martes, 17 de marzo de 2009

LOS OBISPOS CORRENTINOS RECLAMAN OTRA FORMA DE HACER POLÍTICA


Elecciones y la formación ciudadana

Los obispos de la provincia de Corrientes reclamaron hoy “otra forma de hacer política”, pese a que manifestaron “preocupación” por la pérdida de esperanzas en la ciudadanía para que se geste un cambio a favor de “una mayor justicia y una distribución equitativa de bienes”.

También lamentaron que mucha gente siga pensando que los comicios son “una mera formalidad”, a través de la cual cambiarán los nombres de los gobernantes de turno, pero “para que nada cambie”.

Tras considerar que la campaña política debe ser “escuela de ciudadanía” y no “un campo de batalla”, recordaron que “al buen político se lo reconoce porque se distingue por el respeto y por el diálogo y porque abre nuevos espacios de encuentros”, y no porque “recurren a presiones, prebendas, extorsiones” que son “señales de corrupción” que los descalifican.

El documento “Otra forma de hacer política”, elaborado por la Comisión de Justicia y Paz de la arquidiócesis de Corrientes, lleva la firma del arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik, y de los obispos Hugo Santiago, de Santo Tomé, y Ricardo Faifer, de Goya.


Texto del documento

1. Ante la próxima campaña electoral, compartimos esta reflexión con nuestros conciudadanos, en especial con los candidatos que se postulan para la función pública en diversos servicios de gobierno. La campaña tiene gran relevancia social y política, y ejerce una particular incidencia educativa sobre toda la sociedad. Para que se haga realidad “otra forma de hacer política”, un anhelo sentido y esperado por toda la ciudadanía correntina, necesitamos que se lleve a cabo “otra forma de hacer campaña”.

2. El presente nos sumerge cada vez más en la crisis global, con sus graves consecuencias económicas y sociales. Se pone a prueba nuestra fe, esperanza y caridad. Dios jamás abandona a su pueblo, pero le exige crecer en el amor a él y al prójimo, permitiendo que a veces pase por períodos muy duros. Así lo hizo con Jesucristo, con su madre la Virgen María y lo hace con todos los que él ama. A nosotros hoy nos exige crecer en el compromiso ciudadano, siendo más solidarios y buscando juntos soluciones a las urgencias de nuestros hermanos desocupados, sub-ocupados y muchos ya excluidos de los bienes sociales.

3. Las próximas elecciones despiertan esperanzas de cambio. Pero nos preocupa percibir que son cada vez más los que pierden la fe en la posibilidad de que algo cambie, y que lleve a una mayor justicia y a una distribución más equitativa de los bienes. Nos inquieta escuchar a no pocos que consideran las elecciones como una mera formalidad, a través de la cual cambiarán los nombres de los gobernantes de turno, pero “para que nada cambie”. Sin embargo, creemos que es posible “otra forma de hacer política” y que eso depende de todos y de cada uno. A ello nos convoca el presente momento histórico.


La campaña política: escuela de ciudadanía o campo de batalla

4. El tiempo de la campaña política coloca a la sociedad en un período intenso de posible formación cívica. Por ello, este proceso debe ser una verdadera escuela, donde los candidatos sean maestros que enseñen, con la palabra y el ejemplo, cómo debe ser una competencia transparente, respetuosa del adversario y de acuerdo con la verdad. Sólo una campaña así consolida los valores de la democracia, fortalece la convivencia pacífica y promueve la amistad social entre los ciudadanos.

