sábado, 23 de mayo de 2009

EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO EN LAS RELACIONES DE LA IGLESIA CATÓLICA CON LAS DEMÁS IGLESIAS Y COMUNIDADES ECLESIALES



El subsidio, en cuanto a los contenidos, no presenta ninguna novedad. Todo ha sido ya presentado en algún documento de la Iglesia: el Concilio Vaticano II, el Código de Derecho Canónico, el Catecismo de la Iglesia Católica, el Directorio Ecuménico. ¿Cuál es entonces el sentido de haberlo elaborado y publicado?

Documento emitido por la Conferencia Episcopal Argentina

Nada más y nada menos que reunir, del modo más pedagógico posible, el contenido de todos esos documentos, en lo que se refiere al bautismo y sus implicaciones, teniendo en cuenta especialmente la vida cotidiana de nuestras diócesis y parroquias. ¿Por qué? Porque el bautismo, según la enseñanza de la Iglesia, con toda claridad a partir del Concilio, establece un vínculo de comunión sacramental entre todos los cristianos. Por el único bautismo, a pesar de nuestras divisiones, somos hermanos y hermanas en Cristo. Esa realidad se debe reconocer y honrar, y es el punto de partida del empeño ecuménico. Es importante que la Iglesia católica, en su integridad, ofrezca un testimonio coherente. ¿De qué modo puede ayudar este subsidio?

En primer lugar, como instrumento de formación de todos los fieles, más aún de aquellos que tienen una responsabilidad pastoral.

En segundo lugar, sería óptimo que este texto, presentando la enseñanza y la disciplina vigente de la Iglesia católica, alentara a alguna de nuestras iglesias diocesanas a dar pasos concretos hacia un reconocimiento recíproco del bautismo con las iglesias y comunidades eclesiales presentes en su región. Un paso semejante ofrecería referentes claros para todos. Sin duda que esto puede comprometer, y es aún tarea en parte pendiente, a teólogos –en cuanto a la iluminación-, y a la jerarquía –en cuanto a decisiones concretas-, pero esto no ahorra el resto de los cristianos una parte de responsabilidad. ¿Cuál por ejemplo?

Esto es lo que viene en tercer lugar, que en la vida cotidiana de nuestras parroquias y comunidades no se niegue en la práctica cotidiana aquello que la Iglesia sostiene en su enseñanza y ha regulado, de algún modo, a nivel de la disciplina.

Si leemos el subsidio en su totalidad y en el orden de presentación, podremos ser más conscientes de que si hay alguna respuesta que puede iluminar un caso concreto que se nos ha presentado –“¿este bautismo es válido?”-, a esa respuesta se llega a través de una fundamentación teológica, que la Iglesia se ha encargado de fundar y explicitar. No hay norma disciplinar que busque expresar, a su modo, una afirmación doctrinal. El mayor conocimiento de la fundamentación nos ofrecerá los elementos que quizá necesitemos cuando la respuesta no esté escrita y, por eso mismo, sea necesario realizar un discernimiento pastoral in situ.



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