Así se desprende de los resultados de un trabajo publicado en la revista 'Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics', cuyos autores creen que esta práctica puede ser una alternativa muy completa para "el cambio de hábitos de vida" que se recomienda a quienes superan esta enfermedad.
"Podemos enviar a estas personas al gimnasio, pero eso no es significativo, o podemos aconsejarles que coman mejor, pero queremos que el beneficio sea más gratificante y, sobre todo, que sea a largo plazo", ha defendido Wendy Demark-Wahnefried, directora de Ciencias de Nutrición que ha liderado la investigación.
En su estudio piloto incluyeron a 42 supervivientes de cáncer a los que asignaron aleatoriamente a participar en un programa de jardinería de un año, mientras que la otra mitad quedó en lista de espera. Todos ellos tenían más de 60 años y habían superado tumores localizados en estadios precoces, en la mayoría de casos de vejiga, mama, próstata o tiroides.
En el taller de jardinería trabajaron con diferentes tipos de plantas y se les ayudó a montar su propio huerto en casa. Antes y después del estudio, que duró un año, los investigadores evaluaron las dietas de los participantes, les sometieron a pruebas de fuerza y equilibrio, y les hicieron analíticas para detectar marcadores de estrés y salud en general. Asimismo, realizaron sendos cuestionarios sobre su calidad de vida.
Al final del experimento, los investigadores encontraron que los asistentes al curso de horticultura estaban comiendo, de media, una porción más de fruta o verdura al día, en comparación con los participantes que quedaron en lista de espera. Asimismo, su perímetro abdominal apenas creció 2,3 centímetros, frente a los casi 8 del otro grupo.
Los resultados de la analítica de sangre también mostró algunos marcadores de estrés más bajos en el grupo de jardinería, cuyos participantes también dijeron sentirse más "valiosos" en su vida, mientras que el resto experimentaron un declive en este sentido.
Además, el 91 por ciento de los participantes en el taller de jardinería asistió durante todo el año, un 70 por ciento calificó la experiencia como excelente y hasta el 85 por ciento aseguró que lo haría de nuevo.
"Cada vez hay más personas que sobreviven al cáncer y viven más tiempo, necesitamos estos programas", ha resaltado Demark-Wahnefried, que celebra el "alto impacto en la calidad de vida" observado.
Pese a todo, admite que una de las limitaciones del trabajo es la baja muestra del estudio, lo que impide evaluar el verdadero alcance de las mejoras en la actividad física.
www.infosalus.com
En su estudio piloto incluyeron a 42 supervivientes de cáncer a los que asignaron aleatoriamente a participar en un programa de jardinería de un año, mientras que la otra mitad quedó en lista de espera. Todos ellos tenían más de 60 años y habían superado tumores localizados en estadios precoces, en la mayoría de casos de vejiga, mama, próstata o tiroides.
En el taller de jardinería trabajaron con diferentes tipos de plantas y se les ayudó a montar su propio huerto en casa. Antes y después del estudio, que duró un año, los investigadores evaluaron las dietas de los participantes, les sometieron a pruebas de fuerza y equilibrio, y les hicieron analíticas para detectar marcadores de estrés y salud en general. Asimismo, realizaron sendos cuestionarios sobre su calidad de vida.
Al final del experimento, los investigadores encontraron que los asistentes al curso de horticultura estaban comiendo, de media, una porción más de fruta o verdura al día, en comparación con los participantes que quedaron en lista de espera. Asimismo, su perímetro abdominal apenas creció 2,3 centímetros, frente a los casi 8 del otro grupo.
Los resultados de la analítica de sangre también mostró algunos marcadores de estrés más bajos en el grupo de jardinería, cuyos participantes también dijeron sentirse más "valiosos" en su vida, mientras que el resto experimentaron un declive en este sentido.
Además, el 91 por ciento de los participantes en el taller de jardinería asistió durante todo el año, un 70 por ciento calificó la experiencia como excelente y hasta el 85 por ciento aseguró que lo haría de nuevo.
"Cada vez hay más personas que sobreviven al cáncer y viven más tiempo, necesitamos estos programas", ha resaltado Demark-Wahnefried, que celebra el "alto impacto en la calidad de vida" observado.
Pese a todo, admite que una de las limitaciones del trabajo es la baja muestra del estudio, lo que impide evaluar el verdadero alcance de las mejoras en la actividad física.
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