Mientras que uno es depresivo, el otro acelera el organismo. Su ingesta puede provocar fallas al corazón. Especialistas informan sobre los peligros de combinar ambas bebidas.
El consumo de bebidas alcohólicas mezcladas con
estimulantes se convirtió en un clásico de las salidas nocturnas, en especial,
entre los adolescentes. Sin embargo, lo que parece ser un mero medio de
diversión en una discoteca puede derivar en serios problemas de salud. Para
peor, muchas veces las personas no son conscientes del daño que este hábito les
produce por dentro.
Estos efectos van desde lo más leve, como insomnio,
acidez y calambres; hasta lo más severo, como taquicardia, arritmias,
deshidratación, intoxicación, muerte súbita, según enumera Pablo Rossi,
director de la Fundación Manantiales, entidad dedicada a la investigación,
prevención y asistencia integral de las adicciones.
"Una lata de bebida energizante contiene
alrededor de 80 mg de cafeína, que es casi lo mismo que una taza de café chica
y más que una de té. Combinada con el alcohol, que es un depresivo, puede
generar cuadros de excitación excesiva, euforia, desorientación y convulsiones.
También se pierden miles de neuronas", explica.
El sistema cardiovascular es el más afectado, dado
que la mezcla de un estimulante con un depresor del organismo es un cóctel
"implosivo", con alto riesgo de infartos y paros cardíacos. "La
combinación lo hace trabajar sobreexigido y altera los mecanismos habituales
por los que el organismo puede responder a esta exigencia", añade Rossi.
Por otro lado, el experto advierte de que este
hábito esconde otro riesgo: la dependencia. "La tolerancia al alcohol
puede ser difícil de determinar cuando su consumo es mezclado con varios
disolventes o con otras sustancias, como las bebidas estimulantes. De esta
manera, las barreras para evitar caer en una adicción se vuelven más
vulnerables", indica el psicólogo.
Bebidas estimulantes, peligrosas por sí solas
El exceso del consumo de alcohol es perjudicial.
Mezclado con los energizantes, su efecto se potencia y se suman más factores
nocivos. Pero estas bebidas estimulantes también pueden ser peligrosas por sí
solas.
"Hay que aclarar que no están recomendadas
para los chicos o jóvenes en edad de crecimiento, mujeres embarazadas o durante
el período de lactancia, adultos de la tercera edad y personas con problemas
cardíacos", especifica la psicóloga y coordinadora de grupos de prevención
de Manantiales, Inés Valdez.
Dolores de cabeza, taquicardia, hipertensión,
vómitos, nerviosismo e hiperactividad son algunos de los problemas que trae, a
la larga, el consumo continuo o abusivo de los estimulantes.
"Disimulan los efectos del cansancio en el
cuerpo. Es muy peligroso creer que por tomar una bebida estimulante se van a sustituir
las fuentes de nutrientes a partir de los cuales el cuerpo obtiene la energía
que necesita para cada momento del día", señala, por su parte, Pablo
Rossi.
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