5. Toda campaña política es una competencia civilizada por la conquista del poder. Las motivaciones para esa conquista no pueden ser otras que el sincero deseo de servicio al bien común de todos; y se oponen frontalmente a los mezquinos intereses sectoriales, o peor aún, a intereses individuales. Para que la campaña sea civilizada, es decir, digna y respetuosa de la persona y de la sociedad, se deben desterrar de ella todas las ofensas personales, descalificaciones, venganzas partidistas y presiones indebidas; en ella no caben las prácticas demagógicas, como el clientelismo y la dádiva, que desvirtúan el noble significado de la política y degradan la cultura cívica. Los partidos políticos y, en particular, los candidatos, tienen hoy la oportunidad histórica de empezar a hacer realidad, ya desde la campaña electoral, otra forma de hacer política. Con ello podrán contribuir enormemente al bienestar y al profundo deseo de paz, de trabajo y de encuentro que busca nuestro pueblo.

6. En esta escuela de la campaña electoral es necesario prestar atención a los candidatos que se entretienen demasiado con sus adversarios políticos descalificándolos, porque esto es señal de que ellos tienen poco para ofrecer. A los que prometen mucho hay que ponerlos en la balanza de lo que hicieron hasta ahora, porque las promesas políticas son creíbles si hay hechos que las confirmen. Al buen político se lo reconoce porque se distingue por el respeto y por el diálogo y porque abre nuevos espacios de encuentro. Los políticos que recurren a las presiones, prebendas, extorsiones, señales éstas de corrupción, se descalifican a sí mismos.


Una campaña diferente es posible

7. La nobleza de la función pública exige del candidato testimonio personal, como expresión de coherencia y ejemplaridad para el crecimiento de la comunidad. El candidato que se presenta en la campaña debe tener integridad moral, amplitud de miras, el compromiso concreto por el bien de todos, capacidad para escuchar, el interés por proyectar más allá de lo inmediato, el respeto de la ley, el discernimiento atento de los nuevos signos de los tiempos y, sobre todo, la coherencia de vida”[1]. Por ello, “otra forma de hacer política” es sustentar la campaña en la veracidad las palabras y en la coherencia de las conductas de los candidatos, con sus propuestas claras, concretas, mensurables, que sean respuesta efectiva a las necesidades de la sociedad, garantizando y acelerando la inclusión de todos los ciudadanos.

8. “Otra forma de hacer política” en la escuela de la campaña electoral, es prestar atención a la capacidad de diálogo y habilidad para gestar consensos que tengan los candidatos. En efecto, de ello dependerá la elaboración de las demasiado postergadas políticas de Estado, que deberán orientarnos hacia un proyecto común de Nación. Éste es un desafío urgente para crecer en democracia y alejar definitivamente autoritarismos de cualquier signo.

9. “Otra forma de hacer política” es promover una campaña en la que se manifiesten deseos sinceros y se proyecten acciones concretas para procurar la reconciliación en la sociedad correntina, que aún padece enfrentamientos y resentimientos entre sectores. Las condiciones para establecer una paz verdadera son la restauración de la justicia, la reconciliación y el perdón, en ese orden, nos recordó el Papa Juan Pablo II.

10. De ahí que, “otra forma de hacer política”, ya desde la campaña, será el compromiso de rigor y transparencia en la gestión económica electoral, que deben distinguir a todos los candidatos sin excepción. Esto se reflejará concretamente en el ejemplo de austeridad, que debería distinguir esta campaña, y en la transparencia de sus ingresos y erogaciones.

11. Por último, interpretando la inquietud y el anhelo de muchos correntinos y correntinas, les manifestamos a nuestros conciudadanos, que se presentan como candidatos para servir a la sociedad en la función pública, que nuestro deseo más profundo es poder caminar juntos hacia el Bicentenario del nacimiento de nuestra patria (2010-2016), fortalecidos en un espíritu común, y con nuevas esperanzas para construir un ambiente de paz y amistad social entre todos.

12. Que nuestra Madre de Itatí, que se puso al servicio de los invitados a las Bodas de Caná (cf. Jn. 2, 1-11), toque el corazón de candidatos y electores, para que sepamos aunar esfuerzos y trabajar juntos hacia una provincia que nos incluya a todos y crezca en un intercambio federal y saludable con toda la Nación.

Un envío de AICA


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