La foto que ilustra esta publicación fue tomada en la cárcel de Rebibbia, el 27 de Diciembre de 1983. Muestra a Juan Pablo II estrechando su mano, luego de conversar a solas por casi veintidós minutos, con el terrorista turco Mehmet Alí Ağca, autor del supuesto atentado del 13 de Mayo de 1981 (atentado que el propio Ağca aseguró no ser determinado por la KGB –él mismo se declaró anticomunista, y el extinto líder de la Bulgaria comunista Tódor Zhivkov negó que su país estuviese involucrado en la trama–, sino por el Secretario de Estado Agostino Casaroli Pallaroni y Wojtyła lo sabía, a fin de realizar el “Milagro de Fátima” anunciado en el Secreto que develara Bertone en el 2000).
A NINGUNA PERSONA SENSATA EN EL MUNDO SE LE OCURRIRÍA DEJAR A UNA PERSONA AL ALCANCE DE QUIEN PUDO SER SU ASESINO, SOBRE TODO SI ÉSTA ES UNA PERSONALIDAD DE FAMA MUNDIAL QUE DE ORDINARIO TENDRÍA UN RÍGIDO ESQUEMA DE SEGURIDAD, A MENOS, CLARO, QUE LA “VÍCTIMA” NUNCA ESTUVIESE REALMENTE EN PELIGRO, Y TODO SE TRATARA DE UN MONTAJE, COMO EFECTIVAMENTE SUCEDIÓ.
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