sábado, 9 de mayo de 2009

COMPARTIENDO EL EVANGELIO: “YO SOY LA VERDADERA VID”


Pensemos esta imagen: en Su Nombre, Pedro tiró las redes y la pesca fue abundante; en Su Nombre nosotros obramos; en Su Nombre nosotros vivimos; en Su Nombre nosotros nos relacionamos con los demás.

Reflexión de Mons. Rubén Oscar Frassia


Domingo 10 de mayo de 2009
5º Domingo de Pascua
Evangelio según San Juan 15, 1-8 (Ciclo B)

“Yo soy la verdadera vid”

¡Qué gran verdad nos dice el Señor en su Evangelio! Él es la verdadera vid, el Padre es el viñador y nosotros tenemos que permanecer en él. Tenemos que analizar lo significa “permanecer en Él”

“Permanecer en Él” es con confianza.

“Permanecer en Él” es guardar sus mandamientos.

“Permanecer en Él” es estar en Él, revestirnos de Él, pensar como Él, creer en Él y obrar como Él.

Muchas veces, uno podría decir que todas estas cosas son pretensiones atrevidas de los hombres. No, no es pretensión atrevida, es gracia de Dios, es participación de Dios. Es Él quien tiene la iniciativa en nuestra vida y nos llama a ser sus amigos; ya no somos ni siervos ni esclavos, somos sus amigos.

Pero la condición de esa gran amistad, que Dios pone en nosotros, es la fidelidad hacia Él. Por eso hay que ser muy cuidadoso; todos tenemos que custodiar nuestro crecimiento, custodiar nuestra maduración, custodiar nuestra vida. Qué cosa debe entrar en nuestra vida y qué cosa no debe entrar en ella. Cómo guardamos esa amistad, ese amor, esa gracia de Dios para con nosotros.

Estamos limpios, pero cuidado de ensuciarnos de nuevo. Por eso hay que permanecer en El, porque El permanece en nosotros y nosotros permanecemos en El. En esta unidad con El, está afirmada la ley de la fecundidad espiritual. Si nosotros estamos unidos en El y con El, tenemos una vida fecunda y daremos muchos frutos.

Pensemos esta imagen: en Su Nombre, Pedro tiró las redes y la pesca fue abundante; en Su Nombre nosotros obramos; en Su Nombre nosotros vivimos; en Su Nombre nosotros nos relacionamos con los demás. Y esta unidad con Cristo está afirmada y testimoniada con la voluntad del amor. No solamente con la palabra, sino la voluntad expresa del amor.

Dice San Agustín que en Cristo nosotros reconocemos nuestra voz y en nosotros ¡reconocemos su voz! Es una unidad interior, mística, profunda, real. Quien está en Él, sabe de estas cosas. Quien no está en Él ha perdido el gusto por las cosas.

Yo les pido que pensemos, seriamente, en qué consiste nuestra vida cristiana. “La Gloria de mi Padre consiste en que ustedes, permanezcan en El y den fruto abundante. Así ustedes serán mis discípulos.” Pidamos al Señor estar unidos a la vid y nosotros somos sus sarmientos. Si estamos unidos a El, daremos muchos frutos, y frutos en abundancia.

Con el gozo de ser concientes de la amistad que Dios tiene para con nosotros y de la responsabilidad que tenemos de vivir en esa amistad, somos discípulos y también testigos.

Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Escríbanos a ed.dia7@gmail.com

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