimientos de sabiduría humana, sin “colegios católicos” y menos “universidades católicas”. ¿Que tenían? ¿En que radicaba su influencia mentalizadora que despertaba conciencias y movilizaba corazones que motivaban cambios en el pensar y obrar personal-familiar-social-político a tal punto que los analistas de ese tiempo llegaron a llamar a la/os cristianas/os, una nueva raza?
Sencillamente: se comunicaban con Jesús Resucitado, con mayor intensidad, intimidad y realismo que cuando convivían con El en tierra palestina. Se reunían, con frecuencia, con los primeros creyentes en Jesús que lo vieron morir y se les apareció resucitado. En esas reuniones comentaban lo que estaban viviendo y lo confrontaban con las enseñanzas y los hechos de la vida palestina de Jesús. Ante el hecho inaudito de la Resurrección, habían entendido que cuando Jesús curaba a los enfermos les estaba comunicando fuerza divina de sanación de la persona; cuando enseñaba comunicaba la mismísima Palabra de Dios; al defender las víctimas de tantas injusticias estaba defendiendo la dignidad humana en la justicia de Dios; al hacerse amigo de pecadores y pecadoras les estaba ofreciendo la alegría del perdón de Dios. Se dieron cuentan que debían registrar los más de los “dichos y hechos” que presenciaron, escucharon y vieron durante los tres años en compañía con Jesús. No con la intención de una biografía de un muerto famoso. Sino para develar la presencia operativa de Jesús infundiendo la fuerza divina que tuvo siempre. Y ahora en su nueva existencia de Resucitado se actualiza en los que se reúnen en su nombre. Sus dichos y hechos históricos son, en la historia de cada uno, un elemento decisivo para discernir qué hacer para construir el mundo nuevo instaurado con la muerte y resurrección de Jesús. Comprendieron que ser cristiano significa aceptar la misión de ser testigo
Jesús, al convocar a seguidores suyos, jamás pensó en una especie de simples “admiradores”. Convocaba para formar discípulas/os para enviarlas/los al mundo entero en misión de testigos de una nueva vivencia y convivencia humana pascual. Jesús, formado en la religión judía, reveló su propia misión en el plan salvador de Dios a través de la cultura judía de su tiempo. Por eso pretendía discípulas/os que, con El construyeran el Reino de los Cielos a cuya causa exigía entregar hasta la propia vida.
¿Que significaba a sus oyentes el “reino de los cielos”? El reinado de Dios en la sociedad, En consecuencia, jamás pretendió de sus seguidores meros espectadores sino constructores de una nueva convivencia social-política; nuevas relaciones con Dios de tal suerte que se proyectaran en una sociedad fraterna, justa, equitativa, solidaria
Para eso, nos dejó su Evangelio para que encontráramos las orientaciones precisas de una convivencia humana, en clave cristiana. Nos dejó la Eucaristía (Misa) como fuente de energía pascual, el “poder de Dios” , para hacer surgir el reinado de Dios en la sociedad humana. Estamos como estamos porque los bautizados han olvidado esta tarea que nos dejó Jesús Resucitado como misión de cada generación.
mehm@speedy.com.ar
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